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Charla «Bill Clinton habla sobre la reconstrucción de Ruanda» de TED2007 en español.
Al recibir el TED Prize de 2007, Bill Clinton pide ayuda para poder llevar salud a Ruanda y al resto del mundo.
- Autor/a de la charla: Bill Clinton
- Fecha de grabación: 2007-03-08
- Fecha de publicación: 2007-04-03
- Duración de «Bill Clinton habla sobre la reconstrucción de Ruanda»: 1447 segundos
Traducción de «Bill Clinton habla sobre la reconstrucción de Ruanda» en español.
Pensé al levantarme a pedir mi deseo TED que trataría de empezar poniendo en perspectiva lo que intento hacer y la forma en que encaja con lo que ellos intentan hacer.
Como todos sabemos, vivimos en un mundo interdependiente pero insuficiente en tres aspectos fundamentales.
Es, ante todo, profundamente desigual.
La mitad de la población mundial todavía vive con menos de dos dólares al día, mil millones de personas no tienen acceso al agua potable, dos mil quinientos millones no tienen acceso a servicios de saneamiento, mil millones de personas se van a dormir con hambre cada noche.
Cada año, una de cada cuatro muertes es causada por el SIDA, tuberculosis, malaria y las infecciones causadas por ingerir agua no potable, el 80 por ciento de estas muertes es de menores de cinco años.
Incluso en los países ricos, es común ver cómo crece la desigualdad.
En los Estados Unidos, hemos tenido cinco años de crecimiento económico desde el 2001, cinco años de crecimiento de la productividad en el lugar de trabajo, pero los salarios promedio están estancados y el porcentaje de familias trabajadoras que han caído por debajo de la línea de pobreza ha aumentado en un cuatro por ciento.
El porcentaje de familias trabajadoras sin servicios médicos ha aumentado un cuatro por ciento.
Así que este mundo interdependiente, que ha sido tan bueno para la mayoría de nosotros; razón por la cual estamos todos aquí al Norte de California haciendo lo que hacemos para ganarnos la vida y disfrutar de esta velada, es profundamente desigual.
También es inestable Inestable debido a las amenazas terroristas, las armas de destrucción masiva, la propagación de enfermedades en todo el mundo y la sensación de que somos vulnerables a ese fenómeno como no lo éramos hace algún tiempo.
Y quizás el aspecto más importante es que este mundo es insostenible debido al cambio climático, al agotamiento de los recursos naturales y a la destrucción de las especies.
Cuando pienso en el mundo que quisiera dejarle a mi hija y a los nietos que espero tener, imagino un mundo que se aleja de la desigualdad, inestabilidad e insostenibilidad; interdependiente para integrar comunidades, a nivel local, nacional y mundial, que comparte las características de todas las comunidades exitosas.
Un conjunto de oportunidades ampliamente compartidas y accesibles, un sentido de responsabilidad compartida por el éxito del emprendimiento común, y un auténtico sentido de pertenencia.
Siempre es más fácil decirlo que hacerlo.
Cuando hace un par de años sucedieron los actos terroristas en el Reino Unido, en los que no perecieron tantas personas como en lo ocurrido el 9/11 en los Estados Unidos, pienso que lo que molestó más a los británicos fue que los autores de los atentados no eran invasores, sino ciudadanos británicos cuyas identidades religiosas y políticas eran más importantes para ellos que las personas con las que crecieron, fueron a la escuela, trabajaron, compartieron fines de semana y comieron juntos.
En otras palabras, consideraron que sus diferencias eran más importantes que el hecho de ser seres humanos.
El terrorismo es la principal plaga psicológica de la humanidad en el siglo XXI.
En estos asuntos, la gente como nosotros que no ocupa cargos públicos, tiene más poder para hacer el bien que en cualquier otro momento de la historia, puesto que más de la mitad de la población mundial vive bajo gobiernos por los que votaron o que pueden quitar con sus votos.
E incluso los gobiernos antidemocráticos son más sensibles a la opinión pública.
Principalmente por el poder de la Internet, las personas de escasos recursos pueden agruparse y acumular grandes sumas de dinero que pueden cambiar el mundo buscando algún bien común cuando se ponen de acuerdo.
Cuando el tsunami golpeó el sur de Asia, los Estados Unidos contribuyeron con 1,200 millones de dólares.
El 30 por ciento de nuestros hogares donaron.
La mitad de ellos lo hicieron a través de Internet.
Cada hogar donó alrededor de 57 dólares en promedio.
Y en tercer lugar, a causa del aumento de organizaciones no gubernamentales.
Ellos, las empresas, otros grupos de ciudadanos, tienen el enorme poder de afectar las vidas de los seres humanos.
