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Charla «Cómo el aislamiento estimula la adicción a los opioides» de TEDxMidAtlantic en español.
¿Qué tienen en común el síndrome de Tourette, la adicción a la heroína y la obsesión con las redes sociales? Todas convergen en un área del cerebro llamada el cuerpo estriado, dice la neurocientífica Rachel Wurzman. Y este descubrimiento crítico podría cambiar nuestra perspectiva sobre la crisis de opioides. Al compartir detalles de su investigación, Wurzman muestra como el aislamiento social influye en las tasas de recaídas y las sobredosis y revela como la conexión humana podría ser una fuente de recuperación potencialmente poderosa.
- Autor/a de la charla: Rachel Wurzman
- Fecha de grabación: 2017-10-27
- Fecha de publicación: 2018-10-29
- Duración de «Cómo el aislamiento estimula la adicción a los opioides»: 1111 segundos
Traducción de «Cómo el aislamiento estimula la adicción a los opioides» en español.
¿Qué significa ser normal?
¿Y qué significa estar enfermo?
Me he preguntado esto desde que tenía siete años, cuando me diagnosticaron síndrome de Tourette.
Es un trastorno neurológico que se caracteriza por movimientos repetitivos involuntarios llamados tics.
Los tics son técnicamente involuntarios, ya que ocurren sin atención consciente o intención de mi parte.
Pero hay algo curioso acerca de cómo experimento los tics.
Los siento más como accidentales que involuntarios, porque aún siento que soy yo la que mueve el hombro y no una fuerza externa.
Además, siento esta sensación incómoda llamada impulso premonitorio justo antes de un tic y particularmente cuando intento resistirlos.
Imagino que la mayoría de Uds.
entienden lo que les digo, pero si no tienen este síndrome, pensarán que no pueden identificarse.
Pero apuesto a que pueden.
Hagamos un pequeño experimento y veamos si puedo darles una muestra de lo que yo experimento.
¿Preparados?
No pestañeen.
En serio, no pestañeen.
Además de la sequedad,
¿qué sienten?
¿Presión fantasma?
¿Cosquilleo en los párpados?
¿Una necesidad?
¿Están conteniendo la respiración?
(Risas)
¡Ajá!
(Risas)
Algo así es como se sienten los tics.
Neurológicamente hablando, los tics y pestañear no son lo mismo.
Pero el punto es que no tienen que tener el síndrome de Tourette para sentirse identificados con mis impulsos premonitorios, porque su cerebro puede darles experiencias y sentimientos similares.
Ahora pasemos del qué significa ser normal versus estar enfermo a qué significa que la mayoría de nosotros somos normales y estamos enfermos.
Porque en el análisis final, todos somos humanos cuyos cerebros proveen un espectro de experiencias.
Y todo en ese espectro de experiencias humanas es producido por sistemas cerebrales que asumen un espectro de diferentes estados.
De nuevo,
¿qué significa ser normal y qué significa estar enfermo, cuando la enfermedad existe en el extremo de un espectro de lo normal?
Como investigadora que estudia las diferencias en cómo los cerebros de los individuos se conectan y como persona con síndrome de Tourette y otros diagnósticos, siempre me han fascinado las fallas en la autorregulación en los espectros de las conductas impulsivas y compulsivas.
Porque gran parte de mi propia experiencia con mi cuerpo y mi comportamiento existen en ese plano.
Así que con la atención en la crisis de opioides, últimamente me pregunto:
¿En qué parte del espectro de conductas involuntarias situamos al abuso de analgésicos o de heroína?
Sabemos que la crisis de opioides y epidemias están fuera de control.
91 personas mueren por día en este país por sobredosis.
Entre el 2002 y el 2015, el número de muertes por heroína aumentó en un factor de seis.
Algo en la forma en que tratamos la adicción no está dando resultado, al menos no para todos.
Es un hecho que las personas que sufren de adicción han perdido la voluntad propia en lo que respecta a su comportamiento con las drogas, el alcohol, la comida y otras conductas que estimulan el sistema de recompensa.
Esta adicción es una enfermedad con base en el cerebro, es una realidad médica y neurobiológica.
Pero cómo nos relacionamos con la enfermedad, cómo nos relacionamos con el concepto cuando se trata de una adicción, hace una gran diferencia en cómo tratamos a las personas con adicciones.
Pensamos que casi todo lo que hacemos es enteramente voluntario.
Pero resulta que el estado del cerebro por defecto se parece más a un carro con el motor en espera que a uno estacionado.
Algunas de las cosas que creemos que decidimos hacer son en realidad cosas para las que estamos programados cuando se suelta los frenos.
¿Alguna vez han bromeado sobre tener el cerebro en piloto automático?
¿Adivinen qué?
Probablemente lo estaba.
¿Bien?
Y el piloto automático está en una estructura llamada cuerpo estriado.
Este detecta las condiciones emocionales y motores sensoriales y activa el comportamiento más reciente ejecutado bajo esas mismas condiciones.
¿Saben por qué me volví una neurocientífica?
Porque quería saber qué producía mis tics.
(Risas)
Gracias, gracias.
(Risas)
Había querido usarla frente a una audiencia por años.
(Aplausos)
En la universidad, estudié factores genéticos que orquestan el cableado al cuerpo estriado durante el desarrollo.
Y sí, esa fue mi antigua placa del carro.
(Risas)
Y para que conste, no le recomiendo a ningún estudiante de doctorado que usen su tesis como placa de carro, a menos que estén preparados para que sus experimentos no funcionen por 2 años.
(Risas)
Finalmente lo descubrí.
Mis experimentos exploraban cómo fallas de cableado en el cuerpo estriado se relaciona con conductas compulsivas.
No podemos resistirnos a aquellas conductas generadas por impulsos incómodos.
Me emocioné cuando mis ratones desarrollaron esta conducta compulsiva, en la que se frotaban la cara y parecía que no podían parar, a pesar de hacerse daño.
Bien, emocionada no es la palabra adecuada, de hecho me sentía mal por ellos.
Pensé que tenían tics, evidencia de error en el cableado del estriado.
Y eran compulsivos, Pero luego de más pruebas, resultó que estos ratones mostraban una aversión a interactuar y conocer a otros ratones desconocidos.
Esto nos resultó inusual, fue inesperado.
Los resultados mostraron que el cuerpo estriado, que está involucrado en los trastornos del espectro compulsivo, también está involucrado, no en las relaciones sociales humanas, sino en nuestra capacidad para relacionarnos.
Así que profundicé en un campo llamado neurociencia social.
Es un campo interdisciplinario más nuevo donde encontré informes que unían el cuerpo estriado no solo con anomalías sociales en ratones, sino también en las personas.
Resulta que la neuroquímica social en el cuerpo estriado está relacionada con cosas que probablemente ya han oído: como la oxitocina, que es la hormona que hace que los abrazos se sientan cálidos y cómodos.
También implica enviar señales a los receptores opioides.
En el cerebro, hay opioides que ocurren naturalmente que están profundamente vinculados a los procesos sociales.
Los experimentos con naloxona, que bloquea los receptores opioides, nos muestran que tan esencial es la señalización de los receptores opioides para la interacción social.
Cuando las personas reciben naloxona, ingrediente en Narcan, se revierte una sobredosis de opioides para salvar vidas.
Pero cuando se le administra a personas sanas, interfiere con su habilidad para sentirse conectados con personas que ya conocían y que les importaban.
La falta de la unión entre los receptores y los opioides hace que nos resulte difícil sentir los beneficios de la interacción social.
Para ser concisa, me deshice de ciertos detalles científicos, pero, en resumen, aquí estamos.
Los efectos de la desconexión social a través de los receptores opioides, los efectos de las drogas adictivas y los efectos de una neurotransmisión anormal en los movimientos involuntarios y conductas compulsivas convergen en el cuerpo estriado.
Y el cuerpo estriado y la señalización de opioides en él están profundamente relacionados con la soledad.
Cuando los receptores opioides no tienen suficiente señal, nos sentimos solos en una habitación llena de gente que queremos y que nos quiere.
Neurocientíficos sociales, como el Dr.
Cacioppo en la Universidad de Chicago, han descubierto que la soledad es muy peligrosa.
Predispone a las personas a espectros enteros de enfermedades físicas y mentales.
Piénsenlo así: cuando están muy hambrientos, cualquier comida sabe deliciosa,
¿no?
La soledad crea hambre en el cerebro, lo que neuroquímicamente, hipersensibiliza nuestro sistema de recompensa.
El aislamiento social actúa a través de receptores para que los opioides naturales y otros neurotransmisores sociales dejen al cuerpo estriado en un estado donde la respuesta a cosas que indiquen recompensas y placer sea completamente extrema.
En este estado de hipersensibilidad, nuestros cerebros indican una gran insatisfacción.
Nos ponemos inquietos e irritables y nos volvemos impulsivos.
Y ahí es cuando quiero que dejen los chocolates de Halloween del otro lado de la habitación porque me los comeré todos.
Lo haré.
Y esto trae otra cosa que hace que la desconexión social sea tan peligrosa.
Si no tenemos la habilidad de conectar socialmente, estamos tan desesperados por rebalancear nuestra neuroquímica social que buscamos cualquier forma de alivio.
Y si eso es analgésicos o heroína, será como un misil guiado a nuestro sistema de recompensa social.
¿Nos llama la atención que hoy en día la gente se vuelva adicta tan fácilmente?
El aislamiento social, discúlpenme, contribuye a las recaídas.
Los estudios han demostrado que las personas que evitan las recaídas son aquellas con relaciones sociales amplias y recíprocas donde pueden ayudarse el uno al otro, donde cumplen una función.
Ayudar a alguien permite conectar a las personas.
Así que, si no tenemos la habilidad de conectarnos auténticamente, nuestra sociedad cada vez carece más de esta habilidad y de experimentar cosas que son trascendentales y que nos superan.
Antes la obteníamos de un sentimiento de pertenencia en nuestras familias y comunidades.
Pero las comunidades están cambiando en todas partes.
Y la desintegración social y económica hacen que esto sea cada vez más difícil.
No soy la única que señala que las áreas del país con mayor dificultad económica, donde las personas sienten más desolación sobre el significado de su vida, también son los lugares donde más comunidades han sido afectadas por los opioides.
El aislamiento social actúa a través del sistema de recompensa del cerebro y hace que la situación sea realmente dolorosa.
Quizás es este dolor, esta soledad, este desaliento lo que nos está llevando a conectar con lo que sea que podamos.
Como la comida.
Como los aparatos electrónicos.
Y para muchos, con drogas como la heroína y el fentanilo.
Conozco a alguien que tuvo una sobredosis, y que fue revivida con Narcan, y estaba muy furiosa porque no la dejaban simplemente morir.
Piensen como se siente eso, ese estado de desesperanza.
Pero el cuerpo estriado también es una fuente de esperanza.
Porque nos da una pista de cómo traer de vuelta a las personas.
Recuerden que el cuerpo estriado es nuestro piloto automático, dirige las conductas según hábitos, y es posible recablear, reprogramar ese piloto automático, pero requiere neuroplasticidad.
La neuroplasticidad es la habilidad de los cerebros de reprogramarse y recablearse para que podamos aprender cosas nuevas.
Quizás escucharon el clásico adagio de la plasticidad: neuronas que se activan simultáneamente, refuerzan la sinapsis.
¿Cierto?
Necesitamos practicar conductas de conexión social en vez de conductas compulsivas cuando estamos solos, cuando se nos estimula a recordar nuestra droga.
Necesitamos disparos neuronales de experiencias repetidas para que el cuerpo estriado consiga la neuroplasticidad necesaria que le permite apagar el piloto automático del «ve a buscar heroína».
La convergencia de la neurociencia social, la adicción y los trastornos del espectro compulsivo en el cuerpo estriado sugieren que no se trata solo de enseñarle al cuerpo estriado mejores respuestas a los impulsos compulsivos.
Debemos reemplazar conductas compulsivas inducidas por drogas con impulsos sociales porque debemos rebalancear nuestro sistema de recompensa social neuroquímicamente.
Si esto no sucede, quedaremos en un estado de ansiedad.
Sin importar qué hagamos repetidamente además de nuestra droga.
Creo que la solución a la crisis de opioides es investigar cómo las intervenciones sociales y psicoespirituales puede actuar como neurotecnologías en circuitos que procesan recompensas sociales e inducidas por drogas.
Una posibilidad es crear y estudiar herramientas escalables para que las personas se conecten mediante un interés mutuo en la recuperación psicoespiritual.
Estas prácticas psicoespirituales comprenden personas juntándose por ser grandes fanáticos de una banda, grupos de parkour que comparten experiencias de vulnerabilidad y crecimiento personal y cosas más convencionales como encuentros de yoga recuperativo y reuniones que se centran en concepciones más tradicionales de experiencias espirituales.
No importa cuál sea, pero debe activar todos los sistemas de neurotransmisores en el cuerpo estriado que están involucrados en procesar la conexión social.
Las redes sociales no ayudan lo suficiente.
Las redes sociales no nos estimulan a compartir, sino a comparar.
Es la diferencia entre tener una conversación superficial y una conversación auténtica y profunda con contacto visual.
Y el estigma también nos separa.
Hay mucha evidencia que nos mantiene enfermos.
Y el estigma muchas veces facilita que los adictos conecten con otros adictos.
Pero los grupos de recuperación que buscan restablecer la conexión social podrían incluir a las personas que buscan recuperarse de un amplio grupo de enfermedades mentales.
El punto es que, cuando nos conectamos a través de algo que está roto, nos conectamos como seres humanos.
Nos sanamos de la autodestrucción compulsiva que fue la respuesta al dolor de la desconexión.
Al pensar en enfermedades neuropsiquiátricas como un espectro de fenómenos que es parte de lo que nos hace humanos, eliminamos la alteridad de las personas que luchan con la autodestrucción.
Eliminamos el estigma entre doctores, pacientes y cuidadores.
Devolvemos la pregunta de qué significa ser normal versus estar enfermo al espectro de la condición humana.
Y es en ese espectro donde todos podemos conectarnos y buscar sanar juntos todas nuestras luchas humanas.
Gracias por dejarme compartir.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/rachel_wurzman_how_isolation_fuels_opioid_addiction/