Saltar al contenido
Deberes escolares » Charlas educativas » ¿Cómo pueden las sociedades envejecer mejor? – Charla TED2013

¿Cómo pueden las sociedades envejecer mejor? – Charla TED2013

Charla «¿Cómo pueden las sociedades envejecer mejor?» de TED2013 en español.

Hay una ironía detrás de los últimos esfuerzos por extender la vida humana. No es un paseo ser viejo en una sociedad orientada hacia la juventud. Los viejos pueden ser aislados y privados del trabajo y del dinero. En esta interesante charla, Jared Diamond revisa la forma como diferentes sociedades tratan a los ancianos —algunas mejor y otras peor— y sugiere que todos saquemos ventaja de la experiencia.

  • Autor/a de la charla: Jared Diamond
  • Fecha de grabación: 2013-03-14
  • Fecha de publicación: 2013-11-25
  • Duración de «¿Cómo pueden las sociedades envejecer mejor?»: 1091 segundos

 

Traducción de «¿Cómo pueden las sociedades envejecer mejor?» en español.

Para hacerme a una idea de cuántos de Uds.

pueden encontrar lo que les voy a decir de valor práctico, déjenme, por favor, pedirles que levanten la mano aquellos que aquí: tengan más de 65 años, o esperen vivir más de 65, o tengan padres o abuelos que vivieron o han vivido más de 65, levanten, por favor, la mano.


(Risas)
Bien.

Uds.

son las personas a quienes mi charla les resultará de valor práctico.


(Risas)
El resto de Uds.

no encontrará mi charla particularmente relevante pero creo que, aun así, les parecerá un asunto fascinante.

Voy a hablar sobre el envejecer en las sociedades tradicionales.

Este tema es solo un capítulo de mi último libro, en el que comparo las sociedades tribales pequeñas con nuestras grandes sociedades modernas, en temas como la educación de los niños el envejecimiento, la salud, el manejo del peligro, la resolución de disputas, la religión y el hablar más de un idioma.

Estas sociedades tribales, que constituyeron la totalidad de las sociedades humanas la mayor parte de la historia de la humanidad, son mucho más diversas que nuestras recientes grandes sociedades modernas.

Todas las grandes sociedades, que cuentan con gobiernos y donde la mayoría de las personas son extraños unos con otros, son inevitablemente similares y diferentes de las sociedades tribales.

Las tribus constituyen miles de experimentos naturales de cómo hacer funcionar una sociedad.

Constituyen experimentos de los que nosotros mismos podemos aprender.

Las sociedades tribales no deberían ser desdeñadas por primitivas y miserables, pero tampoco deberían ser, románticamente, consideradas felices y pacíficas.

Al estudiar las prácticas tribales, algunas nos horrorizarán, pero hay otras que, al oír de ellas, las podemos admirar y envidiar, y preguntarnos si podríamos adoptarlas para nosotros mismos.

La mayoría de las personas en EE.UU.

terminan viviendo separados de sus hijos y de la mayoría de sus amigos de la juventud, y, frecuentemente, viven en hogares de retiro para ancianos, mientras que, en cambio, en las sociedades tradicionales, los viejos terminan sus vidas entre sus hijos, sus otros parientes, y sus amigos de toda la vida.

El tratamiento de los ancianos, sin embargo, es enormemente variado entre las sociedades tradicionales, oscilando entre unos mucho mejores y otros mucho peores que los de nuestras sociedades modernas.

En el peor de los extremos, muchas sociedades tradicionales se libran de sus ancianos de una de las siguientes, cuatro formas directas: descuidando a sus ancianos y no alimentándolos ni limpiándolos hasta que mueran, o abandonándolos cuando el grupo se mueve, o alentándolos a cometer suicidio, o matándolos.

¿En qué sociedades tribales los hijos abandonan o matan a sus padres?

Pasa principalmente bajo dos condiciones.

Una es en las sociedades cazadoras-recolectoras nómadas que continuamente levantan campamento y que son físicamente incapaces de transportar los viejos que no pueden caminar porque los jóvenes físicamente capacitados ya tienen que cargar con sus hijos y todas sus posesiones.

La otra condición se da cuando se vive en ambientes marginales o fluctuantes, tales como los desiertos y el Ártico, donde hay escases periódica de alimentos y, ocasionalmente, no hay suficiente para mantener a todos con vida.

El alimento disponible tiene que ser reservado para los adultos físicamente capacitados y para los niños.

