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Barry Schwartz y nuestra pérdida de sabiduría – Charla TED2009

Charla «Barry Schwartz y nuestra pérdida de sabiduría» de TED2009 en español.

Barry Schwartz hace un llamado vehemente a la «sabiduría práctica» como antídoto para una sociedad que ha enloquecido a causa de la burocracia. Argumenta de manera impactante que la reglas a menudo nos fallan, los incentivos son contraproducentes y la sabiduría practica y de todos los días nos ayudará a reconstruir nuestro mundo.

  • Autor/a de la charla: Barry Schwartz
  • Fecha de grabación: 2009-02-07
  • Fecha de publicación: 2009-02-16
  • Duración de «Barry Schwartz y nuestra pérdida de sabiduría»: 1245 segundos

 

Traducción de «Barry Schwartz y nuestra pérdida de sabiduría» en español.

En su discurso inaugural, Barack Obama pidió a cada uno de nosotros que diéramos nuestro mejor esfuerzo mientras logramos salir de la actual crisis económica.

Pero ¿qué nos pidió realmente? Él, felizmente, no siguió los pasos de su predecesor y nos dijo que bastaba con ir de compras.

Tampoco nos dijo: «Confíen en nosotros.

Confíen en su país».

«Inviertan.

Inviertan.

Inviertan».

Lo que nos pidió fue hacer a un lado las cosas infantiles.

Apeló a la virtud.

Virtud es una palabra anticuada.

Todo esto parece algo fuera de lugar en un ambiente de alta tecnología como éste.

Además, algunos de Uds.

se podrán preguntar: ¿qué rayos significa todo esto? Permítanme empezar con un ejemplo.

Esta es la descripción de trabajo de un empleado de limpieza de hospital está apareciendo en la pantalla.

Y todas esas características son comunes.

Son las cosas que uno esperaría: trapear los pisos, barrerlos, sacar la basura, rellenar los gabinetes.

Puede ser sorprendente cuántas cosas son, pero no es sorprendente lo que son.

Pero lo que quiero que noten de ellas es esto: incluso en una lista tan larga, no hay una sola cosa que involucre a otros seres humanos.

Ni una.

El trabajo de limpieza se puede hacer de igual manera en una funeraria que en un hospital.

Sin embargo, cuando algunos psicólogos entrevistaron a los empleados de limpieza del hospital para entender lo que pensaban acerca de su trabajo, se encontraron con Mike, que les dijo como dejó de trapear el piso porque el Sr.

Jones estaba fuera de su cama haciendo un poco de ejercicio, intentando recuperar su fuerza, caminando lentamente por el pasillo.

Charlene les contó como ignoró a su supervisor y no aspiró el área de visitas porque algunos de los familiares estaban todo el día ahí, todos los días, quienes, por el momento, estaban durmiendo una siesta.

También estaba Luke, quien lavó el piso del cuarto de un hombre en coma dos veces porque el papá, quien había estado en vela durante seis meses, no vio a Luke hacerlo la primera vez, y el papá del hombre se enojó.

Este tipo de comportamiento de los empleados de limpieza, los técnicos, las enfermeras, y, con un poco de suerte, de los doctores, no sólo hace que la gente se sienta mejor, también mejora la atención al paciente y le permite a los hospitales funcionar bien.

Claro, no todos los empleados de limpieza son así.

Pero los que sí lo son piensan que este tipo de interacciones humanas que requieren caridad, atención y empatía son una parte esencial del trabajo.

Sin embargo la descripción del trabajo no dice nada al respecto de otros seres humanos.

Estos empleados de limpieza tienen la voluntad moral de hacer el bien a otras personas.

Más allá de esto, tienen la habilidad moral de deducir qué significa «hacer el bien».

«La sabiduría práctica», nos dijo Aristóteles, «es la combinación de voluntad moral y habilidad moral».

Una persona sabia reconoce cuándo y cómo hacer la excepción a cada regla, así como los empleados de limpieza que ignoraban los objetivos de su trabajo al servicio de otros objetivos.

Una persona sabia improvisa de manera apropiada, como Luke cuando volvió a lavar el piso.

Los problemas del mundo real son, generalmente, ambiguos y están mal definidos y su contexto está cambiando siempre.

Una persona sabia es como un músico de jazz…

que usa las notas de la página pero bailando con ellas, inventando combinaciones apropiadas a la situación y las personas alrededor.

Una persona sabia reconoce cómo usar estas habilidades morales al servicio de los propósitos correctos.

Para servir a otras personas, no para manipularlas.

Finalmente, y quizá más importante, una persona sabia se hace, no nace.

La sabiduría depende de la experiencia, y no cualquier tipo de experiencia.

Se necesita tiempo para conocer a las personas que se atiende.

Uno necesita permiso para poder improvisar, intentar cosas nuevas, para fallar ocasionalmente y aprender de sus errores.

Se necesitan maestros sabios.

Cuando le preguntan a empleados de limpieza que se comportan como los que describí ¿qué tan difícil es aprender a hacer su trabajo? les contestarán que se necesita mucha experiencia.

No se refieren a que se requiere mucha experiencia para trapear pisos o sacar la basura.

Se necesita mucha experiencia para aprender a interesarse en las personas.

En TED, la genialidad es desenfrenada.

Es espeluznante.

La buena noticia es que no se necesita genialidad para ser sabio.

La mala noticia es que sin sabiduría, la genialidad no es suficiente.

Esto probablemente los meta en problemas, como cualquier otra cosa.

(Aplausos) Espero que todos sepamos esto.

Hasta cierto punto es obvio, y, sin embargo, dejen que les cuente una pequeña historia.

Es una historia de limonada.

Un padre y su hijo de siete años están viendo un partido de los Tigres de Detroit en el estadio.

Su hijo le pidió una limonada y su papá fue a comprarla.

Lo único que tenían era Limonada Mike Hard que contenía 5% de alcohol.

El papá, un académico, no tenía idea de que contenía alcohol.

Así que la compró.

El niño la estaba tomando y un guardia de seguridad lo vio, y llamó a la policía, que llamó a una ambulancia que llevó de inmediato al niño a un hospital.

Los de emergencias aseguraron que el niño no tenía alcohol en su sangre.

Y estaban listos para dar de alta al niño.

Pero…

no tan rápido.

La Agencia de Protección Infantil del Condado de Wayne dijo que no.

Y enviaron al niño a una casa huésped por tres días.

En este punto, ¿puede el niño ir a su casa? Bueno, un juez dijo que sí, pero sólo si el padre se iba de la casa y se quedaba en un motel.

Después de dos semanas, felizmente les informo, que la familia se reencontró.

Pero los asistentes sociales, los paramédicos y el juez dijeron todos lo mismo: «Odiamos tener que hacerlo, pero tenemos que seguir el procedimiento».

¿Cómo es que pasan cosas como estas? Scott Simon, que contó esta historia en la radio, dijo: «Las reglas y procedimientos pueden ser tontos, pero nos salvan de pensar».

Siendo justos, las reglas generalmente son impuestas porque oficiales anteriores han sido laxos y permitieron que un niño regresara a un ambiente abusivo.

Muy bien.

Cuando las cosas salen mal, y claro que lo hacen, nos valemos de dos herramientas para arreglarlas.

Una herramienta son las reglas.

Mejores y más de ellas.

La segunda herramienta son los incentivos.

Mejores y más de ellos.

¿Qué hay además de esto? Podemos ver esto ciertamente en las respuestas ante la actual crisis financiera.

Reglamentar, reglamentar, reglamentar.

Arreglar los incentivos, arreglar los incentivos, arreglar los incentivos.

La verdad es que ni las reglas ni los incentivos son suficientes para realizar el trabajo.

¿Cómo puede uno siquiera escribir una regla para que los empleados de limpieza hagan lo que hicieron? ¿Les pagarían un bono por ser empáticos? Es ridículo.

Lo que sucede es que nos apoyamos cada vez más en las reglas.

Las reglas y los incentivos pueden mejorar las cosas a corto plazo pero crean una espiral descendente que los hace peores a la larga.

La dependencia de las reglas corroe lentamente la habilidad moral que nos priva de la oportunidad de improvisar y aprender de nuestras improvisaciones.

Mientras que la voluntad moral es socavada por la predilección hacia los incentivos que destruye nuestro deseo de hacer lo correcto.

Y sin quererlo, al apegarnos a las reglas y los incentivos, estamos en guerra contra la sabiduría.

Déjenme mostrarles unos ejemplos, primero de las reglas y la guerra contra la habilidad moral.

La historia de la limonada es una.

La segunda, sin duda más conocida por ustedes, es la naturaleza del modelo educativo estadounidense actual: un plan de estudios con pasos y guiones.

Un ejemplo de un jardín de niños de Chicago.

Leyendo y disfrutando la literatura y palabras que empiezan con la ‘B’.

El baño: juntar a los estudiantes en una alfombra y advertirles de los peligros del agua caliente.

Mencionar 75 puntos de este guion para enseñar un libro ilustrado de 25 páginas.

En todas las clases de jardín de niños de Chicago, cada maestro dice las mismas palabras el mismo día.

Sabemos por qué existen estos guiones.

No confiamos en que los maestros tengan el juicio suficiente para dejarlos actuar por su cuenta.

Los guiones como éstos son pólizas de seguros contra desastres.

Y previenen desastres.

Pero lo que aseguran es la mediocridad.

(Aplausos) No me malentiendan.

¡Necesitamos reglas! Los músicos de jazz necesitan algunas notas…

la mayoría necesita notas en las páginas.

Necesitamos más reglas para los banqueros, sabe Dios.

Pero demasiadas reglas impiden que los músicos de jazz más reconocidos improvisen.

Y el resultado es que perderían sus dones o peor aún, dejarían de tocar.

Ahora, ¿y los incentivos? Parecen ser más astutos.

Si tienen un motivo para hacer algo y yo les doy otro motivo para hacer lo mismo parece lógico que dos razones son mejor que una y es más probable que lo hagan.

¿Cierto? No siempre.

Algunas veces dos razones para hacer lo mismo compiten una contra la otra en vez de complementarse y es menos probable que las personas lo hagan.

Les daré solo un ejemplo porque se nos acaba el tiempo.

En Suiza hace cerca de 15 años estaban intentando decidir dónde depositar los desechos nucleares.

Iba a haber un referendo nacional.

Algunos psicólogos encuestaron a ciudadanos que estaban muy bien informados.

Y preguntaron: «¿Estaría usted dispuesto a tener un depósito nuclear en su comunidad?» Sorprendentemente, el 50% de los ciudadanos contestó que sí.

Sabían que era peligroso.

Pensaron que iba a reducir el valor de sus propiedades.

Pero tenían que depositarlos en algún lado y tenían la responsabilidad como ciudadanos.

Los psicólogos preguntaron de manera distinta a otras personas.

Preguntaron: «Si les pagamos seis semanas de salario al año, ¿estarían dispuestos a tener un depósito nuclear en su comunidad?» Dos motivos.

Es mi responsabilidad y me están pagando.

En vez de que el 50% dijera que sí, el 25% dijo sí.

Lo que sucede es que en el momento en el que se introduce el incentivo se deja de preguntar: «¿Cuál es mi responsabilidad?» y lo que nos preguntamos es: «¿Qué me conviene?» Cuando los incentivos no funcionan, cuando los ejecutivos ignoran la salud a largo plazo de sus compañías en busca de ganancias a corto plazo que generarán bonos masivos la respuesta es siempre la misma.

Dar incentivos más creativos.

La verdad es que no hay incentivos que puedan pensar que sean lo suficientemente creativos.

Cualquier sistema de incentivos puede ser arruinado por falta de voluntad.

Necesitamos incentivos.

Las personas tienen que ganarse la vida.

Pero la dependencia excesiva de los incentivos desmoraliza la actividad profesional en dos sentidos de ese concepto.

Las personas que hacen dicha actividad pierden moral y esto causa, a su vez, que la actividad pierda moral.

Barack Obama dijo, antes de su discurso de inauguración, «No debemos sólo preguntarnos ‘¿Es lucrativo?’ sino ‘¿Es lo correcto?'» Cuando las profesiones se desmoralizan todos nos convertimos en dependientes de, adictos a, los incentivos y dejamos de preguntar: «¿Es lo correcto?» Vemos esto en el campo de la medicina.

(«No es nada serio, pero estemos pendientes para que no se convierta en una demanda».) Y ciertamente lo vemos en el mundo de los negocios.

(«Para ser competitivo en el mercado de hoy, me temo que te reemplazaré con un imbécil».) («Vendí mi alma por una décima parte de lo que esas cosas cuestan hoy».) Es obvio que esta no es la manera en la que las personas quieren hacer su trabajo.

Así que ¿qué podemos hacer? Unas cuantas fuentes de esperanza: debemos re-moralizar el trabajo.

Una manera de no hacerlo: más clases de ética.

(Aplausos) No hay mejor manera de mostrarle a las personas que no están siendo serios que atando todo lo que se tiene para decir de la ética en un pequeño empaque con moño y llamarlo curso de ética.

Entonces ¿qué sí hacer? Primero: Celebrar ejemplos morales.

Reconocer, cuando uno va a la facultad de derecho, esa voz que le susurra al oído acerca de Atticus Finch.

Ningún niño de diez años va a la facultad de derecho a hacer fusiones y adquisiciones.

Los héroes morales inspiran a las personas.

Pero aprendemos que, con la sofisticación viene un entendimiento de que uno no puede reconocer que tiene héroes morales.

Bueno, reconózcanlos.

Enorgullézcanse de tenerlos.

Celébrenlos.

Demanden a quienes les enseñen que los reconozcan y celebren también.

Eso es algo que podemos hacer.

No sé cuántos de ustedes recuerden esto: otro héroe moral, quince años atrás, Aaron Feuerstein, quien estaba a cargo de Malden Mills en Massachussetts, hacían Polartec, la fábrica se incendió.

3.000 empleados.

Él mantuvo a cada uno en la nómina.

¿Por qué? Porque habría sido un desastre para ellos y para la comunidad si los dejaba ir.

«Tal vez nuestra compañía valga menos en Wall Street, pero yo te puedo decir que vale más.

Nos va bien».

Durante este TED hemos escuchado charlas de varios héroes morales.

Dos fueron realmente inspiradoras para mí.

Una fue de Ray Anderson, quien…

(Aplausos) …quien convirtió, como saben, una parte de un imperio maligno en un negocio casi sin consecuencias ecológicas.

¿Por qué? Porque era lo correcto.

Un extra que está descubriendo es que, de hecho, va a hacer más dinero.

Sus empleados están inspirados por el esfuerzo.

¿Por qué? Porque están felices de hacer algo correcto.

Ayer escuchamos a Willie Smiths hablar sobre la reforestación de Indonesia.

(Aplausos) De muchas maneras es el ejemplo perfecto.

Porque requirió la voluntad de hacer lo correcto.

Sólo Dios sabe la habilidad técnica demandó.

Estoy sorprendido por lo que él y sus socios tenían que saber para poder planear esto.

Pero lo más importante para que funcionara, y él enfatizó esto, es que se requirió conocer a las personas de las comunidades.

Si uno no tiene el respaldo de las personas con las que trabaja va a fallar.

Y no hay fórmula alguna que diga cómo hacer que las personas nos respalden porque personas distintas en distintas comunidades organizan sus vidas de diferentes maneras.

Así que hay mucho en TED, y en otros lugares, que celebrar.

No hay que ser un súper héroe.

Hay héroes comunes.

Héroes comunes como los empleados de limpieza que merecen ser celebrados.

Como practicantes cada uno de nosotros debe procurar ser un héroe extraordinario, o al menos uno común.

Como líderes de organizaciones, debemos procurar la creación de ambientes que nutran y motiven tanto la voluntad como la habilidad moral.

Incluso las personas más sabias y con las mejores intenciones se rendirán si tienen que nadar contracorriente en las organizaciones en las que trabajan.

Si uno administra una organización debería asegurarse de que ninguno de los trabajos, ninguno, tenga descripciones de trabajo como las de los empleados de limpieza.

Porque la verdad es que cualquier trabajo que uno realice que involucre la interacción con otras personas es un trabajo moral.

Y todo trabajo moral depende de la sabiduría práctica.

Y, más importante aún, como maestros, debemos procurar ser héroes comunes, ejemplos morales para las personas que guiamos.

Hay algunas cosas que debemos recordar como maestros.

Una es que siempre estamos enseñando.

Siempre alguien está viendo.

La cámara siempre está encendida.

Bill Gates habló de la importancia de la educación y, en particular, del modelo que ofrece KIPP «Conocimiento es Poder».

Y habló de las cosas maravillosas que está logrando KIPP al tomar niños de barrios bajos y encaminarlos a entrar a la universidad.

Quiero puntualizar una cosa que está haciendo KIPP que Bill no mencionó.

Ellos se han dado cuenta que la cosa más importante que los niños necesitan aprender es carácter.

Necesitan aprender a respetarse ellos mismos.

Necesitan aprender a respetar a sus compañeros.

Necesitan aprender a respetar a sus maestros.

Y más importante aún, necesitan aprender a respetar el aprendizaje.

Ese es el objetivo principal.

Si hacen eso, el resto es simplemente un viaje cuesta abajo.

Y los maestros: la manera en la que enseñen esto a los niños es que los maestros y el personal lo incorporen durante cada minuto de cada día.

Obama apelaba a la virtud.

Creo que estaba en lo correcto.

Creo que la virtud que más necesitamos es la sabiduría práctica, porque es lo que permite que otras virtudes (honestidad, coraje, empatía, etc.) se demuestren de manera apropiada cuando sea apropiado.

También llamó a la esperanza.

Correcto de nuevo.

Creo que hay razón para la esperanza.

Creo que las personas quieren permiso para ser virtuosos.

De muchas maneras, de eso se trata TED.

Querer hacer lo correcto en la manera correcta por las razones correctas.

Este tipo de conocimiento está al alcance de cada uno de nosotros si tan solo empezamos a prestar atención.

Prestar atención a lo que hacemos, al cómo lo hacemos, y, quizá más importante que todo, a estructurar las organizaciones donde trabajamos, para asegurarnos de que permitan el desarrollo de la sabiduría en vez de suprimirla.

Muchas gracias.

Muchas gracias.

(Aplausos) Chris Anderson: Tienes que salir ahí por un segundo.

Barry Schwartz: Muchas, muchas gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/barry_schwartz_our_loss_of_wisdom/

 

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