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Charla «Cómo vencer la apatía y encontrar tu poder» de TEDWomen 2018 en español.
«¡Sí, se puede!» o «Yes, we can!» Es el grito unificador que se le ocurrió a Dolores Huerta como joven activista de los 70, y desde entonces ha sido consecuente con ese lema en su incansable lucha por los derechos civiles. Con su ingenio y humor característicos, Huerta reflexiona sobre el trabajo de toda una vida, y ofrece inspiración a quien intente vencer la apatía, involucrarse y encontrar su propio poder.
- Autor/a de la charla: Dolores Huerta
- Fecha de grabación: 2018-11-28
- Fecha de publicación: 2019-02-22
- Duración de «Cómo vencer la apatía y encontrar tu poder»: 807 segundos
Traducción de «Cómo vencer la apatía y encontrar tu poder» en español.
Quiero comenzar citando a Helen Keller, esa gran mujer que todos admiramos.
Hizo una declaración muy profunda.
Ella dijo que la ciencia pudo encontrar curas para muchos males, pero no para el mayor mal en los seres humanos, y ese mal es la apatía.
Sabemos que la apatía tiene un alto costo, especialmente en nuestra democracia.
Y cuando pensamos en por qué la gente no se involucra, por qué no son activistas, es porque la gente está muy agobiada por sus propias responsabilidades, en especial las mujeres.
Las mujeres tienen tantas inhibiciones.
Muchas sufrieron grandes experiencias traumáticas, muchas agresiones en sus vidas.
Es muy difícil para ellas darse cuenta de su capacidad de liderazgo, de que pueden salir y cambiar el mundo.
Otra cosa que padecen las mujeres es que pensamos que debemos hacer todo, que somos las únicas responsables de nuestras familias, y nos cuesta mucho delegar y hacer que otros nos ayuden con las tareas que nos competen.
Nos sentimos avergonzadas o culpables.
Pero sabemos que tenemos que hacerlo, si no, nunca tendremos tiempo para ofrecernos como voluntarias y ayudar en todas estas causas a las que nos enfrentamos.
Una de las áreas en que las mujeres pueden resignar un poco de tiempo es yendo de compras,
¿de acuerdo?
,
(Risas)
especialmente cuando compramos cosas que ni siquiera necesitamos.
(Risas)
Y es que nunca verán un camión de mudanzas detrás de un coche fúnebre.
(Risas)
Tenemos que vivir sencillamente, para que otros sencillamente puedan vivir.
Y cuando pensamos en el tipo de herencia que queremos dejarles a nuestros hijos y nietos, piensen en dejarles un legado de justicia.
Es un legado que ellos no solo pueden imitar, sino del que pueden estar orgullosos por el resto de su vida.
Si les dejamos muchos bienes materiales, todo lo que harán es pelear, y se van a odiar entre ellos.
Recuerden eso cuando pensamos en lo que estamos haciendo.
Lo otro que debemos hacer para liberar a las mujeres, a fin de que finalmente puedan hacer el tipo de voluntariado que se necesita para cambiar este mundo, es tener otro tipo de educación para las mujeres jóvenes.
Por desgracia, en todas las sociedades del mundo, a las mujeres se les enseña a ser víctimas.
No se les enseña que tendrán que defenderse, que tendrán que apoyarse y que tendrán que protegerse.
Porque cuando observamos el reino animal,
¿quiénes son más feroces, los machos o las hembras?
Sabemos que es la hembra,
¿verdad?
Algo sucedió con nosotras en la cima de ese reino animal como mujeres.
(Risas)
Quiero darles un ejemplo de cómo encontré mi voz.
Tuve mucha suerte en ese sentido.
A los 25 años, conocí a un caballero, Fred Ross, que organizaba un grupo llamado «Organización de servicio comunitario» en mi ciudad natal, Stockton, California.
Era un movimiento político comunitario, y me reclutaron para ser voluntaria.
Un día, mientras estábamos en la oficina, entró un trabajador rural.
Tenía una parálisis, y apenas caminaba con su muleta.
Y necesitaba ayuda.
Necesitaba alguien que lo ayudara a ir a la oficina de servicios sociales y hacer una solicitud.
Me ofrecí a hacerlo.
