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Bryan Stevenson: Tenemos que hablar de una injusticia – Charla TED2012

Charla «Bryan Stevenson: Tenemos que hablar de una injusticia» de TED2012 en español.

En una cautivante charla personal, con imágenes de su abuela y de Rosa Parks, el abogado de derechos civiles Bryan Stevenson comparte algunas verdades dolorosas sobre el sistema de justicia estadounidense, comenzando por una enorme desigualdad en cuanto a la raza; la tercera parte de los hombres negros del país han sido encarcelados en algún momento de su vida. De estos asuntos envueltos en toda la historia no analizada de los Estados Unidos, muy rara vez se habla con tanta sinceridad, agudeza y persuasión

  • Autor/a de la charla: Bryan Stevenson
  • Fecha de grabación: 2012-03-01
  • Fecha de publicación: 2012-03-05
  • Duración de «Bryan Stevenson: Tenemos que hablar de una injusticia»: 1421 segundos

 

Traducción de «Bryan Stevenson: Tenemos que hablar de una injusticia» en español.

Esto es para mí un verdadero honor.

He pasado la mayor parte del tiempo en cárceles, prisiones y en el corredor de la muerte.

He pasado la mayor parte de mi vida en comunidades marginadas, en proyectos y lugares donde hay mucha desesperación.

Y estar aquí en TED viendo y oyendo estos estímulos me ha dado mucha energía.

Una de las cosas que he notado en este corto tiempo, es que TED tiene identidad.

Y las cosas que se dicen aquí tienen impacto en todo el mundo.

En ocasiones, si algo viene de TED, tiene un sentido y una fuerza que no tendría de otra manera.

Digo esto porque creo que la identidad es verdadeamente importante.

Aquí hemos visto presentaciones fantásticas.

Y pienso que hemos aprendido que las palabras de un profesor pueden tener mucho sentido, pero si se enseñan con sentimiento, pueden tener un significado especial.

Un médico puede hacer cosas buenas, ero si es caritativo, puede lograr mucho más.

Por esto quiero hablar del poder de la identidad.

En realidad no aprendí esto en la práctica del derecho, mi trabajo.

Lo aprendí de mi abuela.

Crecí en una casa tradicional de una familia afro-estadounidense dominada por una matriarca, que era mi abuela.

Era dura, era fuerte, tenía poder.

Era la última palabra en toda discusión en la familia.

Ella iniciaba muchas de las dicusiones en nuestro hogar.

Era hija de personas que habían sido esclavos.

Sus padres nacieron en la esclavitud en Virginia sobre el 1840.

Ella nació sobre el 1880 y su experiencia con la esclavitud conformó la manera como veía el mundo.

Ella era dura, pero también era amorosa.

Cuando yo era pequeño y la miraba, ella se me acercaba y me daba un buen abrazo.

Me apretaba tan fuerte que apenas podía respirar y luego me soltaba.

Una o dos horas después, volvía a mirarla, se me acercaba y me decía, «Bryan,

¿todavía sientes mi abrazo?

» Y si le decía que no, me agarraba de nuevo y si le decía que sí, me dejaba en paz.

Tenía esta calidad humana que te hacía siempre desear estar cerca de ella.

El único problema es que tenía 10 hijos.

Mi madre era la menor de los 10.

En ocasiones, cuando yo iba a pasar un tiempo con ella, no era fácil captar su tiempo y su atención.

Mis primos estaban corriendo por todas partes.

Recuerdo cuando tenía 8 ó 9 años, me desperté una mañana, me fui a la sala y ahí estaban corriendo todos mis primos.

Mi abuela estaba al otro lado de la sala y me miró fijamente.

Al principio pensé que era un juego.

Entonces la miré y le sonreí, pero ella estaba muy seria.

Después de 15 ó 20 minutos, ella se levantó, atravesó la sala, me tomó de la mano y me dijo, «Ven Bryan.

Los dos vamos a conversar».

Recuerdo esto como si fuera ayer.

Nunca lo olvidaré.

Me llevó afuera y me dijo: «Bryan, te diré algo, pero no se lo puedes decir a nadie».

Le dije: «Está bien, Mama».

Ella dijo: «Ahora asegúrame que no lo harás».

Le dije, «Claro».

Luego me sentó, me miró y me dijo: «Quiero que sepas que te he estado observando».

Y añadió: «Pienso que eres especial».

