Saltar al contenido
Deberes escolares » Charlas educativas » Ben Saunders: ¿Para qué molestarse en salir de casa? – Charla TEDSalon London Fall 2012

Ben Saunders: ¿Para qué molestarse en salir de casa? – Charla TEDSalon London Fall 2012

Charla «Ben Saunders: ¿Para qué molestarse en salir de casa?» de TEDSalon London Fall 2012 en español.

¡El explorador Ben Saunders quiere que salgas de casa! No porque siempre sea agradable y alegre, sino porque ahí reside la esencia de la vida, «el jugo que podemos sacarle a nuestras horas y días». ¿La próxima excursión de Saunders? Intentará ser el primero en el mundo en ir a pie desde la costa de la Antártida hasta el Polo Sur y regresar.

  • Autor/a de la charla: Ben Saunders
  • Fecha de grabación: 2012-11-07
  • Fecha de publicación: 2012-12-14
  • Duración de «Ben Saunders: ¿Para qué molestarse en salir de casa?»: 637 segundos

 

Traducción de «Ben Saunders: ¿Para qué molestarse en salir de casa?» en español.

En breve, me gano la vida arrastrando trineos, por lo que no se necesita mucho para sorprenderme intelectualmente, pero voy a leer esta pregunta de una entrevista a inicio de año: «Filosóficamente,

¿el suministro constante de información disminuye nuestra capacidad para ponernos metas, o reemplaza nuestros deseos de lograrlas?

Después de todo, si alguien está haciendo algo en algún lugar, y podemos participar virtualmente, entonces,

¿para qué molestarse en salir de casa?

» Generalmente me presentan como explorador polar.

No estoy seguro que sea el tipo de trabajo más progresista o muy del siglo XXI, pero he pasado hasta ahora más del dos por ciento de mi vida viviendo en una carpa dentro del círculo polar ártico, por lo que salgo bastante de casa.

Y está en mi naturaleza, supongo, que soy un hacedor de cosas más que un espectador o un contemplador de cosas, y es esa dicotomía, la separación entre ideas y acción, lo que voy a intentar abordar brevemente.

La respuesta más concisa a la pregunta «

¿por qué?

» Que me ha perseguido durante los últimos 12 años ha sido atribuida sin duda a este tipo, con aspecto de caballero libertino parado al fondo, el segundo de la izquierda, George Lee Mallory, que muchos de Uds.

conocen.

En 1924 fue visto por última vez desapareciendo entre las nubes cerca de la cumbre del Monte Everest.

Él puede o no haber sido la primera persona en escalar el Everest, más de 30 años antes de Edmund Hillary.

No se sabe si llegó a la cima, sigue siendo un misterio.

Pero se le atribuye haber acuñado la frase: «Porque está ahí».

Ahora no estoy realmente seguro que lo haya dicho.

Hay muy poca evidencia para sugerirlo, pero lo que sí dijo es realmente mucho más amable, y también lo tengo impreso y cito: «La primera pregunta que me harán y que yo intentaré responder es:

¿De qué sirve escalar el Monte Everest?

Y mi respuesta siempre será: para nada.

No hay la más mínima posibilidad de sacarle ganancia.

Ah, podemos aprender un poco sobre el comportamiento del cuerpo humano a grandes alturas, y posiblemente los médicos puedan convertir nuestra información en algo que sirva a los propósitos de la aviación, pero salvo esto, no sacarán más.

No traeremos un solo gramo de oro o plata, ni una joya, ni carbón o hierro.

No encontraremos ni un metro de tierra que se pueda plantar con granos para obtener alimentos.

Por lo tanto no sirve de nada.

Si usted no puede entender que hay algo en el hombre que responde al desafío de esta montaña y que va allí para confrontarlo, que la lucha es la lucha de la vida misma para ascender y seguir ascendiendo, entonces no entenderá para qué vamos.

Lo que conseguimos de esta aventura es sólo alegría pura, y la alegría, después de todo, es el fin de la vida.

No vivimos para comer y hacer dinero.

Comemos y hacemos dinero para poder disfrutar de la vida.

Eso es lo que la vida significa y eso es para lo que sirve la vida».

El argumento de Mallory de que salir de casa para emprender estas grandes aventuras es alegre y divertido, sin embargo, no concuerdan tanto con mi propia experiencia.

Lo más lejos que he estado de la puerta de mi casa fue en la primavera de 2004.

Todavía no sé exactamente por qué lo hice, pero mi plan era atravesar en solitario y sin apoyo el océano Ártico.

Mi plan conciso era caminar desde la costa norte de Rusia al Polo Norte y luego dirigirme a la costa norte de Canadá.

Nadie lo había hecho.

Tenía 26 años en ese momento.

Muchos expertos decían que era imposible, y mi madre ciertamente no era muy partidaria de la idea.


(Risas)
El viaje desde una pequeña estación meteorológica en la costa norte de Siberia hasta el punto definitivo de partida, al borde de la capa de hielo, la costa del Océano Ártico, llevó unas cinco horas, y si vieron al valiente Felix Baumgartner mientras subía, más que cuando bajaba, comprenderán la sensación de aprensión, mientras estaba sentado en un helicóptero entre truenos de nortes, y la sensación, por lo menos, de inminente condenación.

Estaba sentado allí preguntándome por qué diablos me había metido en ello.

Hubo un poco de diversión, un poco de alegría.

Tenía 26 años.

Recuerdo estar sentado allí mirando mi trineo.

Tenía mis esquíes preparados, tenía un teléfono satelital, una escopeta de carga a pistón en caso de ser atacado por un oso polar.

Recuerdo estar mirando por la ventana y ver el segundo helicóptero.

Ambos estábamos cruzando este increíble amanecer de Siberia, y parte de mi sentía un poco como una cruza entre Jason Bourne y Wilfred Thesiger.

En parte sentía mucho orgullo pero más estaba completamente aterrorizado.

Y ese viaje duró 10 semanas, 72 días.

No vi a nadie más.

Tomamos esta foto al lado del helicóptero.

Después de eso, no vi a nadie durante 10 semanas.

El Polo Norte es una superficie desolada en medio del mar, así que estaba cruzando la superficie congelada del océano Ártico.

La NASA describió las condiciones de ese año como las peores desde que se tenían registros.

Estaba arrastrando 180 kilos de alimentos y combustible y suministros, unas 400 libras.

La temperatura promedio durante las 10 semanas fue 35 bajo cero.

La más baja fue 50 bajo cero.

Así que, repito, no iba a obtener muchísima alegría o diversión.

Una de las cosas mágicas de este viaje, sin embargo, es que como estaba caminando sobre el mar, sobre esta capa de hielo flotante, errante y movediza que está flotando sobre el océano Ártico, se trata de un entorno que está en constante estado de flujo.

El hielo siempre se mueve, se rompe, va a la deriva se recongela, así que el paisaje que vi durante casi 3 meses existía solo para mí.

Nadie más tendrá nunca, jamás, la posibilidad de ver el mismo paisaje, las imágenes que yo vi durante 10 semanas.

Y eso, supongo, es probablemente el mejor argumento para salir de casa.

Puedo intentar contarles lo que parecía, pero nunca sabrán cómo era, y cuanto más intento explicar que me sentía solo, que era el único ser humano en 14 millones de kilómetros cuadrados, que hacía frío, casi 75 bajo cero de sensación térmica en un mal día, las palabras se quedan cortas y soy incapaz de expresarlo adecuadamente.

Y me parece, por lo tanto, que el hacerlo, ya saben, intentar la experiencia, participar, esforzarse, en lugar de observar y maravillarse, es allí donde puede encontrarse la verdadera esencia de la vida, el jugo que podemos sacarle a nuestras horas y días.

Sin embargo, me gustaría añadir en este punto una advertencia.

Según mi experiencia, hay algo adictivo en la degustación de la vida al límite de lo que es humanamente posible.

Ahora no sólo me refiero a aquellos estúpidos desafíos de machos al estilo eduardiano, sino incluso al campo del cáncer de páncreas, hay algo adictivo en esto y, en mi caso, creo que las expediciones polares quizás no estan tan lejos de tener el hábito del crack.

No puedo explicar lo bueno que es hasta que lo has probado, pero tiene la capacidad de quemar todo el dinero al que puedo echar mano, de arruinar cada relación que he tenido, así que cuidado con lo que desean.

