Saltar al contenido
Deberes escolares » Charlas educativas » Cómo defiendo el Estado de derecho – Charla TEDGlobal 2014

Cómo defiendo el Estado de derecho – Charla TEDGlobal 2014

Charla «Cómo defiendo el Estado de derecho» de TEDGlobal 2014 en español.

Cada ser humano merece protección bajo las leyes de su país, incluso cuando la ley se olvida o se ignora. Al compartir tres casos de su práctica jurídica internacional, Kimberley Motley, una abogada estadounidense que ejerce en Afganistán y otros lugares, muestra cómo las propias leyes de un país pueden traer la justicia y «lo justo»: el uso de la ley para el fin previsto, para proteger.

  • Autor/a de la charla: Kimberley Motley
  • Fecha de grabación: 2014-10-10
  • Fecha de publicación: 2014-10-27
  • Duración de «Cómo defiendo el Estado de derecho»: 926 segundos

 

Traducción de «Cómo defiendo el Estado de derecho» en español.

Les contaré una historia de una niña llamada Naghma.

Naghma vivía en un campo de refugiados con sus padres y sus ocho hermanos y hermanas Cada mañana, su padre se despertaba con la esperanza de que le escogieran para trabajos de construcción, y que en un buen mes se ganaría 50 dólares.

El invierno había sido muy duro, y por desgracia, el hermano de Naghma murió y su madre enfermó seriamente.

En su desesperación, su padre acudió a un vecino para pedir prestados 2500 dólares.

Luego de varios meses de espera, el vecino se puso muy impaciente, y lo demandó para que le pagara.

Desafortunadamente, el padre de Naghma no tenía el dinero, y así los dos hombres acordaron una jirga.

En pocas palabras, una jirga es una forma de mediación que se utiliza en Afganistán como sistema informal de justicia.

Por lo general es presidida por líderes religiosos y ancianos del pueblo, y las jirgas se utilizan a menudo en países rurales como Afganistán, donde hay un profundo resentimiento contra el sistema formal.

En la jirga, los hombres se sentaron juntos y decidieron que la mejor manera de satisfacer la deuda sería que Naghma se casara con el hijo de 21 años del vecino.

Ella tenía seis.

Historias como la de Naghma desgraciadamente son muy comunes, y desde la comodidad de nuestro hogar, podemos mirar estas historias como otro duro golpe a los derechos de las mujeres.

Si han visto a Afganistán en las noticias, es posible que tengan el punto de vista de que se trata de un estado fallido.

Sin embargo, Afganistán tiene un sistema legal, y aunque las jirgas se soportan en una larga tradición de costumbres tribales, incluso en las jirgas, se supone que se siguen las leyes, y no hace falta decir que dar a un niño para satisfacer una deuda no es solo de lejos inmoral, es ilegal.

En 2008, fui a Afganistán para un programa de asistencia jurídica, y fui allí originalmente en este programa de 9 meses para entrenar a abogados afganos.

En esos 9 meses, fui por todo el país y hablé con cientos de personas que estaban encerradas, y hablé con muchas empresas que operaban también en Afganistán.

Y dentro de estas conversaciones, empecé a escuchar las conexiones entre las empresas y las personas, y cómo las leyes que estaban destinadas a protegerlos estaban siendo infrautilizadas, mientras que brutales e ilegales medidas eran usadas en exceso.

Esto me llevó a la búsqueda de justicia, y lo que significa para mí justicia es usar las leyes para la finalidad prevista, que es proteger.

El papel de las leyes es proteger.

Así que, como resultado, decidí iniciar una práctica privada, y me convertí en la primer extranjera en litigar en los tribunales afganos.

Durante todo este tiempo, también estudié muchas leyes, hablé con mucha gente, leí muchos casos, y me encontré con que la falta de justicia no es solo un problema en Afganistán, sino que es un problema global.

Y aunque originalmente evité representar los casos de derechos humanos porque estaba muy preocupada por cómo me afectaría tanto profesional como personalmente, decidí que la necesidad de justicia era tan grande que no podía seguir ignorándola.

Y así empecé a representar también a personas como Naghma gratuitamente.

Desde que he estado en Afganistán y desde que he sido abogada por más de 10 años, he representado desde CEOs de compañías Fortune 500 a embajadores, a niñas como Naghma, y con mucho éxito.

Y la razón de mi éxito es muy simple: trabajo el sistema desde adentro y uso las leyes de la manera en que están destinadas a ser utilizadas.

Me parece que lograr justicia en lugares como Afganistán es difícil, y por tres razones.

La primera razón es que, en pocas palabras, la gente es muy ignorante sobre cuáles son sus derechos legales, y encuentro que este es un problema global.

La segunda cuestión es que incluso con las leyes en los libros, a menudo estas son suplantadas o ignoradas por las costumbres tribales, como en la primera jirga que vendió a Naghma Y el tercer problema para lograr justicia es que aun con las buenas leyes que hay en los libros, no hay personas o abogados que estén dispuestos a luchar por esas leyes.