A los estadounidenses nos suena horrible pensar en abandonar o matar a nuestra propia esposa o esposo enfermo, o a nuestros padre y madre ancianos, pero

¿qué otra cosa podrían hacer estas sociedades tradicionales?

Ellos enfrentan una situación cruel que nos les deja alternativa.

Sus ancianos tuvieron que hacerlo con sus propios padres y saben bien lo que va a pasar con ellos.

En el extremo opuesto del tratamiento de los ancianos, el extremo feliz, están las sociedades agrícolas de Nueva Guinea donde he estado haciendo mi estudio de campo los últimos 50 años y en la mayor parte de las demás sociedades tradicionales sedentarias de todo el mundo.

En estas sociedades, los ancianos son queridos.

Los alimentan.

Siguen siendo valiosos.

Y continúan viviendo en la misma choza o si no, en otra cerca de sus hijos, parientes y amigos de toda la vida.

Hay dos conjuntos de razones que explican esta variación en el tratamiento de los ancianos entre sociedades.

La variación depende especialmente de la utilidad de los ancianos y de los valores de la sociedad.

En lo que tiene que ver con la utilidad, primero, los ancianos continúan realizando tareas útiles.

Una de las tareas en la que los ancianos de las sociedades tradicionales son de utilidad, es en la producción de alimentos.

Otro quehacer tradicional en el que son de utilidad los ancianos, es en el cuidado de sus nietos, liberando de esta forma a sus propios hijos, los padres de esos nietos, para la caza y para recolección de alimentos para los mismos.

Otra tarea tradicional en la que los ancianos son valiosos es en la fabricación de herramientas, armas, cestas, vasijas y telas.

De hecho, ellos son, por lo general, los mejores en esto.

Los ancianos son, por lo general, los líderes en las sociedades tradicionales y los que gozan de mayor reconocimiento en política, medicina, religión, las canciones y las danzas.

Finalmente, los ancianos en las sociedades tradicionales tienen un inmenso valor, que nunca tendrán en nuestras sociedades modernas alfabetizadas, en las que los libros y el Internet son nuestras fuentes de información.

En las sociedades tradicionales ágrafas, por el contrario, los ancianos son los depositarios de la información.

Su conocimiento significa la diferencia entre la supervivencia y la muerte de toda la sociedad en tiempos de crisis causadas por eventos raros en los que solo los ancianos vivos han tenido experiencia.

Estas son las formas, entonces, en que los ancianos les son de utilidad a las sociedades tradicionales.

Su utilidad varía y contribuye a la variación del tratamiento de los ancianos en la sociedad.

El otro conjunto de razones para la variación en el tratamiento de los ancianos lo constituyen los valores culturales.

Por ejemplo, hay un énfasis particular en el respeto a los ancianos en el Asia Oriental, que está asociado con la doctrina de Confucio de la Piedad Filial, que significa obediencia, respeto y apoyo a los padres ancianos.

Los valores culturales que enfatizan el respeto a los ancianos contrastan con el bajo estatus de los ancianos en los EE.UU.

Los estadounidenses viejos están en gran desventaja en las solicitudes de empleo.

Están en gran desventaja en los hospitales.

Nuestros hospitales tienen una política explícita llamada Asignación de los Recursos de la Salud con Base en la Edad.

Esa expresión siniestra significa que si los recursos de un hospital son limitados, por ejemplo, que si solo hay disponible un donante para trasplante de corazón o que si un cirujano puede operar solo un cierto número de pacientes, los hospitales en EE.UU.

tienen la política explícita de dar preferencia a los pacientes más jóvenes sobre los más viejos sobre la base de que los pacientes más jóvenes son considerados más valiosos para la sociedad porque tienen más años de vida por delante que ellos, así tengan menos años de experiencias valiosas detrás de ellos.

Hay varias razones para este bajo estatus de los ancianos en EE.UU.

Una es nuestra ética puritana del trabajo que da un alto valor al trabajo, de tal forma que los viejos, quienes ya no trabajan más, no son respetados.

Otra razón es nuestro estadounidense énfasis en las virtudes de autosuficiencia e independencia, de tal manera que, instintivamente, menospreciamos a los ancianos quienes ya no son autosuficientes e independientes.

Una tercera razón más es nuestro culto estadounidense de la juventud, que se deja ver incluso en nuestra publicidad.

Los comerciales de Coca-Cola y cerveza siempre muestran gente joven que sonríe aun cuando los viejos, al igual que los jóvenes, compran y beben Coca-Cola y cerveza.

