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Charla «Cómo tus emociones cambian la forma de tu corazón» de TEDSummit 2019 en español.
«Un registro de nuestra vida emocional está escrito en nuestros corazones», dice el cardiólogo y escritor Sandeep Jauhar. En una charla deslumbrante, explora las formas misteriosas como nuestras emociones impactan la salud de nuestros corazones. Estas, reaccionado al dolor o al miedo, hacen que el corazón cambie de forma y literalmente se nos rompa en respuesta a la angustia emocional. Jauharnos anima a cambiar la manera de cuidar nuestro órgano más vital.
- Autor/a de la charla: Sandeep Jauhar
- Fecha de grabación: 2019-07-25
- Fecha de publicación: 2019-09-10
- Duración de «Cómo tus emociones cambian la forma de tu corazón»: 962 segundos
Traducción de «Cómo tus emociones cambian la forma de tu corazón» en español.
Ningún otro órgano, quizás ningún otro objeto en la vida humana, está tan imbuido de metáforas y significados como el corazón humano.
En el transcurso de la historia, el corazón ha sido un símbolo de nuestras vidas emocionales.
Fue considerado por muchos como el asiento del alma, el repositorio de las emociones.
La misma palabra «emoción» proviene en parte del verbo francés «émouvoir» que significa «agitar».
Y quizás sea lógico que las emociones estén vinculadas a un órgano caracterizado por su movimiento agitado.
Pero
¿cuál es ese vínculo?
¿Es real o puramente metafórico?
Como especialista del corazón, estoy aquí para decirles que ese vínculo es muy real.
Las emociones, verán, pueden y tiene un efecto físico directo en el corazón humano.
Pero antes de entrar en esto, hablemos un poco sobre el corazón metafórico.
El simbolismo del corazón emocional perdura hasta hoy.
Si preguntamos a las personas qué imagen asocian más con el amor, no hay duda de que el corazón de San Valentín encabezaría la lista.
La forma del corazón, llamada cardioide, es común en la naturaleza.
Se encuentra en las hojas, flores y semillas de muchas plantas, incluyendo el silfio, usado para el control de la natalidad en la Edad Media y quizás es la razón por la cual el corazón se asoció con sexo y amor romántico.
Por cualquier razón, los corazones comenzaron a aparecer en pinturas de amantes en el siglo XIII.
Con el tiempo, las imágenes se volvieron rojas, el color de la sangre, un símbolo de la pasión.
En la Iglesia católica romana, la forma del corazón se conoció como el Sagrado Corazón de Jesús.
Adornado con espinas y emitiendo luz etérea, se convirtió en una insignia del amor monástico.
Esta asociación entre corazón y amor ha resistido hasta la modernidad.
Cuando Barney Clark, dentista retirado con insuficiencia cardíaca en etapa terminal, recibió el primer corazón artificial permanente en Utah en 1982, según los informes, su esposa de 39 años preguntó a los médicos: «
¿Seguirá siendo capaz de amarme?
«.
Hoy sabemos que el corazón no es la fuente del amor o de las otras emociones, per se; los antiguos estaban equivocados.
Y, sin embargo, cada vez más, hemos llegado a comprender que la conexión entre el corazón y las emociones es muy íntima.
El corazón puede no originar nuestros sentimientos, pero es muy sensible a ellos.
En cierto sentido, un registro de nuestra vida emocional está escrito en nuestros corazones.
El miedo y la pena, por ejemplo, pueden causar una lesión cardíaca profunda.
Los nervios que controlan procesos inconscientes como el latido del corazón pueden sentir angustia y desencadenar una respuesta de lucha o huida desadaptativa que provoca la constricción de los vasos sanguíneos, un ritmo galopante en el corazón y una subida de la presión arterial que causa daños.
En otras palabras, cada vez está más claro que nuestros corazones son extraordinariamente sensibles a nuestro sistema emocional, al corazón metafórico, si se quiere.
Existe un trastorno cardíaco reconocido por primera vez hace unas dos décadas.
llamado «miocardiopatía de takotsubo» o «síndrome del corazón roto» en el que el corazón se debilita mucho en respuesta al estrés intenso o al dolor, tras una ruptura de una relación amorosa o la muerte de un ser querido.
Como muestran estas imágenes, el corazón afligido en el medio, se ve muy diferente al corazón normal de la izquierda.
Parece aturdido y con frecuencia los abombamientos son la forma distintiva de un takotsubo, que se muestra a la derecha, una vasija japonesa con una base ancha y un cuello estrecho.
No sabemos exactamente por qué sucede esto, y el síndrome generalmente se soluciona en pocas semanas.
Sin embargo, en el período agudo, puede causar insuficiencia cardíaca arritmias potencialmente mortales, incluso la muerte.
Por ejemplo, el esposo de una paciente anciana mía murió recientemente.
Estaba triste, por supuesto, pero lo aceptaba.
Quizás incluso un poco aliviada.
Había sido una enfermedad muy larga; él había tenido demencia.
Pero una semana tras funeral, ella miró su foto y empezó a estar llorosa.
Y luego desarrolló dolor en el pecho, le faltaba el aire, tenía distensión de las venas del cuello, cejas sudorosas, un jadeo notable mientras estaba sentada en una silla.
Todos los signos de insuficiencia cardíaca.
Fue ingresada en el hospital, donde un ultrasonido confirmó lo que ya sospechábamos: su corazón se había debilitado a menos de la mitad de su capacidad normal y se había abombado de la forma distintiva de un takotsubo.
Pero ninguna otra prueba era negativa.
No había signos de arterias obstruidas en ninguna parte.
Dos semanas después, su estado emocional había vuelto a la normalidad.
Entonces, un ultrasonido confirmó, lo que tenía en su corazón.
La miocardiopatía de takotsubo se relaciona con situaciones estresantes, incluyendo la de hablar en público,
(Risas)
(Aplausos)
disputas domésticas, pérdidas en el juego, incluso con una fiesta sorpresa de cumpleaños.
(Risas)
Incluso se ha asociado con un trastorno social generalizado, como el de después de un desastre natural.
Por ejemplo, en 2004, un terremoto masivo devastó un distrito en la isla más grande de Japón.
Más de 60 personas murieron y miles resultaron heridas.
Como resultado de esa catástrofe, los investigadores encontraron que los casos de la miocardiopatía takotsubo aumentaron 24 veces en el distrito un mes después del terremoto, en comparación con un período similar el año anterior.
Las residencias de estos casos, estrechamente correlacionadas con la intensidad del temblor.
En casi todos los casos, los pacientes vivían cerca del epicentro.
Curiosamente la miocardiopatía takotsubo también se ha constatado tras un evento feliz, no obstante, el corazón parece reaccionar de manera diferente abonbándose en la parte media, por ejemplo, y no en el ápice.
El por qué diferentes precipitantes emocionales dan como resultado diferentes cambios cardíacos, sigue siendo un misterio.
Pero hoy, tal vez como una oda a nuestros filósofos antiguos, podemos decir que incluso si las emociones no están dentro de nuestros corazones, el corazón emocional se superpone a su contraparte biológica de manera sorprendente y misteriosa.
Síndromes cardíacos, incluida la muerte súbita, han venido reportándose durante mucho tiempo en personas que sufren un trastorno emocional intenso o agitación en sus corazones metafóricos.
En 1942 el fisiólogo de Harvard Walter Cannon publicó un artículo titulado «‘Muerte vudú» en el que describió casos de muerte por susto en personas que creyeron que habían sido maldecidas, como por un médico brujo o como consecuencia de comer fruta tabú.
En muchos casos la víctima, habiendo perdido toda esperanza, cayó muerta en el acto.
Lo que estos casos tenían en común era la creencia absoluta de la víctima que había una fuerza externa que podría causar su desaparición, y contra la cual no había fuerza alguna de lucha.
Esta percepción de falta de control, postuló Cannon, resultaba en una respuesta fisiológica no mitigada, en el que los vasos sanguíneos se contraían en tal grado que ese volumen de sangre bajaba agudamente, la presión sanguínea se desplomaba, el corazón se debilitaba agudamente y el daño masivo a los órganos resultante era por la falta de oxígeno transportado.
Cannon creía que las muertes vudú estaban limitadas a pueblos indígenas o «primitivos».
Pero con los años, se ha demostrado que este tipo de muertes ocurren en todo tipo de personas modernas, también.
Hoy, la muerte por dolor se ha visto en cónyuges y hermanos.
Los corazones rotos son literal y metafóricamente mortales.
Estas asociaciones son válidas incluso para los animales.
En un estudio fascinante publicado en 1980 en la revista «Science» los investigadores alimentaron a conejos enjaulados con una dieta alta en colesterol para estudiar su efecto sobre la enfermedad cardiovascular.
Sorprendentemente, descubrieron que algunos conejos desarrollaron más enfermedad que otros, pero no pudieron explicar por qué.
Los conejos tenían una dieta, ambiente y composición genética muy similares.
Pensaron que podría tener algo que ver con la frecuencia que el técnico interactuaba con los conejos.
Entonces repitieron el estudio, dividiendo los conejos en dos grupos.
Ambos grupos fueron alimentados con una dieta alta en colesterol.
Pero en un grupo, los conejos fueron sacados de sus jaulas, los acariciaron, les hablaron y jugaron con ellos, y en el otro grupo de conejos permanecieron en sus jaulas solos.
Al año se hizo la autopsia, y los investigadores encontraron que los conejos en el primer grupo, que recibió interacción humana, tenían 60 % menos enfermedad aórtica que los conejos del otro grupo, a pesar de tener niveles de colesterol, presión arterial y frecuencia cardíaca similar.
Hoy el cuidado del corazón ya no es una provincia de filósofos, donde habitan los significados metafóricos del corazón, sino más bien el dominio de médicos como yo, que manejan tecnologías que incluso hace un siglo, debido al estado exaltado del corazón en la cultura humana, fueron considerados tabú.
En el proceso, el corazón se ha transformado.
de un objeto casi sobrenatural imbuido de metáfora y significado a una máquina que puede ser manipulada y controlada.
Pero este es el punto clave: estas manipulaciones, que ahora entendemos, deben complementarse con atención a la vida emocional que, durante miles de años, se creía que el corazón contenía.
Consideren, por ejemplo, el ensayo «Lifestyle Heart Trial» publicado en la revista británica «The Lancet» en 1990.
A 48 pacientes con enfermedad coronaria moderada o grave se les asignó aleatoriamente un estilo de vida habitual o un estilo de vida intensivo que incluía una dieta vegetariana baja en grasa, ejercicio aeróbico moderado, apoyo psicosocial grupal y consejos para el manejo del estrés.
Los investigadores encontraron que los pacientes con el nuevo estilo de vida lograron una reducción de casi 5 % en su placa coronaria.
El grupo de control, por otro lado, tenía un 5 % más de placa coronaria al año y un 28 % más a los cinco años.
También tenían casi el doble de la tasa de eventos cardíacos, como ataques cardíacos, cirugía de derivación coronaria y muertes relacionadas con el corazón.
Aquí hay un hecho interesante: algunos pacientes en el grupo de control adoptaron planes de dieta y ejercicio que fueron casi tan intensos como los del grupo de estilo de vida intensivo.
Su enfermedad cardíaca aún progresaba.
La dieta y el ejercicio por sí solos no fueron suficientes para facilitar la regresión de la enfermedad coronaria.
En los seguimientos de uno y cinco años, el manejo del estrés estaba más fuertemente correlacionado con la reversión de enfermedad coronaria de lo que fue el ejercicio.
Sin duda, este y otros estudios similares son pequeños, y, por supuesto, la correlación no prueba la causalidad.
Ciertamente es posible que el estrés conduzca a hábitos poco saludables, y esa es la verdadera razón del aumento del riesgo cardiovascular.
Pero como con la asociación de fumar y cáncer de pulmón, cuando tantos estudios muestran lo mismo, y cuando existen mecanismos para explicar una relación causal, parece arbitrario negar que probablemente exista alguna.
Lo que muchos médicos han concluido, y yo también en mis casi dos décadas como especialista del corazón, es que el corazón emocional se cruza con su contraparte biológica de maneras sorprendentes y misteriosas.
Y, sin embargo, la medicina hoy continúa conceptualizando el corazón como máquina.
Esta conceptualización ha tenido grandes beneficios.
La cardiología, mi campo, es sin duda una de las mejores historias de éxito científico de los últimos 100 años.
Estents, marcapasos, desfibriladores, cirugía de derivación coronaria, trasplantes de corazón…
todas estas cosas fueron desarrolladas o inventadas tras la II Guerra Mundial.
Sin embargo, es posible que nos estamos acercando a los límites de lo que puede hacer la medicina científica para combatir enfermedades del corazón.
De hecho, la tasa de disminución de la mortalidad cardiovascular ha disminuido significativamente en la última década.
Tendremos que cambiar a un nuevo paradigma para continuar haciendo el tipo de progreso al que nos hemos acostumbrado.
En este paradigma, factores psicosociales deberán estar al frente y en el centro en cómo pensamos acerca de los problemas del corazón.
Esta va a ser una batalla cuesta arriba, y sigue siendo un dominio en gran parte inexplorado.
La American Heart Association todavía no menciona el estrés emocional como factor de riesgo modificable clave para la enfermedad cardíaca, quizás en parte porque el colesterol en sangre es mucho más fácil de bajar que el trastorno emocional y social.
Hay una mejor manera, tal vez, si lo reconocemos cuando decimos «un corazón roto».
De hecho, a veces estamos hablando de un verdadero corazón roto.
Debemos prestar más atención al poder y la importancia de las emociones.
al cuidar de nuestros corazones.
He aprendido que el estrés emocional a menudo es una cuestión de vida o muerte.
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/sandeep_jauhar_how_your_emotions_change_the_shape_of_your_heart/