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Cómo ayudo a inocentes a salir de prisión – Charla TEDxMidAtlantic

Charla «Cómo ayudo a inocentes a salir de prisión» de TEDxMidAtlantic en español.

Ronald Sullivan, profesor de derecho en Harvard, lucha por liberar a personas injustamente condenadas, a salir de la cárcel… de hecho, ya ha liberado a unas 6000 personas durante su carrera. Comparte historias desgarradoras sobre cómo (y por qué) personas acaban encarceladas por algo que no han hecho, y las consecuencias en sus vidas y las vidas de otros. Mira esta charla esencial sobre el deber que todos tenemos de hacer el mundo un poco más justo cada día, de la forma que podamos.

  • Autor/a de la charla: Ronald S Sullivan Jr.
  • Fecha de grabación: 2016-10-21
  • Fecha de publicación: 2017-08-15
  • Duración de «Cómo ayudo a inocentes a salir de prisión»: 714 segundos

 

Traducción de «Cómo ayudo a inocentes a salir de prisión» en español.

Imagina que haces un viaje en coche de 19 largas horas hasta Disney World, con dos niños en los asientos traseros.

Y a solo 15 minutos de empezar el viaje la inalterable ley de la naturaleza ordena que recibas la siguiente pregunta: «

¿Ya llegamos?

«.


(Risas)
Así que respondes a esta pregunta, fácilmente, cien veces más, negativamente, pero acabas por llegar.

Pasas unas estupendas, estupendas, estupendas vacaciones.

Conduces otras 19 largas horas hasta casa.

Y cuando llegas, la policía te está esperando.

Te acusan de haber cometido un crimen que ocurrió mientras estabas en Florida.

Le cuentas a todo el que quiera escuchar, «¡Yo no lo hice! ¡No pude haberlo hecho! Estaba pasando el rato con Mickey y Minnie y mis niños!».

Pero nadie te cree.

Acabas siendo arrestado, juzgado, condenado, y sentenciado.

Y pasas 25 años en la cárcel, hasta que alguien llega y prueba…

tiene las evidencias para probar…

que realmente estabas en Florida cuando el crimen se cometió.

En fin…

Soy profesor de derecho en Harvard, y durante los últimos años, he trabajado en conseguir sacar de la cárcel a personas inocentes que habían sido condenadas injustamente…

como, por ejemplo, Jonathan Fleming, quien pasó 24 años y ocho meses en la cárcel por un asesinato que se cometió en Brooklyn, Nueva York, mientras él estaba en Disney World con sus hijos.

¿Cómo sabemos esto?

Porque cuando fue arrestado, entre sus pertenencias en su bolsillo trasero se encontraba un recibo…

un recibo con fecha que probaba que él se encontraba en Disney World.

Se puso una copia en los archivos policiales, otra copia en los archivos del fiscal, pero nunca se puso ninguna copia en los archivos de su abogado.

De hecho, nadie sabía que estaba ahí.

Pasó veintipico años ahí guardado.

Mi equipo rebuscó entre los archivos y lo encontramos, continuamos investigando, y descubrimos que otro había cometido el crimen.

El Sr.

Fleming estaba en Disney World, y ahora ha sido liberado.

Déjenme darles un poco de contexto.

Hace unos tres años, recibí una llamada del Fiscal del Distrito de Brooklyn.

Preguntaba si estaría interesado en diseñar un programa llamado «unidad de estudio de condenas».

Dije que sí.

La unidad de estudio de condenas es una unidad en la oficina del fiscal en que los fiscales revisan sus casos pasados para determinar si se cometieron errores.

Durante el curso del primer año, encontramos 13 condenas injustas, personas que habían estado en prisión por décadas, todas puestas en libertad.

Fue la mayor en la historia de Nueva York El programa aún está activo, y ya lleva 21 casos.

21 personas que han pasado un tiempo significativo tras las rejas.

Déjenme contarles sobre otro par de personas con las que tuve contacto durante la duración de este programa.

Uno es Roger Logan.

El Sr.

Logan estuvo en la cárcel 17 años y me escribió una carta.

Era una carta simple; decía: «Profesor Sullivan, soy inocente, me han incriminado.

¿Podría revisar mi caso?

«.

A primera vista, el caso parecía cerrado, pero mi experiencia me muestra que los casos con un solo testigo son propensos a errores.

No significa que fuera inocente, sino que merece la pena mirar más de cerca dichos casos.

Y así hicimos.

Y los datos eran bastante simples.

La testigo dijo que oyó un disparo, corrió al edificio de al lado, giró, miró y vio al Sr.

Logan.

Así que fue juzgado, condenado, y encarcelado por 17 y pico años.

Pero era una sola testigo, así que le echamos un vistazo.

Envié a algunas personas a la escena, y encontramos incoherencias.

Para ponerlo de forma educada: Usain Bolt no podría haber corrido desde donde ella decía que se encontraba hasta el otro lugar.

¿Cierto?

Así que sabíamos que no era cierto.

Pero aún no quiere decir que no lo hiciera, pero sabíamos que había sospecha de la testigo.

Así que dimos un vistazo al archivo, encontramos un trocito de papel con un número.

El número indicaba que la testigo tenía antecedentes.

Revisamos 20 años de papeles sin digitalizar para encontrar sus antecedentes, y resultó…

resultó…

que la testigo estaba en prisión cuando dijo que vio lo que vio.

El hombre pasó 17 años tras las rejas.

El último es un caso sobre dos chicos.

Willie Stuckey, David McCallum.

Fueron arrestados con 15 años y su condena fue rectificada 29 años más tarde.

En este caso, de nuevo…

a primera vista parecía cerrado.

Habían confesado.

Pero mi experiencia demuestra que las confesiones juveniles sin uno de los padres presentes son propensas a error.

Los casos de ADN lo han demostrado varias veces.

Así que miramos más detenidamente.

Miramos las confesiones, y resultó, que había algo en las confesiones, que esos chicos no podían haber sabido.

Los únicos que lo sabían eran la policía y los fiscales.

Sabíamos lo que había pasado realmente: alguien les mandó a decir eso.

No sabemos quién, exactamente, qué persona fue, pero, de cualquier modo, la confesión fue forzada, acabamos determinandolo.

Volvimos, sacamos reportes forenses e hicimos una investigación rigurosa y averiguamos que otras dos personas, mayores, de diferentes alturas, diferentes peinados, habían cometido el crimen, no estos dos jóvenes.

Fui al tribunal ese día, para una «audiencia de anulación», en la que la condena se desecha.

Fui al tribunal; quería ver al Sr.

McCallum salir de allí.

Así que fui al tribunal, y el juez dijo algo que los jueces dicen todo el tiempo, pero esta vez tenía un significado especial.

Miró hacia arriba tras revisar los argumentos dijo, «Sr.

McCallum,» dijo cinco bonitas palabras: «Es usted libre de irse».

¿Lo pueden imaginar?

Tras casi 30 años: «Es usted libre de irse».

Y salió andando del juzgado.

Desafortunadamente, su codemandado, el Sr.

Stuckey, no se pudo beneficiar de ello.

El Sr.

Stuckey murió en prisión a la edad de 34, y su madre se sentó en la mesa del abogado en su lugar.

Jamás olvidaré esto el resto de mi vida.

Simplemente golpeó la mesa, diciendo, «Sabía que mi bebe no lo hizo.

Sabía que mi bebe no lo hizo».

Y su bebe no lo hizo.

Otros hombres lo hicieron.

Si hay algo que hemos aprendido, que he aprendido, con este trabajo de condenas es que la justicia no se da por sí sola.

Las personas hacen que la justicia se dé.

La justicia no es una cosa que desciende desde arriba y hace las cosas bien.

Si lo hiciese, el Sr.

Stuckey no habría muerto en prisión.

La justicia es algo que las personas de buena fe logran.

La justicia es una decisión.

La justicia es una decisión.

Hacemos que la justicia se dé.

¿Saben?

Lo alarmante es, que en cada caso que he descrito, solo habría tomado un minuto de más…

un minuto extra…

para que alguien hubiese mirado los archivos y hubiese encontrado el recibo.

Solo uno…

para mirar los archivos, encontrar el recibo, dárselo al defensor público.

Solo habría tomado un minuto mirar el vídeo de la confesión y decir, «Esto no puede ser».

Solo un minuto.

Y quizás el Sr.

Stuckey estaría vivo hoy.

Me recuerda uno de mis poemas favoritos.

Es un poema que Benjamin Elijah Mays siempre recita, y lo llama «El Minuto de Dios» Y dice algo así: «Solo tengo un minuto solo 60 segundos en él, forzados, no puedo rechazarlos, no los busqué, no los elegí, pero es mi decisión utilizarlos.

Debo sufrir si los pierdo, dar cuentas si abuso de ellos.

Solo un pequeño minuto, pero la eternidad está dentro de él».

Si quisiera cambiar a todos y cada uno de nosotros, diría algo así, «Cada día, cada día, toma un minuto extra y haz justicia.

No tienes por qué…

Quiero decir, algunas personas pasan sus carreras y sus vidas, como defensores públicos, haciendo justicia cada día.

Pero en tu vida profesional, hagas lo que hagas, toma algo de tiempo simplemente, para hacer un poco de justicia.

Haz que un colega se sienta mejor.

Si oyes algo sexista, no te rías, habla.

Si alguien se siente decaído, anímale, un minuto de más cada día, y será un mundo mucho mejor.

Quiero enseñarles algo.

Encima de mí hay una imagen de David McCallum.

Es el día que fue liberado de prisión.

Tras 30 años, pudo abrazar a su sobrina a la que no había podido tocar antes.

Y le pregunté, «

¿Qué es lo primero que quieres hacer?

«.

Y dijo, «Quiero andar por la acera sin que nadie me diga adónde ir».

No estaba resentido, solo quería andar por la acera.

Hablé con el Sr.

McCallum hace dos semanas.

Fui a Nueva York.

En el segundo aniversario de su puesta en libertad.

Y hablamos, reímos, nos abrazamos, lloramos.

No le va mal en la vida.

Y una de las cosas que me dijo cuando me encontré con él es que ha dedicado su vida y su carrera a asegurarse de que nadie sea encarcelado injustamente.

La justicia, amigos míos es una decisión.

Muchas gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/ronald_sullivan_how_i_help_free_innocent_people_from_prison/

 

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