Dijo: «Creo que tú puedes hacer lo que quieras».

Nunca lo olvidaré.

Luego me dijo: «Solo quiero que me prometas 3 cosas, Bryan».

Le dije: «Seguro, Mama».

Y dijo: «Lo primero que quiero que me prometas es que siempre querrás a tu madre».

Añadió: «Ella es mi hijita, y tienes que prometerme que siempre la cuidarás».

Como yo adoraba a mi mamá, le dije: «Sí, Mama, así lo haré».

Luego me dijo: «Lo segundo que quiero que me prometas es que siempre harás lo correcto aunque lo correcto sea lo difícil».

Lo pensé y le dije: «Sí, Mama.

Así lo haré».

Luego, finalmente dijo: «Lo tercero que quiero que me prometas es que nunca beberás alcohol».


(Risas)
Yo tenía 9 años, y le dije: «Sí, Mama, así lo haré».

Crecí en el campo, en el sur rural.

Tengo un hermano un año mayor y una hermana un año menor.

Cuando tenía 14 ó 15, un día mi hermano llegó a casa con un paquete de seis cervezas, no sé de dónde las sacó, nos agarró a mi hermana y a mí y nos fuimos para el bosque.

Apenas llegamos haciendo las locuras de siempre, él tomó un sorbo de cerveza, le ofreció a mi hermana, ella tomó un poco y me ofrecieron a mí.

Les dije: «No, no, no.

Está bien.

Uds.

sigan, pero yo no voy a tomar cerveza».

Mi hermano dijo: «Venga.

Hoy lo hacemo.

Y tú siempre haces lo mismo que nosotros.

Yo ya tomé algo, tu hermana también.

Tómate una cerveza».

Yo dije: «No.

No me sentiría bien.

Uds.

pueden seguir».

Luego mi hermano me miró fijamente y dijo: «

¿Qué te pasa?

Toma una cerveza»: Me clavó la mirada con fuerza y continuó: «Ah, no será que todavía estás pensando en la conversación con Mama».


(Risas)
Yo le dije: «

¿Pero de qué estás hablando?

» Él contestó: «Mama les dice a todos los nietos que son especiales».


(Risas)
Yo quedé deshecho.


(Risas)
Tengo que admitir algo ante Uds.

Les diré algo que probablemente no debería decir.

Sé que esto se difundirá ampliamente.

Pero tengo 52 años y puedo admitir que nunca he tomado ni una gota de alcohol.


(Aplausos)
No digo esto pensando que sea una virtud; Lo digo por el poder que tiene la identidad.

Cuando creamos el tipo correcto de identidad, decimos cosas a los demás que realmente ellos no le ven sentido.

No podemos conseguir que hagan cosas que no creen poder hacer.

Pienso que mi abuela naturalmente creía que todos sus nietos eran especiales.

Mi abuelo había estado preso durante la prohibición.

Mis tíos murieron de enfermedades relacionadas con el alcohol.

Y estas eran las cosas con las que, según ella, debíamos comprometernos.

Ahora, intentaré hablar sobre nuestro sistema de justicia penal.

Este país es hoy muy diferente de lo que era hace 40 años.

En 1972 había 300.000 presos.

Hoy hay 2,3 millones.

En EEUU tenemos la mayor tasa de encarcelamiento del mundo.

Tenemos 7 millones de personas en libertad condicional.

Y este encarcelamiento masivo, en mi opinión, ha cambiado fundamentalmente nuestro mundo.

En comunidades pobres o negras, se encuentra tanta desazón, tanta desesperación, determinada por estos hechos.

Uno de cada tres negros entre los 18 y los 30 años está en la cárcel o en libertad condicional.

En las comunidaddes urbanas de todo el país, Los Angeles, Filadelfia, Baltimore, Washington, de 50 a 60% de todos los jóvenes de color están en la cárcel o en libertad condicional.

Nuestro sistema no está solamente distorsionado frente a la raza, también lo está respecto a la pobreza.

En esta país tenemos un sistema judicial que te trata mucho mejor si eres rico y culpable, que si eres pobre e inocente.

No es culpabilidad, sino riqueza lo que condiciona los resultados Y parece que nos sentimos muy tranquilos.

La política del miedo y la furia nos hacen creer que estos no son problemas nuestros.

Estamos desconectados.

Me parece interesante.