Solo piensen,

¿cuándo fue la última vez que vieron un comercial de Coca-Cola o cerveza mostrando gente de 85 años sonriendo?

Nunca.

A cambio de eso, Los únicos comerciales estadounidenses que presentan gente vieja con canas son los comerciales de hogares de retiro y planes de pensiones.

Y

¿qué ha cambiado en el estatus de los viejos hoy comparado con su estatus en las sociedades tradicionales?

Ha habido pocos cambios para mejorar y más para empeorar.

Los grandes cambios para mejorar incluyen el hecho de que hoy disfrutamos de vidas mucho más largas, mucha mejor salud y oportunidades de recreación mucho mejores en nuestra edad adulta.

Otro cambio para mejorar es que ahora tenemos programas e instalaciones de retiro especializadas para cuidar de los viejos.

Los cambios para empeorar comienzan con la realidad cruel de que ahora tenemos más gente vieja y menos gente joven que nunca antes en el pasado.

Eso significa que toda esa gente vieja es una carga para los jóvenes y que cada persona vieja tiene menos valor individual.

Otro gran cambio para empeorar en el estatus de los viejos es la ruptura, con la edad, de los lazos sociales, ya que tanto los viejos, como sus hijos y amigos se mudan y se alejan, los unos independientemente de los otros, muchas veces durante sus vidas.

Los estadounidenses nos mudamos en promedio cada cinco años.

Por tanto, nuestros viejos tienen muchas probabilidades de terminar viviendo lejos de sus hijos y de sus amigos de la juventud.

Otro cambio más para empeorar en el estatus de los ancianos es su retiro formal de la fuerza laboral que lleva a la pérdida de las amistades del trabajo y a la pérdida de la autoestima asociada con el trabajo.

El cambio más grande para empeorar es, quizás, que nuestros viejos son, objetivamente, menos útiles que en las sociedades tradicionales.

La generalización de la alfabetización implica que ellos ya no son útiles como depositarios del conocimiento.

Cuando queremos información la buscamos en un libro o con Google, en lugar de buscar un viejo para preguntarle.

El avance lento del cambio tecnológico en las sociedades tradicionales implica que lo que alguien aprende cuando niño todavía le es útil cuando viejo, pero el avance rápido del cambio tecnológico hoy en día, implica que lo que se aprende de niño ya no es de utilidad 60 años más tarde.

Y de manera contraria, los viejos somos menos fluidos con las tecnologías esenciales para sobrevivir en la sociedad moderna.

Yo, por ejemplo, a los quince años, era considerado sobresaliente en la multiplicación porque había memorizado las tablas, y sabía cómo usar los logaritmos, y era rápido usando la regla de cálculo.

Hoy, sin embargo, esas habilidades son bastante inútiles porque cualquier idiota puede multiplicar cifras de 8 dígitos con precisión y rapidez con una calculadora de bolsillo.

A mis 75 años, a la inversa, soy incompetente en habilidades esenciales para la vida cotidiana.

En 1948, el primer televisor de mi familia tenía solo 3 perillas que yo rápidamente dominé: un botón de encendido, uno para el volumen y uno selector de canales.

Hoy día, para ver un programa en el televisor de mi propia casa tengo que pelear con un control remoto de 41 botones que sobradamente me derrota.

Tengo que telefonear a mis hijos de 25 años y pedirles que me den instrucciones mientras yo trato de oprimir eso 41 desgraciados botones.

¿Qué podemos hacer para mejorar la vida de los viejos en EE.UU.

y para hacer mejor uso de su valor?

Ese es un problema inmenso.

En los 4 minutos que me quedan hoy, puedo hacer unas pocas sugerencias.

Un valor de los viejos es que son, como abuelos, cada vez más útiles en el cuidado de calidad de sus nietos, si deciden hacerlo, en tanto que más mujeres jóvenes ingresan al mercado laboral y menos padres jóvenes de ambos sexos permanecen en casa dedicados al cuidado de sus hijos.

Comparado con las alternativas más usadas, pagar niñeras y guarderías, los abuelos ofrecen un cuidado superior de los niños, motivado y con experiencia.

Ellos han ganado experiencia con la crianza de sus hijos.

Ellos, por lo general, aman a sus nietos, y les entusiasma pasar tiempo con ellos.

A diferencia de otros cuidadores, los abuelos no renuncian a su trabajo porque encuentran otro donde les pagan más por cuidar otro bebé.

