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Cómo los jueces pueden mostrar respeto – Charla TEDNYC

Charla «Cómo los jueces pueden mostrar respeto» de TEDNYC en español.

En las salas de justicia de todo el mundo, ¿cómo podemos garantizar que todos sean tratados con dignidad y respeto? Una juez pionera en Nueva Jersey, Victoria Pratt comparte sus principios de «justicia procesal»: cuatro pasos sencillos y reflexivos que redefinieron los asuntos cotidianos de su sala de audiencias en Newark, cambiando vidas a lo largo del camino. «Cuando la corte se comporta de manera diferente, naturalmente las personas responden de manera diferente», dice Pratt. «Queremos que la gente ingrese a nuestros salas de justicia … y sepa que la justicia se servirá allí».

  • Autor/a de la charla: Victoria Pratt
  • Fecha de grabación: 2016-10-05
  • Fecha de publicación: 2017-11-10
  • Duración de «Cómo los jueces pueden mostrar respeto»: 963 segundos

 

Traducción de «Cómo los jueces pueden mostrar respeto» en español.

«Juez, quiero decirle algo.

Quiero decirle algo.

La he estado mirando y Ud.

no es una hipócrita.

Ud.

trata a todos por igual».

Eso me lo dijo una prostituta transgénero quien antes de llegar al banquillo había despedido a su abogado de oficio, insultado al oficial de la corte y gritado a la persona sentada a su lado.

«No sé qué estás mirando.

Soy más linda que la chica con la que estás».


(Risas)
Ella me dijo esto después de decir su nombre masculino lo suficientemente bajo para que pudiera ser registrado, pero dije su nombre femenino lo suficientemente fuerte para que pudiera caminar por el pasillo hacia la mesa del consejero con dignidad.

Esto es justicia procesal, también conocida como equidad procesal, en su mejor momento.

Soy hija de un recolector de basura afroestadounidense quien nació en Harlem y pasó sus veranos en el Sur segregado.

Soy la hija de una peluquera dominicana.

Lo hago para asegurarme de que siguen prestando atención.


(Risas)
Soy la hija de una peluquera dominicana que vino a este país para tener una mejor vida para sus hijos todavía por nacer.

Mis padres me enseñaron a tratar a todas las personas con dignidad y respeto, sin importar su aspecto; sin importar su ropa, sin importar cómo hablaran.

Ya ven, los principios de la equidad me los enseñaron a una corta edad, e inconscientemente fue la lección más importante que llevé conmigo al banco de la corte municipal de Newark.

Y porque sacada del patio de recreo a la corta edad de 10 años para traducir para miembros de la familia cuando comenzaron a migrar a EE.UU., entiendo lo desalentador que puede ser para una persona novata, navegar por cualquier sistema de gobierno.

Todos los días en todo EE.UU.

y en todo el mundo, las personas se encuentran con nuestros tribunales, y es un lugar extraño, intimidante y a menudo hostil hacia ellos.

Están confundidos sobre la naturaleza de sus cargos, molestos por sus encuentros con la policía, enfrentándose a consecuencias que podrían afectar sus relaciones, sus finanzas e incluso su libertad.

Déjenme trazarles una foto de lo que es para la persona promedio ante nuestros tribunales.

Primero, están molestos por tener que pasar el control la seguridad de la corte.

Tras el control de seguridad de la corte, caminan por el edificio, haciendo la misma pregunta a diferentes personas obteniendo diferentes respuestas.

Cuando finalmente llegan a donde se supone que deben estar, se ponen muy mal al verse ante los tribunales.

¿Qué pensarían si dijera que pueden mejorar la experiencia de la corte popular, aumentar el cumplimiento de la ley y las órdenes judiciales, mientras se aumenta la confianza del público en el sistema de justicia mediante una idea sencilla?

Bueno, esa idea sencilla es la justicia procesal y es un concepto que dice que si las personas perciben que son tratadas de manera justa y con dignidad y respeto, ellos obedecerán la ley.

Eso es lo que el profesor de Yale Tom Tyler encontró cuando comenzó a estudiar en los años 70 por qué la gente obedece la ley.

