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Charla «Arquitectura construida para sanar» de TED2016 en español.
La arquitectura es más que una disposición inteligente de ladrillos. En esta charla elocuente, Michael Murphy muestra cómo él y su equipo ven mucho más allá del plano cuando están diseñando. Tomando en cuenta factores como el flujo de aire y de la luz, el suyo es un enfoque holístico que genera comunidad, además de edificios preciosos. Él nos lleva por un recorrido de proyectos en países como Ruanda y Haití, y revela un conmovedor y ambicioso plan para el monumento a la Paz y a la Justicia, que espera que contribuya a sanar los corazones en el sur de Estados Unidos.
- Autor/a de la charla: Michael Murphy
- Fecha de grabación: 2016-02-17
- Fecha de publicación: 2016-09-15
- Duración de «Arquitectura construida para sanar»: 938 segundos
Traducción de «Arquitectura construida para sanar» en español.
Cada fin de semana desde que tengo uso de razón, los sábados, mi padre se levantaba, se ponía una camiseta desgastada y raspaba en la vieja rueda chirriante de la casa donde vivíamos.
Ni siquiera lo llamaría restauración; era un ritual, una catarsis.
Pasaba todo el año raspando la pintura con esta vieja pistola de aire caliente y una espátula, y luego repintaba lo que había raspado, para comenzar de nuevo al año siguiente.
Raspando y volviendo a raspar, pintando y volviendo a pintar: el trabajo de una vieja casa nunca llega a terminarse.
El día que mi padre cumplió 52 años, recibió una llamada telefónica.
Era mi madre para decirme que los médicos le habían encontrado un bulto en el estómago, cáncer terminal, me dijo, y le habían dado solo tres semanas de vida.
De inmediato me trasladé a casa a Poughkeepsie, Nueva York, para sentarme con mi padre a esperar su muerte, sin saber qué nos depararían los próximos días.
Para mantenerme distraído, me arremangué, para terminar lo que él no podía acabar, la restauración de la antigua casa.
Cuando pasó ese plazo inminente de tres semanas, él todavía estaba vivo.
Y a los tres meses, se unió a mí.
Desolados pintamos el interior.
A los seis meses, barnizamos las ventanas viejas, y a los 18 meses, el porche podrido fue finalmente reemplazado.
Y allí estaba mi padre, de pie conmigo afuera, admirando un día de trabajo, con pelo en la cabeza, totalmente en remisión, cuando se volvió hacia mí y dijo: «
¿Sabes, Michael?
, esta casa me salvó la vida».
Así que al año siguiente, decidí ir a la escuela de arquitectura.
(Risas)
Pero allí, aprendí algo diferente de los edificios.
El reconocimiento parecía ir solo a los que dan prioridad a formas novedosos y esculturales como cintas, o…
¿pepinillos?
(Risas)
Y creo que esto se supone que es un caracol.
Algo de esto me molestó.
¿Por qué los mejores arquitectos, la mejor arquitectura, todo precioso, visionario e innovador también es tan raro, y parece servir a tan pocos?
Y más concretamente: Con todo este talento creativo,
¿qué más podíamos hacer?
Justo cuando estaba a punto de comenzar mis exámenes finales, decidí tomar un descanso de toda la noche e ir a una conferencia del Dr.
Paul Farmer, un activista de la salud líder para los pobres del mundo.
Me sorprendió escuchar a un médico hablando de arquitectura.
Los edificios enferman más a las personas, dijo, y para los más pobres del mundo, esto causa problemas a nivel epidémico.
En este hospital en Sudáfrica, los pacientes que entraron con una pierna rota, que esperaron en este pasillo sin ventilación, salieron con una cepa resistente a múltiples fármacos contra la tuberculosis.
No se habían pensado los diseños simples para el control de la infección, y las personas murieron a causa de eso.
«
¿Dónde están los arquitectos?
» preguntó Paul.
Si los hospitales enferman más a las personas,
¿dónde están los arquitectos y diseñadores para ayudarnos a diseñar y construir hospitales que nos permiten sanar?
Al verano siguiente, yo estaba en la parte trasera de un Land Rover con compañeros de clase, pasando baches por la ladera montañosa de Ruanda.
El siguiente año, vivía en Butaro en esta antigua casa de huéspedes, que fue una cárcel tras el genocidio.
Yo estaba allí para diseñar y construir un nuevo tipo de hospital con el Dr.
Farmer y su equipo.
Si los pasillos enferman más a los pacientes,
¿por qué no diseñar un hospital con pasillos en el exterior, para que la gente camine por el exterior?
Si los sistemas mecánicos rara vez funcionan,
¿por qué no diseñar un hospital donde se pueda respirar a través de ventilación natural, y así reducir su huella ambiental?
Y
¿qué pasa con la experiencia de los pacientes?
La evidencia muestra que unas simples vistas a la naturaleza puede mejorar radicalmente los resultados de salud.
