Contenidos
Charla «Andreas Schleicher: Usar datos para construir mejores escuelas» de TEDGlobal 2012 en español.
¿Cómo podemos medir lo que hace que funcione sistema educativo? Andreas Schleicher nos pasea por la prueba PISA, una medida global que clasifica a los países unos con otros, y luego usa esos datos para mejorar las escuelas. Mira dónde se encuentra tu país y conoce el factor que hace que algunos sistemas superen a otros.
- Autor/a de la charla: Andreas Schleicher
- Fecha de grabación: 2012-07-14
- Fecha de publicación: 2013-02-21
- Duración de «Andreas Schleicher: Usar datos para construir mejores escuelas»: 1187 segundos
Traducción de «Andreas Schleicher: Usar datos para construir mejores escuelas» en español.
Una apertura radical en el campo educativo aún está en un futuro distante.
Nos cuesta mucho llegar a entender que el aprendizaje no es un lugar sino una actividad.
Pero quiero contarles la historia de PISA, el test de la OECD para medir los conocimiento y habilidades de los jóvenes de 15 años de todo el mundo, y que es realmente una historia de cómo la comparación internacional ha globalizado el campo de la educación que usualmente tratábamos como un asunto de política local.
Miren cómo se veía el mundo en los 60 en términos de la proporción de personas que terminaban la educación media.
Pueden ver que EE.UU.
estaba adelante de todos y mucho de su éxito económico se apoya en una ventaja de larga data que le deriva de haber sido el primero en mejorar la educación.
Pero en los 70, algunos países lo alcanzaron.
Y en los 80, continuó la expansión global del acervo de talento.
Y el mundo no se detuvo en los 90.
Así que en los 60, EE.UU.
estaba primero.
En los 90, estaba en el puesto 13, y no porque sus estándares cayeran, sino porque habían subido más rápido en otras partes del mundo.
Corea muestra lo que es posible hacer en educación.
Hace dos generaciones, Corea tenía los mismos estándares de vida que Afganistán hoy día, y era uno de los países más ineficaces en el ámbito de la educación.
Hoy, todo joven coreano termina el bachillerato.
Lo que nos dice que, en la economía global, la mejora nacional ya no basta para determinar el éxito del sistema educativo, sino que es necesaria la comparación con los mejores sistemas educativos del mundo.
El problema es que medir cuánto tiempo pasan los alumnos en la escuela o qué título logran no es siempre una buena forma de averiguar lo que en realidad pueden hacer.
Miren la mezcla tóxica de graduados desempleados en nuestras calles, mientras los empleadores dicen que no encuentran a las personas con las habilidades que necesitan.
Lo que les dice que mejores grados no significan automáticamente mejores habilidades ni mejores trabajos y mejores vidas.
Así que, con PISA, tratamos de cambiar esto midiendo el conocimiento y las habilidades de las personas directamente.
Y adoptamos una perspectiva muy especial para hacerlo.
No nos interesaba mucho comprobar si los estudiantes podían reproducir lo que habían aprendido en el colegio, sino que queríamos averiguar si podían extrapolar de lo que saben y aplicar su conocimiento a nuevas situaciones.
Ahora, algunos nos han criticado por esto.
Dicen que esa manera de medir resultados es terriblemente injusta, porque confrontamos a los estudiantes con problemas que no han visto nunca antes.
Pero si siguen esa lógica considerarán injusta la vida porque el examen verdadero en la vida no es si recordamos lo que aprendimos en la escuela, sino si estamos preparados para el cambio, si estamos preparados para trabajos que no han sido creados aún, para usar tecnologías que no han sido inventadas, para resolver problemas que no podemos anticipar hoy.
Y alguna vez impugnada, nuestra forma de medir ha sido en realidad rápidamente adoptada como estándar.
En nuestra última evaluación en 2009, medimos 74 sistemas educativos que en conjunto cubrían el 87 % de la economía mundial.
Esta tabla muestra el desempeño de los países.
En rojo, por debajo del promedio de OECD.
Amarillo, más o menos, y verde los países a los que les fue bien de verdad.
Pueden ver Shanghái, Corea, Singapur, en Asia; Finlandia en Europa; A Canadá, en Norteamérica, le fue muy bien.
Pueden ver también que hay una brecha de casi 3 años escolares y medio entre los jóvenes de 15 años de Shanghái y Chile, y la brecha llega a 7 años cuando se incluyen los países de desempeño realmente mediocre.
Hay diferencias muy marcadas en la formación de los jóvenes para la economía de hoy.
Pero quiero presentar una segunda dimensión importante en el gráfico.
A los educadores les gusta hablar de equidad.
Con PISA quisimos medir cómo cumplen con las metas de equidad, para asegurar que las personas de diferente procedencia social tengan iguales oportunidades.
Y vemos que, en algunos países, el impacto del origen social en los resultados del aprendizaje es muy, muy fuerte.
Las oportunidades están distribuidas desigualmente.
Se desperdicia una gran cantidad de niños con un gran potencial.
Por otro lado, vemos otros países en los que importa mucho menos en qué contexto social naces.
Todos queremos estar ahí, en el cuadrante superior derecho, donde el desempeño es fuerte y las oportunidades de aprendizaje están distribuidas equitativamente.
Nadie, ningún país, puede permitirse estar aquí, donde el desempeño es pobre y hay gran disparidad social.
Y podemos debatir si es mejor estar aquí, donde el desempeño es bueno al precio de largas desequidades.
O si nos centramos en la equidad y aceptamos la mediocridad.
Pero, realmente, si miran cómo salen los países en esta gráfica, verán que hay muchos países que realmente están combinando excelencia con equidad.
De hecho, una de las lecciones más importantes de esta comparación, es que no hay que comprometer la equidad para lograr la excelencia.
Estos países han pasado de proporcionar excelencia educativa para pocos a proporcionarla para todos, una lección muy importante.
Y esto desafía los paradigmas de muchos sistemas educativos que creen que su función es principalmente la de clasificar a las personas.
Y desde que salieron estos resultados, las autoridades, los educadores, los investigadores, han tratado de averiguar qué hay detrás del éxito de esos sistemas.
Pero retrocedamos un momento y veamos los países que iniciaron PISA, y les pondré una burbuja coloreada.
El tamaño de la burbuja es proporcional al gasto de recursos de estos países en los estudiantes.
Si el dinero lo dijera todo acerca de la calidad de los resultados del aprendizaje, todas las burbujas grandes estarían arriba,
¿no?
Pero no es lo que ven.
El gasto por estudiante solo explica menos del 20 % de la variación del desempeño entre los países, y a Luxemburgo, por ejemplo, el sistema más costoso, no lo va particularmente bien.
Lo que ven es que dos países con gasto similar logran resultados muy diferentes.
También ven —y creo que es uno de los descubrimientos más alentadores— que ya no vivimos en mundo dividido nítidamente entre países ricos e instruidos, y países pobres y poco instruidos; una lección muy, muy importante.
Mirémoslo con mayor detalle.
Los puntos rojos muestran el gasto por estudiante en relación a la riqueza del país.
Una forma en la que pueden gastar el dinero es pagando bien a los maestros y ven que Corea invierte mucho en atraer a la mejor gente al profesorado.
Y Corea invierte también en días de escuela más largos, lo que aumenta más los costos.
Último pero no menos importante, Corea quiere profesores que no solo enseñen sino que también se desarrollen.
Invierten en desarrollo profesional y colaboración y en muchas otras cosas.
Todo esto cuesta dinero.
¿Cómo puede permitírselo?
La respuesta es que los estudiantes en Corea estudian en clases más numerosas.
Esta es la barra azul que baja los costos.
Si van al siguiente país de la lista, Luxemburgo, verán que el punto rojo está exactamente donde está Corea, así que Luxemburgo gasta lo mismo por estudiante que Corea.
Pero, saben, a los padres y profesores y a las autoridades de Luxemburgo les gustan las clases más pequeñas.
Es más agradable entrar en una clase pequeña.
Así que gastan todo su dinero en esto, y la barra azul, el tamaño de la clase, sube los costos.
Pero incluso Luxemburgo solo puede gastar su dinero una vez, y el precio de esto es que los profesores no están particularmente bien pagados.
Los estudiantes no tienen largas horas de estudio.
Y los profesores tienen poco tiempo para hacer otra cosa diferente a enseñar.
Así que ven dos países que gastan su dinero de forma muy diferente, y, de hecho, cómo gasten su dinero importa mucho más que cuánto invierten en educación.
Volvamos al año 2000.
Recuerden, fue el año anterior al invento del iPod.
Así se veía el mundo en términos del desempeño PISA.
Lo primero que ven es que las burbujas son mucho más pequeñas,
¿no?
Gastábamos mucho menos en educación, cerca del 35 % menos en educación.
Así que pregúntense, si la educación se ha hecho mucho más costosa,
¿ha mejorado mucho?
Y la amarga verdad en realidad es que no en muchos países.
Pero hay algunos países en los que se han visto mejoras impresionantes.
Alemania, mi país, en el año 2000 destacaba en el cuadrante bajo, por debajo del desempeño promedio, grandes disparidades sociales.
Y, recuerden, en Alemania solíamos ser uno de los países que salían muy bien cuando solo se contaban las personas con licenciatura.
Resultados muy decepcionantes.
La gente quedó anonadada.
Y, por primera vez, el debate público en Alemania estuvo por meses dominado por la educación, ni los impuestos, ni otras cosas, sino que la educación fue el centro del debate público.
Y las autoridades comenzaron a responder a esto.
El gobierno federal aumentó drásticamente la inversión en educación.
Se hizo mucho por aumentar las oportunidades de los estudiantes inmigrados o socialmente desfavorecidos.
Y lo realmente interesante es que esto no fue solo optimizar las políticas existentes, sino que los datos transformaron unas de las creencias y paradigmas en que se basaba la educación alemana.
Por ejemplo, tradicionalmente, la educación de los muy pequeños se veía como un asunto de las familias, y podía haber casos donde las mujeres eran vistas como negligentes con sus responsabilidades familiares si mandaban a sus niños al preescolar.
PISA ha transformado el debate, y forzó a que la educación temprana de la niñez fuera el centro del debate de la política pública alemana.
O, tradicionalmente, la educación alemana divide a los niños a los 10 años, muy jóvenes, entre los elegidos para seguir carreras de «trabajadores del conocimiento» y los que terminarán trabajando para los «trabajadores del conocimiento», y esto principalmente a lo largo de las líneas socioeconómicas, y el paradigma está siendo cuestionado ahora también.
Muchos cambios.
Y la buena noticia es que, 9 años después, pueden ver mejoras en la calidad y la equidad.
Las personas están tomando el reto y haciendo algo al respecto.
O tomen Corea, en el otro lado del espectro.
En el año 2000, a Corea ya le iba muy bien, pero los coreanos estaban preocupados de que solo una pequeña parte de sus estudiantes lograban altos niveles de excelencia.
Asumieron el reto, y Corea ha sido capaz de duplicar la proporción de estudiantes que logran la excelencia en el campo de la lectura, en una década.
Bien, si solo se enfocan en sus estudiantes más brillantes, sabrán que crecerán las disparidades, y verán mover esta burbuja ligeramente en la otra dirección, pero aún, una mejora impresionante.
Una revisión importante en la educación polaca ayudó drásticamente a reducir la variabilidad entre las escuelas, mejorando muchas escuelas de menor desempeño subiendo el desempeño en más de medio año escolar.
Y pueden ver otros países también.
Portugal pudo consolidar su sistema escolar fraccionado, subir la calidad y mejorar la equidad, y lo mismo Hungría.
Así que lo que ven es un gran cambio.
E incluso aquellos que se quejan y dicen que la posición relativa de los países en algo como PISA es solo un artefacto de la cultura, de factores económicos, de temas sociales, de homogenización de las sociedades, etc., esas personas tienen ahora que reconocer que la mejora de la educación es posible.
Polonia no ha cambiado su cultura.
No ha cambiado su economía.
No ha cambiado la composición de su población.
No ha despedido a sus profesores.
Ha cambiado sus políticas y sus prácticas educativas.
Muy impresionante.
Y todo esto, por supuesto, nos lleva a la pregunta:
¿Qué podemos aprender de estos países del cuadrante verde que han logrado estos altos niveles de equidad, altos niveles de desempeño y subido los resultados?
Y, por supuesto, la pregunta es,
¿puede, lo que funciona en un contexto, ser un modelo en otro país?
Claro, no se puede copiar y pegar un sistema educativo a ciegas, pero estas comparaciones han identificado una gama de factores que comparten los sistemas de alto desempeño.
Todos concuerdan en que la educación es importante.
Todos dicen eso.
Pero la prueba de verdad es,
¿cómo se valora esta prioridad contra otras prioridades?
¿Cómo pagan los países a sus profesores en relación con otros trabajadores altamente calificados?
¿Te gustaría que tu hijo fuera profesor en lugar de abogado?
¿Cómo hablan los medios de las escuelas y de los profesores?
Son preguntas críticas y lo que hemos aprendido de PISA es que, en los sistemas de alto desempeño, los líderes han convencido a los ciudadanos a tomar elecciones que valoran la educación, su futuro, más que el consumo hoy día.
¿Y saben qué es interesante?
No lo creerán, pero hay países en los que es más atractivo ir a la escuela que al centro comercial.
Esas cosas existen de verdad.
Pero dar un valor alto a la educación es solo una parte del cuadro.
La otra parte es creer que todos los niños son capaces de triunfar.
Tienen algunos países donde los estudiantes son segregados muy jóvenes.
Son divididos reflejando la creencia de que solo algunos pueden lograr altos estándares.
Pero generalmente eso conlleva grandes disparidades sociales.
Si van a Japón, en Asia, o Finlandia, en Europa, padres y profesores en esos países esperan que todo niño triunfe, y lo pueden ver reflejado en el comportamiento de los estudiantes.
Cuando les preguntamos a los estudiantes qué importaba para triunfar en matemáticas, los estadounidenses típicamente nos decían, todo es cuestión de talento; si no nací genio en matemáticas, mejor estudio otra cosa.
9 de cada 10 estudiantes japoneses dijeron que dependía de su propia inversión, de su propio esfuerzo, y esto dice mucho del sistema que los rodea.
En el pasado, a diferentes estudiantes se les enseñaba de forma similar.
Los altos desempeños en PISA acogen la diversidad con diferentes prácticas pedagógicas.
Se dan cuenta de que los estudiantes normales tienen talentos extraordinarios y personalizan las oportunidades de aprendizaje.
Los sistemas de alto desempeño también comparten estándares claros y ambiciosos a lo largo de todo el espectro.
Todo estudiante conoce lo que importa.
Todo estudiante sabe lo que se requiere para triunfar.
Y en ninguna parte la calidad del sistema educativo excede la de sus profesores.
Los sistemas de alto desempeño son muy cuidadosos en cómo seleccionan y contratan a sus profesores y cómo los entrenan.
Observan cómo mejorar el rendimiento de los profesores en dificultades, y cómo estructuran el pago de los profesores.
Proporcionan un ambiente en el que los profesores puedan trabajar juntos para crear buenas prácticas.
Y les proporcionan caminos inteligentes para crecer en sus carreras.
En un sistema escolar burocrático, se deja a los profesores solos en las clases con muchas indicaciones de lo que deberían enseñar.
En los sistemas de alto desempeño está bien claro qué es buen desempeño.
Se ponen estándares ambiciosos, pero después permiten que los profesores averigüen qué necesitan para enseñar a sus estudiantes hoy día.
En el pasado la educación se basaba en entregar conocimiento.
Ahora el reto es posibilitar la generación de conocimiento por parte del usuario.
Los países con altos desempeños han pasado de formas administrativas de rendir cuentas y controlar —cosas como, cómo comprobar si las personas hacen lo que se supone que deben hacer en educación— a formas profesionales de organización del trabajo.
Le permiten a los profesores hacer innovaciones en pedagogía.
Les proporcionan la clase de desarrollo que necesitan para desarrollar prácticas pedagógicas más poderosas.
La meta en el pasado era estandarización y cumplimiento.
Los sistemas de alto rendimiento han hecho profesores y directores de escuela creativos.
En el pasado, la política se enfocaba en los resultados, en proveer.
Los sistemas de alto rendimiento han ayudado a los profesores y a los directores de escuelas a mirar fuera al nuevo profesor, la nueva escuela.
Y el resultado más impresionante de los mejores sistemas educativos es que logran altos desempeños a lo largo de todo el sistema.
Han visto que a Finlandia le fue muy bien en PISA, pero lo que hace tan impresionante a Finlandia es que solo hay un 5 % de variación en el desempeño de los estudiantes entre las varias escuelas.
Todas las escuelas tienen éxito.
El éxito es sistémico.
¿Y como lo hacen?
Invierten los recursos donde pueden marcar la mayor diferencia.
Atraen a los mejores directores a las escuelas más difíciles, y a los profesores más talentosos a las aulas más desafiantes.
Por último, pero no menos importante, estos países alinean sus políticas a todas las áreas de la política pública.
Mantienen la coherencia durante un período sostenido de tiempo y se aseguran de que lo que hacen sea implementado consistentemente.
Ahora, saber lo que hacen los sistemas exitosos no nos dice todavía cómo mejorar.
Eso también está claro, y aquí es donde están algunos límites de las comparaciones internacionales de PISA.
Se necesitan otras formas de investigación, y por eso PISA no se aventura a decirles a los países qué deben hacer.
Pero su fortaleza se encuentra en decirles qué están haciendo los demás.
Y el ejemplo de PISA muestra que los datos pueden ser más poderosos que el control administrativo del subsidio financiero a través del cual funcionan por lo general los sistemas educativos.
Algunos argumentan que cambiar la administración educativa es como mover las tumbas: no se puede confiar en que las personas de adentro te ayuden con eso.
(Risas)
Pero PISA ha mostrado lo posible en educación.
Le ha mostrado a los países que la mejora es posible.
Ha eliminado las excusas de los complacientes.
Y ha ayudado a los países a fijar objetivos significativos en términos de objetivos medibles logrados por los líderes del mundo.
Si podemos ayudar a cada niño, a cada profesor, a cada escuela, a cada director, a cada padre a ver que la mejora es posible, que solo el cielo es el límite al mejoramiento de la educación, estamos sentando las bases para mejores políticas y mejores vidas.
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/andreas_schleicher_use_data_to_build_better_schools/