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Charla «Cómo pirateé el sistema de citas en Internet» de TEDSalon NY2013 en español.
Amy Webb no estaba teniendo mucha suerte con las citas en Internet. Los hombres que le gustaban no le respondían a los mensajes, y su perfil atraía a sinvergüenzas (y cosas aún peores). Así que, tal y como cualquier aficionada a los datos haría, comenzó a elaborar una hoja de cálculo. Esucha la historia de cómo pirateó sus propias citas en Internet — con resultados frustrantes, divertidos y capaces de cambiar la vida.
- Autor/a de la charla: Amy Webb
- Fecha de grabación: 2013-04-11
- Fecha de publicación: 2013-10-02
- Duración de «Cómo pirateé el sistema de citas en Internet»: 1047 segundos
Traducción de «Cómo pirateé el sistema de citas en Internet» en español.
Me llamo Amy Webb, y hace unos años me encontré ante el final de otra relación estupenda que se vino abajo de una manera increíble.
Y pensé,
¿qué pasa conmigo?
No entiendo por qué esto me sigue pasando.
Así que pregunté a todos mis seres queridos qué pensaban ellos.
Le pregunté a mi abuela, que siempre tenía buenos consejos, y me dijo: «Deja de ser tan exigente.
Tienes que salir con diferentes personas.
Y lo más importante, el amor verdadero aparecerá cuando menos lo esperes».
Y resulta que soy alguien que piensa mucho en datos, como pronto descubrirán.
Estoy siempre sumergida en números, fórmulas y tablas.
También tengo una familia muy unida, y tengo una relación muy, muy estrecha con mi hermana, y por ende, quería tener el mismo tipo de familia en la que crecí.
Así que ahí estoy en medio de esa mala ruptura, tengo 30 años de edad, imagino que probablemente voy a tener que salir con alguien por al menos seis meses antes de sentirme lista para una relación monógama y antes de que podamos más o menos vivir juntos, y eso debe darse durante un tiempo antes de llegar a comprometernos.
Y si quiero empezar a tener hijos para los 35 años, significaba que debería haber estado en camino al matrimonio hace cinco años.
Así que aquello no iba a funcionar.
Si mi estrategia era «lo menos esperado» para el amor verdadero, entonces la variable con la que tenía que lidiar era la casualidad.
En resumen, estaba intentando averiguar, bueno,
¿cuál es la probabilidad de encontrar a mi Hombre Perfecto?
Bueno, en esa época yo vivía en Filadelfia, una ciudad grande, y supuse que en aquel lugar habrían muchas posibilidades.
Así que, de nuevo, empecé a hacer cálculos.
Población de Filadelfia: 1.5 millones de personas.
Supongo que la mitad de ellos son hombres, eso reduce la cifra a 750 mil.
Busco a un hombre de entre 30 y 36 años, lo que supone sólo el 4% de la población, así que me quedan 30 mil hombres.
Buscaba a alguien que fuese judío, porque yo lo soy y es importante para mí.
Eso es sólo el 2.3% de la población.
Supuse que me sentiría atraída por 1 de cada 10 de esos hombres, y de ningún modo iba a salir con un obseso del golf.
Así que, básicamente, habían 35 hombres para mí con los que podría salir en toda la ciudad de Filadelfia.
Mientras tanto, en mi enorme familia judía estaban todos casados y con todo en marcha para tener montones y montones de bebés, así que sentía que estaba bajo una gran presión familiar para sentar cabeza.
Así que, en este punto, tenía dos posibles estrategias que estaba ideando: Uno, puedo seguir el consejo de mi abuela y esperar lo menos esperado hasta encontrarme con uno de esos 35 hombres de entre los 1.5 millones de personas en Filadelfia, o podría probar las citas por Internet.
Claro, me gusta la idea de las citas por Internet porque todo se basa en un algoritmo, y eso es sólo una forma fácil de decir: Tengo un problema, voy a usar algunos datos, analizarlos con un sistema y obtener una solución.
Las citas por Internet son la segunda forma más común en que las personas se conocen en la actualidad, pero resulta que los algoritmos han existido durante miles de años en casi todas las culturas.
De hecho, en el judaísmo, existían los casamenteros hace mucho tiempo, y aunque no tenían un algoritmo explícito tal cual, sin duda utilizaban fórmulas mentales del tipo, «
¿A la chica le gustará este chico?
» «
¿Se llevarán bien las familias?
» «
¿Qué pensará el rabino?
» «
¿Tendrán hijos pronto?
» Así que el casamentero tenía todo esto en cuenta más o menos, juntaba a dos personas, y listo.
Así que en mi caso, pensé, «
¿conseguirán esos datos y un algoritmo llevarme hasta mi Príncipe Azul?
» Así que decidí registrarme.
Pero, había un pequeño problema.
En la época en que me registré en varios sitios web, me encontraba muy, muy ocupada.
Pero ese no era el mayor problema.
El mayor problema es que odio rellenar cuestionarios de cualquier tipo, y definitivamente no me gustan los cuestionarios del tipo como las encuestas de Cosmopolitan.
Así que, simplemente, copié y pegué de mi currículum.
(Risas)
Así que en la parte de descripción de arriba, decía que era una periodista premiada y una pensadora a futuro.
Donde me preguntaban sobre actividades de ocio y mi cita ideal, contesté con monetización y fluidez en japonés.
Hablé mucho sobre el código Java.
Desde luego, esa no era la mejor forma de presentar mi versión más sexy.
Pero la verdadera falla era que habían muchos hombres con quienes podías salir.
Esos algoritmos tenían un mar lleno de hombres que querían invitarme a salir en muchas citas, citas que resultaron auténticos desastres, por cierto.
Por ejemplo, Steve, el chico informático.
El algoritmo nos emparejó porque compartíamos un amor por los aparatos electrónicos, y las matemáticas, y los datos y la música de los 80.
Así que acepté salir con él.
Así que Steve, el informático, me llevó a uno de los restaurantes más refinados y extremadamente caros de Filadelfia.
Así que entramos y al principio, nuestra conversación no estaba tomando vuelo, pero él pidió un montón de comida.
En realidad, ni siquiera se molestó con mirar el menú.
Pidió varios aperitivos, múltiples entradas, también para mí, y de repente aparecieron montañas de comida en nuestra mesa, y también muchas botellas de vino.
Así que estamos casi al final de nuestra conversación y al final de la cena, decidí que Steve, el informático, y yo no estábamos hechos el uno para el otro, pero que nos despediríamos como amigos, Entonces, él se levanta para ir al baño, y mientras tanto, traen la cuenta a nuestra mesa.
Y escuchen, soy una mujer moderna.
Estoy totalmente de acuerdo en dividir la cuenta, pero Steve, el informático, no regresó.
(Suspiro) Y eso fue un mes completo de mi renta.
Así que no hace falta decirlo, no estaba teniendo una buena noche.
Así que corro a casa, llamo a mi madre, a mi hermana, y como siempre hago al final de cada una de esas citas totalmente horrribles, les cuento cada detalle.
Y ellas me dicen: «Deja de quejarte».
(Risas)
«Simplemente, eres demasiado exigente».
Así que me dije: «Bien, a partir de ahora, solo saldré en citas en las que sepa que habrá wi-fi y llevaré mi portátil.
Lo meteré en el bolso y voy a tener una plantilla para emails, y la rellenaré y recopilaré información sobre todos los ‘puntos de datos’ durante la cita para probar a todos que, empíricamente, mis citas son realmente horribles.
(Risas)
Así que empecé a anotar cosas como comentarios sexuales verdaderamente estúpidos e incómodos; malas palabras; el número de veces que un hombre me obligaba a chocarle la mano.
(Risas)
Así que comencé a hacer cuentas, y eso me permitió encontrar ciertas relaciones.
Así que, resulta que por alguna razón, los hombres que beben whisky escocés hablan de sexo fetichista de inmediato.
(Risas)
Y resulta que, probablemente, estos no eran malos tipos.
Sólo que no eran para mí.
Y resulta que los algoritmos que nos unieron tampoco estaban mal.
Hicieron exactamente aquello para lo que fueron diseñados, que era utilizar nuestra información de usuario, en mi caso, mi currículum, y contrastarlo con los datos de otras personas.
Así que, el problema de verdad es que, aunque los algoritmos funcionan perfectamente, nosotros no los usamos correctamente, cuando nos encontramos frente a ventanas en blanco en las que se supone debemos introducir nuestra información en línea.
Muy pocos de nosotros tenemos la habilidad de ser brutal y totalmente honestos con nosotros mismos.
El otro problema es que estas páginas web nos preguntan cosas como, «
¿te gustan los perros o los gatos?
» «
¿Te gustan las películas románticas o de terror?
» No busco un amigo por correspondencia.
Busco un marido,
¿cierto?
Así que hay bastante información superficial en esos datos.
Así que dije: «Bueno, tengo un nuevo plan.
Seguiré utilizando estos sitios de citas en Internet pero voy a tratarlos como bases de datos, y en lugar de esperar a que el algoritmo me empareje, creo que voy a aplicar ingeniería inversa en todo el sistema».
Así que sabiendo que empleaban información superficial para emparejarme con otras personas, decidí hacer mis propias preguntas.
¿Cuáles eran todas y cada una de las cosas que buscaba en mi pareja?
Así que empecé a escribir, y escribir, y escribir y al final, acumulé 72 cosas diferentes.
Quería a alguien judío…
más o menos, es decir, alguien con las mismas ideas y antecedentes de nuestra cultura, pero que no me obligase a ir a la sinagoga todos los viernes y sábados.
Quería a alguien que trabajase duro, porque el trabajo es en extremo importante para mí, pero no muy duro.
Para mi, los hobbies que tengo son sólo nuevos proyectos de trabajo que he empezado.
También quería a alguien que, no sólo quisiese dos hijos, sino que tuviese la misma actitud hacia la crianza que yo tengo, es decir, alguien que aceptase obligar a nuestro hijo a tocar el piano desde los tres años, y quizá también ir a clases de informática si nos pusiéramos de acuerdo.
Cosas así, pero también quería a alguien con quien ir a lugares exóticos y lejanos, como Petra, en Jordania.
También quería a alguien que pesase siempre 10 kilos más que yo, independientemente de mi peso.
(Risas)
Así que, ya tenía esas 72 cosas, lo que, sinceramente, era mucho.
Y lo que hice fue revisar la lista y priorizar.
La dividí en dos niveles y califiqué todo empezando en 100 hasta el 91, anotando cosas como que buscaba a alguien súper inteligente, que me pudiese desafiar y estimular, contrastándolo con un segundo nivel y una segunda puntuación.
Esas cosas también me importaban, pero no eran obligatoriamente imprescindibles.
Así que una vez hice eso, desarrollé un sistema de puntuación porque lo que quería hacer era calcular más o menos matemáticamente si yo creía que el tipo que encontré en la web encajaría conmigo o no.
Pensé que necesitaría un mínimo de 700 puntos antes de enviar un correo a alguien o de contestar al suyo.
A partir de 900, aceptaría salir con él, y ni siquiera pensaría en una relación de ningún tipo antes de que alguien cruzase la línea de los 1500 puntos.
Bueno, resulta que eso funcionó bastante bien.
Volví a conectarme y encontré a ‘Docjudío57’, que es increíblemente atractivo y bien hablado, había escalado el monte Fuji, había recorrido la Gran Muralla.
Le gustaba viajar siempre y cuando no fuese en crucero.
Y pensé: ¡Lo he conseguido! Conseguí piratear el código.
He encontrado al Príncipe Azul Judío de los sueños de mi familia.
Solo había un problema: Yo no le gusté.
Y supongo que la única variable que no tuve en cuenta fue la competencia.
¿Quiénes son todas esas mujeres en las páginas web de citas?
Encontré a ‘ChicaSonriente1978’.
Decía que era «una chica divertida, feliz y extrovertida».
Decía que era profesora.
Decía que era, «divertida, buena y amigable».
Le gusta hacer reír «muucho» a la gente.
En ese momento supe, tras mirar un perfil y otro, y otro que eran igual que ese, que necesitaba hacer una investigación de mercado.
Así que creé 10 perfiles masculinos falsos.
Ahora, antes de que se levanten y huyan
(Risas)
entiendan que lo hice únicamente para recopilar información de todos los que estaban en el sistema.
No empecé a tener relaciones del estilo de Catfish con cualquiera, sólo analizaba su información.
Pero no quería la información de todo el mundo, solo quería la de las mujeres que se sentirían atraídas por el tipo de hombre con el que yo quería de verdad, verdad casarme.
(Risas)
Cuando puse a estos hombres en circulación, seguí algunas reglas.
Primero, no contacté a ninguna mujer.
Solo esperé a ver cómo mis perfiles las iban a atraer, y buscaba básicamente dos tipos de información.
Buscaba información cualitativa:
¿Cuál era el tipo de humor, el tono, la voz, el estilo comunicativo que compartían estas mujeres?
Y buscaba información cuantitativa:
¿cuál era la longitud media del perfil?
¿cuánto tiempo transcurría entre dos mensajes?
Lo que intentaba conseguir con esto es ser en persona tan competente como ‘ChicaSonriente1978’.
Quería averiguar cómo maximizar mi propio perfil en línea.
Bueno, un mes después, tenía un montón de información y pude hacer otro análisis.
Resulta que el contenido es muy importante.
La gente inteligente suele escribir mucho: 3 mil, 4 mil, 5 mil palabras describiéndose, todas ellas probablemente muy interesantes.
El reto aquí, sin embargo, es que los hombres y mujeres populares escriben una media de 97 palabras, muy, muy bien escogidas, aunque no siempre lo parezca.
El otro distintivo de los que son buenos en esto es que usan un lenguaje no específico.
Por ejemplo, en mi caso, «El Paciente Inglés» es mi película favorita, pero no sirve poner eso en el perfil, porque es información superficial y alguien podría no estar de acuerdo y decidir que no quieren salir conmigo porque tuvieron que soportar esa película durante tres horas.
Un lenguaje optimista también es importante.
Esta es una nube de palabras en la que se ven las palabras más usadas por las mujeres más populares, palabras como «divertida», «chica» y «amor».
Así que me di cuenta de que no tenía que bajar el nivel de mi perfil.
Recuerden, soy una persona que dijo que habla japonés con fluidez y conoce el código Java y estoy a gusto con eso.
La idea es ser más accesible y ayudar a los demás a conocer el mejor modo de acercarse a ti.
Y resulta que elegir el momento oportuno también importa mucho.
El hecho de que tengas el número de teléfono de una persona, o su cuenta de mensajería instantánea y que sean las 2 de la mañana y estés despierto, no significa que sea el mejor momento para hablar con esas personas.
Las mujeres populares en estos sitios web esperan una media de 23 horas entre cada mensaje.
Y eso es lo que normalmente haríamos en un proceso normal de noviazgo.
Y, por último, las fotografías.
Todas las mujeres populares mostraban algo de piel.
Todas tenían un aspecto estupendo, lo que suponía un gran contraste con lo que yo había subido.
Una vez tuve toda esta información, pude crear un súper perfil que me describiese realmente pero optimizado para ese ecosistema.
Y resulta que hice un gran trabajo.
Me convertí en la persona más popular.
(Risas)
(Aplausos)
Y resultó que muchísimos hombres querían salir conmigo.
Así que llamé a mi madre, a mi hermana y a mi abuela.
Les conté esta noticia maravillosa y me dijeron: «¡Es maravilloso!
¿Cuándo es la primera cita?
» Y les contesté: «Bueno, en realidad, no voy a salir con nadie».
Porque, recuerden, según mi sistema de puntuación, tenían que alcanzar un mínimo de 700 puntos y ninguno lo consiguió.
Y me dijeron: «¡
¿Qué?
! Sigues siendo demasiado exigente».
Bien, no mucho después, conocí a un chico, Thevenin, que me dijo que culturalmente era judío, que era cazador de bebés de focas árticas, lo que me pareció muy ingenioso.
Habló en detalle sobre viajes.
Hizo referencias culturales verdaderamente interesantes.
Su aspecto y modo de hablar eran exactamente lo que yo quería, e inmediatamente, alcanzó los 850 puntos.
Suficiente para una cita.
Tres semanas después, nos conocimos en persona durante lo que se convirtió en una conversación de 14 horas que pasó de una cafetería a un restaurante, a otra cafetería, a otro restaurante, y cuando me dejó en casa aquella noche volví a calificarlo, ¡1050 puntos! y pensé: «
¿sabes qué?
, todo este tiempo no he sido suficientemente exigente».
Un año y medio después, estábamos en un viaje sin crucero por Petra, en Jordania, cuando se arrodilló y se me declaró.
Un año después estábamos casados, y alrededor de año y medio después, nació Petra, nuestra hija.
(Aplausos)
Evidentemente, tengo una vida maravillosa así que…
(Risas)
la pregunta es:
¿qué significa esto para Uds.?
Pues, resulta que existe un algoritmo para el amor.
Solo que no es ninguno de los que existen en Internet.
De hecho, es algo que escriben Uds.
mismos.
Así que, sea si buscan esposo o esposa, o intentan encontrar su pasión, o montar una empresa, lo único que necesitan es encontrar su propio sistema seguir sus propias reglas, y sentirse libres de ser todo lo exigentes que deseen.
Bueno, el día de mi boda hablé de nuevo con mi abuela otra vez y me dijo, «Está bien, quizás me equivoqué.
Parece que encontraste un sistema realmente estupendo.
Ahora, sobre las bolas de Matzah: tienen que ser blanditas, no duras.» Y en eso sí le haré caso.
(Aplausos)
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