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Charla «Ayudar a los demás nos hace más felices, pero importa cómo lo hacemos» de TED2019 en español.
La investigación muestra que ayudar a los demás nos hace más felices. Pero en su innovador trabajo sobre generosidad y alegría, la psicóloga social Elizabeth Dunn descubrió que hay un problema: importa cómo ayudamos. Aprenda cómo podemos tener un mayor impacto, y aumentar nuestra propia felicidad en el camino, si hacemos un cambio clave en la forma en que ayudamos a los demás. «Dejemos de pensar en dar como una obligación moral y comencemos a pensar en ella como una fuente de placer», dice Dunn.
- Autor/a de la charla: Elizabeth Dunn
- Fecha de grabación: 2019-04-15
- Fecha de publicación: 2019-04-26
- Duración de «Ayudar a los demás nos hace más felices, pero importa cómo lo hacemos»: 869 segundos
Traducción de «Ayudar a los demás nos hace más felices, pero importa cómo lo hacemos» en español.
Tengo un trabajo bastante divertido, se trata de averiguar lo que hace feliz a la gente.
Es tan divertido que casi parece un poco frívolo, especialmente en un momento en el que se nos confronta con titulares bastante deprimentes.
Pero resulta que estudiar la felicidad puede ser una clave para resolver algunos de los problemas más difíciles a los que nos enfrentamos.
Me ha llevado casi una década resolver esto.
Muy temprano en mi carrera, publiqué un artículo en «Ciencia» con mis colaboradores, titulado «Gastar dinero en otros promueve la felicidad».
Tenía mucha satisfacción en la conclusión, salvo por una cosa: No parecía que aplicara a mí.
(Risas)
Casi nunca doné dinero a entidades benéficas y cuando lo hice, no sentí el brillo cálido que esperaba.
Así que comencé a preguntarme si tal vez había algo mal en mi investigación o algo mal en mí.
Mi propia pobre respuesta emocional al dar era especialmente desconcertante porque mis estudios revelaron que incluso los niños pequeños exhibían alegría al dar a los demás.
En un experimento, mis colegas Kiley Hamlin, Lara Aknin y yo trajeron a los niños menores de dos años al laboratorio.
Como puedes imaginar, tuvimos que trabajar con algo que a los niños realmente les importara, así que usamos el equivalente de oro para niños pequeños, Es decir, galletas de colores.
(Risas)
Dimos a los niños esta recompensa inesperada para ellos así como la oportunidad de regalar algo de eso a un peluche llamado mono.
(Video) Investigadora: encontré aún más golosinas, y te las voy a dar todas a ti.
Niño pequeño: Ooh.
Gracias.
Investigadora: Pero, no veo más golosinas.
¿Le darás uno al mono?
Niño pequeño: sí.
Investigadora:
¿Sí?
Niño pequeño: sí.
Aquí.
Investigadora: Ooh, delicioso.
Mmm Niña: Ya no hay, se lo comió todo.
Elizabeth Dunn: Entrenamos a jóvenes investigadores viendo estos videos y codificando las reacciones emocionales de los niños pequeños.
Por supuesto, no les contamos nuestras hipótesis.
Los datos revelaron que los niños pequeños estaban muy felices cuando consiguieron esta pila de dulces para ellos, pero en realidad estuvieron incluso más felices al regalar parte de sus golosinas.
Y este cálido resplandor de dar persiste hasta la edad adulta.
Cuando analizamos encuestas de más de 200 000 adultos de todo el mundo, vimos que casi un tercio de la población mundial informó haber dado al menos algo de dinero a la caridad en el último mes.
Sorprendentemente, en cada región importante del mundo, las personas que dieron dinero eran más felices que las que no lo hacían, Incluso después de tener en cuenta su propia situación financiera personal.
Y esta correlación no fue trivial.
Parecía que dar a la caridad.
marcó la misma diferencia de felicidad que tener el doble de ingresos.
Como investigadora, si tienes la suerte de tropezar con un efecto que se replica en todo el mundo en niños y adultos por igual, empiezas a preguntarte:
¿Podría esto ser parte de la naturaleza humana?
Sabemos que el placer refuerza los comportamientos adaptativos como la comida y el sexo que ayudan a perpetuar nuestra especie.
Y me pareció que dar podría ser uno de esos comportamientos.
Estaba muy entusiasmado con estas ideas, y escribí sobre esto en el «New York Times».
Una de las personas que leyó este articulo.
era mi contable
(Risas)
Sí.
En el momento de los impuestos, me encontré sentado frente a él, mirando mientras lentamente golpeaba su pluma en la línea de donaciones caritativas de mi declaración de impuestos con esta mirada, de desaprobación mal disimulada.
(Risas)
A pesar de desarrollar mi carrera mostrando lo bien que hace donar en realidad no hacía yo mucho de eso.
Así que resolví dar más.
En ese tiempo, historias devastadoras sobre la crisis de los refugiados sirios estaban por todas partes.
Tenía muchas ganas de ayudar, así que saqué mi tarjeta de crédito.
Sabía que mis donaciones marcarían una diferencia a alguien en algún lugar.
Pero ir al sitio web de una organización caritativa efectiva e ingresar mi número de visa todavía no me hacía sentir suficientemente bien.
Fue entonces cuando me enteré del Grupo de los Cinco.
El gobierno canadiense permite a grupos de cinco canadienses patrocinar en privado a una familia de refugiados.
Hay que tner suficiente dinero para mantener a la familia para su primer año en Canadá, y luego, literalmente, van en un avión a tu ciudad.
Una de las cosas que creo que es genial de este programa es que a nadie se le permite hacerlo solo.
Y en lugar de un grupo de cinco, terminamos asociándonos con una organización comunitaria formando un grupo de 25.
Después de casi dos años de papeleo y espera, aprendimos que nuestra familia llegaría a Vancouver en menos de seis semanas.
Tenían cuatro hijos y una hija.
Así que corrimos para buscarles un lugar donde vivir.
Tuvimos mucha suerte de encontrarles una casa, Pero precisaba bastantes reformas.
Así que mis amigos venían por las noches y los fines de semana y pintaban muebles, limpiaban y ensamblaban.
Cuando llegó el gran día, llenamos su nevera con leche y fruta fresca y nos dirigimos al aeropuerto para conocer a nuestra familia.
Fue un poco abrumador para todos, especialmente el niño de cuatro años.
Su madre se reencontró con su hermana.
que habían venido antes a Canadá a través del mismo programa.
No se habían visto en 15 años.
Cuando escuchas que más de 5.6 millones de refugiados han huido de Siria, te enfrentas a esta tragedia que el cerebro humano realmente no ha evolucionado para comprender.
Es muy abstracto.
Antes, si a alguno de nosotros le hubieran pedido donar 15 horas al mes para ayudar con la crisis de refugiados, probablemente habríamos dicho que no.
Pero tan pronto como llevamos a nuestra familia a su nuevo hogar en Vancouver, todos tuvimos la misma visión: Íbamos a hacer lo necesario para ayudarlos a ser felices.
Esta experiencia me hizo pensar más profundamente sobre mi investigación.
De vuelta en mi laboratorio, habíamos visto los beneficios de dar cuando las personas sentían la sensación real de conexión con aquellos a los que ayudaban y cuando podían imaginar la diferencia que marcaban en la vida de esos individuos.
Por ejemplo, en un experimento, dimos a los participantes la oportunidad de donar algo de dinero ya sea a UNICEF o Spread the Net.
Elegimos estas organizaciones benéficas intencionalmente, porque eran socios y compartían el mismo objetivo de promover la salud infantil.
Pero creo que UNICEF es una organización benéfica tan grande y extensa que puede ser difícil imaginar cómo tu propia pequeña donación marcará una diferencia.
En contraste, Spread the Net ofrece a los donantes una promesa concreta: por cada USD 10 donados, proporcionan una red de cama para proteger a un niño de la malaria.
Vimos que cuanto más dinero daba la gente a Spread the Net, aún más felices dijeron sentirse después.
Por el contrario, este retorno de la inversión emocional no se obtuvo por completo, cuando la gente donó a UNICEF.
Esto sugiere que solo dar dinero a una organización benéfica que valga la pena no siempre es suficiente Uno necesita poder imaginar cómo, exactamente, sus dólares van a marcar una diferencia.
El programa del Grupo de los Cinco lleva esta idea a un nivel completamente nuevo.
Cuando asumimos este proyecto por primera vez, hablábamos de cuándo llegarían los refugiados.
Ahora nos referimos a ellos como nuestra familia.
Recientemente, llevamos a los niños a patinar sobre hielo, y más tarde ese día mi hijo de seis años, Oliver, me preguntó: «Mami,
¿quién es el hijo mayor de nuestra familia?
» Supuse que estaba hablando de su gran cantidad de primos, y él estaba hablando de ellos, pero también de nuestra familia siria.