Un segundo valor de los viejos, paradójicamente, tiene que ver con la pérdida de valor derivada de las condiciones y las tecnologías cambiantes del mundo.

A la par con esto, los viejos han ganado en valor hoy en día, por su experiencia única con condiciones de vida que se han vuelto raras a raíz del cambio rápido, pero que pueden regresar.

Solo los estadounidenses que hoy tienen 70 años o más, por ejemplo, pueden recordar la experiencia de vivir una gran depresión, la experiencia de vivir una guerra mundial y de angustiarse pensando si sería más terrible lanzar bombas atómicas o convivir con las posibles consecuencias de no hacerlo.

La mayoría de nuestros políticos y de nuestros actuales votantes no tienen una experiencia personal con ninguna de estas cosas, pero millones de estadounidenses viejos sí.

Infortunadamente, toda estas situaciones terribles podrían regresar.

Y aunque no regresaran, tenemos que ser capaces de planear para eso con base en la experiencia de lo que fueron.

Los viejos tienen esa experiencia.

Los más jóvenes no.

El último valor de los viejos que mencionaré, tiene que ver con el reconocimiento de que si bien hay muchas cosas que los viejos ya no pueden hacer, hay otras que pueden hacer mejor que la gente más joven.

El reto para la sociedad es aprovechar esas cosas que los viejos hacen mejor.

Algunas habilidades decaen con la edad; por supuesto.

Habilidades como aquellas que requieren fuerza física, resistencia, ambición y la capacidad de innovar en situaciones limitadas, como imaginar la estructura del ADN, algo que mejor se le deja a científicos de menos de 30.

De manera contraria, hay cualidades valiosas que mejoran con los años como la experiencia, el entendimiento de las personas y de las relaciones humanas, la capacidad para ayudar a los otros sin presumir de ello y el pensamiento interdisciplinario con bases de datos grandes como la económica y la de la historia comparada, que mejor se le deja a eruditos de más de 60.

Los viejos, entonces, son mejores que los jóvenes supervisando, administrando, asesorando, pensando estrategias, sintetizando, enseñando y concibiendo planes a largo plazo.

Veo estos valores en muchos de mis amigos que tienen 60, 70, 80 y 90 años, quienes están todavía activos como asesores financieros, granjeros, abogados y doctores.

Resumiendo, muchas sociedades tradicionales aprovechan mejor a sus viejos y les dan a sus ancianos vidas más satisfactorias que nosotros en las grandes sociedades modernas.

Paradójicamente, hoy en día, cuando tenemos más ancianos que nunca, viviendo vidas mejores y con mejores cuidados médicos que nunca, la edad adulta es más miserable en algunos aspectos que nunca antes.

Es ampliamente aceptado, que la vida de los ancianos constituye un área de desastre en la sociedad estadounidense moderna.

Lo podemos hacer mejor si estudiamos las vidas de los ancianos en las sociedades tradicionales.

Pero lo que es cierto de las vidas de los ancianos en las sociedades tradicionales, vale también para otros aspectos de las sociedades tradicionales.

No estoy abogando, claro está, por el abandono de la agricultura y de las herramientas de metal ni por el regreso al estilo de vida cazador-recolector.

Hay muchos aspectos obvios en los que nuestras vidas son mucho más felices que las de las pequeñas sociedades tradicionales.

Para mencionar solo unas pocas, nuestras vidas son más largas, materialmente mucho más ricas y menos plagadas de violencia que las vidas de las personas en las sociedades tradicionales.

Pero hay también cosas que admirar de las personas de las sociedades tradicionales, y de las que tal vez tengamos que aprender.

Sus vidas son, por lo general, socialmente más ricas que nuestras vidas, aunque son materialmente más pobres.

Sus niños son más autosuficientes, más independientes y socialmente más habilidosos que nuestros niños.

Piensan en los peligros de forma más realística que nosotros.

Casi nunca mueren de diabetes, enfermedades del corazón, infartos, y otras enfermedades no transmisibles, que serán la causa de muerte de casi todos los que estamos en este recinto hoy.

Diferentes aspectos de la vida moderna nos predisponen a estas enfermedades y diferentes características del estilo de vida tradicional nos protegen de ellas.

Estos son solo algunos ejemplos de lo que podemos aprender de las sociedades tradicionales.

Espero que les resulte tan fascinante leer acerca de las sociedades tradicionales como a mí me resulta vivir en ellas.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/jared_diamond_how_societies_can_grow_old_better/

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *