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Charla «Cómo enseño a los alumnos a amar la ciencia» de TED Fellows Retreat 2015 en español.
En la escuela Harbour de Hong Kong, Cesar Harada enseña ciudadanía e invención a la siguiente generación de ambientalistas. Cambió su aula por una gran instalación industrial para que los niños con imaginación trabajen con la madera, el metal, la química, la biología, la óptica y, ocasionalmente, herramientas eléctricas para crear soluciones a las amenazas que enfrentan los océanos del mundo. Allí enseña lo que aprendió de sus padres cuando era todavía un niño: «Puedes ensuciarlo todo, pero después tienes que limpiarlo».
- Autor/a de la charla: Cesar Harada
- Fecha de grabación: 2015-08-26
- Fecha de publicación: 2015-10-27
- Duración de «Cómo enseño a los alumnos a amar la ciencia»: 588 segundos
Traducción de «Cómo enseño a los alumnos a amar la ciencia» en español.
De niño, mis padres me decían: «Puedes ensuciarlo todo, pero después tienes que limpiarlo».
La libertad implica responsabilidad.
Pero mi imaginación me llevaba a todos estos lugares maravillosos, donde todo era posible.
Así que crecí en una burbuja de inocencia o una burbuja de ignorancia debo decir, porque los adultos nos mentían para protegernos de la horrible verdad.
Al hacerme mayor, me enteré de que los adultos también ensucian y de que no son muy buenos para limpiar los líos de otros.
El tiempo pasó, ahora soy adulto y enseño ciudadanía e invención en la escuela Harbour de Hong Kong.
No hay que esperar mucho para que mis alumnos al caminar por la playa tropiecen con montones de basura.
Así que como buenos ciudadanos, limpiamos las playas, y no, no está bebiendo alcohol, y si lo está, yo no se lo di.
(Risas)
Es triste decirlo, pero hoy más del 80 % de los océanos contienen plástico.
Es algo espeluznante.
Y en las últimas décadas, hemos estado saliendo con estos grandes buques y redes, a recolectar esos trozos de plástico para estudiarlos bajo el microscopio, y los clasificamos y recopilamos esta información en un mapa.
Pero dura una eternidad y es muy caro y también es muy arriesgado usar esos botes enormes.
Así que junto con mis estudiantes, con edades de 6 a 15 años, soñamos con inventar una manera mejor.
Hemos transformado nuestra diminuta aula en Hong Kong en un taller.
Empezamos a construir esta mesita de trabajo con altura ajustable para que los niños muy bajitos también puedan participar.
Y les diré, los niños que manipulan herramientas eléctricas se sienten genial y seguros.
(Risas)
No exactamente.
Volvamos al plástico.
Recolectamos el plástico y lo reducimos al tamaño que lo encontramos en el océano, que es muy pequeño, debido a su fragmentación.
Eso hacemos.
Lo dejo a la imaginación de mis alumnos.
Mi trabajo es tratar de tomar las mejores ideas de cada niño y tratar de combinarlas en algo que esperamos que funcione.
Decidimos que en lugar de recolectar trozos de plástico, solo recolectaremos información.
Mediante el uso de un robot, tomamos una imagen de este plástico…
los niños se emocionan mucho con los robots.
Después creamos rápidamente lo que llamamos «un prototipo».
Somos tan rápidos en la creación de prototipos que terminamos antes de almorzar.
(Risas)
Y transformamos lámparas y cámaras web en accesorios y lo ensamblamos en un robot flotante que se moverá lentamente por el agua y por el plástico que tenemos ahí, y esta es la imagen capturada por el robot.
Vemos los trozos de plástico flotando lentamente a través del sensor mientras que la computadora de a bordo procesará esta imagen y medirá el tamaño de cada partícula, para obtener una estimación aproximada de la cantidad de plástico en el agua.
Documentamos este invento paso a paso en un sitio web para inventores llamado «Instructables», con la esperanza de que alguien lo mejore aún más.
Lo genial en este proyecto es que los estudiantes vieron un problema local, y pum, están tratando de solucionarlo de inmediato.
[Puedo investigar mi problema local] Pero mis alumnos en Hong Kong son niños muy bien informados.
Ven las noticias, consultan Internet, y se toparon con esta imagen: un niño, quizá menor de 10 años, limpiando un derrame de petróleo, solo usando las manos, en Sundarbans, la selva manglar más grande del mundo en Bangladesh.
Se quedaron muy sorprendidos porque esta es el agua que beben, es el agua en la que se bañan, el agua donde pescan, el lugar donde viven.
Pueden ver también que el agua es marrón, el barro y el petróleo también son de color marrón y cuando todo se mezcla, es muy difícil ver qué hay en el agua.
Pero existe una tecnología simple llamada espectrometría, que permite que se vea lo que hay en el agua.
Construimos un primer prototipo de un espectrómetro que puede alumbrar a través de toda clase de sustancias que producen espectros diferentes, lo que puede ayudar a identificar lo que hay en el agua.
Equipamos este prototipo con un sensor y lo mandamos a Bangladesh.
Lo genial de este proyecto es que más allá de resolver un problema local, o de analizar un problema local, mis alumnos usaron su empatía y su sentido de la creatividad para ayudar de forma remota a otros niños.
[Puedo investigar un problema a distancia] Me vi obligado a hacer un segundo experimento, y quise ir un poco más lejos, quizás abordar un problema más difícil, y también más cercano a mí.
Soy mitad japonés y mitad francés y quizá recuerden, que en 2011, hubo un terremoto devastador en Japón.
Fue tan violento que desencadenó varias olas gigantes, llamadas tsunamis, y esos tsunamis destruyeron varias ciudades en la costa este de Japón.
Más de 14 000 personas murieron en un instante.
También dañó la planta de energía nuclear de Fukushima, una central nuclear cercana al agua.
Y hoy, según los informes un promedio de 300 toneladas aún se están filtrando de la planta nuclear en el océano Pacífico.
Hoy, todo el Océano Pacífico tiene trazas de contaminación por cesio-137.
Si vamos a la costa oeste, podemos medir la radiación de Fukushima en todas partes.
Pero si nos fijamos en el mapa, parece que la mayor parte de la radiación desapareció de la costa japonesa, y la mayoría, de momento, tiene aspecto seguro, es azul.
Bueno, la realidad es un poco más complicada que eso.
He vuelto a Fukushima cada año desde el accidente e investigo de manera independiente con otros científicos, la tierra, el río, y esta vez quisimos llevar a los niños.
Por supuesto no los llevamos, los padres no lo permitieron.
(Risas)
Pero cada noche informamos al centro de control…
aquí se ve el uso de máscaras diferentes.
Podría parecer que no tomaron el trabajo seriamente, pero sí lo hicieron porque van a tener que vivir con la radioactividad toda su vida.
Junto con ellos discutimos los datos recopilados ese día y hablamos de lo que íbamos a hacer después, las estrategias, el itinerario, etc.
Y para hacer esto, creamos un mapa topográfico rudimentario de la región alrededor de la planta de energía nuclear.
Creamos el mapa de elevación, introdujimos pigmentos para representar datos en tiempo real de la radiactividad, y rociamos agua para simular la lluvia.
Con esto pudimos notar que el polvo radioactivo se filtraba desde la cima de la montaña hacia el sistema ribereño y desembocaba en el océano.
Era una estimación aproximada.
Pero con base en esto organizamos una expedición civil, la más cercana a la central nuclear hasta la fecha.
Nos acercamos hasta 1,5 km de la central nuclear, y con la ayuda de pescadores de la zona fuimos recolectando sedimentos del lecho marino con un rastreador de sedimento a medida que nosotros inventamos y construimos.
Colectamos el sedimento en bolsas pequeñas y luego mandamos cientos de bolsas pequeñas a diferentes universidades, y elaboramos un mapa de la radioactividad del fondo marino, especialmente en estuarios donde se reproducen los peces, y espero que hayamos mejorado la seguridad de los pescadores locales y de su sushi favorito.
(Risas)
Aquí vemos una progresión: hemos ido de un problema local a un problema remoto, a un problema global.
y ha sido muy emocionante trabajar en estas escalas diferentes, también con tecnologías de código abierto y muy simples.
Pero al mismo tiempo, ha sido cada vez más frustrante porque solo hemos estado empezando a medir el daño que hemos hecho.
Ni siquiera hemos empezado a tratar de resolver los problemas.
Me pregunto si deberíamos dar el salto y tratar de inventar mejores maneras de hacer todas estas cosas.
Así que el aula se volvió un tanto pequeña por lo tanto, encontramos una instalación industrial en Hong Kong y la convertimos en el espacio más grande dedicado al impacto social y ambiental.
Está en el centro de Hong Kong y es un lugar donde podemos trabajar con madera, metal, química, un poco de biología, de óptica, básicamente, se puede construir casi de todo allí.
También es un lugar donde los adultos y los niños pueden jugar juntos.
Es un lugar donde los sueños de los niños pueden volverse realidad con la ayuda de adultos, y donde los adultos pueden ser niños otra vez.
¡Estudiantes: aceleración! ¡Aceleración! Cesar Harada: Preguntamos cosas como:
¿podemos inventar el futuro de la movilidad con energía renovable?
Por ejemplo.
O bien,
¿podemos ayudar en la movilidad de la población de edad avanzada transformando sus sillas de ruedas estándar en nuevos vehículos eléctricos?
El plástico, el petróleo y la radioactividad son legados terribles, pero el peor legado que podemos dejar a nuestros niños son las mentiras.
Ya no podemos permitirnos proteger a los niños de la horrible verdad porque necesitamos su imaginación para inventar las soluciones.
Así que, ciudadanos científicos, creadores, soñadores, debemos preparar a la siguiente generación para que se preocupe por el ambiente y la gente, y para que realmente pueda hacer algo al respecto.
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/cesar_harada_how_i_teach_kids_to_love_science/