Eso es lo que hago: uso las leyes existentes, a menudo las leyes no usadas, y las aplico para beneficio de mis clientes.

Todos tenemos que crear una cultura global de derechos humanos e invertir en una economía mundial de derechos humanos, y al trabajar en este modo de pensar, podemos mejorar significativamente la justicia global.

Ahora volvamos a Naghma.

Varias personas se enteraron de esta historia, por lo que me contactaron porque querían pagar la deuda de $ 2.500.

No es así de simple; no se puede simplemente lanzar dinero a este problema y creer que desaparecerá.

No funciona así en Afganistán.

Así que les dije que me involucraría, pero con el fin de hacerlo, lo que tenía que suceder era que se necesitaba llamar a una segunda jirga, una jirga de apelaciones.

Y para que eso sucediera, necesitábamos reunir a los ancianos, necesitábamos reunir a los líderes tribales, los líderes religiosos.

El padre de Naghma debía aceptar, el vecino debía aceptar, y también su hijo debía estar de acuerdo.

Y pensé, si me voy a involucrar en esto, entonces ellos también tienen que estar de acuerdo con que yo lo presida.

Así, después de horas de hablar y localizarlos a ellos, y cerca de 30 tazas de té, finalmente acordaron que podíamos sentarnos en una segundo Jirga, y así lo hicimos.

Lo que fue diferente en la segunda jirga fue que esta vez pusimos la ley en el centro de ella, y era muy importante para mí que todos entendieran que Naghma tenía derecho a ser protegida.

Y al final de esta jirga, el juez ordenó que se anulara la primera decisión, y que la deuda de US$ 2.500 estaba satisfecha, y todos firmamos una orden escrita en la que todos los hombres reconocieron que lo que hicieron era ilegal, y que si lo hacían de nuevo, irían a la cárcel.

Lo más…


(Aplausos)
Gracias.

Y lo más importante, el compromiso se terminó y Naghma quedó libre.

Proteger a Naghma y su derecho a ser libre nos protege a nosotros.

Ahora, con mi trabajo, hay una cantidad mayor al promedio de riesgos involucrados.

He estado detenida temporalmente.

He sido acusada de dirigir un burdel, acusada de ser una espía.

Han lanzado una granada en mi oficina.

Sin embargo, esto no termina.

Me parece que en mi trabajo, las recompensas son mucho mayores que los riesgos, y cuanto más riesgos corro, mis clientes corren riesgos mucho mayores, porque tienen mucho más que perder si sus casos no son escuchados, o peor, si son penalizados por tenerme como su abogada.

Con cada caso que tomo, me doy cuenta de que por mucho que apoye a mis clientes, ellos también me apoyan, y eso es lo que me sostiene.

La ley como punto de apoyo es crucial en la protección de todos nosotros.

Los periodistas son vitales para asegurarse de que la información llegue al público.

Con demasiada frecuencia, recibimos información periodística pero nos olvidamos de cómo se obtuvo esa información.

Esta foto es una foto de la prensa británica en Afganistán.

Fue tomada hace un par de años por mi amigo David Gill.

Según el Comité para la Protección de los Periodistas, desde 2010, ha habido miles de periodistas que han sido amenazados, heridos, asesinados, detenidos.

Demasiado a menudo, cuando nos llega esta información, nos olvidamos de a quién afecta o cómo nos llega esa información.

Lo que muchos periodistas hacen, tanto extranjeros como nacionales, es muy significativo, especialmente en lugares como Afganistán, y es importante que nunca lo olvidemos, ya que lo que están protegiendo no es solo nuestro derecho a recibir esa información sino también la libertad de prensa, algo vital para una sociedad democrática.

Matt Rosenberg es periodista en Afganistán.

Trabaja para el New York Times, y, desafortunamente, hace unos meses escribió un artículo que disgustó a la gente del gobierno.

Como resultado, fue detenido temporalmente y exiliado ilegalmente del país.

Represento a Matt, y después de negociar con el gobierno, logré obtener el reconocimiento legal de que fue exiliado de forma ilegal, de que la libertad de prensa sí existe en Afganistán, y que hay consecuencias si esto no se cumple.

Estoy feliz de decir que hace unos días, el gobierno afgano lo invitó formalmente de nuevo al país y que se revirtió su orden de exilio.


(Aplausos)
Si censuras a un periodista, entonces se intimida a los demás, y pronto se silencian las naciones.

Es importante que protejamos a nuestros periodistas y a la libertad de prensa, porque eso hace que los gobiernos sean más responsables ante nosotros y más transparentes.

Proteger a los periodistas y a nuestro derecho a recibir información, nos protege.

Nuestro mundo está cambiando.

Vivimos en un mundo diferente ahora, y lo que antes eran problemas individuales ahora son realmente problemas globales de todos nosotros.

Hace dos semanas, Afganistán tuvo su primera transferencia democrática del poder y el presidente electo Ashraf Ghani, que es un grande, me hace sentirme muy optimista, y tengo la esperanza de que va a hacer en Afganistán los cambios que se necesitan, especialmente en el sector legal.

Vivimos en un mundo diferente.

Vivimos en un mundo donde mi hija de ocho años de edad, solo conoce a un presidente negro.

Hay una gran posibilidad de que nuestra próxima presidente sea una mujer, y a medida que crezca, se cuestionará,

¿puede un hombre blanco ser presidente?


(Risas)

(Aplausos)
Nuestro mundo está cambiando, y tenemos que cambiar con él, y lo que antes eran problemas individuales son problemas de todos nosotros.

Según UNICEF, actualmente hay más de 280 millones de niños y niñas que se casan con menos de 15 años de edad.

280 millones.

Los matrimonios infantiles prolongan el círculo vicioso de pobreza, mala salud, falta de educación.

A la edad de 12 años, Sahar se casó.

Fue obligada a este matrimonio y vendida por su hermano.

Cuando llegó a la casa de sus suegros, la obligaron a prostituirse.

Como rehusó, la torturaron.

La golpearon fuertemente con barras de metal.

Le quemaron el cuerpo.

La ataron en un sótano y casi no le daban comida.

Le arrancaron la uñas con alicates.

Un día, logró escapar de esta cámara de tortura a la casa de un vecino, y cuando llegó allí, en lugar de protegerla, ellos la arrastraron de vuelta a la casa de su marido, y fue torturada aún peor.

Cuando conocí a Sahar, afortunadamente, Mujeres por Mujeres Afganas le proporcionó un lugar seguro a donde ir.

Como abogada, trato de ser muy fuerte con todos mis clientes, porque eso es muy importante para mí, pero viéndola a ella, tan lastimada y débil como estaba, me fue muy difícil.

Nos llevó semanas realmente averiguar lo que le había pasado cuando estaba en esa casa, pero finalmente comenzó a abrirse conmigo, y cuando lo hizo, lo que escuché fue que ella no sabía cuáles eran sus derechos, pero sí sabía que tenía un cierto nivel de protección de su gobierno que le había fallado, y así pudimos hablar de sus opciones legales.

Decidimos entonces, llevar este caso a la Corte Suprema.

Ahora, esto es extremadamente importante, ya que esta es la primera vez que una víctima de violencia doméstica en Afganistán estaba siendo representada por un abogado, una ley que ha estado en los libros durante años y años, pero que hasta Sahar, nunca se había utilizado.

Además de eso, también decidimos demandar por daños civiles, usando de nuevo una ley que nunca se había utilizado, pero que la usamos en su caso.

Así que allí estábamos en la Corte Suprema discutiendo delante de 12 jueces afganos, yo como una abogada mujer estadounidense, y Sahar, una joven mujer que cuando la conocí no podía hablar más que susurrando.

Se puso de pie, encontró su voz, y mi chica les dijo que quería justicia, y la consiguió.

Al final de todo, el tribunal acordó por unanimidad que su familia política debía ser arrestada por lo que le hicieron, su puto hermano también debía ser arrestado por venderla —
(Aplausos)
— y acordaron que ella tenía derecho a una indemnización civil.

Lo que Sahar nos ha mostrado es que podemos atacar las malas prácticas existentes mediante el uso de las leyes en la forma que están destinadas a utilizarse, y mediante la protección de Sahar, nos estamos protegiendo a nosotros mismos.

Después de haber trabajado en Afganistán durante más de seis años, una gran parte de mi familia y amigos piensan que lo que hago es algo como esto.


(Risas)
Pero en toda su realidad, lo que hago se ve así.

Todos podemos hacer algo.

No digo que todos deberíamos comprar un boleto de avión e ir a Afganistán, sino que todos podemos contribuir a la economía mundial de los derechos humanos.

Podemos crear una cultura de transparencia y responsabilidad legal, y hacer que los gobiernos sean más responsables ante nosotros, como nosotros somos ante ellos.

Hace unos meses, un abogado sudafricano me visitó en mi oficina y me dijo: «Quería conocerla.

Quería ver como se ve una persona loca».

Las leyes son nuestras, y no importa cuál sea tu origen étnico, nacionalidad, género, raza, nos pertenecen, y la lucha por la justicia no es un acto de locura.

Las empresas también tienen que sumarse al programa.

Una inversión de las empresas en derechos humanos es una ganancia para sus negocios, y seas un empresario, una organización no gubernamental, o un ciudadano particular, el estado de derecho nos beneficia a todos.

Y al trabajar juntos con una mentalidad concertada, a través de la gente, del sector público y privado, podemos crear una economía mundial de los derechos humanos y convertimos todos en inversionistas globales en derechos humanos.

Y haciendo esto, podemos lograr justicia juntos.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/kimberley_motley_how_i_defend_the_rule_of_law/

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *