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Cómo podríamos cambiar el futuro climático del planeta – Charla We the Future

Charla «Cómo podríamos cambiar el futuro climático del planeta» de We the Future en español.

«La crisis climática es muy extensa y complicada para resolverla con un milagro», afirma el autor David Wallace-Wells. «Lo que necesitamos es un cambio en nuestra forma de vida». Vea como él presenta alguna de las acciones dramáticas que podríamos llevar a cabo para construir un mundo habitable y próspero en la era del calentamiento global.

  • Autor/a de la charla: David Wallace-Wells
  • Fecha de grabación: 2019-09-24
  • Fecha de publicación: 2020-03-13
  • Duración de «Cómo podríamos cambiar el futuro climático del planeta»: 681 segundos

 

Traducción de «Cómo podríamos cambiar el futuro climático del planeta» en español.

Estoy aquí para hablar del cambio climático, pero en realidad no soy ambientalista.

De hecho, nunca pensé en mí como una persona afín a la naturaleza.

Nunca he ido de campamentos, ni de excursión, nunca tuve una mascota.

He vivido toda mi vida en ciudades, en realidad en una sola ciudad.

Y aunque me gusta realizar viajes para visitar la naturaleza, siempre pensé que eso era algo que estaba pasando en otra parte, muy lejos, con toda la vida moderna, una fortaleza contra sus fuerzas.

En otras palabras, como casi todas las personas a las que conocía, vivía mi vida complaciente y engañado sobre la amenaza del calentamiento global.

Lo cual pensé que sucedía lentamente, lejos, en la distancia.

Y que representaba una amenaza leve en la forma en la que yo vivía.

En cualquiera de estos planteamientos, yo estaba muy, muy equivocado.

La mayoría de la gente, si habla sobre el cambio climático, cuenta una historia sobre el futuro.

Si yo hiciera eso, diría: «Según la ONU, si no cambiamos el rumbo, a finales de siglo, es probable que tengamos unos 4 ºC de calentamiento».

Eso significaría, según algunos científicos, el doble de guerras, la mitad de alimentos, un PIB global posiblemente un 20 % menor de lo que sería sin el cambio climático.

Ese es un impacto más profundo que la Gran Depresión, y sería permanente.

Pero los efectos en sí se están produciéndose mucho antes de 2100.

Solo para 2050 se estima que muchas de las ciudades más grandes del Sur de Asia y Oriente Medio serán casi inhabitables debido al calor en verano.

Son ciudades que hoy son el hogar de 10, 12, 15 millones de personas.

Y en solo tres décadas, no se podrá pasear por ellas sin arriesgarse a un golpe de calor o posiblemente la muerte.

El planeta es ahora 1.1º C más cálido que antes de la industrialización.

Eso puede no parecer mucho, pero en realidad nos sitúa totalmente fuera del escaparate de temperaturas que comprende toda la historia humana.

Eso significa que todo lo que siempre supimos como especie, la evolución del animal humano, el desarrollo de la agricultura, el desarrollo de la civilización rudimentaria y la civilización moderna e industrial, todo lo que sabemos sobre nosotros mismos como criaturas biológicas, como criaturas sociales, políticas, todo eso es el resultado de las condiciones climáticas que ya hemos dejado atrás.

Es como si hubiésemos aterrizado en un planeta totalmente distinto, con un clima totalmente distinto.

Y ahora tenemos que resolver qué parte de la civilización que trajimos con nosotros puede soportar estas nuevas condiciones y qué parte no.

Y las cosas empeorarán a partir de aquí.

Entonces durante mucho tiempo, nos contaron que el cambio climático era una historia lenta.

Comenzó con la Revolución Industrial, y nos tocó a nosotros arreglar el desastre dejado por nuestros abuelos para que nuestros nietos no tuvieran que lidiar con las consecuencias.

Fue una historia que duró siglos.

De hecho, la mitad de todas las emisiones que se han producido desde la quema de combustibles fósiles en toda la historia de la humanidad se han producido solo en los últimos 30 años.

Desde que Al Gore publicó su primer libro sobre el calentamiento global.

Desde que la ONU estableció su organismo de cambio climático del IPCC.

Hemos causado más daño desde entonces que en todos los siglos y milenios anteriores.

Ahora tengo 37 años, lo que significa que mi vida contiene esta historia completa.

Al nacer yo, el clima del planeta parecía estable.

Hoy, estamos al borde de la catástrofe.

La crisis climática no es el legado de nuestros antepasados.

Es obra de una sola generación.

La nuestra.

Todas estas pueden parecer malas noticias.

Lo que son, muy malas noticias.

Pero esto también comprende, creo, algunas noticias buenas, al menos de forma relativa.

Estas consecuencias son terriblemente grandes.

Pero también son, creo, estimulantes.

Porque en última instancia son un reflejo del poder que tenemos sobre el clima.

Si llegamos a esas situaciones infernales, será porque las hemos convertido en realidad, porque nosotros elegimos convertirlas en realidad.

Lo que significa que podemos elegir que otras situaciones ocurran también.

Ahora eso puede parecer demasiado optimista para creerlo y los obstáculos políticos son, de hecho, enormes.

Pero es un dato sencillo, el principal impulsor del calor global es la acción humana: Cuánto carbono emitimos en la atmósfera.

Nuestras manos están en esas palancas.

Y podemos escribir la historia del futuro climático del planeta nosotros mismos.

No solo podemos, también debemos.

Como la inacción es un tipo de acción, escribiremos esa historia nosotros mismos nos guste o no.

Esta no es una historia cualquiera, todos nosotros sosteniendo el futuro del planeta en nuestras manos.

Es el tipo de historia que solíamos reconocer solo en la mitología y la teología.

Una sola generación que ha puesto en jaque el futuro de la humanidad ahora encargada de asegurar un futuro nuevo.

¿Cómo va a ser eso? Podría suponer paneles solares alrededor del planeta, todos los lugares que Uds.

han visto.

Podría suponer que, si desarrollamos una mejor tecnología, ni siquiera necesitemos desplegar los paneles de forma tan amplia, porque se estima que solo una pizca del desierto del Sahara absorbe suficiente energía solar para abastecer de energía a todo el mundo.

Pero probablemente necesitemos una red eléctrica nueva, que no desperdicie dos tercios de su potencia en calor, como ocurre hoy en EE.

UU.

Podríamos utilizar un poco más de energía nuclear, quizás, aunque tendría que ser un tipo totalmente distinto de energía nuclear, porque la tecnología de hoy simplemente no es rentable con energías renovables cuyos costos están disminuyendo muy rápido.

Necesitaríamos un nuevo tipo de avión, porque no creo que sea especialmente práctico pedir al mundo entero que renuncie a los viajes aéreos, sobre todo porque gran parte del Sur global es, por primera vez capaz de pagarlo.

Necesitamos aviones que no produzcan carbono.

Necesitamos un nuevo tipo de agricultura.

Porque posiblemente no podemos pedir a la gente que renuncie a la carne y sea vegana.

Supondría una nueva forma de criar carne de res o quizás una forma antigua, porque ya sabemos que las técnicas tradicionales de pastoreo pueden convertir las granjas de ganado de las que se conocen como fuentes de carbono, que producen CO2, en sumideros de carbono, que las absorben.

Si Uds.

prefieren un remedio tecnológico, quizá podríamos cultivar algo de eso en el laboratorio.

Quizá también podríamos alimentar el ganado con algas, porque eso reduce sus emisiones de metano hasta en un 95 o 99 %.

Probablemente tendríamos que hacer todo esto, porque como en todos los aspectos de este enigma, el problema simplemente es muy extenso y complicado para resolverlo de manera milagrosa.

Y no importa cuántas soluciones implementemos, probablemente no podremos descarbonizar a tiempo.

Esa es la matemática aterradora a la que nos enfrentamos.

No podremos vencer el cambio climático, solo podremos vivir con él y limitarlo.

Y eso significa que probablemente necesitaríamos una cierta cantidad de lo que se conoce como emisiones negativas, que también eliminan el carbono de la atmósfera.

Miles de millones de nuevos árboles, quizá billones de nuevos árboles.

Y plantaciones enteras de máquinas que atrapan carbono.

Quizá una industria el doble o el cuádruple del tamaño del negocio actual de petróleo y gas para deshacer el daño provocado por esas empresas en las últimas décadas.

Necesitaríamos un nuevo tipo de infraestructura, hecha sobre un tipo distinto de cemento, porque hoy, si el cemento fuese un país, sería el tercer mayor emisor del mundo.

Y China está vertiendo tanto cemento cada tres años como EE.

UU.

vertió en todo el siglo XX.

Debemos construir rompeolas y diques para proteger a esas personas que viven en la costa, muchas de las cuales son muy pobres para poder construirlos hoy, lo que significa poner un fin a una geopolítica estrechamente nacionalista que define el sufrimiento de aquellos que viven en otras partes del mundo como insignificante, incluso cuando lo reconocemos.

Este mejor futuro no será sencillo.

Sin embargo los únicos obstáculos son los humanos.

Eso puede no ser un gran consuelo, si Uds.

saben lo que yo sé sobre la brutalidad humana e indiferencia, pero les prometo, que es mejor que la alternativa.

La ciencia no evita que tomemos medidas ni tampoco la tecnología.

Tenemos las herramientas que necesitamos hoy para comenzar.

Por supuesto, también las herramientas necesarias para acabar con la pobreza mundial, epidemias y también con el maltrato hacia las mujeres.

Por eso, más que nuevas herramientas, necesitamos una nueva política, una forma de superar todos esos obstáculos humanos: nuestra cultura, economía, nuestro estado de las cosas parcial, nuestro desinterés en tomarnos en serio todo lo que realmente nos asusta.

Nuestra miopía.

Nuestro sentido de interés propio.

Y el egoísmo de los ricos y poderosos del mundo que tienen el menor incentivo para cambiar cualquier cosa.

Ahora, ellos también sufrirán, pero no tanto como los que menos tienen, que han hecho menos para producir calentamiento y se han beneficiado menos de los procesos que nos han llevado a este punto de crisis pero estarán más agobiados en las décadas venideras.

Una nueva política convertiría el problema de gestionar esa carga, dónde cae y con qué dureza, en la máxima prioridad de nuestra época.

No importa lo que hagamos, el cambio climático transformará la vida moderna.

Cierta suma de calentamiento ya está lista y es inevitable, lo que supone probablemente cierta suma de sufrimiento adicional también.

E incluso si tomamos medidas drásticas y evitamos algunas de estas situaciones peores, realmente terribles, esto supondría vivir en un planeta totalmente distinto.

Con una nueva política, economía, una nueva relación con la tecnología y una nueva relación con la naturaleza.

Todo un mundo nuevo.

Pero relativamente habitable.

Relativamente próspero.

Y verde.

¿Por qué no elegir ese? Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/david_wallace_wells_how_we_could_change_the_planet_s_climate_future/

 

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