Saltar al contenido
Deberes escolares » Charlas educativas » Cómo el miedo dirige la política estadounidense – Charla TED2015

Cómo el miedo dirige la política estadounidense – Charla TED2015

Charla «Cómo el miedo dirige la política estadounidense» de TED2015 en español.

¿Parece como que Washington no tiene nuevas ideas? En lugar de mirar cómo construir el futuro, a veces parece que el estamento político estadounidense se refugia felizmente en el miedo y en la ignorancia voluntaria. El periodista David Rothkopf expone algunas de las principales cuestiones que el liderazgo de Estados Unidos omite abordar. Desde la ciberdelincuencia y la nueva tecnología que hacen temblar mundo, hasta la realidad de la guerra total moderna, el periodista David Rothkopf aboga por una nueva visión que deja al miedo a un lado.

  • Autor/a de la charla: David Rothkopf
  • Fecha de grabación: 2015-03-16
  • Fecha de publicación: 2015-09-14
  • Duración de «Cómo el miedo dirige la política estadounidense»: 1080 segundos

 

Traducción de «Cómo el miedo dirige la política estadounidense» en español.

Me gustaría hablarles un poco sobre el miedo y sobre el costo del miedo y sobre la edad del miedo de la que ahora estamos emergiendo.

Me gustaría que Uds.

se sientan cómodos mientras lo hago, haciéndoles saber lo que yo sé sobre el miedo y la ansiedad.

Soy un chico judío de New Jersey.


(Risas)
Podía preocuparme antes de poder caminar.


(Risas)
Por favor, aplaudan eso.


(Aplausos)
Gracias.

Pero también me crié en un momento en que había algo que temer.

Nos llevaron al salón de actos cuando yo era un niño pequeño para enseñarnos cómo ponernos los abrigos sobre la cabeza para protegernos de una guerra termonuclear global.

Incluso mi cerebro de 7 años, sabía que no funcionaría.

Pero también sabía que la guerra termonuclear global era algo para preocuparse.

Y, sin embargo, a pesar de haber vivido durante 50 años con la amenaza de una guerra semejante, la respuesta de nuestro gobierno y de nuestra sociedad fue hacer cosas maravillosas.

Creamos el programa espacial en respuesta a eso.

Construimos nuestro sistema de carreteras en respuesta a eso.

Creamos Internet en respuesta a eso.

Así que a veces el miedo puede producir una respuesta constructiva.

Pero a veces puede producir una respuesta no constructiva.

El 11 de septiembre de 2001, 19 chicos se hicieron con el control de cuatro aviones que los volaron atravesando un par de edificios.

Significaron una horrible pérdida.

No podemos minimizar lo que supuso.

Pero nuestra respuesta fue claramente desproporcionada, desproporcionada hasta alcanzar el punto del desquicio.

Reorganizamos el aparato de seguridad nacional de EE.

UU.

y de muchos gobiernos para afrontar una amenaza que, en el momento que se perpetraron esos ataques, era muy limitada.

De hecho, de acuerdo con nuestros servicios de inteligencia, el 11 de septiembre de 2001, había 100 miembros del núcleo de Al-Qaeda.

Había unos pocos miles de terroristas.

No planteban una amenaza existencial a nadie.

Pero reorganizamos todo nuestro aparato de seguridad nacional de la forma más radical desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Iniciamos dos guerras.

Gastamos billones de dólares.

Suspendimos nuestros valores.

Violamos el derecho internacional.

Nos acogimos a la tortura.

Nos acogimos a la idea de que si esos 19 chicos podían hacer esto, cualquiera podría hacerlo.

Y por lo tanto, por primera vez en la historia, íbamos a ver a todo el mundo como una amenaza.

¿Y cuál fue el resultado de eso?

Programas de vigilancia para correos electrónicos y llamadas telefónicas de países enteros, cientos de millones de personas, ignorando si esos países eran nuestros aliados, ignorando si era por nuestros intereses.

Yo diría, 15 años más tarde, que hoy en día hay más terroristas, más ataques terroristas, más víctimas del terrorismo —esto según el recuento del Departamento de Estado de EE.

