Urbanismo y estrructura de la ciudad durante el románico y el gótico
En la arquitectura románica la ciudad tiene un significado preponderante sobre los edificios, aunque estos sean notables. En ninguna otra época la inventiva urbana es tan viva, copiosa y rica en consecuencias. Las ciudades más importantes del mundo occidental se modifican radicalmente; muchas otras se fundan en ese entonces y se desarrollaron durante las épocas sucesivas en torna a los puntos de referencia fijados por los constructores románicos.
Algunos centros medievales, especialmente en Italia, se formaron sobre primitivos asentamientos romanos, como Florencia, Milán, Colonia, Viena. La nueva ciudad copia en un principio la planta cuadriculada antigua, posteriormente se extiende y engloba los burgos periféricos, con calles radiales que convergen hacia las puertas. Se forma así un organismo mixtilíneo, que lleva incluso en su interior el diseño de la ciudad romana y lo subordina a su lógica, deformando la regularidad del entramado y acentuando los trazados que aparecen más directamente insertos en el diseño general. Otras ciudades fundadas en este periodo asumen como directrices del desarrollo urbano las infraestructuras de la nueva economía mercantil: la “S’’ del puerto de los canales de Venecia, la “Y’’ de las calles comerciales de Siena, los canales anulares y los diques de las ciudades flamencas.
La compleja y variada forma de los asentamientos medievales no parece ser debida a un debilitamiento de los controles públicos respecto de las iniciativas individuales. Una manifestación característica de las magistraturas comunales fue, desde el principio, los estatutos constructivos, por otro lado singularmente minuciosos; las grandes obras públicas son realizadas por magistraturas ciudadanas adecuadas, que a menudo coinciden con las organizaciones mercantiles interesadas, creando una serie de puntos de unión con los edificios circundantes; las ciudades de las colonizaciones en nuevos territorios son construidas según planos unitarios; reticulares o circulares, lineales o radiales, que han sido previamente clasificados en grupos correspondientes en la práctica a todos los modelos geométricos posibles. Incluso la división en parcelas parece en muchos casos organizada de antemano. El suelo de las ciudades se considera por regla general como propiedad pública y de esta condición depende en gran medida la coherencia de las sistematizaciones urbanísticas medievales.
La renovación de la cultura arquitectónica que significó el movimiento gótico apunta al terreno técnico y organizativo, apunta hacia una nueva metodología en la escala constructiva y por lo tanto no produce innovaciones de igual calibre en la escala urbanística. Entre el final del siglo XIII y comienzos del XIV se amplían muchas de las grandes ciudades europeas (Florencia, Siena, Verona, París, Colonia, etc.), pero estas iniciativas son el desarrollo coherente de las experiencias precedentes y no revelan un salto del método lógico, comparable al conseguido cien años antes en el campo constructivo de los constructores de L’Ille-de-France (momento en que se considera que surge el estilo gótico).