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Cómo dejar de ser «buenos» para empezar a ser mejores – Charla TED@BCG Toronto

Charla «Cómo dejar de ser «buenos» para empezar a ser mejores» de TED@BCG Toronto en español.

¿Y si tu apego a ser una «buena» persona te impide convertirte en una mejor persona? En esta accesible charla, la psicóloga social Dolly Chugh explica la confusa psicología del comportamiento ético, por ejemplo, por qué es difícil detectar tus prejuicios y reconocer los errores, y muestra cómo el camino para ser una mejor persona comienza aceptando tus propios errores. «En cualquier otro aspecto de nuestra vida nos damos espacio para crecer, excepto en esta, que es la que más importa», dice Chugh.

  • Autor/a de la charla: Dolly Chugh
  • Fecha de grabación: 2018-10-03
  • Fecha de publicación: 2018-11-01
  • Duración de «Cómo dejar de ser «buenos» para empezar a ser mejores»: 708 segundos

 

Traducción de «Cómo dejar de ser «buenos» para empezar a ser mejores» en español.

El otro día, una amiga mía iba en taxi al aeropuerto y en el camino hablaba con el conductor, y él le dijo, con total sinceridad: «Se nota que Ud.

es realmente una buena persona».

Luego, cuando me contó esta historia, me dijo que no podía creer lo bien que eso la hizo sentir, que significó mucho para ella.

Puede parecer una reacción fuerte de mi amiga ante las palabras de un completo extraño, pero no es la única.

Soy científica social.

Estudio la psicología de la gente buena, y la investigación en mi campo dice que a muchos nos importa sentirnos buenas personas y ser vistos como buenas personas.

Bien, tu definición de «buena persona» y tu definición de «buena persona» y tal vez la definición del taxista de «buena persona», puede que no todos tengamos la misma definición, pero cualquiera sea nuestra definición, esa identidad moral es importante para muchos de nosotros.

Si alguien la cuestiona, así como nos cuestionan por algún chiste, o tal vez porque decimos que la fuerza laboral es homogénea, o por los gastos de un negocio no confiable, entramos en zona roja defensiva la mayoría de las veces.

Quiero decir, a veces mencionamos todas las maneras en que ayudamos a personas de grupos marginados, o que hacemos donaciones benéficas, o que hacemos voluntariado en organizaciones sin fines de lucro.

Trabajamos para mantener esa identidad de buena persona.

Es importante para muchos de nosotros.

¿Qué sucede si les digo esto?

¿Y si les digo que nuestro apego a ser buenas personas se interpone en el camino para que seamos mejores personas?

¿Y si les digo que nuestra definición de «buena persona» es tan limitada que es científicamente imposible cumplir?

¿Y si les digo que el camino hacia ser una persona mejor comienza dejando ser una buena persona?

Déjenme contarles un poco de la investigación sobre cómo funciona la mente humana para poder explicar esto.

El cerebro depende de atajos para hacer gran parte de su trabajo.

Eso significa que la mayoría de las veces, los procesos mentales ocurren sin que nos demos cuenta, como en modo de batería baja, o de bajo consumo, rondando en la mente.

De hecho, esa es la hipótesis de la racionalidad limitada.

La racionalidad limitada es la idea ganadora del Premio Nobel de que la mente humana tiene recursos limitados de almacenamiento, un poder de procesamiento limitado y, como resultado, depende de atajos para hacer la mayor parte de su trabajo.

Por ejemplo, algunos científicos estiman que en cualquier momento determinado…

Mejor si chasqueo,

¿no?

Así.


(Risas)
En cualquier momento determinado, 11 millones de datos vienen a tu mente.

Once millones.

Y solo 40 se procesan conscientemente.

Son 11 millones, y 40.

¿Alguna vez les pasó esto?

¿Alguna vez tuvieron un día muy ocupado en el trabajo, y condujeron a casa, y cuando llegaron a la puerta se dieron cuenta de que no se acuerdan del viaje a casa?

Si los semáforos estaban verdes o rojos, ni siquiera recuerdan.

Estaban en piloto automático.

¿O abrieron alguna vez la heladera, buscaron la manteca, juraron que no había manteca y luego se dieron cuenta de que la manteca estuvo siempre en frente suyo?

Estos son los momentos en que decimos «uy» y nos hacen reír, y esto es lo que sucede en un cerebro que puede manejar 11 millones de datos y procesa conscientemente solo 40.

Esa es la parte limitada de la racionalidad limitada.

Este trabajo sobre racionalidad limitada es lo que inspiró el trabajo que hice con mis colaboradores Max Bazerman y Mahzarin Banaji, sobre lo que llamamos ética limitada.

Es la misma hipótesis que la racionalidad limitada, según la cual nuestra mente está limitada de alguna manera y depende de atajos, y esos atajos a veces nos llevan a equivocarnos.

La racionalidad limitada tal vez afecta el cereal que compramos en la tienda, o el producto que lanzamos en la sala de juntas.

Con la ética limitada, la mente humana, la misma mente humana toma decisiones, por ejemplo, a quién contratar, o qué chiste contar o esa decisión del negocio no confiable.

Déjenme darles un ejemplo sobre la ética limitada en funcionamiento.

El prejuicio inconsciente es un lugar donde vemos los efectos de la ética limitada.

El prejuicio inconsciente se refiere a las conexiones que hay en nuestra mente, los atajos que el cerebro usa para organizar información, probablemente sin que nos demos cuenta, y no necesariamente alineadas con los pensamientos conscientes.

Los investigadores Nosek, Banaji y Greenwald analizaron información de millones de personas y lo que encontraron es, por ejemplo, que la mayoría de estadounidenses blancos pueden relacionar más rápida y fácilmente a la gente blanca con cosas buenas, que a la gente negra con cosas buenas.

Y la mayoría de hombres y mujeres pueden relacionar más rápida y fácilmente a los hombres con la ciencia que a las mujeres con la ciencia.

Y estas relaciones no necesariamente se alinean con lo que la gente piensa conscientemente.

De hecho, pueden tener opiniones muy igualitarias.

A veces esos 11 millones y esos 40 tan solo no se alinean.

Aquí tenemos otro ejemplo: los conflictos de interés.

Tendemos a subestimar cuánto un pequeño regalo, imaginen un bolígrafo o una cena, cuánto ese pequeño regalo puede afectar nuestra toma de decisiones.

No nos damos cuenta de que nuestra mente inconscientemente alinea evidencia para respaldar el punto de vista de quien hace el regalo, sin importar cuán conscientemente tratemos de ser objetivos y profesionales.

También vemos la ética limitada, en que, a pesar de nuestro apego a ser buenas personas, aún cometemos errores, y cometemos errores que a veces lastiman a otros, que a veces llevan a injusticias, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, y justificamos nuestros errores en vez de aprender de ellos.

Por ejemplo, cuando recibí un correo de una estudiante en mi clase para decirme que una lectura que asigné, una lectura que he asignado por años, era sexista.

O cuando confundí a dos estudiantes en mi clase, de la misma raza, que no se parecían en nada, y los confundí más de una vez, en frente de todos.

Este tipo de errores nos mandan…

o me mandan a mí, a la zona roja defensiva.

Nos dejan luchando por esa identidad de buena persona.

Pero el trabajo más reciente que hice sobre la ética limitada con Mary Kern dice que no solo tendemos a cometer errores, sino que esa tendencia depende de cuán cerca estamos de esa zona roja.

La mayoría del tiempo nadie cuestiona nuestra identidad de buena persona y no pensamos mucho sobre las implicaciones éticas de nuestras decisiones, y nuestro modelo demuestra que vamos cayendo en una espiral donde nuestro comportamiento ético suele ser cada vez menor.

Por otra parte, alguien puede cuestionar tu identidad o, después de reflexionar, podemos cuestionarnos a nosotros mismos.

Las implicaciones éticas de nuestras decisiones se vuelven prominentes, y en esos casos, tendemos a comportarnos como buenas personas o, para ser más precisa, a comportarnos de un modo que nos haga sentir buenas personas, que no siempre es lo mismo, por supuesto.

La idea de la ética limitada es que tal vez sobreestimamos la importancia que nuestra brújula interna tiene en nuestras decisiones éticas.

Tal vez sobreestimamos hasta qué punto el egoísmo maneja nuestras decisiones, y tal vez no notamos cuánto nuestra visión de lo que es una buena persona afecta nuestro comportamiento, que, de hecho, nos esforzamos tanto en proteger esa identidad buena para alejarnos de esa zona roja que en realidad no nos damos espacio para aprender de nuestros errores y ser mejores personas.

Tal vez es porque esperamos que sea fácil.

Tenemos esa definición de buena persona, que es una de dos.

O eres una buena persona, o no lo eres.

O tienes integridad, o no la tienes.

O eres racista, sexista u homfoóbico, o no lo eres.

Y en esa definición binaria no hay lugar para crecer.

Por cierto, esto no es lo que hacemos la mayor parte de nuestra vida.

Es decir, si necesitas aprender contabilidad tomas una clase de contabilidad.

O si te conviertes en padre o madre, tomas un libro y lees sobre el tema.

Hablamos con expertos, aprendemos de nuestros errores, actualizamos nuestro conocimiento, seguimos mejorando.

Pero cuando se trata de ser una buena persona, pensamos que es algo que simplemente debemos saber, simplemente debemos hacerlo, sin el beneficio del esfuerzo o el crecimiento.

Estuve pensando

¿y si nos olvidáramos de ser buenas personas, si lo dejáramos ir, y en vez de eso levantamos la vara, la vara de lo que es una persona moderadamente buena?

Una persona moderadamente buena aún comete errores.

Como persona moderadamente buena, lo hago todo el tiempo, pero trato de aprender de ellos, de hacerme cargo de esos errores.

Los espero y voy tras ellos.

Entiendo que hay un precio por estos errores.

Cuando se trata de temas como la ética, el prejuicio, la diversidad y la inclusión hay costos reales para personas reales, y lo acepto.

De hecho, como persona moderadamente buena me vuelvo mejor al reconocer mis propios errores.

No espero que la gente los señale.

Practico para encontrarlos, y como resultado…

claro, a veces puede ser vergonzoso, puede ser incómodo.

Nos ponemos a veces en un lugar vulnerable.

Pero a través de toda esa vulnerabilidad, como en cualquier otra cosa en la que intentamos mejorar, vemos progreso, vemos crecimiento.

Nos permitimos ser mejores.

¿Por qué no nos permitiríamos eso?

En cualquier otro aspecto de nuestra vida, nos damos lugar para crecer, excepto en este, que es donde más importa.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/dolly_chugh_how_to_let_go_of_being_a_good_person_and_become_a_better_person/

 

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