Mallory postuló que hay algo en el hombre que responde al desafío de la montaña, y me pregunto si este es el caso donde hay algo en el desafío mismo, en el esfuerzo, y en particular en los grandes, inconclusos, voluminosos desafíos que enfrenta la humanidad y nos convocan y, en mi experiencia, éste es ciertamente el caso.

Hay un desafío sin completar que me ha estado llamando la mayor parte de mi vida adulta.

Muchos de ustedes sabrán la historia.

Esta es una foto del Capitán Scott y su equipo.

Scott se propuso, hace poco más de un centenar de años, ser la primera persona en llegar al polo sur.

Nadie sabía lo que había allí.

No había absolutamente ningún mapa en ese momento.

Se sabía más sobre la superficie de la Luna que sobre el corazón de la Antártida.

Scott, como muchos de UDs.

sabrán, fue superado por Roald Amundsen y su equipo noruego, que utilizó perros y trineos.

El equipo de Scott fue a pie; eran cinco, todos usando arneses y arrastrando trineos, y cuando llegaron al polo encontraron izada la bandera noruega, me los imagino bastante amargados y desmoralizados.

Los cinco dieron la vuelta y comenzaron a caminar hacia la costa y todos murieron en ese viaje de regreso.

Hay una especie de malentendido en la actualidad, acerca de que no queda nada por hacer en los campos de la exploración y la aventura.

Cuando hablo sobre la Antártida, a menudo la gente dice, «Que interesante; dígame,

¿no lo hizo ya ese presentador de Blue Peter en bicicleta?

» O, «Qué bueno.

Mire, mi abuela irá a un crucero a la Antártida el año próximo,

¿sabes…

si hay alguna oportunidad de que se vean allí?

»
(Risas)
Pero el viaje de Scott permanece inconcluso.

Nadie nunca ha caminado desde la costa misma de la Antártida hasta el Polo Sur y realizado todo el camino de regreso Este es, sin duda, la empresa más audaz de aquella época dorada de exploración Eduardiana, y me parece que ha llegado el momento, viendo todo lo que hemos resuelto en el siglo, desde el escorbuto a los paneles solares, que ya era hora de que alguien se decidiera a terminar el trabajo.

Así que eso es precisamente en lo que estoy preparándome para hacer.

A esta altura del próximo año, en octubre, lideraré un equipo de tres.

Nos tomará unos cuatro meses hacer el viaje completo.

Esta es la escala.

La línea roja está, obviamente, a medio camino al polo.

Tenemos que dar la vuelta y regresar.

Soy muy consciente de la ironía de decirles que estaremos blogueando y twitteando.

Ustedes podrán experimentar en forma indirecta y virtual todo este viaje de una manera como nadie jamás lo ha hecho.

Y también serán cuatro meses en que tendré la oportunidad de conseguir una respuesta concisa a la pregunta: «

¿por qué?

» Y nuestras vidas son hoy más seguras y más cómodas de lo que nunca han sido.

Ciertamente no hay muchas oportunidades para los exploradores en la actualidad.

Mi asesor de carrera en la escuela nunca lo propuso como una opción.

Si quería saber, por ejemplo,

¿cuántas estrellas había en la vía láctea?

,

¿qué edad tenían esas cabezas gigantes en la Isla de Pascua?

, la mayoría de Uds.

pueden averiguarlo ahora mismo sin siquiera ponerse de pie.

Y, sin embargo, si algo he aprendido en casi 12 años de arrastrar objetos pesados en lugares fríos, es que la verdadera, la real inspiración y el crecimiento sólo provienen de la adversidad y del desafío, de dejar de lado lo que es cómodo y familiar y salir hacia lo desconocido.

En la vida todos tenemos tempestades que enfrentar y polos hacia los que caminar, y creo, hablando metafóricamente al menos, que todos podríamos beneficiarnos de salir de casa un poco más a menudo, si pudiéramos reunir el coraje.

Ciertamente quisiera implorarles que abran la puerta solo un poquito y echen un vistazo a lo que está fuera.

Muchas gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/ben_saunders_why_bother_leaving_the_house/

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *