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Charla «Amanda Palmer: El arte de pedir» de TED2013 en español.
No hagan que la gente pague para la música, dice Amanda Palmer: déjenlos pagar. En una charla apasionada que comienza en sus días como un actriz callejera (¡deje un dólar en el sombrero de la Novia de Dos Metros!) examina la nueva relación entre el artista y su fan.
- Autor/a de la charla: Amanda Palmer
- Fecha de grabación: 2013-02-27
- Fecha de publicación: 2013-03-01
- Duración de «Amanda Palmer: El arte de pedir»: 827 segundos
Traducción de «Amanda Palmer: El arte de pedir» en español.
(Inhala, exhala) No siempre me gané la vida con la música.
Por cerca de 5 años después de graduarme de una prestigiosa universidad de artes liberales, este fue mi trabajo diario.
Me autoempleé como una estatua viviente llamada la Novia de 2 metros, y me encanta decirle a la gente que hice este trabajo, porque todo el mundo siempre quiere saber,
¿quiénes son estos bichos raros en la vida real?
Hola.
Me pinté de blanco un día, parada en una caja, puse un sombrero o una lata a mis pies, y cuando alguien venía y ponía dinero, les entregaba una flor y un intenso contacto con los ojos.
Y si no tomaban la flor, ponía un gesto de tristeza y nostalgia mientras se alejaban.
(Risas)
Así que tuve los encuentros más profundos con la gente, especialmente con personas solitarias que parecían no haber hablado con nadie en semanas, y lográbamos este hermoso momento de prolongado contacto visual, hecho posible en una calle de la ciudad, y nos enamorábamos un poquito, de cierta manera.
Y mis ojos dirían, «Gracias.
Te veo».
Y sus ojos dirían, «Nunca nadie me ve.
Gracias a ti».
Algunas veces me hostigaban.
La gente me gritaba desde sus carros: «¡Consigue un trabajo!» Y yo estaría como, «Este es mi trabajo».
Pero duele, porque me hizo temer que de alguna manera no trabajaba, que estaba haciendo algo injusto, vergonzoso.
No tenía ni idea de la perfecta y verdadera educación que estaba obteniendo para el negocio de la música, en esta caja.
Y para los economistas por ahí, les puede interesar saber que en efecto tuve un ingreso bastante predecible, lo que fue impactante para mí dado que no tenía clientes regulares, pero más o menos 60 dólares en un martes, 90 el viernes.
Era constante.
Y mientras tanto, estaba de gira localmente y tocando en clubes nocturnos con mi banda, las Dresden Dolls Esta era yo en el piano, un genio en la batería.
Escribí las canciones y finalmente empezamos a ganar suficiente dinero como para que pudiera dejar de ser una estatua, y según empezamos a viajar, realmente no quería perder esa sensación de conexión directa con la gente, porque me encantaba.
Así que después de todas nuestras funciones, firmábamos autógrafos, abrazábamos a los fanáticos, pasábamos el rato y hablábamos con la gente, e hicimos de pedirle ayuda a la gente un arte, que se nos unieran y yo localizaba a músicos locales y artistas que se ponían fuera de nuestras funciones, pasando el sombrero y después se nos unirían en el escenario, así que tuvimos este batiburrillo de invitados raros de circo.
Y luego llegó Twitter, e hizo las cosas aún más mágicas, porque podía pedir al instante cualquier cosa en cualquier lugar.
Que si necesitaba un piano para practicar, una hora más tarde estaba en casa de un fan; esto fue en Londres.
La gente nos traía comida casera de todo el mundo entre bastidores y comíamos juntos; esto fue en Seattle.
Fanáticos que trabajaban en museos y tiendas y en cualquier tipo de espacio público nos saludaban con sus manos, si decidía hacer un concierto gratis, espontáneo de último momento.
Esta es una biblioteca en Auckland.
El sábado tuiteé por este cajón y sombrero, porque no quería que los quitaran de la costa este, y ellos aparecieron y cuidaron de este tipo, Chris de Newport Beach, que está saludando.
Una vez tuiteé,
¿dónde puedo comprar en Melbourne un irrigador nasal?
