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Charla «Ayudemos a los refugiados a prosperar, no solo a sobrevivir» de TEDGlobal 2014 en español.
50 millones de personas en el mundo hoy en día han sido expulsados, por la fuerza, de sus casas; son cifras nunca vistas desde la Segunda Guerra Mundial. En este momento, más de 3 millones de refugiados sirios buscan asilo en los países vecinos. En el Líbano, la mitad de estos refugiados son niños; solo el 20 % está escolarizado. Melissa Fleming de la agencia de refugiados de la ONU hace un llamamiento para que los campos de refugiados sean lugares de curación donde la gente puede desarrollar las habilidades que necesita para reconstruir su patria.
- Autor/a de la charla: Melissa Fleming
- Fecha de grabación: 2014-10-08
- Fecha de publicación: 2014-10-16
- Duración de «Ayudemos a los refugiados a prosperar, no solo a sobrevivir»: 968 segundos
Traducción de «Ayudemos a los refugiados a prosperar, no solo a sobrevivir» en español.
Empecé a trabajar con refugiados porque quería cambiar las cosas, y cambiar las cosas empieza con contar sus historias.
Al encontrarme con ellos siempre les hago preguntas.
¿Quién bombardeó su casa? ¿Quién mató a su hijo? ¿El resto de su familia sobrevivió? ¿Cómo haces frente a tu vida en el exilio? Pero hay una pregunta que siempre me parece la más reveladora, y es esta: ¿Qué te llevaste contigo? ¿Qué fue lo más importante que había que llevarse mientras caían las bombas sobre la ciudad y las bandas armadas se acercaban a tu casa? Un niño refugiado sirio me dijo que él no dudó al ver que su vida corría peligro.
Se llevó su diploma de bachiller y luego me dijo por qué: «Me llevé el diploma porque mi vida dependía de aquello».
Arriesgó su vida para conseguir ese certificado.
De camino a la escuela esquivaba a los francotiradores.
La clase temblaba a veces por el sonido de las explosiones y los bombardeos y su madre me comentó: «Cada día, cada mañana le decía: «Cariño, por favor, no vayas a la escuela».
Y al ver que él insistía, ella reconoció: «Le abrazaba como si fuera la última vez», mientras que él le decía a su madre: «Todos estamos asustados, pero mi decisión de graduarme es más fuerte que el miedo».
Pero un día, la familia recibió una noticia terrible.
La tía de Hany, su tío y su primo fueron asesinados en su casa por negarse a abandonarla.
Les cortaron el cuello.
Había que huir.
Se fueron el mismo día, de inmediato, en coche, con Hany escondido detrás, ya que habían que enfrentarse a puestos de control y soldados amenazantes.
Cruzaron la frontera con el Líbano donde encontrarían la paz.
Pero allí, empezó una vida de penurias y monotonía.
No tenían más remedio que construirse una choza al lado de un pantano, y este es el hermano de Hany, Ashraf, jugando al aire libre.
Aquel día, se unieron a la mayor población de refugiados del mundo, en un país cómo el Líbano, que es pequeño.
Hay solo 4 millones de ciudadanos, y viven allí un millón de refugiados sirios.
No hay ciudad o pueblo que no acoja a refugiados sirios.
Esto es de una generosidad y humanidad excepcional.
Piensen en las cifras.
Es como si toda la población de Alemania, 80 millones de personas, hubieran huido a EE.UU.
en solo 3 años.
La mitad de toda la población de Siria son ahora refugiados, en su mayoría, provenientes del interior del país.
Seis millones y medio de personas han huido para salvar sus vidas.
Muchos más de 3 millones de personas han cruzado las fronteras para encontrar asilo en los países vecinos y solo una pequeña proporción, como ven, se trasladó a Europa.
Creo que lo más preocupante es que la mitad de los refugiados sirios sean niños.
Le hice la foto a esta niña 2 horas después de su llegada, después de un largo viaje que hizo de Siria a Jordania.
Y lo más preocupante de todo esto es que solo el 20 % de los niños refugiados sirios irán a la escuela en el Líbano.