Entonces
¿por qué no diseñar un hospital donde cada paciente tenga una ventana con vistas?
Los diseños simples y específicos pueden hacer que un hospital cure.
Diseñar es una cosa, conseguir que se construya es otra muy distinta.
Trabajamos con Bruce Nizeye, un ingeniero brillante, que pensaba en construir de manera diferente de lo que me enseñaron en la facultad.
Cuando tuvimos que excavar esta enorme colina y una excavadora era cara y difícil de acceder al lugar, Bruce sugirió hacerlo a mano, mediante un método ruandés llamado «Ubudehe», que significa «la comunidad trabaja para la comunidad».
Cientos de personas vinieron con palas y azadas, y excavamos esa colina en la mitad del tiempo y por la mitad del costo de esa excavadora.
En lugar de importar muebles, Bruce creó un gremio, y trajo maestros carpinteros para enseñar a otros a hacer muebles a mano.
Y en este sitio de trabajo, 15 años después del genocidio ruandés, Bruce insistió en que trajéramos mano de obra de todos los orígenes, y que la mitad de ellos fueran mujeres.
Bruce usaba el proceso de construcción para sanar, pero no solo para aquellos que estaban enfermos, sino para toda la comunidad.
A esto lo llamamos fabricación local o «fab-lo», Y tiene cuatro pilares: Contratar localmente, abastecerse regionalmente, formar donde se pueda y, lo más importante, pensar en cada decisión de diseño como una oportunidad para invertir en la dignidad de los lugares donde se presta servicio.
Piénsenlo como si fuera un movimiento de comida local, pero para la arquitectura.
Y estamos convencidos que esta forma de construir puede replicarse en todo el mundo, además de cambiar la forma de evaluar la arquitectura.
Usando la manera fab-lo para construir, incluso las decisiones estéticas pueden diseñarse para impactar la vida de las personas.
En Butaro, elegimos usar una piedra volcánica local que se encuentra en abundancia en esa área, pero a menudo considerada una molestia para los agricultores, que las apilan al lado de la carretera.
Trabajamos con esos albañiles, cortamos esas piedras que se convirtieron en las paredes del hospital.
Y cuando comenzaron en esta esquina y acabaron alrededor del hospital entero, eran tan buenos uniendo piedras, que nos preguntaron si podían derribar la pared original y reconstruirla.
Y ya ven si es posible.
Es precioso.
Y la belleza, para mí, viene del hecho que conozco las manos que cortaron estas piedras, y que fueron ellos quienes construyeron esta pared gruesa, hecha solo en este lugar con piedras de este suelo.
Cuando salgan y miren el mundo construido, pregúntense no solo: «
¿Cuál es la huella ambiental?
«, pregunta importante, sino
¿por qué no preguntamos, cuál es la huella humana de quienes lo hicieron?
Comenzamos una nueva práctica basada en estas preguntas, y la probamos en todo el mundo.
Como en Haití, donde preguntamos si un nuevo hospital podría acabar con la epidemia de cólera.
En este hospital de 100 camas, diseñamos una estrategia sencilla, limpiar los desechos médicos contaminados antes de que entren en la capa freática.
Y nuestros socios en Les Centres Gheskio ya están salvando vidas así.
O en Malawi: Nos preguntamos si en un centro de maternidad se podría reducir radicalmente la mortalidad materna e infantil.
Malawi tiene una de las tasas más altas de mortandad materna e infantil del mundo.
Usando una estrategia simple para ser replicada a nivel nacional, diseñamos un centro de maternidad que atrajera a las mujeres y a sus acompañantes a venir al hospital antes y así tener partos más seguros.
O en Congo, donde pedimos si un centro educativo también podría usarse para proteger la fauna en peligro de extinción.
La caza furtiva por el marfil y la carne genera una epidemia mundial, por transferencia de enfermedades y guerra.
En uno de los lugares de más difícil acceso del mundo, usamos el barro y la suciedad y la madera que nos rodeaba para construir un centro que mostrara cómo proteger y conservar la rica biodiversidad.
Incluso aquí en EE.UU., nos pidieron redefinir la universidad más grande en el mundo para sordos y dificultades auditivas.
La comunidad sorda, a través del lenguaje de señas, nos muestra el poder de la comunicación visual.
Diseñamos un campus que despertara caminos donde nosotros como seres humanos nos comunicamos, tanto verbalmente como no verbalmente.
E incluso en Poughkeepsie, mi ciudad natal, pensamos en la infraestructura industrial obsoleta.
Nos preguntamos:
¿Podríamos usar las artes, la cultura y el diseño para revitalizar esta ciudad y otras ciudades del Cinturón del Óxido de nuestra nación, y convertirlas en centros de innovación y crecimiento?
En cada uno de estos proyectos, nos planteábamos una simple pregunta:
¿Que más puede hacer la arquitectura?
Y al hacer esa pregunta, nos vimos obligados a considerar cómo crear puestos de trabajo, cómo crear una fuente regional y cómo invertir en la dignidad de las comunidades en la que servimos.
Y he aprendido que la arquitectura puede ser un motor para el cambio transformador.
Hace aproximadamente un año, leí un artículo sobre un líder incansable e intrépido de los derechos civiles llamado Bryan Stevenson.
(Aplausos)
Y Bryan tenía una visión audaz de la arquitectura.
Él y su equipo habían documentado los más de 4000 linchamientos de afroestadounidenses que han ocurrido en el sur de EE.UU.
Y tenían un plan para marcar cada condado donde ocurrieron estos linchamientos, y construir un monumento nacional a las víctimas de linchamiento en Montgomery, Alabama.
Países como Alemania y Sudáfrica y, por supuesto, Ruanda, saben que es necesaria la construcción de monumentos conmemorativos para reflexionar sobre las atrocidades de su pasado, con el fin de curar su psique nacional.
Aún tenemos que hacer esto en EE.UU.
Así que envié un correo a [email protected] «Estimado Bryan», escribí, «Creo que su proyecto de construcción es quizás el proyecto más importante que podríamos hacer en EE.UU.
y así cambiar la forma de pensar la injusticia racial.
Por casualidad,
¿sabe quién va a diseñarlo?
»
(Risas)
Sorprendentemente, sorprendentemente, Bryan me contactó enseguida, y me invitó a reunirse con su equipo y hablar con ellos.
No hace falta decir que cancelé todas mis otras reuniones y me subí a un avión hacia Montgomery, Alabama.
Cuando llegué allí, Bryan y su equipo me recogieron y caminamos por la ciudad.
Y ellos se tomaron el tiempo para señalar los muchos marcadores que se han colocado por toda la ciudad para indicar la historia de la Confederación, y los pocos que indican la historia de la esclavitud.
Y entonces él me acompañó hasta una colina.
Daba a toda la ciudad.
Señaló el río y las vías del tren donde el mayor puerto de comercio de esclavos en EE.UU.
en su día había prosperado.
Y luego a la rotonda del Capitolio, donde se había levantado George Wallace y proclamó, «La segregación para siempre».
Y luego a la colina muy por debajo de nosotros.
Él dijo: «Aquí vamos a construir un nuevo monumento que cambiará la identidad de esta ciudad y de esta nación».
Nuestros dos equipos han trabajado juntos en el último año en el diseño de este monumento.
El monumento nos llevará a un viaje a través de un tipo de construcción clásica, casi familiar, como el Partenón o la columnata del Vaticano.
Pero a medida que entramos, el suelo irá descendiendo bajo nuestros pies para cambiar nuestra percepción, donde nos damos cuenta de que estas columnas evocan los linchamientos, lo que sucedió en la plaza pública.
Y a medida que continuamos, empezamos a entender la gran cantidad de los que aún no han podido descansar.
Sus nombres serán grabados en los marcadores colgados sobre nosotros.
Y en las afueras habrá un campo de columnas idénticas.
Pero estos son columnas temporales, a la espera en el purgatorio, para colocarlos en los mismos condados donde se produjeron estos linchamientos.
En los próximos años, este sitio será testigo, de cómo todos estos marcadores denuncian y se visibilizan en esos condados.
Nuestra nación comenzará a curarse de más de un siglo de silencio.
Cuando pensamos en cómo debía construirse, nos acordamos de Ubudehe, el proceso de construcción que hemos aprendido de Ruanda.
Nos preguntamos si podíamos llenar esas mismas columnas con el suelo de los sitios donde se produjeron estas muertes.
Brian y su equipo han comenzado a recoger esa tierra y preservarla en frascos individuales con miembros de la familia, líderes comunitarios y descendientes.
El acto en sí de recoger la tierra ha dado lugar a un tipo de curación espiritual.
Es un acto de justicia restaurativa.
Como señaló un miembro del equipo IPE en la recogida de tierra de donde fue linchado Will McBride: «Si Will McBride dejó una gota de sudor, una gota de sangre, un folículo del pelo, rezo para que aparezca, para que todo su cuerpo descanse en paz».
Queremos empezar la construcción de este monumento a finales de este año, y será un lugar para hablar, finalmente, de los actos incalificables que han marcado esta nación.
(Aplausos)
Cuando mi padre me dijo ese día que esta casa, nuestra casa, le había salvado la vida, lo que yo no sabía era que se estaba refiriendo a una relación mucho más profunda entre la arquitectura y nosotros mismos.
Los edificios no son simplemente esculturas expresivas.
Ellos hacen visibles nuestras aspiraciones personales y colectivas como sociedad.
La gran arquitectura nos puede dar esperanza.
La gran arquitectura puede curar.
Muchas gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/michael_murphy_architecture_that_s_built_to_heal/