Desde que llegó nuestra familia, muchas personas y organizaciones se han ofrecido a ayudar, proporcionando todo desde empastes dentales gratuitos a campamentos de verano.
Me ha hecho ver la bondad que existe en nuestra comunidad.
Gracias a una donación, los niños pudieron ir al campamento de bicicletas, y todos los días de la semana, algún miembro de nuestro grupo intentó estar allí para animarlos.
Yo estuve allí el día en que se debían destornillar las rueditas de seguridad y déjenme decirles que al niño de cuatro años no le parecía buena idea.
Así que fui y hablé con él.
sobre los beneficios a largo plazo de conducir sin rueditas de seguridad.
(Risas)
Y recordé que tenía cuatro años y apenas hablaba inglés.
Así que volví a dos palabras que definitivamente sabía: helado.
Inténtalo sin rueditas y te compraré helado.
Esto es lo que pasó después.
(Video) ED: Sí.
¡Sí! Niño: Voy a intentarlo.
ED: ¡Dios mío! ¡Mira cómo vas! (Chirrido) ¡Míra! Lo estás haciendo todo solo! (Audiencia)
(Risas)
(Video) ED: ¡Buen trabajo! (Audiencia)
(Risas)
(Aplausos)
ED: Este es el tipo de ayuda que los humanos desarrollaron para disfrutar, pero durante 40 años, Canadá fue el único país del mundo que permitió a ciudadanos privados patrocinar a refugiados.
¡Canadá!
(Aplausos)
Es bastante genial Ahora Australia y el Reino Unido están iniciando programas similares.
Imagínense lo diferente que podría ser la crisis de los refugiados, si más países lo hicieran posible.
Creando este tipo de conexiones significativas entre individuos brindando la oportunidad de enfrentar desafíos que parecen agobiantes.
Uno de esos desafíos se encuentra a pocas cuadras de donde estoy ahora, en el centro de la ciudad de Vancouver.
Según algunos datos, es el distrito urbano más pobre de Canadá.
En realidad, debatimos si traer a una familia de refugiados, porque hay mucha gente aquí que ya tienen problemas.
Mi amigo Evan me dijo que cuando era niño y sus padres condujeron por este barrio, él se agachaba en el asiento trasero.
Pero los padres de Evan nunca habrían adivinado que ya de adulto, abriría las puertas de un restaurante local.
e invitaría a esta comunidad a disfrutar de cenas de tres platos.
El programa que Evan ayudó a construir se llama «Plenty of Plates» Y el objetivo no es solo proporcionar comidas gratis, sino crear momentos de conexión entre personas que de otra manera nunca podrían tener contacto visual.
Cada noche una empresa local patrocina la cena y envía un equipo de voluntarios los que ayudan a hacer y servir la comida.
Después, las sobras se distribuyen entre las personas que están en la calle, y aún más importante, queda suficiente dinero para poder brindar mil almuerzos gratis a esta comunidad en los días siguentes.
Pero los beneficios de este programa se extienden más allá de los alimentos.
Da la oportunidad a los voluntarios de relacionarse con la gente, de sentarse y escuchar sus historias.
Después de esta experiencia, un voluntario cambió su camino para en vez de evitar este barrio, poder caminar a través de él, sonriendo o haciendo contacto visual al cruzarse con caras familiares.
Todos nosotros somos capaces de encontrar alegría en dar.
Pero no debemos esperar que esto suceda automáticamente.
Gastar dinero ayudando a otros no necesariamente promueve la felicidad.
En cambio, importa cómo lo hacemos.
Y si queremos que la gente dé más, debemos cambiar la forma como pensamos sobre las donaciones caritativas.
Necesitamos crear oportunidades para dar que nos permiten apreciar nuestra humanidad compartida.
Si alguno de Uds.
trabaja para una organización benéfica, no recompense a sus donantes con bolígrafos o calendarios.
(Aplausos)
Recompénsenlos con la oportunidad de ver el impacto específico que está teniendo su generosidad y para conectar con las personas y comunidades que están ayudando.
Estamos acostumbrados a pensar en dar como algo que deberíamos hacer.
Y es así.
Pero al pensar de esta manera, nos estamos perdiendo una de las mejores partes del ser humano: que hemos evolucionado para encontrar la alegría de ayudar a los demás.
Dejemos de pensar en dar como una obligación moral.
Y empecemos a pensar en ello como una fuente de placer.
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/elizabeth_dunn_helping_others_makes_us_happier_but_it_matters_how_we_do_it/