Aún así, los niños refugiados sirios, todos los niños refugiados nos dicen que la educación es lo más importante en sus vidas.
¿Por qué? Porque les permite pensar en el futuro en lugar de pensar en las pesadillas de su pasado.
Les permite pensar en algo esperanzador en lugar de recordar el odio.
Recuerdo que hice una visita reciente a un campo de refugiados sirios al norte de Irak, y conocí a esta chica y pensé: «¡Qué hermosa!», y le pedí permiso para hacerle una foto y ella dijo que sí pero se negó a sonreír.
Creo que no podía hacerlo porque creo que era consciente de que es parte de esta generación perdida de niños refugiados sirios, una generación aislada y frustrada.
Sin embargo, miren de lo que huyeron: la destrucción total de los edificios, industrias, escuelas, carreteras, viviendas.
La casa de Hany también fue destruida.
Todo esto tendrá que ser reconstruido por arquitectos, ingenieros, electricistas.
Las comunidades necesitarán maestros, abogados y políticos interesados en la reconciliación y no en la venganza.
¿No debería esto ser reconstruido por las personas que más han tenido que perder, los que están en el exilio, los refugiados? Los refugiados tienen mucho tiempo para prepararse para su regreso.
Es posible que crean que ser refugiado es solo algo temporal.
Nada de eso.
Con las guerras que no cesan, el tiempo medio de un refugiado en el exilio es de 17 años.
Hany estaba en su segundo año en el limbo cuando fui a verlo recientemente.
Nuestra conversación fue toda en inglés, ya que confesó haber aprendido el idioma leyendo las novelas de Dan Brown y escuchando rap de EE.UU.
También pasamos unos momentos de risas y diversión con su querido hermano, Ashraf.
Pero nunca olvidaré lo que me dijo cuando terminamos la conversación ese día: «Si no estudio, no seré nada».
Hany es uno de las 50 millones de personas refugiadas en el mundo hoy en día.
Nunca, desde la Segunda Guerra Mundial, tantas personas se vieron obligadas a exiliarse.
Así que, mientras hacemos enormes progresos en la salud humana, la tecnología, la educación y el diseño, hacemos peligrosamente poco para ayudar a las víctimas, y estamos haciendo aún menos para detener y prevenir las guerras que los expulsan de sus hogares.
Y hay cada vez más víctimas.
Diariamente al final del día, de media, 32 000 personas estarán desplazadas de sus hogares por la fuerza.
32 000 personas.
Que tienen que tienen que huir pasando fronteras como esta.
Rodamos esto en la frontera de Siria con Jordania y esto está a la orden del día.
O huyen en embarcaciones improvisadas, sobrecargadas, arriesgando la vida, en este caso, solo para alcanzar un lugar más seguro en Europa.
Este joven sirio sobrevivió a uno de estos barcos que volcaron y donde se ahogó la mayoría de la gente.
Nos dijo: Los sirios estamos solo buscando un lugar tranquilo donde nadie nos haga daño, donde nadie nos humille y donde nadie nos mate».
Y creo que lo que pide es lo mínimo.
¿Qué tal un lugar donde curarse, aprender e incluso tener oportunidades? Los estadounidenses y los europeos tienen la impresión de que el grueso de refugiados son los que llegan a sus países, pero la realidad es que el 86 %, la gran mayoría de los refugiados, vive en países en desarrollo, en países que luchan con sus propias inseguridades, con sus propios problemas para ayudar a su propio pueblo y que luchan contra la pobreza.
Así que los países ricos del mundo deberían reconocer la humanidad y generosidad de los países que acogen a tantos refugiados.
Y todos los países deben asegurarse de que nadie que huye de la guerra y de la persecución llegue a una frontera cerrada.
(Aplausos) Gracias.
Pero hay algo que podemos hacer más allá de simplemente ayudar a los refugiados a sobrevivir.
Podemos ayudarles a prosperar.
Debemos pensar en campamentos y comunidades de refugiados como en algo más que centros de población temporal, donde la gente sufre y perece esperando el final de la guerra.
Más bien como centros de excelencia, donde los refugiados puedan superar el trauma y ser formados para el día en que puedan regresar a casa como agentes de cambio positivo y de transformación social.
Esto tiene mucho más sentido, pero recuerdo la terrible guerra en Somalia que se ha estado librando durante 22 años.
E imaginen vivir en este campo.
Yo lo visité.
Es en Djibouti, en la frontera con Somalia, y estaba tan lejos, que nos hizo falta un helicóptero para llegar allí.
Hacía mucho calor y todo estaba lleno de polvo.
Nos fuimos a visitar una escuela y empezamos a hablar con los niños.
Entonces vi a esta chica al fondo de la habitación, parecía tener la misma edad que mi hija y fui a hablar con ella.
Le hice preguntas del tipo de las que hacen los adultos a los niños: ¿Cuál es tu asignatura favorita? ¿Qué quieres ser cuando seas mayor? Y fue entonces cuando su rostro se convirtió en una máscara y dijo: «Yo no tengo futuro.
Mi formación se acabó».
Y pensé, tiene que haber algún error, así que me dirigí a mi colega pero ella me confirmó que no hay fondos para la escuela secundaria en este campo.
Cómo me hubiera gustado decirle, en ese momento: «Vamos a construir una escuela para ti».
Y también pensé, qué desperdicio.
Ella debe ser y es el futuro de Somalia.
A otro niño, llamado Jacob Atem, se le brindó una oportunidad diferente, pero no antes de sufrir una terrible tragedia.
Fue testigo —esto pasó en Sudán— de cómo su pueblo —y él tenía solo 7 años— fue quemado hasta la médula, para luego descubrir que su madre y su padre y toda su familia fueron asesinados ese día.
solo sobrevivió su primo, y ambos caminaron durante 7 meses —estos son chicos como él— cazados y perseguidos por los animales salvajes y las bandas armadas, hasta que finalmente llegaron a un campo de refugiados donde encontraron seguridad.
Pasó los siguientes 7 años en Kenia, en un campo de refugiados, pero su vida cambió cuando tuvo la oportunidad de vivir en EE.UU.
al encontrar el amor de una familia de acogida, y así poder ir a la escuela.
Me pidió que compartiera con Uds.
este momento de orgullo, cuando se graduó en la universidad.
(Aplausos) Hablé con él por Skype, el otro día, está estudiando en una universidad en Florida un doctorado en salud pública.
Me dijo lleno de orgullo que pudo recaudar fondos con la ayuda del pueblo estadounidense para una clínica en su aldea, en su tierra natal.
Quiero volver a Hany.
Cuando le dije que iba a hablar aquí en TED, me permitió leer un poema que me envió por correo electrónico.
Dice: «Me echo de menos, y añoro a mis amigos y aquellos ratos en que leía novelas y escribía poemas, mirando los pájaros por la mañana y tomando el té.
Echo de menos a mi cuarto, mis libros, me echo de menos, a mí y a todo aquello que me hacía sonreír.
Oh, tenía tantos sueños que iban a hacerse realidad».
Así que, este es mi mensaje.
No invertir en refugiados es perder una enorme oportunidad.
Si los abandonamos correrán el riesgo de ser explotados y de sufrir abusos, si no les ofrecemos una cualificación y educación, perderemos años y retrasaremos el proceso de paz y la prosperidad en sus países.
Yo creo que la forma en que tratamos a los refugiados contribuye al futuro de nuestro mundo.
Las víctimas de la guerra pueden ser la clave de una paz duradera y los refugiados son los que pueden detener el ciclo de la violencia.
Hany se encuentra en un momento crítico.
Nos encantaría ayudarle a llegar a la universidad y convertirse en ingeniero, pero nuestros fondos dan prioridad a las necesidades básicas de la vida: tiendas de campaña, mantas y utensilios de cocina, alimentos racionados y algunas medicinas.
La universidad es un lujo.
Pero abandonarlo a la vera de un pantano es dejarlo convertirse en un miembro más de una generación perdida.
La historia de Hany es una tragedia, pero no tiene por qué terminar así.
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/melissa_fleming_let_s_help_refugees_thrive_not_just_survive/