Y una enfermera de un hospital trajo uno justo en aquel momento al café donde yo estaba y le invité una malteada, nos sentamos a hablar de enfermería y muerte.
Y me encanta este tipo de cercanía al azar, lo que es afortunado, porque hago un montón de ‘couchsurfing’.
En mansiones donde todos los miembros del equipo tenemos una habitación propia, pero no hay wifi; y en los okupas punk, todos en el suelo en una habitación sin baño pero con conexión, claramente es la mejor opción.
(Risas)
Mi equipo una vez llevó nuestra camioneta hasta un barrio muy pobre de Miami y nos dimos cuenta de que nuestro anfitrión de ‘couchsurfing’ para la noche era una chica de 18 años de edad, que todavía vivía con sus papás y todos en su familia eran inmigrantes indocumentados de Honduras.
Y esa noche, toda la familia se fue a los sofás y ella durmió junto a su madre para que nosotros pudiéramos tener sus camas.
Y yo estaba acostada ahí pensando, estas personas tienen tan poco,
¿es esto justo?
Y en la mañana, su mamá nos enseñó cómo tratar de hacer tortillas y quería darme una Biblia, y me llevó aparte y me dijo en su pobre inglés, «Su música ha ayudado tanto a mi hija.
Gracias por quedarse aquí.
Estamos todos muy agradecidos».
Y pensé, esto es justo.
Se trata de esto.
Un par de meses después, estuve en Manhattan, y tuiteé por un lugar para dormir, y a medianoche estaba tocando un timbre en el Lado Este, y se me ocurrió que, en realidad nunca había hecho esto sola.
Siempre había estado con mi banda o mi equipo.
¿Esto es lo que hace la gente estúpida?
(Risas)
¿Es así como muere la gente estúpida?
Y antes de que pudiera cambiar de opinión, la puerta se abrió.
Ella era una artista.
Él escribía un blog financiero para Reuters, y me estaban sirviendo un copa de vino tinto y me ofrecieron un baño, y he tenido miles de noches como esa y como aquella.
Así que hago mucho ‘couchsurf’.
Yo también ‘crowdsurf’ un montón.
Mantengo que el couchsurfing y el crowdsurfing son básicamente lo mismo.
Estás cayendo sobre la audiencia y estás confiando en cada uno.
Una vez le pedí a una banda telonera si querían salir a la multitud y pasar el sombrero para conseguir algún dinero extra, algo que yo hice mucho.
Y como de costumbre, la banda estaba ansiosa, pero había un chico en la banda que me dijo que él no podía simplemente salir ahí.
Pararse ahí con el sombrero se sentía muy similar a rogar.
Y reconocí su temor de «
¿Es esto justo?
» y «Consigue un trabajo».
Y mientras tanto, mi banda es cada vez más grande.
Firmamos con un sello importante.
Y nuestra música es una mezcla entre punk y cabaret.
No es para todo el mundo.
Bueno, tal vez es para ustedes.
Firmamos y hay toda esta algarabía que precede a nuestro siguiente disco.
Sale y vende unas 25 000 copias en las primeras semanas, y el sello lo considera un fracaso.
Y les dije, «25 000,
¿no es eso mucho?
» Y ellos dijeron, «No, las ventas están bajando.
Es un fracaso».
Y se marcharon.
En ese mismo momento, estoy firmando autógrafos y dando abrazos después de un concierto, y un chico llega y me da un billete de 10 dólares, y dice: «Lo siento, quemé tu CD de un amigo».
(Risas)
«Pero leí tu blog, sé que odias tu sello.
Solo quiero que aceptes este dinero».
Y esto empieza a suceder todo el tiempo.
Me convierto en el sombrero después de mis propios conciertos, pero tengo que estar ahí parada físicamente y tomar la ayuda de la gente, y a diferencia del chico de la banda telonera, realmente tengo mucha práctica estando ahí de pie.
Gracias.
Y en ese momento decidí Voy a dar mi música gratis en línea siempre que sea posible, así que es como Metallica aquí, Napster, malo; Amanda Palmer aquí, y yo voy a alentar torrenting, descargas, compartan, pero voy a pedir ayuda, porque veía que funcionaba en la calle.
Así que salí de mi sello y para mi próximo proyecto con mi nueva banda, la Gran Orquesta del Robo, recurrí al ‘crowdfunding’, y caí sobre esas miles de conexiones que había hecho, y pedí a mi público que me arropara.
Y la meta era de 100 000 dólares.
Mis fans me apoyaron con casi 1.2 millones, que es el mayor proyecto de ‘crowdfunding’ de música a la fecha.
(Aplausos)
Y se puede ver cuánta gente es.
Son cerca de 25 000 personas.
Y los medios preguntaron, «Amanda, el negocio de la música está cayendo y tú fomentas la piratería.
¿Cómo hiciste que todas esas personas pagaran por la música?
» Y la verdadera respuesta es, «No hice que pagaran, se los pedí».
Por el mismo acto de pedir a la gente, me había conectado con ellos, y cuando te conectas con ellos, la gente quiere ayudarte.
Es algo contrario a la intuición para muchos artistas.
No quieren pedir cosas.
Pero no es fácil.
No es fácil pedir.
Y muchos artistas tienen un problema con esto.
Pedir te hace vulnerable.
Y tengo muchas críticas en línea después de que mi Kickstarter se hizo grande por continuar con mis locas prácticas de ‘crowdsourcing’, específicamente por pedir a los músicos que son aficionados si querían unirse a nosotros en el escenario para algunas canciones a cambio de amor y entradas y cerveza, y esto fue una imagen trucada que me llegó de un sitio de Internet.
Esto duele de una manera muy familiar.
Hay gente diciendo, «No tienes permiso de pedir este tipo de ayuda», me recuerda realmente de la gente en sus coches gritando, «Consige un trabajo».
Porque no estaban con nosotros en la acera, y no podían ver el intercambio que sucedía entre yo y mi gente, un intercambio que fue muy justo para nosotros pero ajeno a ellos.
Así que esto es algo ligeramente inseguro para el trabajo.
Esta es mi fiesta de soporte de Kickstarter en Berlín.
Al final de la noche, me desnudé y dejé que todos dibujaran sobre mí.
Ahora, déjenme decirles que, si quieren experimentar la sensación visceral de confiar en extraños, les recomiendo esto, especialmente si los extranjeros son alemanes borrachos.
Se trataba de una conexión de fans de ninja a nivel maestro, porque lo que realmente estaba diciendo aquí era, confío tanto así en Uds.,
¿debería?
Muéstrenme.
Durante la mayor parte de la historia humana, los músicos, los artistas han sido parte de la comunidad, conectores y abridores, no estrellas intocables.
Ser una celebridad es acerca de un montón de gente que te ama a la distancia, pero el contenido y el Internet que podemos compartir libremente en él nos llevan al pasado.
Se trata de unas pocas personas que te aman de cerca y con esas personas es suficiente.
Así que muchas personas se confunden con la idea de no tener un precio concreto en la etiqueta.
Lo ven como un riesgo imprevisible, pero las cosas que he hecho, el Kickstarter, la calle, el timbre, yo no veo estas cosas como riesgos.
Los veo como confianza.
Ahora, las herramientas en línea para hacer el intercambio tan fácil y tan instintivo como en la calle, están llegando aquí.
Pero las herramientas perfectas no van a servirnos si no podemos mirarnos unos a otros y dar y recibir sin miedo, pero, más importante, pedir sin vergüenza.
He pasado mi carrera musical tratando de encontrar personas en Internet de la forma que lo hice en esta caja, así que bloguear y tuitear no solo sobre las fechas de mi giras y mi nuevo video, sino sobre nuestro trabajo y nuestro arte y nuestros temores y nuestras resacas, nuestros errores y nos vemos unos a otros.
Creo que cuando realmente nos vemos mutuamente, queremos ayudarnos unos a otros.
Creo que la gente se ha obsesionado con la pregunta equivocada: «
¿Cómo hacemos para que la gente pague por la música?
» Qué pasaría si empezamos a preguntar: «
¿Cómo dejamos que la gente pague por la música?
» Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/amanda_palmer_the_art_of_asking/