Descubrió que si las personas ven el sistema de justicia como una autoridad legítima para imponer reglas y regulaciones, ellos las seguirían.

Su investigación concluyó que la gente estaría satisfecha con los fallos del juez, incluso cuando el juez fallara en contra de ellos, si perciben que fueron tratados con justicia y con dignidad y respeto.

Y

¿cómo empieza esa percepción de justicia?

Comienza con la forma en que los jueces hablan a los participantes de la corte.

Ser juez a veces es como tener un asiento de reserva para un reality show trágico sin interrupciones para comerciales y sin final de temporada.

Es verdad.

La gente llega a mí esposada, drogada, deprimida, hambrienta y mentalmente enferma.

Cuando veía que su necesidad de ayuda era mayor que mi miedo a parecer vulnerable en el banco, me di cuenta de que no solo necesitaba hacer algo, sino que, de hecho, podría hacer algo.

La buena noticia es que los principios de la justicia procesal son fáciles y puede implementarse tan rápido como mañana.

Lo mejor es que se puede hacer sin coste alguno.


(Risas)
El primer principio es la voz.

Hay que a las personas la oportunidad de hablar, incluso cuando no les dejas hablar.

Hay que explicarlo.

«Señor, no le dejo hablar ahora.

Ud.

no tiene abogado, no quiero que diga nada que perjudique su caso».

Para mí, asignar trabajos de redacción a los acusados ha sido una forma tremenda de darles voz.

Recientemente le asigné una redacción a un estudiante universitario de 18 años.

Lamentó su cargo de consumo de alcohol siendo menor de edad.

Mientras estaba de pie ante mí leyendo su ensayo, su voz se quebraba y sus manos temblaban, dijo que le preocupaba haberse convertido en un alcohólico como su madre, que había muerto un par de meses antes por una enfermedad hepática generada por el alcohol.

Ya ven, asignando una carta a mi padre, una carta a mi hijo, «Si supiera entonces lo que sé ahora..».

«Si creyera en algo positivo de mí mismo,

¿Cómo sería de diferente mi vida?

» le da a la persona la oportunidad de ser introspectiva, de verse por dentro, que es, de todos modos, donde están todas las respuestas.

Pero también se les da una oportunidad para compartir algo con el tribunal que va más allá de sus antecedentes penales y de sus cargos.

El siguiente principio es la neutralidad.

Al aumentar la confianza pública en el sistema de justicia, la neutralidad es primordial.

No se puede percibir que el juez está favoreciendo un lado sobre el otro.

El juez tiene que tomar una decisión consciente de no decir cosas como: «mi oficial», «mi fiscal», «mi abogado defensor».

Y esto es un desafío cuando trabajamos en entornos donde tienes personas asignadas a tus tribunales, las mismas personas que entran y salen de sus tribunales también.

Cuando pienso en la neutralidad, me acuerdo de cuando era una recién graduada de derecho de Rutgers y una abogada recién horneada, y entré en un arbitraje y me saludaron dos hombres de pelo gris que estaban bromeando sobre el último juego de golf que jugaron juntos y planeaban salidas sociales futuras.

Sabía que mi cliente no podría obtener una oportunidad justa en ese foro.

El siguiente principio es entender.

Es crítico que los participantes de la corte entiendan el proceso, las consecuencias del proceso y lo que se espera de ellos.

Me gusta decir que la jerga legal es el lenguaje usado para confundir.


(Risas)
Soy muy consciente de que las personas que aparecen ante mí, muchas tienen escasa formación y el inglés es a menudo su segundo idioma.

Así que hablo inglés sencillo en el tribunal.

Un gran ejemplo de esto fue cuando era una juez joven: me refiero una juez más joven.


(Risas)
Cuando era una juez más joven, un juez superior vino a mí, me dio un guion y dijo: «Si cree que alguien tiene problemas de salud mental, hágales estas preguntas y obtendrá su evaluación».

Y la primera vez que vi a alguien que yo pensaba, que tenía un problema de salud mental, fui a por mi guion y comencé a hacer preguntas.

«Señor, toma psico, psicotró…

medicación psicotrópica?