Estamos observando en nuestro trabajo algunos desarrollos bien curiosos.

En mi estado, en Alabama, así como en otros estados, te privan de derechos por siempre si tienes una condena penal.

Ahora mismo en Alabama, el 34% de la población masculina negra ha perdido definitivamente el derecho al voto.

Y si lo proyectamos a los próximos 10 años el nivel de pérdida de derechos será tan elevado a como era antes de que aprobaran la ley del derecho al voto.

Tenemos este impresionante silencio.

Yo represento a niños.

Muchos de mis clientes son muy jóvenes.

EEUU es el único país del mundo donde se sentencia a niños de 13 años a morir en prisión.

Tenemos en este país cárcel para niños, sin posibilidad de salir jamás.

Ahora mismo estamos en proceso de algunos litigios.

El único país del mundo.

Represento a personas en el corredor de la muerte.

Este asunto de la pena de muerte es interesante.

En cierto sentido nos han ensañado a pensar que la pregunta final es,

¿las personas merecen morir por los crimenes cometidos?

Una pregunta muy sensible.

Pero se puede pensar de otra manera sobre cómo estamos en nuestra identidad.

Hay otra forma de mirarlo: no se trata de decidir si las personas merecen morir por los crímenes cometidos, sino, si nosotros merecemos matar.

Esto es interesante.

La pena de muerte en EEUU se define por error.

De cada 9 personas ejecutadas, se ha identificado una que es inocente que es exonerada y liberada del corredor de la muerte.

Una tasa de error, asombrosa; un inocente de cada 9.

Esto es interesante.

En aviación no se permitiría jamás pilotar aviones si de cada 9 que despegaran, uno se habría de estrellar.

Pero de alguna manera nos aislamos del problema.

No es nuestro problema.

No es nuestra carga.

No es nuestra lucha.

Yo hablo mucho sobre estas cosas.

Hablo de raza y de este asunto de si merecemos matar.

Es interesante que en mis clases con estudiantes sobre historia afro-americana, les hablo de la esclavitud, les hablo del terrorismo, la época que comenzó al final de la reconstrucción y que duró hasta la Segunda Guerra Mundial.

Realmente, no sabemos mucho de esto.

Pero para los estadounidenses negros en este país, fue una época definida por el terror.

En muchas comunidades la gente tenía miedo de ser linchados.

Les preocupaba ser bombardeados.

La amenaza del terror fue lo que definió sus vidas.

Ahora hay personas mayores que se me acercan y me dicen: «Sr.

Stevenson, Ud.

dicta charlas, hace discursos.

Díga a la gente que dejen de decir que en nuestra historia lidiamos por primera vez con el terrorismo, después del 11/09″ Me piden que diga: «No.

Diga que crecimos con eso».

La era del terrorismo continuó, obviamente, con la segregación y décadas de subordinación racial y de separación.

En este país tenemos una dinámica por la que no nos gusta hablar de nuestros problemas.

No nos gusta hablar de nuestra historia.

Y es por esto que no hemos entendido el significado de lo que históricamente hemos hecho.

Todo el tiempo chocamos unos con otros.

Constantemente creamos tensiones y conflictos.

Nos cuesta trabajo hablar de razas.

Pienso que es porque no estamos dispuestos a comprometernos con un proceso de verdad y reconciliación.

En Sudáfrica, la gente entendió que no se podía superar la segregación racial sin un compromiso con la verdad y la reconciliación.

En Ruanda, aún antes del genocidio tenían este compromiso, pero en este país no lo hemos hecho.

Estuve en Alemania dando conferencias sobre la pena de muerte.

Fue fascinante porque uno de los profesores se paró después de mi presentación y dijo: «Sabes que es bien preocupante escuchar lo que que dices».

Añadió: «No tenemos pena de muerte en Alemania.

Naturalmente nunca podremos tenerla aquí».

La sala se quedó en silencio y una señora dijo: «No hay manera de que con nuestra historia, podamos jamás meternos en la muerte sistemática de seres humanos.

Sería irracional que nosotros, intencional y deliberadamente, nos pusiéramos a ejecutar personas».

Reflexioné sobre esto.

¿Cómo nos sentiríamos en un mundo donde una nación como Alemania, ejecutara a personas, especialmente si fuesen en su mayoría judíos?

No lo podríamos tolerar.

Sería irracional.

Y aun así, en este país, en los estados del viejo sur, seguimos ejecutando a personas.