Pero cuando llegué a la oficina, no me dejaban presentar una solicitud en nombre de este caballero.
No sabía qué hacer; estaba perdida.
Volví a la oficina y le dije al Sr.
Ross: «No me dejan presentar la solicitud».
Y me dijo, muy seriamente: «Vas a volver a esa oficina y exiges ver a un supervisor.
Y le exiges que te dejen presentar esa solicitud».
Y pensé, «Guau,
¿puedo hacer eso?
«.
(Risas)
Lo pensé bien y superé mis ansiedades y miedos.
Volví a la oficina de servicios sociales y exigí ver al supervisor.
En efecto, apareció, y finalmente le permitieron al Sr.
Ruiz solicitar su ayuda social.
Y logró ese beneficio por discapacidad para él y su familia.
Pero eso me enseñó una lección.
Me enseñó que tenía una voz.
El Sr.
Ross también nos enseñó muchas otras cosas, incluido a Cesar Chavez y muchos otros voluntarios.
Nos enseñó que podemos no solo exigir a la gente, especialmente a los funcionarios públicos.
Y esto es algo que siempre debemos tener presente: cada funcionario público trabaja para nosotros.
Porque pagamos sus sueldos con nuestros impuestos.
Y en realidad son nuestros empleados.
Algunos se vuelven líderes, pero no todos.
(Risas)
De vez en cuando surge un líder de allí.
Lo otro que nos enseñó Ross es que votar es sumamente importante.
Y no solo votar, sino salir a convocar a otros a que voten.
Ir puerta por puerta, hacer llamadas telefónicas, hablar con los votantes, porque muchos tienen dudas y no saben cómo votar.
Por desgracia, sabemos que en muchos países a la gente no se le permite votar porque hacen maniobras para impedir el voto, como aquí en los EE.
UU.
Pero si podemos intervenir como individuos y hablar con la gente, podemos sacarlos de su apatía y asegurarnos de que voten.
Quiero darles un ejemplo de una mujer en nuestra fundación, la «Fundación Dolores Huerta», para mostrarles que a veces la gente tiene poder pero no lo sabe.
Y una vez que lo encuentran, hacen cosas milagrosas.
Leticia Prado es una inmigrante de México, tiene solo educación primaria y habla muy poco inglés.
Pero estaba muy preocupada porque los alumnos de la secundaria en su pueblo llamado Weedpatch, en el Valle Central de California, no podían salir a jugar en el patio porque la calidad del aire es muy mala en la parte sur del condado de Kern, California, en los EE.
UU.
Junto a marido lograron que se apruebe una emisión de bonos para construir un nuevo y moderno gimnasio para los alumnos de la escuela.
Fue un éxito enorme.
Luego, Leticia escuchó el rumor de que el director iba a cancelar el programa de desayuno para los hijos de trabajadores rurales, porque pensaba que era mucho papeleo.
Leticia fue electa para integrar el comité escolar.
Y mantuvieron el programa de desayuno y se deshizo del director.
(Risas)
(Aplausos)
Había otros rumores de corrupción en el servicio de provisión de agua local.
Y ella fue electa para integrar la dependencia que manejaba el servicio.
Luego analizó las finanzas de ese departamento y descubrió que faltaban USD 250 000 de la cuenta bancaria.
Leticia llamó al gran jurado y se hicieron varios arrestos.
Y esto es solo un ejemplo de una mujer que nunca fue a la secundaria, nunca fue a la facultad, pero encontró su poder.
Además, reclutó a otra gente de la comunidad para postularse a cargos públicos, y adivinen qué: todos fueron electos.
Creo que Leticia es un ejemplo de algo que dijo Coretta Scott King, que quiero compartir con ustedes.
Coretta Scott King dijo: «Nunca tendremos paz en el mundo hasta que las mujeres tomen el poder».
(Aplausos)
Modifiqué esa afirmación para decir que nunca tendremos paz en el mundo hasta que las feministas tomen el poder.
(Risas)
Porque sabemos que hay una diferencia,
¿verdad?
No solo eso.
Si queremos definir a una feminista, pues es una persona que defiende los derechos reproductivos, los derechos de inmigrantes, el medio ambiente, los derechos de LGBT y los sindicatos laborales y los trabajadores.