» «No».

«Señor,

¿ha tratado con un psiquiatra antes?

» «No».

Pero era obvio que la persona padecía una enfermedad mental.

Un día, en mi frustración, decidí eliminar el guion y hacer una pregunta.

«Señora,

¿toma medicamentos para despejar su mente?

» «Sí, juez, tomo a Haldol por mi esquizofrenia, Xanax por mi ansiedad».

La pregunta funciona incluso cuando no.

«Sr.

L,

¿toma medicamentos para aclarar su mente?

» «No, juez, no tomo medicamentos para aclarar mi mente.

Tomo medicamentos para detener las voces en mi cabeza, pero mi mente está bien».


(Risas)
Ya ven, una vez que las personas entienden la pregunta, ellos pueden darte información valiosa eso permite a la corte tomar decisiones significativas sobre los casos que están ante ellos.

El último principio es respeto, que sin él ninguno de los otros principios puede funcionar.

El respeto puede ser tan simple como: «Buenas tardes señor».

«Buenos días señora».

Mirar a la persona frente a ti a los ojos especialmente cuando los estás condenando.

Es cuando digo: «

¿Cómo está hoy?

¿Y qué le pasa?

Y no como un saludo, sino como alguien que está realmente interesado en la respuesta.

El respeto es la diferencia entre decir: «Señora,

¿tiene dificultades de entender la información en la documentación?

» o «Puede leer y escribir,

¿verdad?

» si una se da cuenta de que hay un problema de alfabetización.

Y lo bueno del respeto es que es contagioso.

La gente me ve siendo respetuosa con otras personas y ellos aplican ese respeto a sí mismos.

Eso es lo que la prostituta transgénero me estaba diciendo.

Te estoy juzgando tanto como crees que puedes juzgarme.

No te estoy diciendo lo que pienso, te estoy diciendo lo que he vivido, usando la justicia procesal para cambiar la cultura en mi tribunal y en la sala del tribunal.

Después de estar sentada cómodamente durante siete meses como juez de un tribunal de tránsito, me informaron que me trasladaban a la corte criminal, a la sección segunda, a la corte criminal.

Quiero que entiendan, que esto no era una buena noticia.


(Risas)
No lo era.

La sección segunda era conocida como la peor corte de la ciudad, algunas personas incluso dirían que del estado.

Era el típico tribunal urbano con justicia de puerta giratoria, es decir, el grupo de delincuentes de bajo nivel, es decir, la fruta más baja, la prostituta adicta a las drogas, la persona sintecho mentalmente enferma con poca calidad de vida, el pequeño traficante de drogas de la escuela secundaria y jóvenes descarriados, esas personas con cadena perpetua 30 días cada vez.

Afortunadamente, la ciudad de Newark decidió que Newarkers merecía algo mejor, y se asociaron con el Center for Court Innovation y el poder judicial de Nueva Jersey para crear la Newark Community Solutions, un programa de corte comunitario que aplica sentencias alternativas.

Esto significa que un juez puede sentenciar a un acusado al castigo con ayuda.

Así, un acusado que de otra manera recibiría una sentencia de cárcel ahora puede obtener sesiones de asesoría individual, sesiones de asesoramiento grupal, así como donación comunitaria, que es lo que llamamos servicio comunitario.

El único problema es que este maravilloso programa venía a Newark y

¿dónde iba a ser alojado?

En la sección segunda de la corte criminal.

Y las actitudes allí eran terribles.

Y la razón por la cual las actitudes eran terribles allí era porque todos a los que enviaban allí se entendía que eran enviados para ser castigados.

Los oficiales que enfrentaban acciones disciplinarias, el defensor público y el fiscal sentían que dictaban sentencias de cárcel de 30 días en rotación, los jueces sentían que estaban siendo aturdidos como una fraternidad o hermandad universitaria.

Una vez me dijeron que un abogado que trabajaba allí se refirió a los acusados ​​como «la escoria de la tierra» y luego tuvo que representarlos.

Escuchaba cosas como: «

¿Cómo pudiste trabajar con esa gente?

Son muy desagradables.

Eres juez, no un trabajador social».

Pero la realidad es que, como sociedad, criminalizamos los males sociales, luego enviamos a la gente a un juez diciendo: «Haga algo».

Decidí que iba a predicar con el ejemplo.

Así, mi primera incursión en el enfoque fue cuando un hombre de 60 años apareció ante mí esposado.

Bajó la cabeza y su cuerpo mostraba signos de abstinencia de drogas.

Le pregunté cuánto tiempo había sido adicto, y él dijo: «30 años».

Y le pregunté: «

¿Tiene hijos?

» Y él dijo: «Sí, tengo un hijo de 32 años».

Y yo dije, «Entonces nunca tuvo la oportunidad de ser padre de su hijo por su adicción».

Él comenzó a llorar.

Le dije: «

¿Sabe qué?

, voy a dejarle ir a casa, y volverá en dos semanas, y cuando vuelva, le daremos asistencia para su adicción».

Para mi sorpresa, tras dos semanas él estaba sentado en el tribunal.

Cuando se acercó, dijo: «Juez, volví a la corte porque Ud.

me enseñó más amor que el que yo tenía por mí».

Y pensé, Dios mío,

¿oyó ​​el amor desde el banco?

Podría hacer esto todo el día.


(Risas)
Porque la realidad es que cuando el tribunal se comporta de manera diferente, entonces, naturalmente, las personas responden de manera diferente.

El tribunal se convierte en un lugar al que puedes acudir en busca de ayuda, como la mujer sintecho esquizofrénica de 60 años que estaba en apuros peleando con las voces en su cabeza, y vino a la corte y gritó: «¡Juez! Solo vine para ver cómo estaba».

Estuve monitoreando su caso por un par de meses, su cumplimiento con su medicación, y acababa de cerrar su caso hacía un par de semanas.

En ese día ella necesitaba ayuda, y ella vino a la corte.

Y después de cuatro horas de persuasión por parte del juez, los policías y el personal, ella está convencida de entrar en la ambulancia para llevarla a la unidad de crisis para que ella obtuviera su medicación.

Las personas se conectan a su comunidad cuando el tribunal cambia, como el hombre de 50 años que me dijo: «El servicio a la comunidad fue terrible, Juez.

Tuve que limpiar el parque, y estaba lleno de sobres de heroína vacíos, y los niños iban a jugar allí».

Mientras se retorcía las manos, confesó: «Juez, me di cuenta de que era mi culpa, porque usé ese mismo parque para drogarme, y antes de que me enviara allí para hacer un servicio comunitario, nunca había ido al parque sin estar drogado, así que nunca me di cuenta de que los niños jugaban allí».

Cada adicto en el tribunal bajó la cabeza.

¿Quién mejor para enseñar esa lección?

Ayuda a la corte a restablecer su relación con la comunidad, como con el chico de 20 años que consigue una entrevista laboral a través del programa de la corte.

Consiguió una entrevista de trabajo en una empresa de limpieza de oficinas, y regresó a la corte para decir con orgullo: «Juez, incluso trabajé en mi traje después de la entrevista, porque quería que el hombre viera lo mucho que deseaba el trabajo».

Es lo que sucede cuando una persona con autoridad te trata con dignidad y respeto, como el chico de 40 años que camina por el pasillo y dice: «Juez,

¿notó algo diferente?

» Y cuando miro, él me señala sus nuevos dientes que pudo obtener después de obtener una referencia del programa, pero fue capaz de hacer que reemplazaran los dientes viejos que perdió como resultado de años de adicción a la heroína.

Cuando se mira en el espejo, ahora él ve a alguien que vale la pena salvar.

Ya ven, tengo un sueño y ese sueño es que los jueces usen estas herramientas para revolucionar las comunidades en las que sirven.

Ahora, estas herramientas no son remedios milagrosos, pero nos llevan años luz más cerca de donde queremos estar, y queremos estar en un lugar donde las personas entren a nuestros tribunales y crean que serán tratadas con dignidad y respeto sabiendo que la justicia se aplica ahí.

Imaginen eso, una idea sencilla.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/victoria_pratt_how_judges_can_show_respect/

 

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