Contenidos
INTRODUCCIÓN al arte BARROCO
El Barroco (palabra cuyo significado puede ser tan irregular como de mal gusto) es el período del arte que va de 1600 a 1780 y se caracteriza por la monumentalidad de las dimensiones, la opulencia de las formas y el exceso de ornamentación.
Es el estilo de la grandilocuencia y la exageración. Todas estas características pueden explicarse por el hecho de que el barroco fue una especie de expresión propagandística.
El absolutismo monárquico y la Iglesia de la Contrarreforma lo usaron como una manifestación de grandeza.
Nacido en Roma a partir de las formas del Renacimiento Cincuentenario, pronto se diversificó en varios estilos paralelos a medida que cada país europeo lo adoptaba y lo adaptaba a su propia idiosincrasia.
Las naciones protestantes como Inglaterra, por ejemplo, crearon una versión más moderada del estilo, con edificios con fachadas mucho menos cargadas que las italianas.
Uno de los rasgos fundamentales de este vasto período es que durante su apogeo las artes plásticas lograron una integración total.
La arquitectura monumental, con frondosas fachadas de mármol y ornamentos de yeso, o las obras de Borromini, caracterizadas por la proyección tridimensional de planos cóncavos y convexos, servían de escenario ideal para las pinturas apoteósicas de las bóvedas y las dramáticas esculturas de mármol blanco que decoraban los interiores.
PINTURA BARROCA
Las obras pictóricas barrocas, liberadas de la geometría axial de las pinturas del Renacimiento, se caracterizaban por una composición radial, en la que los personajes y objetos parecían dispararse desde un punto central a las diagonales.
Las formas son voluptuosas y exageradas. Las figuras adquieren expresividad y, envueltas en tejidos mórbidos, se abrazan en actitudes patéticas y dramáticas, a veces incluso imposibles.
Las diagonales se cruzan indefinidamente en diferentes planos, creando la sensación de que los personajes se escaparán del cuadro. Los contornos se desvanecen en trazos rápidos.
El espacio se crea por el contraste extremo de la luz-oscuridad. Los temas favoritos deben buscarse en la Biblia o en la mitología greco-romana. Es la época del hedonismo de Rubens, con sus pinturas alegóricas de mujeres gordas, luchando entre robustos guerreros desnudos y bestias expresivas.
Es también la época de los sublimes retratos de Velázquez, el realismo de Murillo, el naturalismo de Caravaggio, la apoteosis de Tiépolo, la dramaturgia de Rembrandt.
En resumen, el barroco produjo grandes maestros que, aunque trabajaban según fórmulas diferentes y buscaban efectos distintos, tenían un punto en común: liberarse de la simetría y de las composiciones geométricas, a favor de la expresividad y del movimiento.
En cuanto a la arquitectura sagrada, las proporciones antropomórficas de las columnas renacentistas se han duplicado, para poder viajar sin interrupción a través de las nuevas fachadas de doble piso, según el modelo de la construcción de Il Gesù en Roma, la primera iglesia de la Contrarreforma. A partir de 1630, empezaron a proliferar plantas de forma elíptica y ovalada de menores dimensiones.
Esto pronto se convertiría en una de las características arquitectónicas típicas del Barroco.
Se trata de las iglesias de Maderno y Borromini, en las que las formas redondeadas han sustituido a las angulares y las paredes parecen doblarse de dentro a fuera y viceversa, en una sucesión cóncava y convexa, dando al conjunto un fuerte dinamismo.
En cuanto a la arquitectura palaciega, el palacio barroco se construyó en tres plantas.
Los palacios, en lugar de concentrarse en un solo bloque cúbico, como los del Renacimiento, parecen extenderse sin límites sobre el paisaje, en varias alas, en una repetición interminable de columnas y ventanas.
El edificio más representativo de ese período es el de Versalles, una manifestación mesiánica de las ambiciones absolutistas de Luis XIV, el Rey Sol, que pretendía, con esta obra, reunir a su alrededor – de esta manera para debilitarlos – a todos los poderosos nobles de las cortes de su país.
ESCULTURA BARROCA
La estatuaria barroca jugó un papel muy importante en la decoración arquitectónica, tanto en el interior como en el exterior.
Las esculturas más representativas de este estilo, y las que inauguraron el ciclo, fueron las de Bernini, arquitecto y escultor prácticamente exclusivo del Vaticano en la época del Papa Urbano VIII.
Sus obras, a diferencia de las esculturas equilibradas y axiales del Renacimiento, parecen posar vivas sobre la base de piedra, a punto de salir de allí en cualquier momento.
Los materiales que mejor expresaban estas sensaciones eran el mármol blanco y el bronce. Los rostros sufren, luchan, apretando sus labios, o abriéndolos como para gemir.
Los músculos están en tensión, y las venas parecen palpitar bajo la piel. Incluso el pelo y la barba, desaliñados, forman un estado de ánimo. Los cuerpos quieren despojarse de las sedas a la vez pesado y morboso.
En todas partes, las esculturas barrocas eran los nuevos ciudadanos.
Aquí y allá se multiplicaban ángeles y arcángeles, santos y vírgenes, dioses paganos y héroes míticos, que se agitaban en las aguas de las fuentes y aparecían desde sus nichos en las fachadas, cuando no soportaban una viga o formaban parte de los altares.
Sin embargo, esta dependencia total de la arquitectura no los hizo menos importantes. Se logró un equilibrio en el que el edificio era el cuadro y ellos lo complementaban, sin que un elemento tuviera más peso que el otro.
ARQUITECTURA BARROCA
En la arquitectura barroca, los conceptos de volumen y simetría vigentes en el Renacimiento son sustituidos por el dinamismo y la teatralidad.
El producto de esta nueva forma de diseñar los espacios es un edificio de proporciones ciclópeas, en el que más que la exactitud de la geometría prevalece la superposición de planos y volúmenes, recurso que tiende a producir diferentes efectos visuales, tanto en las fachadas como en el diseño de interiores.