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¿Acaso no soy humano? Una llamada por la reforma de la justicia criminal – Charla TED Residency

Charla «¿Acaso no soy humano? Una llamada por la reforma de la justicia criminal» de TED Residency en español.

Por un crimen que él comitió a los veinte años, la corte sentenció a Marlon Peterson a diez años de prisión — y, como él lo define, a una vida de irrelevancia.
Tras las rejas, Peterson encontró redención mediante un programa de mentoría por correspondencia con estudiantes de Brooklyn. En esta valiente charla, él nos recuerda por qué debemos invertir en la humanidad de ellos a quienes la sociedad quiere ignorar y descartar.

  • Autor/a de la charla: Marlon Peterson
  • Fecha de grabación: 2016-12-13
  • Fecha de publicación: 2017-05-31
  • Duración de «¿Acaso no soy humano? Una llamada por la reforma de la justicia criminal»: 452 segundos

 

Traducción de «¿Acaso no soy humano? Una llamada por la reforma de la justicia criminal» en español.

Ella escribió: «Cuando sea famosa, voy a contarle a todos que conozco a un héroe llamado Marlon Peterson.» Los héroes raras veces se parecen a mí.

De hecho, yo me veo como basura.

No, no es la manera más llamativa de abrir una charla o iniciar una conversación, y quizás tengan algunas preguntas rondando por su cabeza.

¿Por qué dirá este hombre semejante cosa sobre sí mismo?

¿Qué quiere decir?

¿Cómo puede alguien verlo como héroe si él se ve como basura?

Creo que aprendemos más de las preguntas de lo que aprendemos de respuestas.

Porque al preguntarnos algo, nos comprometemos a absorber algún tipo de nueva información, o luchar contra algún tipo de ignorancia que nos hace sentir incómodos.

Y es por eso que estoy aquí: para obligarnos a cuestionar, aún cuando sea incómodo.

Mis padres son de Trinidad y Tobago, la isla más al sur en el Caribe.

Trinidad es, también, hogar del único instrumento acústico inventado en el siglo XX: el tambor metálico.

Derivado de los tambores africanos y evolucionado por el genio de uno de los guetos en Trinidad, una ciudad llamada Laventille, y la desconsideración de las fuerzas armadas estadounidenses.

Bueno, debo decirles, EE.

UU.

en la Segunda Guerra Mundial, tenía bases militares en Trinidad, y cuando la guerra terminó, dejaron la isla sucia con tambores de petróleo vacíos, su basura.

Entonces la gente de Laventille recicló los viejos tambores abandonados en la escala cromática completa: el tambor metálico.

Ahora tocan música desde Beethoven a Bob Marley y 50 Cent, esa gente literalmente hizo música a partir de la basura.

Doce días antes de mi 20 cumpleaños, fui arrestado por participar en un intento de robo violento al sur de Manhattan.

Mientras la gente estaba sentada en el café, cuatro personas fueron disparadas.

Dos fueron asesinadas.

Cinco de nosotros fuimos arrestados.

Eramos todos provenientes de Trinidad y Tobago.

Eramos los «malos inmigrantes», o los «bebés ancla» que Trump y millones de estadounidenses fácilmente marginan.

Fui descartado como material desechable y de manera justificada según muchos.

Al final serví diez años, dos meses y siete días en prisión.

Fui sentenciado a una década de castigo en una institución correccional.

Fui sentenciado a la irrelevancia, lo opuesto a la humanidad.

De manera interesante, fue durante esos años en prisión que unas cartas me redimieron, me ayudaron a través de la oscuridad y la culpa asociada con el peor momento de mi joven vida.

Me hizo sentir que yo era útil.

Ella tenía trece años.

Había escrito que me veía como un héroe.

Recuerdo leer eso, y recuerdo llorar al leer esas palabras.

Ella era una de más de 50 estudiantes y 150 cartas que escribí en el programa de mentoría por correo que codiseñé con un amigo profesor de una escuela en Brooklyn, mi barrio.

