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Cómo apagar los pensamientos del trabajo en el tiempo libre – Charla TED Salon Brightline Initiative

Charla «Cómo apagar los pensamientos del trabajo en el tiempo libre» de TED Salon Brightline Initiative en español.

¿Te sientes agotado? Quizá pasas demasiado tiempo rumiando acerca de tu trabajo, dice el psicólogo Guy Winch. Aprende a despreocuparte de las tareas de mañana y deja de machacarte con tensiones de la oficina con tres simples técnicas dirigidas a ayudarte a que te relajes en serio y te recargues después del trabajo.

  • Autor/a de la charla: Guy Winch
  • Fecha de grabación: 2019-11-14
  • Fecha de publicación: 2019-12-19
  • Duración de «Cómo apagar los pensamientos del trabajo en el tiempo libre»: 749 segundos

 

Traducción de «Cómo apagar los pensamientos del trabajo en el tiempo libre» en español.

Quise ser psicólogo desde la adolescencia y pase años persiguiendo esa meta única.

Abrí mi consultorio privado en cuanto me gradué.

Fue arriesgado no tener un trabajo seguro en un hospital o una clínica, pero en un año, me iba bien en el consultorio y ganaba dinero como nunca antes.

Claro, había sido estudiante a tiempo completo toda la vida.


(Risas)
Podría haber trabajado en McDonald’s y haber hecho más dinero.

El primer aniversario fue un viernes de julio por la noche, caminé a casa a mi apartamento y en el ascensor coincidí con un vecino médico de emergencias.

El ascensor subió, luego tembló y se atoró entre pisos.

Y el hombre que atendía emergencias en su trabajo empezó a tocar los botones y a golpear las puertas diciendo «¡Esto es mi pesadilla, esto es mi pesadilla!».

Y yo pensé: «Y esta es mi pesadilla».


(Risas)
Pero después me sentí mal.

Porque no tenía pánico y sabía qué decirle para calmarlo.

Simplemente estaba muy cansado para hacerlo, no me quedaba nada para darle y eso me confundió.

Después de todo, estaba viviendo mi sueño, entonces

¿por qué no era feliz?

¿Por qué me sentía tan fatigado?

Por unas cuantas horribles semanas, me cuestioné si había cometido un error.

¿Y si he elegido la profesión equivocada?

¿Y si he dedicado mi vida a lograr una carrera equivocada?

Pero luego me di cuenta de que no, que todavía amaba la psicología.

El problema no era el trabajo que hacía en la oficina, eran las horas que pasaba rumiando acerca del trabajo cuando estaba en casa.

Cierro la puerta de mi oficina todas las noches, pero la puerta en mi cabeza permanece abierta y el estrés se desborda.

Eso es lo interesante del estrés laboral.

No lo experimentamos mucho en el trabajo, estamos demasiado ocupados.

Lo experimentamos fuera del trabajo, cuando nos transportamos, cuando estamos en casa, cuando intentamos rejuvenecernos.

Es importante recobrar nuestro tiempo libre, quitar el estrés, hacer lo que nos gusta y el mayor escollo que enfrentamos al respecto es la rumiación.

Porque cada vez que lo hacemos, en realidad, activamos nuestra respuesta de estrés.

Rumiar significa masticar.

La palabra se refiere a cómo las vacas digieren la comida.

Para quienes no conocen del gozo de la digestión vacuna la vaca mastica, luego traga, regurgita y vuelve a masticar.


(Risas)
Es repugnante.


(Risas)
Pero funciona para las vacas.


(Risas)
No funciona para los humanos.

Porque lo que rumiamos son cosas molestas, cosas que tensan, y lo hacemos de formas que son totalmente improductivas.

Son las horas que pasamos obsesionados con las tareas que no terminamos, con las quejas de tensiones con un colega o con la preocupación ansiosa del futuro, o con cuestionar decisiones ya tomadas.

Hay mucha investigación de cómo pensamos sobre el trabajo cuando no estamos en el trabajo, y los resultados son bastante alarmantes.

Rumiar sobre el trabajo, es decir tener los mismos pensamientos y preocupaciones una y otra vez, perturba considerablemente la habilidad de recuperarnos y recargarnos.

Cuanto más rumiamos sobre el trabajo, estando en casa, más probable es que nuestro sueño se perturbe, que nos alimentemos mal y que tengamos peor ánimo.

Nuestro riesgo de males cardiacos puede incluso aumentar y perjudicar nuestro funcionamiento ejecutivo, las habilidades mismas que requerimos para hacer bien nuestro trabajo.

Sin mencionar el impacto en nuestras relaciones y familia, porque la gente que nos rodea puede notarnos perdidos y preocupados.

Esos mismos estudios constatan que rumiar acerca del trabajo en casa, daña nuestro bienestar emocional, mientras que pensar en trabajo creativo o formas de solucionar problemas, no.

Porque esos tipos de pensamientos no suscitan tensión emocional y, más importante, están bajo nuestro control.

Podemos decidir responder a un correo o dejarlo para mañana, o hacer lluvia de ideas de proyectos que nos emocionan.

Pero las rumiaciones son involuntarias, son entrometidas.

Salen en nuestra cabeza cuando no las queremos.

Nos molestan cuando no queremos sentirnos molestos.

Nos encienden cuando queremos apagarnos.

Son difíciles de resistir, porque sentimos urgencia al pensar en todas nuestras tareas inconclusas.

Preocuparse ansiosamente del futuro parece ineludible.

Rumiar siempre se siente como que hacemos algo importante, cuando en realidad, nos estamos haciendo daño.

Y lo hacemos más seguido de lo que imaginamos.

En el pasado cuando andaba fatigado, decidí, hacer un diario una semana y documentar exactamente el tiempo que pasaba rumiando.

Los resultados me asustaron.

Más de 30 minutos por la noche cuando quería dormir.

Mi trayecto entero de ida y vuelta a la oficina, como 45 minutos al día.

Con seguridad otros 20 minutos en la fiesta en casa de un colega.

No me volvieron a invitar.


(Risas)
Y 90 minutos durante el «show de talento» de un amigo que, por coincidencia, fue de 90 minutos.


(Risas)
En total, esa semana, fueron casi 14 horas, de tiempo en vano que perdí en algo que de hecho aumentaba mi estrés.

Intenten llevar un diario una semana.

A ver cómo les va.

Eso me hizo darme cuenta de lo mucho que me gusta mi trabajo.

Pero rumiar estaba destruyendo ese amor y estaba destruyendo también mi vida personal.

Así, leí todos los estudios que encontré para combatir mis rumiaciones.

Cambiar hábitos cuesta.

Requirió de tesón para detenerme cada vez que rumiaba, y verdadera constancia para lograr mantener los nuevos hábitos.

Pero con el tiempo, lo logré.

Gané la guerra contra la rumiación y aquí estoy para decirles cómo pueden combatirla.

Primero, deber eliminar las rejas.

Tienen que definir cuando se desconectan en las noches, cuando dejan de trabajar y ser estrictos al respecto.

La regla que me hice en su momento fue que me desconectaba a las 8 p.

m.

y me obligué a mantenerlo.

La gente me dice, «

¿De verdad?

¿No contestabas ningún correo después de las 8 p.

m.?

¿No mirabas ni siquiera el teléfono?

No, ni una sola vez.

Porque eran los 90 y no teníamos ‘smartphones’.


(Risas)
Mi primer smartphone lo tuve en 2007.

Ya saben, el iPhone acaba de salir y quería un teléfono ingenioso y a la moda.

Tenía una BlackBerry.


(Risas)
Estaba emocionado, ya saben, mi primer pensamiento, «recibiré correos donde sea que esté».

Y 24 horas después, andaba, «recibiré mis correos donde sea que esté».


(Risas)
Quiero decir, combatir las rumiaciones fue muy arduo pues invaden nuestros pensamientos.

Pero ahora tenían ese caballo de Troya, nuestros teléfonos para esconderse.

Cada vez que vemos nuestros teléfonos fuera de horario, nos recuerdan el trabajo y los pensamientos rumiosos se infiltran y exterminan nuestra noche o fin de semana.

Así, cuando se desconectan, desconectan las notificaciones de correo.

Si tienen que revisarlos, decidan cuándo hacerlo tal que no interfiera en sus planes y háganlo solo entonces.

Los celulares no son la única tecnología que empodera las rumiaciones, porque tenemos aún una pelea mayor que enfrentar.

Las telecomunicaciones han crecido 115 % en la pasada década.

Se espera que crezcan aún más drásticamente.

Cada vez más perdemos nuestro límite físico entre trabajo y casa, es decir, que los recordatorios del trabajo pueden disparar nuestras rumiaciones donde sea que estemos en casa.

Cuando carecemos de un límite físico entre trabajo y casa, tenemos que crear uno psicológico.

Tenemos que convencer a nuestra mente de que defina espacios y tiempos de trabajo y no trabajo.

He aquí cómo hacerlo.

Primero, crear una zona de trabajo definida en la casa, incluso si es reducida e intenten trabajar ahí.

No traten de trabajar en el sofá de la sala o en la cama porque en realidad son áreas que deberían estar relacionadas con estar y dormir.


(Risas)
Luego, cuando trabajen en casa, usen ropa que solo usan cuando están trabajando.

Después al final del día, cambien de ropa y usen música y luz que cambie el ambiente de trabajo a casa.

Háganlo un ritual.

Algunos de Uds.

pensarán que esto es tonto, que cambiar de ropa y luz convencerá a su mente de no seguir trabajando.

Pero créanme, su mente lo hará.

Porque en efecto somo listos, nuestra mente es en efecto estúpida.


(Risas)
Se deja llevar por asociaciones aleatorias todo el tiempo,

¿no?

Quiero decir, como el perro de Pávlov que babea al oír la campana y por qué los oradores de TED empiezan a sudar cuando ven el círculo rojo
(Risas)
Esas cosas sirven, pero las rumiaciones seguirán invadiendo y cuando lo hagan, las tienen que convertir en formas productivas de pensamiento que sean de resolución de problemas.

Mi paciente Sally es un buen ejemplo.

A Sally le dieron un ascenso para toda la vida, pero venía con un precio.

No podría seguir recogiendo a su hija del colegio todos los días y eso le partía el corazón.

Entonces se le ocurrió un plan.

Cada martes y jueves, Sally salía temprano del trabajo, recogía a su hija del colegio, jugaba con ella, le daba de comer, la bañaba y la metía a la cama.

Luego regresaba a la oficina y trabajaba pasada la medianoche para ponerse al día.

Solo que diariamente Sally decía rumiar cada minuto que pasaba de tiempo de calidad con su hija, rumiando acerca de la cantidad de trabajo que tenía.

Rumiar a menudo nos priva de nuestros momentos más preciados Sally rumiaba, «Tengo tanto trabajo que hacer», es de lo más común.

Y como siempre, es inútil y perjudicial, porque no lo hacemos cuando trabajamos y resolvemos cosas, lo hacemos cuando salimos del trabajo, cuando intentamos relajarnos y hacer cosas que nos importan como jugar con los niños o salir con nuestra pareja.

Para convertir un pensamiento rumioso en uno productivo, deben plantearlo como un problema a resolver.

La versión de solucionar un problema de «tengo mucho trabajo que hacer» a una cuestión de horario.

como, «

¿Cómo programo las tareas que me molestan?

O, «

¿Cómo acomodo mi horario para atender lo más urgente?

«.

O incluso, «

¿Cuándo me puedo pasar 15 minutos de mi horario?

«.

Todos esos problemas se pueden resolver «Tengo mucho trabajo que hacer», no.

Atacar las rumiaciones es difícil, pero si mantienen sus límites, si hacen hábito la transición de trabajo a casa, y se entrenan en cómo convertir sus rumiaciones en formas de pensamiento productivo lo lograrán.

Apartar las rumiaciones en verdad mejoró mi vida personal, pero lo que mejoró aún más, fue el gozo y la satisfacción que obtengo de mi trabajo.

El punto de partida para crear un equilibro sano de trabajo y vida no está en el mundo real, está en sus cabezas, está en la rumiación.

Si quieren reducir su estrés y mejorar su calidad de vida, no tienen necesariamente que cambiar sus horas de trabajo, solo tienen que cambiar su forma de pensar Gracias
(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/guy_winch_how_to_turn_off_work_thoughts_during_your_free_time/

 

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