En las mismas áreas donde es 11 veces más probable obtener la pena de muerte si la víctima es blanca, que si fuese negra, 22 veces más probable obtenerla si el acusado es negro y su vícitima es blanca.

En los mismos estados en que están enterrados los cuerpos de personas que fueron linchadas.

Y aun así, existe esta desconexión.

Pienso que nuestra identidad está en peligro.

Si en realidad no nos preocupan estos asuntos tan difíciles, las cosas positivas y maravillosas están, sin embargo, implicadas.

Nos encanta la innovación.

Nos fascina la tecnología.

Adoramos la creatividad.

Nos encanta el entretenimiento.

Pero últimamente, esas realidades están ensombrecidas por el sufrimiento, el abuso, la degradación, la marginalidad.

En mi opinión, es necesario integrar ambas cosas.

Últimamente hablamos sobre la necesidad de tener más esperanza, mayor compromiso, más dedicación con los retos básicos de la vida de este mundo complejo.

Pienso que eso quiere decir pasar más tiempo pensando y hablando de los pobres, los desposeídos, los que nunca llegarán a TED.

Pensar en ellos es, en cierta forma, algo que está dentro de nuestro ser.

Es verdad que tenemos que creer en asuntos que no hemos visto.

Así somos.

A pesar de ser tan racionales, tan comprometidos con lo intelectual, con la innovación, con la creatividad.

El desarrollo viene no solo de las ideas cerebrales.

Estas cosas vienen de ideas alimentadas también por las convicciones del corazón.

Esta conexión de la mente con el corazón es lo que nos impulsa a fijarnos no solo en lo brillante y deslumbrante, sino también en lo oscuro y lo difícil.

Vaclav Havel, el gran líder checo, hablaba de esto.

Dijo: «Cuando estábamos en Europa Oriental sufriendo la opresión, deseábamos toda clase de cosas, pero principalmente lo que necesitábamos era esperanza, orientación para el espíritu, una voluntad por estar en sitios de desesperanza y ser testigos».

Bueno, esa orientación para el espíritu está prácticamente en el corazón de lo que creo, que aún en comunidades como TED, debe comprometernos.

No hay ninguna desconexión relacionada con la tecnología y el diseño, que nos permita ser verdaderamente humanos si no le prestamos la debida atención a la pobreza, a la exclusión, a la desigualdad, a la injusticia.

Ahora quiero advertirles que estos pensamientos constituyen una identidad mucho más desafiante que si ignoramos estas cosas.

Volvemos a encontrarlas.

Tuve el gran privilegio, siendo un abogado muy joven, de conocer a Rosa Parks.

Ella venía a Montgomery con alguna frecuencia, a reunirse con dos de sus más cercanas amigas.

Unas señoras mayores, Johnnie Carr quien había organizado el boicoteo a los autobuses de Montgomery, una señora afroamericana maravillosa, y Virginia Durr, una señora blanca, cuyo esposo, Clifford Durr, era el abogado del Dr.

King.

Estas mujeres se reunían simplemente para hablar.

Ocasionalmente, la señora Carr me llamaba, para decirme: «Bryan, viene la señora Parks.

Nos vamos a reunir para hablar.

¿quieres venir y escucharnos?

» Yo le decía: «Sí señora.

Sí quiero».

Entonces ella me decía: «Bueno

¿y qué harás cuando vengas?

» Yo le contestaba: «Escucharlas».

Entonces yo iba y simplemente las escuchaba, Era algo muy vigorizante, muy iluminador.

Y en una ocasión estaba ahí, escuchando a estas damas, y después de un par de horas, la Sra.

Parks se dirigió a mí y me dijo: «Ahora, Bryan, díme que es esa idea de la justicia igualitaria.

Cuéntame lo que estás tratando de hacer».

Y yo empecé a darle mi discurso.

Le dije: «Bueno, estamos tratando de cuestionar la injusticia.

Tratamos de ayudar a los que han sido condenados injustamente.

Tratamos de confrontar los prejuicios y la discriminación en la administración de la justicia penal.

Tratamos de acabar con las sentencias de por vida, sin libertad condicional para los niños.

Tratamos de hacer algo respecto a la pena de muerte.

Tratamos de reducir la población en las cárceles.

Tratamos de acabar con los encarcelamientos masivos».

Le dí todo mi mejor discurso y al terminar me miró y dijo: » Mmm mmm mmm».