UU.— ya que la región de la que emanan esos ataques es más inestable que en cualquier momento de su historia, desde el diluvio, tal vez, no hemos tenido éxito en nuestra respuesta.

Hay que preguntarse,

¿qué hicimos mal?

¿Qué hicimos?

¿Cuál fue el error cometido?

Se podría decir que, bien visto, Washington es un lugar disfuncional.

Hay disputas por la política alimentaria.

Hemos convertido nuestro discurso en un torneo.

Y eso es cierto.

Pero hay problemas más grandes, que esa disfunción, a pesar de que yo argumentaría que esa disfunción hace que sea imposible lograr algo en el país más rico y poderoso del mundo es mucho más peligrosa que lo que podría ser un grupo como ISIS, porque nos detiene en nuestro camino y nos impide el progreso.

Pero hay otros problemas.

Y los otros problemas surgen a raíz de que en Washington y en muchas capitales en este momento, estamos en una crisis de creatividad.

En Washington, en los grupos de reflexión, donde se supone que la gente piensa nuevas ideas, no hay nuevas ideas audaces, porque si se ofrece una nueva idea audaz, no solo uno es atacado en Twitter, sino que no conseguirá ser renovado en un trabajo en el gobierno.

Porque somos reactivos al veneno mayor del debate político, uno tiene gobiernos con una mentalidad de nosotros contra ellos, pequeños grupos de personas tomando decisiones.

Cuando se está en una sala con personas que toman decisiones,

¿qué se obtiene?

Se obtiene pensamiento grupal.

Todos tienen la misma visión, y cualquier opinión de fuera del grupo se ve como una amenaza.

Eso es un peligro.

También tenemos procesos que se vuelven reactivos a los ciclos de noticias.

Así, en las partes del gobierno de EE.

UU.

que prevén, que miran hacia adelante, y hacen estrategia, —las que en otros gobiernos sí lo hacen—, no lo hacen, porque están reaccionando al ciclo de noticias.

Y entonces, no miramos hacia el futuro.

En el 9/11 tuvimos una crisis porque buscábamos en el camino equivocado.

Hoy tenemos una crisis, debido, debido al 9/11, a que todavía buscamos en la dirección equivocada, y sabemos al ver las tendencias de transformación que son mucho más importantes que lo que vimos en el 9/11.

Mucho más importantes que la amenaza planteada por los terroristas; mucho más importantes aún que la inestabilidad que tenemos en algunas áreas del mundo atormentadas por la inestabilidad en la actualidad.

De hecho, las cosas que vemos en esas partes del mundo pueden ser síntomas.

Pueden ser una reacción a las tendencias más grandes.

Y si tratamos el síntoma e ignoramos la tendencia más grande, entonces tendremos problemas mucho más grandes que tratar.

¿Cuáles son esas tendencias?

Bueno, para un grupo como Uds., las tendencias son evidentes.

Estamos viviendo un momento en que la estructura misma de la sociedad humana se está retejiendo.

Si vieron la portada de The Economist hace un par de días, decía que el 80 % de las personas en el planeta, en el año 2020, tendrían un smartphone.

Tendrían una minicomputadora conectado a Internet en su bolsillo.

En la mayor parte de África, la tasa de uso de la telefonía celular es del 80 %.

Pasamos el punto en octubre pasado en que hay más dispositivos móviles, tarjetas SIM, en el mundo que gente.

Estamos a pocos años de un momento profundo de nuestra historia, cuando efectivamente cada ser humano en el planeta va a ser parte de un sistema hecho por el humano, por primera vez, capaz de tocar a cualquier persona —tocarlos para bien, tocarlos para mal—.

Y los cambios asociados a esto, están cambiando la naturaleza misma de todos los aspectos de gobierno y vida en el planeta en formas en que nuestros líderes deberían pensar, cuando piensan en estas amenazas inmediatas.

Por el lado de seguridad.

salimos de una Guerra Fría en la que era muy costoso librar una guerra nuclear, y por eso no la hicimos, a un período que yo llamo Guerra Cool, guerra cibernética, en que los costos del conflicto son tan bajos, que nunca se puede parar.

Podemos entrar en un período de guerra constante, y lo sabemos porque haber estado en ella durante varios años.

Sin embargo, no hay doctrinas básicas que nos guíen en este sentido.

No tenemos formuladas las ideas básicas.

Si alguien nos ataca con un ataque cibernético,

¿podemos responder con un ataque activo?

No sabemos.

Si alguien lanza un ataque cibernético,

¿cómo disuadirlos?

Cuando China lanzó ataques cibernéticos,

¿qué hizo el gobierno de EE.

UU.?

Se dijo, acusaremos a algunos de estos tipos chinos, que nunca puedan entrar a EE.

UU.

Nunca estarán en ningún lugar cerca de un oficial de la ley quien los aprenderá.

Es un gesto, no un elemento de disuasión.

Los operadores especiales del campo hoy en día descubren que los pequeños grupos de insurgentes con celulares acceden a las imágenes de satélite que antes solo tenían las superpotencias.

De hecho, si tienen un teléfono celular, tienen acceso al poder que una superpotencia no tenía, y habría estado clasificada hace 10 años.

En mi teléfono celular, tengo una aplicación que me dice dónde está cada avión en el mundo, su altitud y su velocidad, qué tipo de avión es, hacia dónde se dirige y dónde aterriza.

Existen aplicaciones que permiten saber lo que su adversario está a punto de hacer.

Se usan estas herramientas de formas nuevas.

Cuando un café en Sydney fue tomado por un terrorista, entró con un rifle…

y un iPad.

Y el arma era el iPad.

Porque él capturó a la gente, los aterrorizó, dirigió el iPad hacia ellos, hizo un video, lo puso en Internet, y dominó los medios del mundo.

Pero esto no solo afecta a la parte de seguridad.

Las relaciones entre las grandes potencias…

pensamos que habíamos pasado la era bipolar.

Pensamos que era ya un mundo unipolar, con los grandes temas ya resueltos.

¿Recuerdan?

El fin de la historia.

Pero no es así.

Vemos que nuestros supuestos básicos sobre Internet, que nos iba a conectar, unir a la sociedad, no son necesariamente ciertos.

En países como China, existe el Gran Cortafuegos de China.

Hay países que dicen no, si Internet pasa dentro de nuestras fronteras lo controlamos dentro de ellas.

Controlamos el contenido.

Controlaremos nuestra seguridad.

Vamos a controlar Internet.

Diremos lo que puede estar allí.

Pondremos un conjunto diferente de reglas.

Podrían pensar que eso es solo en China.

Pero no se trata solo de China.

Es China, India, Rusia, Arabia Saudita, Singapur, Brasil.

Tras el escándalo de la NSA, rusos, chinos, indios, brasileños, dijeron, crearemos una nueva red troncal de Internet, porque no podemos depender de este otro.

Y así, de repente,

¿qué hay?

Existe un nuevo mundo bipolar donde el ciberinternacionalismo, nuestra creencia, es desafiada por el cibernacionalismo, otra creencia.

Vemos estos cambios dondequiera que miremos.

Vemos la llegada del dinero móvil.

Sucede en lugares que no se pueden ni imaginar.

Sucede en Kenia y Tanzania, donde millones de personas sin acceso a servicios financieros realizan todos esos servicios con sus teléfonos.

Hay 2,5 millones de personas sin acceso a servicios financieros que los tendrán pronto.

Mil millones tendrán la posibilidad de acceder a ellos en su celular, pronto.

Esto no solo les posibilitará acceder a servicios bancarios, esto cambiará lo que es la política monetaria.

Cambiará lo que es el dinero.

La educación está cambiando de la misma manera.

La salud está cambiando también.

Cómo dan servicios los gobiernos está cambiando también.

Y, sin embargo, en Washington, estamos debatiendo si se debe llamar al grupo terrorista que se ha apoderado de Siria e Irak ISIS o ISIL o Estado islámico.

Estamos tratando de determinar lo que queremos dar en una negociación con los iraníes sobre un acuerdo nuclear que incorpora tecnologías de hace 50 años, cuando en realidad, sabemos que los iraníes nos hacen la guerra cibernética y lo ignoramos, en parte porque las empresas no están dispuestas a hablar de los ataques que se libran contra ellas.

Y eso nos lleva a otra disfunción que es fundamental, y a otra crisis que no podría ser más importante para un grupo como este, porque el crecimiento y la seguridad nacional real de EE.

UU.

y todo lo que impulsó el progreso, incluso durante la Guerra Fría, era una asociación público-privada entre la ciencia, la tecnología y el gobierno que comenzó con Thomas Jefferson sentado solo en su laboratorio inventando cosas nuevas.

Pero fueron los canales, los ferrocarriles y telégrafos; el radar e Internet.

Fue el Tang, la bebida del desayuno, —probablemente no el más importante de esos desarrollos—.

Pero existía una asociación y un diálogo, y el diálogo se ha roto.

Está roto porque en Washington, menos gobierno se considera más.

Está roto porque hay, lo crean o no, en Washington, una guerra contra la ciencia, a pesar del hecho de que en toda la historia humana, cada vez que alguien ha librado una guerra contra la ciencia, la ciencia ha ganado.


(Aplausos)
Pero tenemos un gobierno que no quiere escuchar, que no tiene la gente del más alto nivel que entiende esto.

En la era nuclear, cuando había gente en empleos de seguridad nacional de alto nivel, se esperaba poner peso en eso.

Se esperaba que supieran la jerga, el vocabulario.

Si van al más alto nivel del gobierno de EE.

UU.

ahora y dicen: «Háblenme de cibernética, de neurociencia, de las cosas que cambiarán el mundo de mañana», obtendrían una mirada en blanco.

Lo sé, porque cuando escribí este libro, hablé con 150 personas, muchos científicos y técnicos, que sentían como si se les confinaran a la mesa de los niños.

Entretanto, en el lado de la tecnología, tenemos mucha gente maravillosa que crea cosas maravillosas, que comienzan en garajes y no necesitaban del gobierno no quieren al gobierno.

Muchos de ellos tienen una visión política entre libertaria y anárquica: Déjenme respirar.

Pero el mundo se derrumba.

Repentinamente, habrá cambios regulatorios masivos y temas masivos asociados con el conflicto y temas masivos asociados con la seguridad y la privacidad.

Incluso hemos llegado a las siguientes cuestiones, que son cuestiones filosóficas.

Si uno no puede votar, si no tiene un empleo, si no tiene servicios financieros, ni atención sanitaria, si no se puede educar sin acceso a Internet,

¿es el acceso a Internet un derecho que debe incorporarse en las constituciones?

Si el acceso a Internet es un derecho fundamental,

¿es la electricidad para el 1200 millones sin acceso a ella un derecho fundamental?

Estas son cuestiones fundamentales.

¿Dónde están los filósofos?

¿Dónde está el diálogo?

Y eso me lleva a la razón por la que hoy estoy aquí.

Yo vivo en Washington.

Tengan piedad de mí.


(Risas)
El diálogo no está sucediendo allí.

Estos grandes temas que van a cambiar el mundo, la seguridad nacional, la economía, crearán esperanza, crearán amenazas, solo se pueden resolver cuando se reúnan grupos de personas que entienden de ciencia y tecnología con el gobierno.

Ambas partes se necesitan mutuamente.

Y si no reactivamos esta conexión, y no hacemos lo que ayudó a crecer a EE.

UU.

y a otros países, entonces creceremos cada vez de forma más vulnerable.

Los riesgos asociados con el 9/11 no se medirán en términos de vidas perdidas por ataques terroristas o edificios destruidos o miles de millones de dólares gastados.

Se medirán en función de los costos de no poner atención en temas críticos y nuestra incapacidad para reunir científicos, tecnólogos, líderes del gobierno, en un momento de transformación afín al comienzo del Renacimiento, afín al comienzo de la principal era transformacional que han sucedido en la Tierra, y empezar a encontrar las respuestas correctas, o por lo menos las preguntas correctas.

Aún no estamos allí, pero las discusiones como esta y grupos como Uds.

son los lugares para plantear esas preguntas.

Y por eso creo que grupos como TED, discusiones de este tipo en todo el planeta, son el lugar donde el futuro de la política exterior, la política económica, de la política social, de la filosofía, en última instancia, se llevarán a cabo.

Y por eso ha sido un placer dirigirme a Uds.

Muchas, muchas gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/david_rothkopf_how_fear_drives_american_politics/

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *