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Charla «Cómo un viejo circuito de vías de tren está cambiando la cara de una ciudad» de TEDNYC en español.
El planificador urbano Ryan Gravel comparte la historia de cómo su pueblo natal de Atlanta, Georgia, se reunió para construir un parque urbano masivo que transformará un camino de vías férreas abandonadas en 35 kilómetros de espacio verde público llamado el Atlanta BeltLine. Los lugares que vivimos son inevitables, dice él- y si queremos algo diferente, necesitamos levantar la voz.
- Autor/a de la charla: Ryan Gravel
- Fecha de grabación: 2016-10-05
- Fecha de publicación: 2016-12-01
- Duración de «Cómo un viejo circuito de vías de tren está cambiando la cara de una ciudad»: 686 segundos
Traducción de «Cómo un viejo circuito de vías de tren está cambiando la cara de una ciudad» en español.
Esta imagen es de mi tarjeta del metro cuando pasé un año en París en la universidad a mediados de los 90’s.
Mi amigo dice que parezco un anarquista francés.
(Risas)
Pero esto es lo que aún veo cuando miro el espejo en la mañana.
Luego de un mes de vivir en París, había perdido 7 kilos y estaba en la mejor forma de mi vida porque comía comida fresca y caminaba a donde iba.
Habiendo crecido en el suburbio de Atlanta, una región construida en gran parte por carreteras y automóviles y con una reputación como ejemplo de la expansión urbana, París fundamentalmente cambió el modo que entendía la construcción del mundo a mi alrededor, y me obsesioné con el rol de la infraestructura, que no sólo es la manera de mover gente del punto A al punto B, ni tampoco la manera de transportar agua, drenaje o energía, sino es la base de nuestra economía.
Es la base para nuestra vida social y para nuestra cultura, y realmente importa a la manera en que vivimos.
Cuando llegué a casa, me frustré instantáneamente, me atrapó el tráfico ni bien crucé el final de nuestra carretera perimetral.
No sólo fue que no movía ni un músculo, no tenía interacción social con los cientos de miles de personas que pasaban a mi lado, como yo, con los ojos hacia adelante y su música rugiendo.
Me pregunté si esto era un resultado inevitable, o debíamos hacer algo al respecto.
¿Era posible transformar esta condición en Atlanta en la clase de lugar en la que yo quería vivir?
Volví a la escuela de posgrado en arquitectura y planificación de ciudad, desarrollé este interés en infraestructura, y en 1999 tuve una idea para mi proyecto de tesis: la adaptación del circuito obsoleto de la vieja vía férrea que rodea el centro como una nueva infraestructura para la revitalización urbana.
Era sólo una idea.
Nunca pensé que podríamos hacerlo.
Pero fui a trabajar a una empresa de arquitectura, hasta que hablé a mis colegas de ello, y a ellos les encantó la idea.
Y a medida que le hablábamos a más gente de esto, más gente quería escucharlo.
A mediados de 2001, nos contactamos con Cathy Woolard, quien era presidenta del consejo ciudadano.
Y construimos una visión de toda la ciudad basada en esta idea: la Atlanta BeltLine, un circuito de 35 kilómetros de tránsito, pistas y transformación.
Hice dos y tres reuniones por semana por dos años y medio, junto a Cathy, su personal y un grupo de voluntarios.
Juntos, construimos este increíble movimiento de personas e ideas.
Incluía abogados de la comunidad quienes solían pelear contra cosas, pero encontraron en Atlanta BeltLine algo por lo que podían luchar, desarrolladores que vieron la chance de sacar ventaja del nuevo crecimiento en la ciudad; y docenas de socios sin fines de lucro que vieron su misión al menos parcialmente cumplida por la visión compartida.
Normalmente estos grupos de personas no están de un mismo lado buscando el mismo resultado.
Pero allí estábamos, y era algo extraño, pero fue muy, muy poderoso.
La gente de Atlanta se enamoró con una visión que era mejor de lo que ellos veían a través de sus parabrisas, y la gente de Atlanta lo hizo realidad, y les garantizo que no lo hubiéramos construido de otra manera.
Desde el inicio, nuestra coalición fue diversa.
Gente con diferentes posiciones fueron parte de nuestra historia.
Gente del más bajo nivel del espectro económico lo amaron también.
Sólo tenían miedo que no serían capaces de estar allí cuando sea construido, que serían dejados de lado.
Y hemos escuchado este tipo de historias antes,
¿verdad?
Pero prometimos que el Atlanta BeltLine sería diferente, y la gente tomó posesión de la idea, y ellos lo mejoraron más de lo que hubiéramos imaginado en el inicio, incluyendo subsidios significativos para vivienda, nuevos parques, arte, un arboreto, una lista que continua creciendo.
Y pusimos en marcha las organizaciones y agencias que eran requeridas para hacerlo realidad.
Y ahora es una realidad.
Ahora, estamos en etapas tempranas de implementación, y está funcionando.
La primera sección principal de la ruta fue abierta en 2012, y ya ha generado más de 3 mil millones de dolares de inversión del sector privado.
Pero no se trata sólo de cambiar la forma física de la ciudad, sino de cambiar la manera que pensamos de la ciudad, y de nuestras expectativas al vivir allí.
Hace un mes, tuve que llevar a mis hijos conmigo a la tienda, y ellos se quejaban de eso, porque no querían entrar al carro.
Y decían: «Papá, si tenemos que ir,
¿podemos, al menos, ir en bicicleta?
» Y les dije, «Por supuesto, podemos.» Esto es lo que la gente en Atlanta hace.
Vamos en bicicleta a la tienda.»
(Risas)
(Aplausos)
Gracias.
Ellos no saben cuán ridículo es eso, pero yo sí.
Y también entiendo que sus expectativas para Atlanta son muy poderosas.
Esta clase de transformación es exactamente como la expansión en el último siglo, el movimiento donde nuestra inversión en carretera y automóviles cambió fundamentalmente la vida estadounidense.
No fue una gran conspiración.
Hubo conspiraciones dentro de ella, por supuesto.
Pero esto fue un impuso cultural.
Eran millones de personas tomando millones de decisiones en un periodo extendido de tiempo, que cambió fundamentalmente no solo el modo de construir ciudades, sino cambió nuestras expectativas de nuestras vidas.
Estos cambios son las bases para la expansión urbana.
No lo llamábamos expansión en aquel tiempo.
Lo llamábamos el futuro.
Y lo era.
Tuvimos los callejones sin salida, centros comerciales y carreteras que quisimos.
Fue una transformación radical, pero fue construida por un impulso cultural.
Así es importante no separar la construcción física de los lugares que vivimos de otras cosas que están pasando en ese momento.
En ese momento, en la segunda mitad del último siglo, la ciencia estaba curando enfermedades y llevándonos a la Luna, y la revolución sexual fue rompiendo barreras, el Movimiento de Derechos Civiles empezó su marcha hacia el cumplimiento de la promesa de nuestra nación.
Televisión, entretenimiento, comida, viajes, negocios; todo estaba cambiando, y ambos sectores, privados y público, conspiraron para darnos las vidas que queríamos.
La Administración Federal de Carretera por ejemplo, no existía antes de que hubiera carreteras.
Piénsenlo.
(Risas)
Por supuesto, hoy es importante de entender y reconocer que estos beneficios se acumulen en ciertos grupos de personas y no otros.
No fue impulso cultural equitativo.
Pero cuando miramos hoy en asombro y disgusto, tal vez, en la expansión de la metrópolis antes de nosotros, nos preguntamos si estamos atrapados.
¿Estamos atascados en la herencia de la falta de equidad?
¿Estamos atascados en este tráfico distópico del infierno?
¿Estamos atascados en este desplazamiento urbano desenfrenado, con degradación ambiental?
¿Estamos atascados en el aislamiento social o polarización política?
¿Son estos resultados inevitables y permanentes?
¿O son los resultados de nuestras decisiones culturales colectivas que hemos hecho para nosotros?
Y si así es,
¿no podríamos cambiarlos?
Lo que he aprendido de nuestra experiencia en Atlanta no es una anomalía.
Historias similares suceden en varios lugares, donde la gente está reclamando no sólo viejas vías férreas, sino también vías acuáticas urbanas degradados y calzadas obsoletas, reinventando toda la infraestructura en sus vidas.
Sea aquí en Nueva York o en Houston o Miami, Detroit, Filadelfia, Seúl, Hong Kong, Singapur, Toronto y París, grandes y pequeñas ciudades en todo el mundo están reclamando y reinventando esta infraestructura para sí mismas, incluyendo la madre de todos los proyectos catalizadores de infraestructura, el río Los Angeles, el esfuerzo de revitalización que empezó similarmente como un movimiento popular, se ha desarrollado en un impulso cultural, y está ahora en las etapas iniciales de ser transformado en una clase de infraestructura que reafirma la vida, ésta con caminos, parques, pesca, paseo en barco y revitalización comunitaria, y por supuesto, calidad de agua y control de inundación.
Está ya mejorando la vida de los personas.
Está ya cambiando la manera que el resto de nosotros piensa de Los Angeles.
Esto es más que solo infraestructura.
Estamos construyendo nuevas vidas para nosotros mismos.
Es un movimiento que incluye comida local, agricultura urbana, cerveza artesanal, la cultura del hacedor, tecnología y diseño, todas estas cosas, indicadores tempranos de un cambio muy radical en el modo que construimos ciudades.
Estamos tomando lugares como éste y transformándolos en esto.
Y pronto esto.
Y todo es tan excitante y bueno.
Estamos cambiando el mundo para mejor.
¡Bueno para nosotros! Y es asombroso.
Pero en nuestra historia de expansión, y de lo que ya podemos ver con estos proyectos catalizadores hoy día, sabemos y debemos recordar estos grandes cambios como éste normalmente no benefician a todos.
Las fuerzas del mercado desatadas por este impulso cultural a menudo incluyen el ciclo aparentemente imparable e inevitable de impuestos, precios y alquileres en alza Esto es urgente.
Si nos interesa, tenemos que levantarnos y hablar.
Esto debe ser una llamada a la acción, porque la respuesta no puede ser no mejorar las comunidades.
La respuesta no puede ser no construir parques, tránsito y tiendas.
La respuesta no puede ser oprimir las comunidades para sólo mantenerlas rentables.
Sino tenemos que seguir y abordar las realidades financieras que estamos afrontando.
Esto es difícil, y no sucederá por sí solo.
Podemos hacerlo, estoy comprometido con esta meta en Atlanta, de dar la cara de nuevo por las personas que hicieron esto posible en primer lugar.
No podemos llamarlo un éxito sin ellos.
No puedo, porque la gente con la que me comprometí todos estos años no fueron poblaciones abstractas.
Ellos son mis amigos y vecinos.
Ellos son la gente que amo.
Aunque sólo empezara como mi tesis de graduación y estoy trabajando duro por 16 años con miles de personas para que esto tenga vida, sé y creo que para quienes el BeltLine está siendo construido es tan importante como la construcción en si misma.
No sólo en Atlanta, pero localmente y globalmente, tenemos que entender esta responsabilidad con la gente cuyas vidas están cambiando, porque esto es nosotros.
Somos las vidas de las que hablamos.
Estos lugares no son inevitables.
Los lugares que vivimos no son inevitables.
y si queremos algo diferente, necesitamos hablar.
Tenemos que asegurar que el cambio venga en nuestros términos.
Y para hacerlo, tenemos que participar activamente en el proceso de darle forma al cambio.
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/ryan_gravel_how_an_old_loop_of_railroads_is_changing_the_face_of_a_city/