(Aplausos)
Lo que también significa que los hombres pueden ser feministas.
(Aplausos)
Cuando pensamos en la feminización, también debemos pensar en cómo podemos feminizar las políticas, y no solo de los grandes países, los países ricos como los EE.
UU., sino en todo el mundo, nuestra política interior y exterior.
Y una de las cosas que podemos hacer para frenar las guerras y tener paz es asegurarnos de que los países más ricos del mundo también ayuden a los países en vías de desarrollo.
Hicimos esto en el pasado.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando Japón y Alemania quedaron devastadas luego de la guerra, los EE.
UU.
ayudaron económicamente a ambos países para que puedan reconstruir su economía y sus empresas.
Y podemos volver a hacerlo.
Y podemos pensar en cómo ayudar a estos países.
Quiero dar un ejemplo de problemas que tenemos en los EE.
UU., por caso.
Sabemos que en este momento hay muchos refugiados de América Central que están en la frontera de EE.
UU.
¿Por qué la gente abandona su hogar, su hermoso hogar que visitamos como turistas?
Porque ahí no tienen oportunidades.
Y luego pensamos «Mm…
bananas».
¿Cuántos cientos de bananas consumimos en EE.
UU.
todos los días?
Y en todo el mundo.
La gente de América Central,
¿obtiene beneficios de las bananas que consumimos nosotros?
Pues no.
Los beneficios van a las empresas de EE.
UU.
Y pensamos que esto está mal.
Si la gente en América Central pudiera quedarse con algo de ese dinero que pagamos por las bananas, entonces no tendrían que abandonar su hogar.
No tendrían que venir como refugiados a la frontera de EE.
UU.
Y entonces, tal vez, muchos niños no tendrían que separarse de sus padres.
Sabemos que hay países que tienen educación gratuita y asistencia médica gratuita para todos sus habitantes.
Y ese país es Cuba.
Cuba tiene asistencia médica para cada uno de sus ciudadanos, y también educación universitaria gratuita.
Son 11 millones de ciudadanos.
Entonces, si un país pobre como Cuba puede tener este tipo de recursos, y sabemos que es un país pobre,
¿por qué algunos de los países ricos, como los Estados Unidos, no pueden hacer lo mismo?
Creo que podemos lograrlo.
(Aplausos)
Pero sabemos que no sucederá hasta que nosotros, la gente de EE.
UU.
y la gente de todo el mundo empiece a elegir funcionarios públicos en sus gobiernos que se preocupen por los votantes, se preocupen por la gente, que se comprometan para que los recursos disponibles sean usados para sus ciudadanos, y no para la guerra.
¿Cómo logramos esto?
Tenemos que deshacernos de la apatía, tenemos que involucrar a más gente.
Sabemos que si no podemos tener una democracia en los EE.
UU., no podemos tener democracias en el resto del mundo, a menos que la gente participe.
Es fundamental que todos participemos y digamos: «Desháganse de la apatía, salgan a la calle, vengan y súmense a la marcha por la paz y la justicia, hagamos que la visión de Coretta Scott sea realidad, la de tener paz en el mundo».
Hace poco fueron las elecciones de medio término en los EE.
UU.
¿Y qué vimos?
Vimos que muchas más mujeres, gente joven, gente de color, LGBT, fueron elegidos para ocupar cargos públicos.
Y
¿cómo sabemos que esto pasó?
Porque muchas mujeres estaban en la marcha.
Tuvimos la marcha de las mujeres en EE.
UU., y hubo marchas de mujeres en todo el mundo.
Entonces ahora vemos que tenemos este potencial.
Tenemos este potencial de deshacernos de la apatía.
Y si involucramos a todos, si comprometemos a todos, entonces creo que podemos hacer realidad la visión de Coretta Scott.
Solo quiero recordarles a todos, en todo el mundo, que tenemos poder, que la gente pobre tiene poder, que cada ciudadano tiene poder.
Pero para lograr la paz que todos anhelamos, todos tenemos que involucrarnos.
¿Qué decimos entonces?
¿Podemos hacerlo?
Decimos: «¡Sí, se puede!».
Y en inglés decimos: «Yes, we can!» Muchas gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/dolores_huerta_how_to_overcome_apathy_and_find_your_power/