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Ciudades flotantes, la «Casa LEGO» y otras formas arquitectónicas del futuro – Charla TED2019

Charla «Ciudades flotantes, la «Casa LEGO» y otras formas arquitectónicas del futuro» de TED2019 en español.

«El diseño le da forma al futuro», dice el arquitecto Bjarke Ingels. En este recorrido por el mundo a través de los proyectos de su equipo, Ingels nos transporta a una planta que convierte los desechos en energía (y también funciona como pista de esquí) y a la «Casa LEGO» en Dinamarca. Además, nos muestra una modernísima infraestructura diseñada para contener las inundaciones en Nueva York, y un ambicioso plan para crear ciudades flotantes y sustentables que se adaptan al cambio climático.

  • Autor/a de la charla: Bjarke Ingels
  • Fecha de grabación: 2019-04-15
  • Fecha de publicación: 2019-06-03
  • Duración de «Ciudades flotantes, la «Casa LEGO» y otras formas arquitectónicas del futuro»: 924 segundos

 

Traducción de «Ciudades flotantes, la «Casa LEGO» y otras formas arquitectónicas del futuro» en español.

Mi madre siempre me decía que yo tenía las mismas proporciones que un muñeco de LEGO.


(Risas)
Y tenía sus razones.

La empresa LEGO ha logrado hacer creer a la gente que el LEGO procede de su propio país.

Pero no es así.

Procede de mi país.

Así que imaginen la emoción que sentí cuando la familia LEGO me llamó para invitarme a trabajar con ellos y diseñar la «Casa LEGO».

Esta es la maqueta, construida con bloques LEGO, naturalmente.

Así quedó finalmente.

Nuestra idea era diseñar una construcción interactiva, entretenida y lúdica, tanto como el juego de LEGO mismo, con patios de juego interconectados desde las terrazas.

Tiene una plaza en la planta baja donde los ciudadanos de Billund pueden pasear libremente sin pagar la entrada.

Y es quizá uno de los pocos museos del mundo donde el público puede tocar los objetos que se exhiben.

En danés, «diseño» se dice «formgivning», que literalmente significa dar forma a algo que aún no tiene forma.

En otras palabras, es dar forma al futuro.

Lo que me gusta del LEGO es que no es un juguete, sino una herramienta que empodera a los niños a construir su propio mundo y les permite habitar ese mundo a través del juego y compartirlo con amigos, que también participan en su creación.

De eso se trata exactamente «formgivning».

Como seres humanos, tenemos el poder de dar forma a nuestro futuro.

Inspirándonos en LEGO, construimos un complejo de viviendas sociales en Copenhague, que consistió en apilar bloques de madera uno al lado del otro.

Entre los bloques, hay espacios con balcones techados.

Y si se los apila con una leve inclinación, podemos crear curvas o cualquier forma orgánica para adaptar las viviendas a cualquier contexto urbano.

De hecho, la adaptabilidad es uno de los motores de la arquitectura.

Otro ejemplo está aquí en Vancouver.

Nos contrataron para hacer una obra en el punto donde el puente Granville se trifurca cuando llega a la zona céntrica.

Empezamos por estudiar las diversas restricciones del lugar.

Debe haber unos 30 m de distancia con el puente, una separación que asegure que nadie vea el tránsito que circula por dicho puente.

Hay un parque donde ninguna sombra puede proyectarse.

De modo que nos quedó un espacio triangular, demasiado pequeño para hacer cualquier construcción.

Pero luego pensamos:

¿y si esa distancia mínima de 30 m se respetara a partir de los 30 m de altura, y desde allí el edificio se proyectara hacia afuera?

Y fue lo que hicimos.

La gente que conduce por el puente ve como una cortina que se abre para darle la bienvenida a Vancouver.

O una especie de hierba que aparece entre las grietas del cemento y florece cuando recibe aire y luz.

Debajo del puente, trabajamos con Rodney Graham y un grupo de artistas locales para crear lo que llamamos «la Capilla Sixtina» del arte urbano, una galería de arte exhibida en el cielorraso para transformar el impacto negativo del puente en algo positivo.

Si bien se parece bastante a una arquitectura surrealista, en realidad, se adapta perfectamente a su entorno.

Y así como un puente puede transformarse en museo, un museo puede también servir de puente.

En Noruega, estamos construyendo un museo que pasa sobre un río y permite al público hacer una especie de viaje por las exhibiciones en el trayecto que une un parque de esculturas con el otro.

La arquitectura se adaptó al paisaje.

En China, construimos el edificio sede de una compañía de energía y diseñamos la fachada imitando las telas de Issey Miyake.

Es ondulada, de modo que cuando el sol está de frente incide sobre superficies opacas, y cuando el sol no impacta de lleno, es todo de vidrio.

El resultado es una transición de lo opaco a lo transparente.

Esta idea tan simple, sin partes móviles ni tecnología de ningún tipo, basada exclusivamente en la geometría de la fachada, reduce el consumo de energía en un 30 %.

Podríamos decir que la fachada elegante del edificio es lo que le confiere tan alta eficiencia.

Su arquitectura se adapta al clima del lugar.

También se puede adaptar una cultura a otra, como hicimos en Manhattan.

Imitamos el espacio verde que hicimos en Copenhague y lo transformamos en un lugar de esparcimiento, como un oasis en medio de la ciudad.

Lo combinamos con la densidad y la verticalidad del típico rascacielos de EE.UU., y el resultado es un rascacielos con patio, o «courtscraper».

Vayamos de Nueva York a Copenhague En las costas de Copenhague, estamos por finalizar esta planta que convierte la basura en energía.

Será la planta procesadora de basura más limpia del mundo, con una chimenea que no emite toxinas.

Una increíble maravilla de la ingeniería, pero pasa totalmente inadvertida.

Pensamos entonces,

¿cómo podríamos hacerla visible?

Pues bien, como ven, nieva mucho en Copenhague, pero no tenemos montañas.

Tenemos que viajar seis horas en autobús para llegar a Suecia y recién allí poder esquiar.

Entonces se nos ocurrió instalar una pista de esquí en el techo de la planta procesadora.

Aquí vemos la primera prueba que hicimos hace unos meses.

Lo que me gusta es que esto demuestra el poder del «formgivning» para cambiar el mundo.

Tengo un hijo de cinco meses, que crecerá sin saber que alguna vez hubo una época en que no se podía esquiar en el techo de una planta de energía.


(Risas)

(Aplausos)
Piensen que para él y para su generación, ese es el punto de partida.

Imaginen cuán lejos podrán llegar y qué ideas revolucionarias propondrán para su propio futuro.

Frente a esa planta, estamos trabajando en un proyecto más modesto.

Se trata, básicamente, de nueve contenedores que apilamos en un astillero de Polonia, los transportamos por el mar Báltico hasta depositarlos en el puerto de Copenhague.

Actualmente, 12 estudiantes viven en esos contenedores.

Tienen vista al mar, y pueden saltar por la ventana y sumergirse en las aguas de un puerto limpio y regresar.

El calor proviene de la masa térmica del mar y la energía procede del sol.

Estas son las primeras 12 unidades en Copenhague, hay otras 60 en camino, y otras 200 se instalarán en Gotemburgo.

Y estamos en tratativas con los Juegos Olímpicos de París para instalar una pequeña aldea flotante en el Sena.

Son estructuras arquitectónicas casi nómadas, transitorias.

Y las zonas costeras de las ciudades están cambiando significativamente: cambios económicos, industriales y también climáticos.

Esta es la imagen de Manhattan antes del huracán Sandy, y aquí vemos Manhattan después de Sandy.

El municipio de Nueva York nos invitó a elaborar un diseño que protegiera a Manhattan de las inundaciones sin construir un paredón para no aislar la vida de la ciudad de las aguas que la rodean.

Nos inspiramos en el «High Line», que seguramente conocen.

Es un parque nuevo y maravilloso que está en Nueva York.

Se ubica sobre las antiguas vías inutilizadas de un ferrocarril y actualmente es uno de los paseos más utilizados en la ciudad.

Pensamos entonces,

¿es posible diseñar una protección adecuada para Manhattan sin tener que esperar a desmantelarla para que sea un espacio agradable?

Nos reunimos con los ciudadanos que viven en las costas de Nueva York, y trabajamos en conjunto para diseñar la protección adecuada contra las inundaciones que a la vez transforme la costa en un sitio más accesible y placentero.

Debajo de la autovía FDR colocaremos unos pabellones con paneles que se pueden desplegar en caso de inundación.

Habrá terrazas escalonadas que harán de este espacio un sitio más agradable, y a la vez protegerán a la ciudad de las inundaciones.

En la zona norte donde está «East River Park», levantaremos una serie de colinas con el fin de aislar el parque del ruido procedente de la autovía, pero también para que hagan de barrera contra las inundaciones y contengan el oleaje que se produce en una tormenta.

Este proyecto, que llamamos «the Dryline» es, en realidad, «the High Line»…


(Risas)
que hará que Manhattan no se moje.


(Aplausos)
El proyecto comenzará con el primer tramo del río Este a fines de este año.

Lo importante es que fue diseñado junto a los ciudadanos del bajo Manhattan para prever la infraestructura necesaria que maximice la resistencia y tenga un impacto positivo en términos sociales y medioambientales.

Ahora bien, Nueva York no es la única que debe resolver este problema.

De hecho, en 2050, el 90 % de las ciudades más importantes del mundo tendrán que lidiar con el aumento del nivel del mar.

En Hamburgo, hay un barrio entero cuyas plantas bajas están diseñadas para contener las inevitables inundaciones.

En Suecia, hay una ciudad cuyos parques son como jardines acuáticos, diseñados para afrontar el problema de las aguas residuales y pluviales.

Pensamos que quizás…

En realidad, hoy, ya hay 3 millones de personas que viven en zonas costeras de manera permanente, entonces

¿por qué no imaginar una ciudad flotante, diseñada para cumplir con todos los objetivos de desarrollo sustentable propuestos por Naciones Unidas e integrarlos en un ecosistema artificial y novedoso?

Claro está que debe estar diseñado para producir su propia energía aprovechando la masa térmica del océano, la fuerza de las mareas, las corrientes y las olas, la potencia del viento, y el calor y la energía del sol.

También recogeremos el agua de las precipitaciones que se produzcan en este archipiélago artificial, y las trataremos con métodos orgánicos y mecánicos para limpiarla y almacenarla.

Los alimentos se producirán en el mismo lugar, y deberán basarse en vegetales y pescados, pues no habrá espacio ni recursos para incluir una dieta láctea.

Y por último, todos los desechos se procesarán en el lugar, mediante el abono, el reciclado y la conversión de basura en energía.

En un proyecto urbanístico tradicional, siempre se traza el mapa de calles para el tránsito vehicular y se delimitan los terrenos donde se harán construcciones.

Pero para planear esta ciudad, convocamos a un grupo de científicos y partimos básicamente de todos los recursos renovables y naturales que teníamos disponibles.

Empezamos a canalizar el flujo de esos recursos a través de este ecosistema artificial, o «metabolismo urbano».

Constará de módulos, que serán flotantes, y estarán diseñados para resistir una tormenta tropical.

Se los puede prefabricar a escala, acoplarlos unos sobre otros y formar una pequeña comunidad.

Son como agregados costeros que, aun siendo modulares y racionales, pueden formar islas con su paisaje costero particular.

La arquitectura debe ser relativamente baja para mantener su capacidad de flotación.

El espacio dedicado a la agricultura será usado también como espacio social, de manera que se podrá disfrutar de jardines de permacultura.

Está diseñado para los trópicos, por eso los techos están pensados para aprovechar la energía solar y protegerse de los rayos solares.

Los materiales serán ligeros y renovables, como el bambú y la madera, que le darán estética y calidez a los ambientes.

En teoría, cualquier estructura debería poder agregarse a esta plataforma.

Por debajo, habrá cámaras de almacenamiento, una especie de versión gigante de las viviendas estudiantiles que habíamos hecho anteriormente.

Almacenaremos allí toda la energía producida, toda el agua recogida y tratada.

Procesaremos todos los desechos y fabricaremos abono.

También haremos agricultura de reserva mediante la aeroponia y la hidroponia.

Imaginemos un corte vertical de esta estructura, con granjas verticales en la parte superior, y con cultivos aeropónicos e hidropónicos en la parte inferior.

Y más abajo aún, estarán las granjas submarinas.

Y anclaremos la isla al fondo del mar usando rocas biológicas para crear nuevos arrecifes que regenerarán el hábitat.

Pensemos que esta pequeña isla para 300 personas puede unirse a otras para formar un vecindario, que a su vez puede unirse a otros y formar una ciudad para 10 000 personas.

Pensemos que si esta ciudad flotante prospera, podría crecer como un cultivo en una placa de Petri.

Uno de los primeros lugares en donde hemos pensado anclar esta ciudad flotante es en el delta del río Perla.

Sería como un gran panel fotovoltaico puesto sobre un archipiélago flotante en el mar.

A medida que nos acerquemos a la isla, iremos viendo a sus residentes trasladándose en formas alternativas de transporte acuático.

Llegaremos a una especie de puerto comunitario, con jardines de permacultura donde se podrá pasear a pie, que servirán no solo de espacios productivos sino también sociales.

Los invernaderos también servirán como salas culturales para los habitantes.

Y debajo del mar, prosperarán las formas de vida con la agricultura y la ciencia, y habrá espacios sociales.

Será un puerto comunitario donde la gente se reúne de día y de noche.

Y si bien el primero está diseñado para zonas tropicales, pensamos que la arquitectura se puede adaptar a cualquier cultura.

De modo que puede haber una ciudad flotante en Medio Oriente o en el sudeste asiático.

o quizá en Escandinavia algún día.

Para finalizar, el cuerpo humano está formado con un 70 % de agua, y la superficie de nuestro planeta está hecho de un 70 % de agua, y el nivel del mar va en aumento.

Aunque el mundo entero se levantara mañana y fuera neutral en carbono de un día para el otro, todavía existirían países islas que están destinadas a anegarse, a menos que desarrollemos formas alternativas de hábitats flotantes aptos para la vida humana.

Lo único constante en el universo es el cambio.

El mundo está en constante cambio, y ahora también el clima.

Sin importar cuán profunda es la crisis y, de hecho, lo es, también tenemos un superpoder colectivo como seres humanos: el poder de adaptarnos al cambio y de darle forma al futuro.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/bjarke_ingels_floating_cities_the_lego_house_and_other_architectural_forms_of_the_future/

 

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