Lo llamamos: Programa de Jóvenes Escolares.

Cada vez que esos jóvenes compartían sus historias conmigo, sus luchas, cada vez que dibujaban a su personaje de caricatura favorito y me lo enviaban, cada vez que decían que dependían de mis cartas o mis consejos, animaban mi sentido de dignidad.

Me daba un sentido de lo que yo podía contribuir a este planeta.

Transformó mi vida.

Gracias a esas cartas y lo que compartieron conmigo, sus historias de vida adolescentes, me dieron el permiso, me dieron el coraje de aceptarme a mí mismo que no había razones ni excusas, pero que hubo razones por ese fatídico día en octubre de 1999; que el trauma asociado con vivir en una comunidad donde es más fácil tener armas que calzado; que el trauma asociado con ser violado a mano armada a los 14 años; que esas son razones para mí por las que tomar esa decisión, esa fatal decisión, no fue una proposición poco probable.

Porque esas cartas significaron tanto para mí, porque escribir y recibir y tener esa comunicación con esa gente impactó mi vida inmensamente, decidí compartir la oportunidad con mis amigos que también estaban encerrados ahí Mis amigos Bill, Cory y Arocks, en prisión por crímenes violentos también, compartieron sus palabras sabias con gente joven también, y recibieron el sentido de relevancia a cambio.

Somos hoy escritores publicados, innovadores de programas de jóvenes y expertos en traumas, defensores contra la violencia a mano armada y oradores de TED y
(Risas)
y buenos padres.

Eso es lo que llamo una rentabilidad positiva de inversión.

Por sobre todo, lo que construir ese programa me enseñó fue que cuando sembramos, cuando invertimos en la humanidad de la gente sin importar donde estén, podemos cosechar recompensas increíbles.

En esta última era de reforma de justicia criminal a menudo me pregunto y reflexiono

¿por qué…

¿por qué es qué tantos creen que solo aquellos sentenciados por ofensas no violentas con drogas merecen empatía y humanidad reconocida?

La reforma de justicia criminal es justicia humana.

¿Acaso no soy humano?

Cuando invertimos en recursos que amplifican la relevancia de la gente en comunidades como Laventille o partes de Brooklyn, o un guetto cerca suyo, podemos literalmente crear las comunidades que queremos.

Podemos hacerlo mejor.

Podemos hacer mejor que invertir solo en cuerpos policiales como recurso, porque ellos no nos dan un sentido de relevancia que es el centro de por qué tantos de nosotros hacemos tantas cosas dañinas en la búsqueda de la importancia.

Vean, la violencia con armas es sólo la muestra visible de muchos traumas ocultos.

Cuando invertimos en el valor redentor de la relevancia, podemos conseguir un retorno de tanto responsabilidad personal como curación.

Ese es el tipo de trabajo de la gente que me importa, porque la gente trabaja.

Familia, les pido que hagan el trabajo arduo, el trabajo difícil, el trabajo agitado de otorgar bondad no merecida a quienes relegamos como basura, a quienes ignoramos y descartamos fácilmente.

Me pido a mí mismo.

En los últimos dos meses, perdí dos amigos por violencia con armas, ambos transeúntes inocentes.

Uno fue víctima de un tiroteo mientras caminaba hacia su casa.

El otro estaba sentado en un café, desayunando, estando de vacaciones en Miami.

Me pido a mí mismo ver el valor redentor de la relevancia en la gente que los asesinó, por el trabajo arduo de ver valor en mí.

Nos presiono a desafiar nuestra propia capacidad de experimentar plenamente nuestra humanidad, entendiendo la biografía completa de la gente que fácilmente elegimos no ver, porque los héroes están esperando a ser reconocidos, y la música está esperando para ser creada Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/marlon_peterson_am_i_not_human_a_call_for_criminal_justice_reform/

 

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