Cuando llegué a la presidencia en 1993 no existía ninguna organización de este tipo en Rusia.
Hoy en día existen unas doscientas mil.
Tampoco existían en la India y hoy hay por lo menos medio millón activas.
Tampoco había en China y hoy existen 250,000 registradas con el gobierno, y es probable que haya el doble pero que no están registradas por razones políticas.
Cuando comencé con mi fundación y pensé cómo es el mundo hoy en día y cómo sería el que deseo dejar a la siguiente generación, y traté de ser realista sobre aquello que siempre me importó toda mi vida, sobre lo cual todavía puedo ejercer una influencia.
Quería concentrarme en actividades que ayudaran a combatir la pobreza, las enfermedades, el cambio climático, crear puentes entre las divisiones religiosas, raciales y de otro tipo que atormentan al mundo, pero hacerlo de tal manera que pudiéramos usar cualquier tipo de habilidades que lográramos reunir en nuestra organización para cambiar el modo en que se ejecutaba alguna función para el bien público de tal forma que pudiera multiplicarse por el mundo.
Ustedes vieron una referencia de ello en lo que pudimos hacer con los medicamentos contra el SIDA.
Y quiero decir que a la cabeza de ese esfuerzo y quien también participa de manera activa en el deseo que voy a pedir esta noche, es Ira Magaziner, quien hoy me acompaña y quiero agradecerle por todo lo que ha hecho.
¡Ahí está el!
(Aplausos)
Cuando dejé la presidencia y me pidieron trabajar, primero en el Caribe, para tratar de ayudar a hacer frente a la crisis del SIDA, los medicamentos genéricos estaban disponibles por aproximadamente 500 dólares por persona al año.
Si se adquirían en grandes cantidades al por mayor, se podían conseguir por un poco menos de 400 dólares.
El primer país en el que trabajamos fue en Las Bahamas, en donde pagaban 3.500 dólares por estos mismos medicamentos.
El mercado estaba tan desorganizado que compraban este tipo de medicamentos a través de dos agentes que les subían el precio en un setecientos por ciento.
Así que en nuestra primera semana de trabajo, logramos bajar el precio a 500 dólares.
Y de repente, se podían salvar siete veces más vidas por la misma cantidad de dinero.
Después, comenzamos a trabajar con los fabricantes de medicamentos para el SIDA, uno de los cuales fue mencionado en la película, y negociamos un cambio completamente diferente en la estrategia del negocio.
Porque incluso a 500 dólares, estas medicinas eran vendidas sobre la base de altos márgenes, bajos volúmenes y pagos inciertos.
Así que nos centramos en mejorar la productividad de las operaciones y la cadena de suministro, y lo cambiamos a un negocio de bajos márgenes, altos volúmenes y una certeza absoluta del pago.
Solía bromear diciendo que la principal contribución que hicimos, en la batalla contra el SIDA, fue conseguir que los fabricantes cambiaran de una estrategia de joyería, a la de un supermercado.
Pero el precio cayó de 500 a 140 dólares.
Y muy pronto, el precio fue de 192 dólares en promedio.
Hoy se pueden adquirir por cerca de 100 dólares.
Los medicamentos para niños costaban 600 dólares porque nadie tenía la capacidad para comprarlos.
Negociamos hasta bajar el precio a 190.
Después, de forma brillante los franceses concibieron su impuesto a las líneas aéreas para crear algo llamado UNITAID, y consiguieron que otros países ayudaran.
Ahora, la medicina para niños está a 60 dólares por persona al año.
Lo único que todavía nos impide salvar las vidas de todos aquellos que necesitan el medicamento para mantenerse vivos es la falta de los sistemas necesarios para diagnosticar, tratar y cuidar a la gente y hacerles llegar los medicamentos.
Propusimos una iniciativa para combatir la obesidad infantil en conjunto con la Asociación Americana del Corazón.
Tratamos de hacer lo mismo logrando acuerdos con las industrias de refrescos y frituras para que redujeran tanto las calorías en sus productos como también algunos ingredientes peligrosos en los alimentos de nuestros hijos en las escuelas.
Nosotros simplemente reorganizamos los mercados.
Y se me ocurrió que en todo este mundo no gubernamental, alguien tiene que pensar en la organización de los mercados de bienes públicos.
Y eso es lo que intentamos hacer ahora, además de trabajar con un grupo de grandes ciudades para luchar contra el cambio climático y lograr grandes acuerdos, lo que le permitirá a las ciudades que generan el 75 por ciento de los gases de efecto invernadero del mundo reducir drásticamente las emisiones de gases invernadero de forma tal que resulte en beneficios económicos.
Así que toda esta discusión sobre pérdidas económicas es un misterio para mí.
Considero que es una tarea fácil.
Cuando Al Gore ganó merecidamente un Óscar por su película «La verdad incómoda», me emocioné mucho y le recomendé que realizara otra rápidamente.
Para los que vieron «La verdad incómoda», la diapositiva más importante de su conferencia es la última, en la que se muestra hacia dónde irán los gases de efecto invernadero si no hacemos nada, aquí es donde podrían ir.
Y existen seis categorías diferentes en las que podemos trabajar para cambiar la trayectoria.
Necesitamos una película sobre esas seis categorías.
Y todos ustedes necesitan tenerlo grabado en sus cerebros y organizarse en torno a ello.
Y eso es lo que nosotros intentamos hacer.
Organizar este tipo de mercados es algo que tratamos de hacer.
Ahora nos estamos encargando de algo más, que tiene que ver con mi deseo.
Mi experiencia al trabajar en países en vías de desarrollo ha sido que aunque los titulares sean pesimistas y digan que no se puede hacer esto o lo otro debido a la corrupción, yo creo que en los países pobres la incapacidad es un problema mucho mayor que la corrupción y esa incapacidad alimenta la corrupción.
Ahora tenemos dinero y, dados los precios bajos, podemos distribuir medicamentos contra el SIDA en todo el mundo a aquellas personas a las que actualmente no llegamos.
Hoy en día, estos precios bajos están disponibles en los 25 países donde trabajamos, y en un total de 62 países.
Y alrededor de 550.000 personas están recibiendo estos beneficios.
Pero el dinero está ahí para llegar a otros.
Los sistemas no están ahí para llegar a las personas.
Así que lo que estamos intentando es trabajar primero en Ruanda, después en Malawi y en otros lugares; pero esta noche quiero hablar de Ruanda, queremos desarrollar un modelo de salud rural en una zona muy pobre que puede ser utilizado para hacer frente al SIDA, la tuberculosis, la malaria, otras enfermedades infecciosas, salud materna e infantil, y toda una gama de cuestiones de salud a las que se enfrentan los pobres en los países en vías de desarrollo, que pueden ser replicadas en todo Ruanda, y después ser un modelo que podría literalmente ser aplicado en cualquier otro país pobre en el mundo.
Las preguntas son: Primero,
¿servirá?
¿desarrollará…
proporcionará atención de alta calidad?
Y segundo
¿Se podrá llevar a cabo a precios que permitirán al país sostener un sistema de salud sin ayuda de donantes extranjeros al cabo de 5 ó 10 años?
Porque entre más trabajo con estos problemas, más convencido estoy de que debemos, ya sea en economía, salud, educación, en lo que sea, tenemos que construir sistemas.
Y la falta de sistemas funcionales rompe la relación que los trajo aquí a todos ustedes esta noche.
Piensen en cómo ha sido su vida, y en los obstáculos que han enfrentado, en esos momentos críticos siempre supieron que había una relación predecible entre el esfuerzo que realizaron y el resultado que obtuvieron.
En un mundo sin sistemas, con caos, todo se convierte en una lucha de guerrillas, donde no se puede predecir nada.
Y se vuelve casi imposible salvar vidas educar niños, desarrollar economías, cualquier cosa.
Para mí, la persona que ha hecho el mejor trabajo en el área de la salud, estableciendo un sistema en una zona muy pobre es el Doctor Paul Farmer quien, como muchos de ustedes saben, ha trabajado durante 20 años con su grupo, «Partners in Health» (Asociados en la salud), principalmente en Haití, donde comenzó.
Pero también han trabajado en Rusia, en Perú y en otros lugares alrededor del mundo.
Aún con la pobreza de Haití, en la zona donde la clínica de Farmer actúa atienden un área mucho mayor que la que los profesionales médicos dicen que podrían atender, y no han perdido, desde 1988, ni una persona por tuberculosis; ninguna.
Y han logrado una gran cantidad de otros resultados impresionantes en salud.
Así que cuando decidimos trabajar en Ruanda, para incrementar los ingresos del país y combatir el problema del SIDA, queríamos establecer una red de servicios de salud, pues había sido destruida en su totalidad durante el genocidio de 1994 y el ingreso per cápita era todavía de menos de un dólar al día.
Así que llamé a Paul Farmer y le pregunté si podía ayudarnos.
Porque a mí me parecía que si podíamos comprobar que existía un modelo en Haití y un modelo en Ruanda que pudiésemos entonces llevar a todo el país, primero: sería algo maravilloso para un país que ha sufrido tanto como cualquiera en los últimos 15 años, y segundo: tendríamos algo que podría ser adaptado después en cualquier otro país pobre en cualquier parte del mundo.
Y nos hemos dado a la tarea de hacer eso.
Ahora bien, comenzamos a trabajar hace 18 meses.
Y estamos trabajando en un área llamada Kayonza del Sur, que es una de las zonas más pobres de Ruanda, con un grupo inicial de alrededor de 400,000 personas.
Básicamente, estamos implementando lo que Paul Farmer hizo en Haití, donde él desarrolla y entrena a trabajadores comunitarios de la salud asalariados capaces de identificar los problemas de salud, de asegurar que las personas que tienen SIDA o tuberculosis sean diagnosticadas apropiadamente y tomen su medicamento con regularidad, que trabajan en llevar a las comunidades educación sobre la salud, agua limpia y servicios sanitarios, suministrando suplementos nutricionales y haciendo que la gente suba por los niveles del sistema de salud si tienen problemas tan severos que lo requieran mayor nivel de atención.
Los procedimientos que hacen que esto funcione han sido perfeccionados, como lo mencioné, por Paul Farmer y su equipo, en su trabajo rural en Haití durante los últimos 20 años.
Recientemente, hicimos una evaluación de los primeros 18 meses de nuestros esfuerzos en Ruanda.
Y los resultados fueron tan buenos que el gobierno de Ruanda ha decidido adoptar el modelo para todo el país, y ha apoyado firmemente y puesto todos los recursos gubernamentales para apoyar el proyecto.
Voy a contarles un poco sobre nuestro equipo porque es muestra lo que hacemos.
Tenemos alrededor de 500 personas en todo el mundo trabajando en nuestro programa del SIDA, algunos sin recibir un sueldo, sólo se les brinda transporte, alojamiento y comida.
También tenemos otras personas que trabajan en otros programas relacionados.
Nuestro plan de negocios en Ruanda se elaboró bajo la dirección de Diana Noble, quien es una mujer con dones extraordinarios, pero muchas veces comunes en la gente que esta dispuesta a hacer este tipo de trabajo.
Ella era la asociada más joven en Schroder Ventures en Londres cuando tenía poco más de 20 años.
Fue directora ejecutiva de una exitosa empresa de capital de riesgo; inició y estableció Reed Elsevier Ventures, y a los 45 decidió que quería hacer algo diferente con su vida.
Así que ahora trabaja tiempo completo en este proyecto con un sueldo muy bajo.
Ella y su equipo de gente del mundo empresarial han creado un plan de negocio que nos permitirá llevar este sistema de salud a todo el país.
Y eso sería algo digno del tipo de trabajo con capitales privados que solía hacer cuando recibía mucho más dinero por lo mismo.
Cuando llegamos a esta zona rural, el 45% de los niños menores de cinco años tenía retraso en su crecimiento por desnutrición.
El 23% de ellos murieron antes de cumplir cinco años.
La mortalidad al nacer era de más de 2.5 %.
La causa de más del 15% de las muertes entre niños y adultos era por parásitos intestinales y diarrea provocada por consumir agua sucia y vivir en condiciones insalubres, todo esto totalmente prevenible y tratable.
Más del 13% de las muertes era por enfermedades respiratorias, igualmente, todas prevenibles y tratables.
Y ni una sola persona era tratada en esta zona por SIDA o tuberculosis.
Durante los primeros 18 meses, ocurrió lo siguiente: Pasamos de 0 a 2,000 personas en tratamiento contra del SIDA Esto representa el 80 por ciento de las personas que necesitan el tratamiento en esta región.
Escuchen esto: menos de cuatro décimas partes del uno por ciento de aquellos bajo tratamiento dejaron de tomar su medicina o de acudir al tratamiento.
Esa cifra es más baja que en los Estados Unidos.
Menos del 0.3 por ciento tuvieron que ser transferidos a drogas de la segunda línea de tratamiento que son más costosas.
Se llevó asesoría a 400,000 mujeres embarazadas, quienes darán a luz por primera vez dentro de un sistema organizado de salud.
Eso representa cerca del 43% de todos los embarazos.
Alrededor del 40 por ciento de todas las personas; dije 400,000, pero quería decir 40,000 Alrededor del 40 por ciento de todas las personas que necesitan tratamiento contra la tuberculosis lo están recibiendo, y eso en sólo 18 meses, considerando que empezamos desde cero.
El 43 por ciento de los niños que necesitan de un programa de alimentación para prevenir la desnutrición y la muerte prematura están recibiendo los suplementos alimenticios que necesitan para sobrevivir y crecer.
Hemos iniciado los primeros programas para el tratamiento de la malaria que jamás hayan tenido allá.
Los pacientes son admitidos en un hospital que fue destruido durante el genocidio, y que hemos renovado junto con otras cuatro clínicas, con generadores de energía solar, buena tecnología de laboratorio.
Hoy en día estamos tratando 325 personas por mes, a pesar de que casi el 100 por ciento de los pacientes con SIDA son ahora tratados en casa.
Y lo más importante es que puesto que hemos implementado el modelo de Paul Farmer, utilizando trabajadores comunitarios de salud, estimamos que este sistema podría ser puesto en marcha en toda Ruanda con un cinco o seis por ciento del PIB, y que el gobierno podría mantenerlo sin depender de la ayuda externa al cabo de cinco o seis años.
Y para aquellos de ustedes que entienden la economía de los servicios de salud saben que todos los países ricos invierten entre 9 y 11 porciento del PIB en salud, a excepción de los Estados Unidos, en donde gastamos 16%, pero esa es una historia para otro día.
(Risas)
Ahora estamos trabajando con «Partners in Health» y el Ministerio de Salud de Ruanda y con la gente de nuestra Fundación para ampliar este sistema a otros lugares.
También estamos empezando a hacerlo en Malawi y Lesoto.
Y tenemos proyectos similares en Tanzania, Mozambique, Kenia y Etiopía, con otros asociados que están tratando de lograr lo mismo, salvar tantas vidas tan rápidamente como podamos, pero hacerlo de manera sistemática y que se pueda implementar en el ámbito nacional y luego con un modelo que pueda aplicarse en cualquier país del mundo.
Necesitamos una inversión inicial para capacitar a médicos, enfermeras, la administración de la salud y trabajadores comunitarios de salud en todo el país, para implementar tecnologías de la información, energía solar, el agua y el saneamiento, la infraestructura de transporte.
Pero a lo largo de un periodo de cinco a 10 años, reduciremos la necesidad de ayuda externa y eventualmente prescindiremos de ella.
Mi deseo es que TED colabore en nuestro trabajo y nos ayude a establecer un sistema de salud rural de alta calidad en un país pobre: Ruanda, que pueda ser un modelo para África, y de hecho, para cualquier país pobre en cualquier parte del mundo.
Creo que esto nos ayudará a construir un mundo más integrado con más socios y menos terroristas, con más ciudadanos productivos y menos gente que odia, un lugar en el que todos quisiéramos que nuestros hijos y nietos crecieran.
Para mí ha sido un honor trabajar, particularmente en Ruanda, donde también tenemos un proyecto importante de desarrollo económico en asociación con Sir Tom Hunter, filántropo escocés, donde el año pasado, usando la misma estrategia que con los medicamentos contra el SIDA, se redujo el costo de los fertilizantes y las tasas de interés de los préstamos de microcréditos en un 30 por ciento y se han logrado aumentos del 300 al 400 por ciento en el rendimiento de las cosechas de los campesinos.
Estas personas han pasado por mucho y ninguno de nosotros, sobre todo yo, les ayudó cuando estaban en camino de destruirse unos a otros.
Hoy lo estamos revirtiendo y ellos lo han superado y están enfocados en el futuro.
Lo estamos haciendo de modo ambientalmente responsable.
Estoy haciendo mis mejores esfuerzos para convencerlos de no llevar la red eléctrica al 35 por ciento de las personas que no tienen acceso, a menos que sea con energía limpia, que tengan proyectos de reforestación responsables.
Los ruandeses, curiosamente, han sido muy buenos, señor Wilson, en la preservación de su manto vegetal.
Hay un par de chicos que provienen de familias sureñas de agricultores, y lo primero que hice cuando fui a ese lugar fue agacharme y cavar en la tierra y ver lo que habían hecho con ella.
Tenemos aquí una oportunidad para demostrar que un país que casi se excluye de forma sangrienta de la existencia puede reconciliarse, reorganizarse, centrarse en el mañana y tener servicios de salud completos y de calidad con la mínima ayuda externa.
Estoy agradecido por este premio y lo usaré para ese fin.
Nos vendría bien más ayuda para lograrlo, pero piensen en lo que significaría tener un sistema de salud de clase mundial en Ruanda, un país cuyo ingreso per cápita es menos de un dólar al día, un sistema que podría salvar cientos de millones de vidas durante la próxima década si se aplica en todos países con situaciones similares en la Tierra.
Vale la pena intentarlo y creo que tendría éxito.
Gracias y que Dios los bendiga.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/bill_clinton_my_wish_rebuilding_rwanda/