Y añadió: «Terminarás agotado, muy agotado».


(Risas)
En ese momento, la Sra.

Carr se inclinó, me puso el dedo en la cara y dijo: «Es por eso que tienes que ser muy pero muy valiente».

Yo creo que en realidad, la comunidad de TED tiene que ser mucho más valerosa.

Tenemos que encontrar la manera de afrontar esos retos, esos problemas, ese sufrimiento.

Porque finalmente la humanidad depende de la compasión por los demás.

He aprendido algunas cosas muy simples en mi trabajo.

He sido educado en cosas sencillas.

He llegado a entender y a creer que cada uno de nosotros es superior a lo peor que hayamos cometido.

Creo que eso es cierto para todo el mundo en el planeta.

Estoy convencido que si alguien dice una mentira, no es porque sea un mentiroso.

Estoy seguro que si alguien toma algo que no le pertenece, no es que sea un ladrón.

Incluso, si alguien mata a otro, no es que sea un asesino.

Por esto creo que hay una dignidad básica en las personas que debe ser respetada por la ley.

También creo que en muchas partes de este país y, sin duda, en muchas partes del mundo, lo opuesto a la pobreza no es la riqueza.

Así no es.

En verdad pienso que en muchas partes lo opuesto a la pobreza es la justicia.

Y finalmente, creo que aunque sea muy dramático, muy hermoso, muy iluminador, muy estimulante, no se nos juzgará por nuestra tecnología, por nuestros diseños, ni por nuestra capacidad intelectual o racional.

Al final se juzga el carácter de una sociedad, no por la manera como tratan a los ricos, poderosos y privilegiados, sino por la forma como tratan a los pobres, los condenados, los presos.

Porque es en este contexto como empezamos a entender temas verdaderamente profundos sobre lo que somos.

En ocasiones me siento desequilibrado.

Voy a terminar con una historia.

A veces hago demasiada fuerza.

Quedo cansado, como todos.

A veces esas ideas van más allá de mis razonamientos de una forma importante.

He estado representando a estos chicos que han sido sentenciados con mucha dureza.

Voy a la cárcel y veo a mis clientes de 13 y 14 años, que han sido habilitados para que se les juzgue como adultos Y empiezo a pensar,

¿cómo puede ser?

¿Cómo puede un juez convertir a alguien en lo que no es?

El juez lo habilitó como adulto, pero yo veo un niño.

Una noche muy tarde estaba despierto pensando…

Por Dios, si el juez te puede convertir en algo que no eres, debe tener poderes mágicos.

Sííí, Bryan, el juez tiene poderes mágicos.

Deberías pedir algo de eso.

Como era muy tarde, no podía pensar correctamente, pero comencé a trabajar en una moción.

Tenía un cliente de 14 años, un pequeño, pobre, negro.

Comencé a trabajar en la moción, con un encabezamiento que decía: «Moción para que mi cliente negro de 14 años sea tratado como un blanco privilegiado de 75 años, ejecutivo de una corporación».


(Aplausos)
En la moción puse que había habido conducta indebida en la acusación, en el comportamiento de la policía y en el proceso.

Había una línea atrevida sobre cómo en este país no hay ética, sino toda una falta de ética.

A la mañana siguiente me desperté pensando

¿esa moción insensata sería un sueño, o realmente la escribí?

Para mi horror, no solo la había redactado, sino la había enviado a la corte.


(Aplausos)
Pasaron unos 2 meses, yo ya lo había olvidado.

Y finalmente decidí…

Ay Dios, tengo que ir a la corte por este caso estúpido.

Me subí al auto y me sentía verdaderamente agobiado, abrumado.

Me fui en el auto al juzgado.

Pensaba que esto sería muy muy difícil y penoso.

Finalmente me bajé del auto.

Caminaba al juzgado.

Iba subiendo las escaleras cuando me encontré con un hombre negro mayor; era el conserje del juzgado.

Cuando me vio, se me acercó y me dijo: «

¿Quién es Ud.?

» Le dije: «Soy un abogado».

Él replicó: «

¿Es Ud.

abogado?

» Le dije que sí.

Entonces se me aproximó y me abrazó.

Y me susurró en el oído, me dijo: «Estoy orgulloso de Ud.».

Tengo que decirles ahora que eso fue vigorizante.

Eso se conectó profundamente con mi interior, con mi identidad con la capacidad que todos tenemos de contribuir a la comunidad con una visión de esperanza.

Bueno, entré a la sala de audiencias.

Al entrar, el juez me vio y me dijo: «Sr.

Stevenson,

¿Ud.

escribió esta osada moción?

» Le dije: «Sí Sr.

fui yo».

Y comenzamos a discutir.

La gente empezó a llegar.

Todos estaban indignados.

Yo era el que había escrito esas locuras.

Llegaron los policías los fiscales asistentes, los auxiliares.

De pronto, sin saber cómo, la sala estaba llena de gente.

Todos furiosos porque hablábamos de razas, porque hablábamos de pobreza, porque hablábamos de desigualdad.

Con el rabillo del ojo alcancé a ver al conserje que iba y venía.

Miraba por la ventana y alcazaba a oír todo ese griterío.

Seguía caminando para acá y para allá.

Finalmente, este viejo negro, con cara de preocupación, entró en la sala y se sentó detrás de mí, casi en la mesa de los abogados.

Unos 10 minutos después, el juez decretó un receso.

Durante el descanso un asistente del alguacil se mostró ofendido porque el conserje había entrado en la sala.

El asistente se abalanzó sobre el viejo negro y le dijo: «Jimmy,

¿qué haces en la sala de audiencias?

» Y el viejo negro se puso de pie, miró al asistente, me miró a mí y dijo: «Entré a esta sala de audiencias para decirle a este joven que mantenga su vista en el objetivo con firmeza».

Yo he venido hoy a TED porque pienso que muchos de Uds.

entienden que el arco moral del universo es muy grande, pero que se pliega hacia la justicia.

Que no podemos ser verdaderamente humanos evolucionados si no nos preocupamos por los derechos humanos y por la dignidad.

Que nuestra supervivencia está ligada a la de los demás.

Que nuestras visiones de tecnología, diseño, entretenimiento y creatividad deben ligarse a las de fraternidad, compasion y justicia.

Y por encima de todo, a aquellos de los presentes que comparten esto, simplemente quiero decirles que mantengan la vista en el objetivo con firmeza.

Muchas gracias.


(Aplausos)
Chris Anderson: Acabas de oír y ver un evidente deseo de la audiencia, de esta comunidad, de ayudar en tus propósitos, de hacer algo.

Algo que no sea un cheque.

¿Qué podemos hacer?

BS: Hay varias oportunidades cercanas.

Si vives en el estado de California, por ejemplo, habrá un referendum esta primavera en el cual se hará un esfuerzo para reorientar los fondos que se gastan hoy en políticas de castigo.

Por ejemplo, aquí en California, se van a gastar mil millones de dólares en la pena de muerte, en los próximos 5 años.

Mil millones de dólares.

Y a pesar de esto, el 46% de los casos de homicidios no concluyen en arrestos.

El 56% de las violaciones no llegan a nada.

Aquí hay una oportunidad de cambio.

Este referendum va a proponer que se destinen estos fondos a hacer que se cumpla la ley, a la seguridad.

Pienso que existe una oportunidad muy cercana.

CA: Ha habido un enorme descenso en la criminalidad en los EEUU, en las últimas 3 décadas.

Parte de la explicación, se dice que tiene que ver con la mayor tasa de encarcelación.

¿Qué le dirías a los que creen que es así?

BS: En realidad, la tasa de criminalidad con violencia ha permanecido relativamente estable.

El gran crecimiento en encarcelación masiva en este país no es por crímenes con violencia.

Es por la equivocada guerra contra las drogas.

Es por eso que surge este aumento dramático en la población carcelaria.

Y nos dejamos convencer por la retórica del castigo.

Tenemos 3 causas legales para llevar a la gente a cadena perpetua; por robar una bicicleta, por pequeños crímenes contra la propiedad, en lugar de hacer que devuelvan esos recursos a sus víctimas.

Pienso que tenemos que hacer más para ayudar a las víctimas de los crimenes y no menos.

Me parece que nuestra filosofía actual sobre el castigo no hace nada por nadie.

Creo que esa es la orientación que tiene que cambiar.


(Aplausos)
CA: Bryan, nos has emocionado sobremanera hoy aquí.

Eres muy inspirador.

Muchas gracias por haber venido a TED.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/bryan_stevenson_we_need_to_talk_about_an_injustice/

 

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