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Cómo el ruido humano afecta el hábitat océanico – Charla TEDxCERN

Charla «Cómo el ruido humano afecta el hábitat océanico» de TEDxCERN en español.

El mundo submarino no es silencioso. Es tan ruidoso como cualquier selva o bosque tropical pero el cambio climático está cambiando radicalmente este paisaje, por lo que el impacto de aquél sobre el planeta podría ser catastrófico.

La oceanógrafa Kate Stafford nos guía en las profundidades repletas de sonidos del océano Ártico donde el hielo chirría y las ballenas cantan para comunicarse entre sí a grandes distancias –, un espacio donde el cambio climático y el ruido provocado por el hombre impacta el entorno de manera que no comprendemos del todo. Aprende más acerca de la importancia de este paisaje sonoro subacuático y las razones de protegerlo.

  • Autor/a de la charla: Kate Stafford
  • Fecha de grabación: 2016-11-05
  • Fecha de publicación: 2017-05-12
  • Duración de «Cómo el ruido humano afecta el hábitat océanico»: 711 segundos

 

Traducción de «Cómo el ruido humano afecta el hábitat océanico» en español.

En 1956 un documental de Jacques Cousteau ganó la Palma de Oro y un Oscar.

La película se llamaba «Le Monde Du Silence», o «El mundo silencioso».

La premisa del título era que el mundo submarino era un mundo tranquilo.

Hoy sabemos, 60 años más tarde, que el mundo submarino no es nada silencioso.

Aunque los sonidos son inaudibles desde la superficie dependiendo de donde se esté y la época del año, el paisaje sonoro subacuático es tan ruidoso como cualquier selva o bosque tropical.

Los invertebrados como el camarón pistola, los peces o los mamíferos marinos, todos usan sonido.

Utilizan el sonido para estudiar su hábitat, para comunicarse, para navegar, para detectar depredadores y presas.

También usan el sonido como medio para detectar lo que pasa alrededor.

Tomemos, por ejemplo, el Ártico.

Se considera un lugar vasto e inhóspito, que a veces es descrito como un desierto, porque es tan frío, tan remoto y cubierto de hielo gran parte del año.

Y a pesar de ello, no hay otro lugar en la Tierra en el que preferiría estar, como en el Ártico, especialmente cuando los días se hacen más largos en la primavera.

Para mí al áÁrtico envuelve realmente esta desconexión entre lo que vemos en la superficie y lo que lo que pasa bajo el agua.

Se puede admirar el hielo, todo blanco y azul y frío, y no ver nada.

Pero si pudieramos oír bajo el agua, los sonidos que escucharíamos primero nos sorprenderían y después quedaríamos fascinados.

Y mientras no hay nada más que km de hielo, el oído nos diría que allí fuera hay ballenas boreales, belugas, morsas y focas barbudas.

El hielo también hace ruido.

Chirría, cruje, revienta y estalla al colisionar y rozar con el hielo, con la temperatura o las corrientes, o cuando los vientos cambian.

Y bajo todo este hielo marino, en pleno invierno, las ballenas boreales cantan.

Es algo inesperado porque nosotros, los humanos, tendemos a ser animales muy visuales.

Para la mayoría de nosotros, pero no todos, nos orientamos a través de nuestro sentido de la vista.

Para los mamíferos marinos subacuaticos donde las señales químicas y la luz se transmiten con dificultad, el oído es el sentido con el que ven.

El sonido se transmite muy bien en el agua, mucho mejor que en el aire.

Para que las señales se puedan escuchar a grandes distancias.

En el Ártico, esto es vital, porque los mamíferos marinos árticos no solo tienen que oírse entre sí, sino que también tienen que escuchar las señales que les rodean que pueden indicar la proximidad de bloques de hielo o mar abierto.

Recuerdan que aunque pasan la mayor parte de sus vidas bajo el agua, son mamíferos, por lo que tienen que subir a la superficie para respirar y para que puedan descifrar si hay hielo por delante o no lo hay, o escuchar los ecos que emite el hielo cercano.

Los mamíferos marinos árticos viven en un entorno subacuatico rico y variado.

Con la primavera llega una cacofonía de sonidos: (Silbidos y cantos de mamíferos marinos) Pero cuando el hielo se congela y no hay grandes cambios de temperatura o de corrientes, el Ártico submarino tiene uno de los niveles de ruido ambiental más bajos de todos los océanos del mundo.

Pero esto está cambiando y se debe principalmente a la disminución de la capa de hielo marítimo y consecuencia directa de las emisión humana de gases de efecto invernadero.

En efecto, a través del cambio climático estamos experimentando de manera incontrolable con nuestro planeta.

En los últimos 30 años, hubo una disminución de la capa de hielo marino en varias zonas árticas a lo largo de solo seis semanas a cuatro meses.

A esta disminución se le llama a veces la extensión de la estación de aguas abiertas, la época del año cuando el Ártico es navegable.

Y no solo está cambiando la extensión del hielo, sino su edad y la anchura también.

Ahora, a lo mejor habrán escuchado que una disminución en esta capa está causando una pérdida de hábitat para animales que dependen de este hielo como las focas de las banquisas, las morsas o los osos polares.

Esta pérdida también causa mucha erosión en las zonas costeras y provoca la ausencia de presas para aves marinas y mamíferos.

El cambio climático y la disminución del hielo marítimo también están alterando el paisaje sonoro subacuático del Ártico.

¿A qué me refiero con paisaje sonoro? Los que nos ganamos la vida escuchando lo que pasa en el océano usamos instrumentos llamados hidrófonos, que son unos micrófonos subacuáticos, y grabamos el ruido ambiental el sonido del entorno.

Y este paisaje sonoro describe los diferentes contribuyentes a este campo sonoro.

Lo que escuchamos con nuestros hidrófonos son los mismísimos sonidos del cambio climático.

Vienen desde tres frentes: desde el aire, el agua y la tierra.

Primero: el aire.

El aire crea ondas en la superficie.

Estas ondas producen burbujas; las burbujas se rompen, y cuando lo hacen, hacen ruido.

Y este ruido es como un siseo o una interferencia de fondo.

Cuando el Ártico está cubierto de hielo, la mayor parte del ruido del viento no penetra en la masa del agua porque el hielo actúa como amortiguador entre la atmósfera y el agua.

Esta es una de las razones por la que el Ártico tiene un nivel de ruido ambiental muy bajo.

Pero debido a la reducción de la capa de hielo marina ahora el Ártico no solo está expuesto a este ruido de las olas, sino que el número de tormentas y su intensidad han aumentando en el Ártico.

Lo que aumenta los niveles de ruido en un océano previamente tranquilo.

Segundo: el agua.

Con menos hielo marino de temporada, las especies sub-árticas se desplazan hacia el norte y aprovechan el nuevo hábitat creado en el mar abierto.

Las ballenas árticas, como las boreales, no tienen aleta dorsal porque han evolucionado para vivir y nadar en aguas cubiertas de hielo y tener una protuberancia en la espalda no es algo propicio a la migración a través del hielo y puede, de hecho, excluir a algunos animales.

Pero ahora, en todas partes donde hemos investigado, oímos los sonidos de las rorcuales, las yubartas y las orcas, más al norte, y más y más tarde durante la temporada.

En esencia, somos testigos de la invasión del Ártico por especies subárticas, Y no sabemos lo que esto significa.

¿Los animales árticos subárticos competirán por la comida? ¿Introducirán estas especies subárticas enfermedades o parásitos en el Ártico? ¿Qué efectos tendrán los nuevos sonidos que producen en el paisaje sonoro subacuático? Y tercero: la tierra.

Y por tierra me refiero a la gente.

Mayor extensión de mar abierto significa mayor uso humano del Ártico.

Justo el verano pasado, un enorme crucero navegó por el Paso del Noroeste, la ruta una vez-mítica entre Europa y el Pacífico.

La disminución del hielo marino permite al humano ocupar más el Ártico.

Ha permitido aumentar la exploración y extracción de petróleo y gas, el potencial para el transporte comercial, así como el aumento del turismo.

Y ahora sabemos que el ruido del barco aumenta los niveles de hormonas de estrés en las ballenas y puede alterar los patrones de alimentación.

Las pistolas de aire, que producen estruendos de baja frecuencia cada 10-20 segundos, cambian el comportamiento natatorio y vocal de las ballenas.

Y todas estas fuentes de ruido están disminuyendo el espacio acústico a través del cual los mamíferos marinos del Ártico pueden comunicarse.

Los mamíferos marinos árticos están acostumbrados a niveles muy altos de ruido en ciertas épocas del año.

Pero esto proviene principalmente de otros animales o del hielo marino, son los sonidos con los que han evolucionado y que son vitales a su propia supervivencia.

Estos nuevos sonidos son elevados y extraños.

Podrían impactar el medio ambiente de maneras que creemos entender, pero también de maneras desconocidas.

Recuerden, el oído es el sentido más importante para estos animales; y no solo el hábitat físico del Ártico está cambiando rápidamente sino que el hábitat acústico también.

Es como si sacáramos a estos animales de una zona rural tranquila y dejarlas en una gran ciudad en plena hora pico.

Sin escapatoria.

Entonces, ¿qué podemos hacer ahora? No podemos disminuir la velocidad del viento, ni impedir que los animales subárticos migren al norte, pero podemos trabajar en soluciones locales como reducir el ruido subacuático causado por el humano.

Una de estas soluciones es reducir la velocidad de los buques que atraviesan el Ártico, porque un barco más lento es un barco más tranquilo.

Podemos restringir el acceso en temporadas y regiones que son importantes para el apareamiento, la alimentación o las migraciones.

Podemos encontrar soluciones más inteligentes para hacer barcos más silenciosos, y encontrar mejores formas de explorar el fondo oceánico.

Y la buena noticia es que hay personas trabajando en esto ahora mismo.

Pero en última instancia, nosotros, los humanos, tenemos que hacer el trabajo duro de invertir o por lo menos reducir los cambios atmosféricos causados por humanos.

Así que, volvamos a esta idea de un mundo marino silencioso.

Es muy posible que muchas de las ballenas que hoy nadan en el Ártico, especialmente especies muy longevas como las ballenas boreales de las que los inuit dicen que pueden vivir dos vidas humanas…

Sean las mismas ballenas que estaban vivas en 1956 cuando Jacques Cousteau hizo su película.

Y en retrospectiva, si tenemos en cuenta el ruido que provocamos hoy en los océanos, tal vez era realmente un «mundo silencioso».

Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/kate_stafford_how_human_noise_affects_ocean_habitats/

 

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