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Cómo las mujeres están revolucionando Ruanda – Charla TEDWomen 2019

Charla «Cómo las mujeres están revolucionando Ruanda» de TEDWomen 2019 en español.

En 1996, Agnes Binagwaho regresó a su Ruanda natal después del genocidio. Sintió la tentación de irse en medio de tanta devastación desoladora, pero las mujeres de su comunidad la motivaron a quedarse y a ayudar a reconstruir el país, lo cual le dio grandes satisfacciones. En esta inspiradora charla, Binagwaho reflexiona sobre su tarea como exministra de salud en Ruanda y explica su nueva iniciativa educativa para las mujeres en el país. Esta iniciativa apunta a crear uno de los más grandes niveles de igualdad de género en el mundo.

  • Autor/a de la charla: Agnes Binagwaho
  • Fecha de grabación: 2019-12-04
  • Fecha de publicación: 2020-03-06
  • Duración de «Cómo las mujeres están revolucionando Ruanda»: 723 segundos

 

Traducción de «Cómo las mujeres están revolucionando Ruanda» en español.

Regresé a mi Ruanda natal dos años después del genocidio de los tutsis ocurrido en 1994.

El país quedó devastado.

Los niños que yo atendía en los hospitales morían de enfermedades curables porque no teníamos equipamiento ni remedios para salvarlos.

Tuve la tentación de hacer mis maletas y huir.

Pero me debatí conmigo misma.

Y como estoy profundamente comprometida con la justicia social y la igualdad, además de que había solo cinco pediatras en total para atender a millones de niños en Ruanda, decidí quedarme.

Pero entre las personas que influyeron en la decisión de quedarme, había un grupo de mujeres ruandesas, mujeres que habían vivido el genocidio y sobrevivieron.

Ellas tuvieron que superar dolores y sufrimientos inimaginables.

Algunas criaban hijos concebidos por violación.

Otras morían lentamente por VIH y perdonaron a sus agresores, que las contagiaban adrede usando el VIH y la violación como armas.

Esas mujeres fueron mi inspiración.

Si ellas son capaces de algo así, entonces me quedo y doy lo mejor de mí.

Esas mujeres eran verdaderas activistas de la paz y la reconciliación.

Nos muestran la manera en que se puede reconstruir la nación para que nuestros hijos y nietos tengan algún día un lugar que sientan orgullosamente como propio.

Quizá se pregunten cómo se refleja este cambio de actitud en nuestro país.

Actualmente, en Ruanda, tenemos el porcentaje más alto de mujeres en el parlamento.


(Aplausos)
Esperen a que les diga la cifra: el 61 %.


(Aplausos)
Hoy en día, tenemos la mejor campaña de vacunación infantil, con el 93 % de las niñas vacunadas contra el VPH
(Aplausos)
para protegerlas del cáncer de cuello uterino.

En este país, es del 54 %.


(Risas)
Hemos reducido la mortalidad infantil un 75 %, y la mortalidad materna un 80 %.

A principios de este siglo, nueve mujeres morían por día durante el parto y el embarazo.

Actualmente, esa cifra bajó a dos.

Es una agenda que no ha terminado.

Aún hay mucho por hacer.

Dos mujeres sigue siendo mucho.

Pero, en mi opinión, esos resultados

¿se explican porque teníamos un alto porcentaje de mujeres en posiciones de poder?

La respuesta es sí.


(Risas)
Así es…


(Aplausos)
Existe un estudio que se hizo en el mundo desarrollado según el cual, cuando se mejora la condición de la mujer, mejora la condición de la comunidad donde vive.

Hasta un 47 % de descenso en mortalidad infantil.

Y aun en este país donde estamos ahora, sigue siendo así.

Un estudio realizado por Patricia Homan, hizo la proyección de que si las mujeres y los hombres estuvieran en paridad numérica en las legislaturas, la mortalidad infantil caería un 14,5 % en Estados Unidos.

Sabemos muy bien que cuando las mujeres ocupan cargos de liderazgo, benefician a la población para la que trabajan.

Imaginen qué ocurriría si la condición entre hombres y mujeres fuera igualitaria en todo el mundo.

Qué enormes ventajas tendríamos.

¿Verdad?

Sin dudas.


(Aplausos)
Porque, en general, nuestro estilo de liderazgo es distinto: más inclusivo, más comprensivo, más solidario con los niños.

Y esta es la gran diferencia.

Pero, lamentablemente, esa paridad numérica no existe en el mundo, y la diferencia entre hombres y mujeres en cargos de liderazgo es demasiado grande.

La desigualdad de género es moneda corriente en gran parte de las profesiones, incluso en el ámbito de la salud.

He aprendido que si nos enfocamos en la educación de las mujeres, el impacto en sus vidas sería sumamente positivo, al igual que en el bienestar de la comunidad.

Es por ello que ahora dedico mi vida a la educación.

Y esto tiene que ver con mi sentido de la equidad y mi búsqueda de la justicia social, porque si queremos facilitar el acceso a los servicios de salud, primero debemos facilitar el acceso a la educación en salud.

Con este fin, y con la ayuda de amigos y socios, estamos construyendo una hermosa universidad en el norte rural de Ruanda.

Educamos a nuestros alumnos para que puedan brindar una atención de calidad, holística y equitativa a todo el mundo, sin dejar a nadie afuera, con especial cuidado en los vulnerables, especialmente las mujeres y los niños, que han sido, históricamente, los más olvidados.

Los transformamos en líderes y los ayudamos a desarrollar capacidad de gestión y defensoría para que lleguen a ser agentes de cambios graduales en la sociedad donde vivirán, para que de ese modo puedan construir un sistema de salud que les permita brindar atención a los sectores vulnerables de su comunidad.

Esto es sumamente transformador, porque, actualmente, la educación en salud, por ejemplo, se imparte en instituciones que se encuentran en las ciudades, donde se enseña básicamente a brindar servicios médicos de calidad, y a adquirir habilidades clínicas que luego se pondrán en práctica en instituciones.

Nosotros también damos capacitación clínica, pero con un enfoque biosocial hacia la enfermedad del paciente para poder brindar atención en la comunidad donde vive, con internación hospitalaria solamente cuando es necesario.

Por otro lado, luego de cuatro a siete años de educación clínica en las ciudades, los recién egresados no quieren volver a las zonas rurales.

Es por eso que hemos construido la Universidad de Equidad Sanitaria Global, o UGHE, una iniciativa de ‘Partners in Health’, en la zona rural del norte de Ruanda.


(Aplausos)
Nuestros alumnos serán capacitados para cambiar el mundo.

Vendrán de distintas partes del mundo.

Es una universidad para todos, donde se enseñará medicina de manera gratuita con una sola condición: tienen que atender a sectores vulnerables en cualquier parte del mundo durante seis a nueve años.

El salario que ganen será para ellos y sus familias, pero deberán aplicar la educación recibida para brindar servicios clínicos de calidad, especialmente a los sectores vulnerables.

Y para ello, firman, desde el principio, un acuerdo de compromiso con carácter vinculante.

No queremos dinero.

Nuestra tarea es movilizar el dinero.

Y ellos harán que esto se transforme en un servicio de calidad para todos.

Para que esto sea posible, es necesaria una política enérgica en materia de igualdad de género.

Y en todas nuestras clases, en nuestros cursos de maestría, habrá un mínimo de 50 % de mujeres.


(Aplausos)
Y digo, con gran orgullo, que en la universidad de medicina que comenzamos hace cinco años, hay un 70 % de mujeres inscritas.


(Aplausos)
Esta es una clara señal contra la desigualdad existente, que restringe a las mujeres el acceso al estudio de medicina en el continente.

Creo firmemente en la educación de las mujeres.

Es por ello que aplaudo a las mujeres africanas que viajan por el mundo para mejorar su educación, sus habilidades y su conocimiento.

Pero mi esperanza es que vuelvan a África para construir el continente, y de ese modo contribuyan a fortalecerlo, porque estoy segura de que un África más fuerte hará que el mundo sea más fuerte.


(Aplausos)
Hace 23 años, regresé a Ruanda, una Ruanda destruida, que sigue siendo un país pobre, pero un país que brilla con un futuro promisorio.

Y siento la enorme alegría de haber vuelto, aun si algunos días fueron extremadamente difíciles, y aun si algunos días estuve deprimida porque no encontraba una solución.

La gente se moría, o las cosas no avanzaban lo suficiente.

Pero estoy muy orgullosa de haber ayudado al progreso de mi comunidad.

Y esto me hace inmensamente feliz.

Por eso, mujeres africanas de la diáspora, si me están escuchando, nunca olviden su tierra natal.

Y cuando estén listas, regresen.

Yo lo hice.

Y me ha llenado la vida.

Por eso, regresen.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/agnes_binagwaho_how_women_are_revolutionizing_rwanda/

 

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