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¿Cómo sobreviviremos cuando seamos 10 mil millones de personas? – Charla TED2018

Charla «¿Cómo sobreviviremos cuando seamos 10 mil millones de personas?» de TED2018 en español.

Para el año 2050, se estima que vivirán en la Tierra 10 mil millones de personas. ¿Cómo vamos a garantizar las necesidades básicas y a la vez evitar las peores consecuencias del cambio climático? En una charla llena de ingenio y sabiduría, el periodista científico Charles C. Mann analiza las soluciones propuestas y descubre que la respuesta está entre dos campos: los magos y los profetas. Al mismo tiempo, ofrece su propia visión sobre el mejor camino para la supervivencia.

  • Autor/a de la charla: Charles C. Mann
  • Fecha de grabación: 2018-04-10
  • Fecha de publicación: 2018-10-26
  • Duración de «¿Cómo sobreviviremos cuando seamos 10 mil millones de personas?»: 778 segundos

 

Traducción de «¿Cómo sobreviviremos cuando seamos 10 mil millones de personas?» en español.

¿Qué tal nos va?

No, no, no, con eso me refiero a cómo nos va; «nos» en sentido homo sapiens,
(Risas)
como especie.


(Risas)
La forma típica de contestar a esa pregunta es esta.

Se elige una medida de bienestar físico humano: longevidad media, calorías medias por día, ingresos medios, población general, ese tipo de cosas, y se dibuja un gráfico de su evolución en el tiempo.

En casi todos los casos, se obtiene el mismo resultado.

La línea se mantiene en un nivel bajo durante milenios y se dispara exponencialmente en los siglos XIX y XX.

O elijan una medida de consumo: consumo de energía, consumo de agua potable, consumo de la fotosíntesis mundial, y dibujen un gráfico de su evolución en el tiempo.

De la misma manera, la línea se mantiene en niveles bajos durante milenios y se dispara exponencialmente en los siglos XIX y XX.

Los biólogos tienen una palabra para esto: brote.

Un brote sucede cuando una población o especie excede los límites de la selección natural.

La selección natural suele mantener a la población y las especies dentro de límites más o menos definidos.

Las plagas, los parásitos y la falta de recursos evitan que se extiendan mucho.

Pero, de vez en cuando, una especie traspasa sus límites: la estrella de mar corona de espinas en el Índico, el mejillón cebra en los Grandes Lagos, el gusano del abeto aquí en Canadá.

La población se dispara, se multiplica por cien, por mil, por un millón.

Hay una lección fundamental en biología: los brotes no acaban bien.


(Risas)
Pongan un par de protozoos en una placa de Petri llena de nutrientes.

En su hábitat natural, tierra o agua, el entorno los limita.

En la placa de Petri tienen un suculento desayuno y ningún enemigo natural.

Comen y se reproducen, comen y se reproducen hasta que ¡zas!, llegan al borde de la placa de Petri y bien se ahogan en sus propios desperdicios, mueren de hambre por falta de recursos, o ambos.

El brote siempre acaba mal.

Desde el punto de vista de la biología, Uds.

y yo no somos muy distintos de los protozoos de la placa de Petri.

No somos especiales.

Todo lo que con nuestra vanidad pensamos que nos hace diferentes, el arte, la ciencia, la tecnología y demás, no importan.

Somos una especie de brote, vamos a alcanzar el borde de la placa de Petri, sin más.

La pregunta lógica es:

¿eso es verdad?

¿Estamos condenados a llegar al borde de la placa de Petri?

Me gustaría apartar esta pregunta un momento y formularles otra.

Si vamos a huir de la biología,

¿cómo vamos a hacerlo?

En el año 2050, habrá casi 10 mil millones de personas en el mundo y toda esa gente querrá lo mismo que queremos Uds.

y yo: buenos autos, buena ropa, buenas casas, y un Toblerone de vez en cuando.

Piénsenlo: Toblerone para 10 mil millones de personas.

¿Cómo lo vamos a hacer?

¿Cómo vamos a alimentar a todos, conseguir agua para todos, proveerles de energía y evitar los peores golpes del cambio climático?

Soy periodista de ciencias y llevo años haciendo esa pregunta a los investigadores y, en mi experiencia, sus respuestas encajan en dos categorías muy amplias a las que llamo «magos» y «profetas».

Los magos, los tecnogenios, creen que la ciencia y la tecnología, aplicadas correctamente, nos permitirán encontrar una solución a nuestros dilemas.

«Sean listos, creen más», dicen.

«De esa forma todo el mundo gana».

Los profetas creen más bien lo contrario.

Ven el mundo gobernado por procesos ecológicos fundamentales con límites que transgredimos para nuestro perjuicio.

«Usen menos, preserven», dicen.

«Si no, todo el mundo pierde».

Los magos y los profetas llevan décadas dándose cabezazos pero ambos creen que la tecnología es la clave para un futuro exitoso.

El problema es que conciben distintos tipos de tecnología y distintos tipos de futuros.

Los magos conciben un mundo de megaciudades brillantes y ultraeficientes rodeadas de grandes extensiones de naturaleza virgen, economías que han pasado de los átomos a los bits, sociedades capitalistas desmaterializadas que ya no dependen de explotar la naturaleza.

Para los magos, la energía viene de plantas nucleares compactas; la comida, de granjas con bajo impacto ambiental y cultivos ultraproductivos, genéticamente modificados, cuidados por robots; el agua, de plantas desalinizadoras de alto rendimiento, lo que significa que ya no explotaremos ríos ni acuíferos.

Los magos conciben a los 10 mil millones apretados en megaciudades ultradensas pero caminables, un mundo urbanizado de máxima aspiración humana y de máxima libertad humana.

Los profetas se oponen por completo.

No se puede desmaterializar la comida y el agua, dicen.

Dicen que los bits no se pueden comer y la agricultura industrial ya ocasionó una erosión masiva del suelo, la muerte de grandes zonas costeras y la ruina de microbiomas terrestres.

¿Y Uds.

los magos quieren más de eso?

¿Y esas enormes plantas desalinizadoras?

Generan cantidades igualmente grandes de sal tóxica que básicamente son imposibles de eliminar.

¿Y esas megaciudades que les gustan?

¿Pueden nombrar una megaciudad real que exista en el mundo de hoy en día, dejando de lado Tokio quizás, que no sea una cloaca de corrupción y desigualdad?

Los profetas rezan por comunidades más pequeñas e interconectadas, más cercanas a la tierra, un mundo más agrícola con más conexión humana y menor control corporativo.

En esta visión, hay más gente que vive en el campo, con energía que viene de instalaciones solares y eólicas a nivel barrial y que no serían muy visibles.

Los profetas no generan agua en enormes plantas desalinizadoras.

La recogen de la lluvia, y reciclan y reusan de manera infinita.

Y la comida viene de una red de granjas a pequeña escala que se centra más en los árboles y los tubérculos que en cereales menos productivos como el trigo y el arroz.

Pero, por encima de todo, los profetas creen en un cambio de hábitos.

No conducen al trabajo; usan un tren impulsado por energía renovable.

No se dan duchas calientes de 30 minutos cada mañana.

Comen, como dice Michael Pollan, comida de verdad, sobre todo plantas y no mucha cantidad.

Por encima de todo, los profetas dicen que las limitaciones de la naturaleza llevan a una vida más libre, más democrática y más sana.

Los magos piensan que son todas tonterías.

Lo ven como una receta para la estrechez, la regresión y la pobreza global.

Dicen que la agricultura de la que hablan los profetas aumenta el impacto humano y empuja a más gente hacia trabajos agrícolas de bajos ingresos.

Esas instalaciones solares en cada barrio suenan geniales pero dependen de una tecnología que todavía no existe.

Son una fantasía.

¿Y reciclar agua?

Es un freno para el crecimiento y el desarrollo.

Aunque, muy especialmente, los magos se oponen al énfasis de los profetas en la ingeniería social a gran escala, pues la ven profundamente antidemocrática.

Si la historia de los dos últimos siglos ha sido de un crecimiento desenfrenado, la historia del siglo que viene quizá dependa de cuál de estos dos caminos elijamos como especie.

Estas son las polémicas que serán resueltas, de una u otra forma, por la generación de nuestros hijos, la generación que vendrá a un mundo de 10 mil millones.

Llegados a este punto, los biólogos pondrán el grito en el cielo, al punto que apenas me oirán hablar.

Dirán que todo esto de los magos y los profetas es un sueño imposible.

No importa qué camino ilusorio piensan que han tomado.

En la naturaleza, los brotes no acaban bien.

No creerán que los protozoos ven el borde de la placa de Petri y dicen: «Chicos,

¿hora de cambiar la sociedad?

«.

No.

Se dejan llevar.

Eso hace la vida y nosotros somos parte de la vida.

Nosotros haremos lo mismo.

Hay que aguantarse.

Si son seguidores de Darwin, hay que tener esto en cuenta.

El contraargumento básico se resume en: «Somos especiales».

Vaya excusa mala.


(Risas)
Podemos acumular y compartir conocimiento y usarlo para guiar nuestro futuro.

Pero,

¿realmente lo hacemos?

¿Hay alguna prueba de que estemos usando el conocimiento acumulado y compartido para garantizar nuestra prosperidad a largo plazo?

Es muy fácil decir que no.

Si son magos y creen que los cultivos hiperproductivos genéticamente modificados son la clave para alimentar a todos en el mundo de mañana, entonces pregúntense por qué, en 20 años de demostración sobre su consumo seguro, los científicos no han logrado convencer al público de usar esta tecnología.

Si son profetas y creen que la clave para resolver la creciente escasez de agua potable es dejar de malgastarla, tienen que preocuparse porque las ciudades de todo el mundo, tanto en sitios ricos como pobres, pierden habitualmente un cuarto o más de agua por tuberías dañadas y contaminadas.

Hace muy poco, Ciudad del Cabo casi se queda sin agua.

Ciudad del Cabo pierde un tercio de su agua por tuberías dañadas.

Este problema lleva décadas empeorando y se ha hecho muy poco para solucionarlo.

Si fueran magos y pensaran que la energía nuclear limpia, abundante y libre de carbón es la clave para luchar contra el cambio climático, tienen que preocuparse de que el apoyo de la gente a construir armas nucleares disminuya.

Si son profetas y piensan que la solución al mismo problema son esas instalaciones solares de barrio que llevan energía de un lado a otro, tendrán que preocuparse de que ninguna nación en el mundo dedique ningún recurso al desarrollo de esa tecnología ni la use cuando la necesitamos.

Y si están en cualquiera de los bandos, magos o profetas, deben preocuparse de que, a pesar de la gran alarma sobre el cambio climático, la cantidad de energía generada cada año por combustibles fósiles ha aumentado un 30 % desde el inicio de este siglo.

¿Siguen pensando que somos distintos de los protozoos?

¿Que somos especiales?

En realidad, es peor incluso.


(Risas)
No estamos en la calle.

No, en serio.

Si hay una diferencia entre nosotros y los protozoos, una diferencia importante, no solo el arte, la ciencia y la tecnología y demás, es que podemos chillar y gritar, podemos salir a la calle y con el tiempo cambiar la sociedad, pero no lo hacemos.

Los magos llevan décadas argumentando que la energía nuclear es clave para resolver el cambio climático.

Pero la primera manifestación pronuclear sucedió hace menos de dos años, y fue eclipsada por las marchas antinucleares del pasado.

Los profetas llevan diciendo, literalmente, durante décadas, que la conservación es clave para tener agua potable sin destruir los ecosistemas que generan esas fuentes de agua potable.

Pero en la historia de la humanidad nunca ha habido una calle llena de manifestantes con pancartas para protestar por tuberías dañadas.

De hecho, gran parte de la actividad política en esta esfera ha sido la confrontación entre magos y profetas, en vez de reconocer que están, en gran medida, del mismo lado.

Después de todo, a todos les preocupa lo mismo:

¿cómo nos las vamos a arreglar en un mundo de 10 mil millones?

El primer paso para generar ese movimiento social necesario, para crear esa masa crítica y hacer que empecemos a chillar y a gritar, parece obvio: los magos y los profetas deben unirse.

Pero

¿cómo se puede lograr eso dadas las décadas de hostilidad?

Una forma puede ser: cada parte se compromete a aceptar las premisas fundamentales del otro.

Aceptar que la energía nuclear es segura y libre de carbono, que las minas de uranio pueden ser terriblemente sucias y que poner grandes cantidades de basura tóxica en trenes desvencijados y hacerlos circular por todo el país es una idea malísima.

Para mí, esto lleva con bastante rapidez a una visión de pequeña escala, a nivel barrial, con armas nucleares temporales, y la energía nuclear como un puente mientras desarrollamos las renovables.

O aceptar que los cultivos modificados genéticamente son seguros y que la agricultura industrial ha causado grandes problemas medioambientales.

Para mí, esto lleva con bastante rapidez a una visión de botánicos que dedican mucha más atención a los cultivos arbóreos y de tubérculos, que pueden ser mucho más productivos que los cereales, consumen menos agua que los cereales y causan menos erosión.

Estas son solo ideas de un periodista cualquiera.

Estoy seguro de que hay muchas más y mejores en esta sala.

Lo importante es que si los magos y los profetas trabajan juntos, pueden tener éxito.

Y tener éxito significaría mucho más que la simple supervivencia, que no es poco.

Si la humanidad de alguna forma sobrevive a su propio brote, si conseguimos comida y agua para todos, energía para todos, si evitamos los peores efectos del cambio climático, si de alguna manera podemos conservar el bioma, sería increíble.

Creo que significaría, incluso para un cínico empedernido como yo, que quizás sí seamos especiales.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/charles_c_mann_how_will_we_survive_when_the_population_hits_10_billion/

 

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