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Charla «Conectar con la felicidad innata» de Arbejdsglaede Live en español.
Srikumar Rao dice que pasamos la mayor parte de nuestras vidas aprendiendo a ser infelices, incluso mientras nos esforzamos para lograr la felicidad. En Arbejdsglaede Live! 2009, nos enseña a liberarnos del modelo mental «sería feliz si…», y a adoptar nuestra felicidad innata.
- Autor/a de la charla: Srikumar Rao
- Fecha de grabación: 2009-05-05
- Fecha de publicación: 2019-04-23
- Duración de «Conectar con la felicidad innata»: 1092 segundos
Traducción de «Conectar con la felicidad innata» en español.
Tengo una visión para cada uno de Uds., y la visión que tengo es que cuando despierten por la mañana, lo hagan pensando en quiénes son y qué hacen; y a medida que transcurra el día, literalmente caigan de rodillas agradecidos por la tremenda buena suerte que se les ha dado; y a medida que transcurra el día, estén radiantes varias veces.
Y si sus vidas no son así, humildemente les digo que están desperdiciando sus vidas.
La vida es muy corta para desperdiciarla.
Por eso en los próximos 17 minutos les propongo…
ya he usado un minuto…
darles herramientas poderosas que pueden ayudarles a moverse hacia allí.
¿Les interesa? Público: Sí.
Srikumar Rao: Bien.
Esta conferencia es sobre la felicidad, pero aunque no lo fuera, ¿estaría bien si dijera que de alguna forma, manera o modo, dedican toda su vida a ser felices? Todo lo que hacen — trabajo, familia, los niños, las relaciones, lo que sea — es en busca de la felicidad.
¿Correcto? Me gustaría que piensen lo siguiente: ¿Qué necesitan…
para ser felices? Lo pensaremos un minuto.
¿Qué necesitan para ser felices? Alguien, ¿algo rápido? Cuando hago este experimento surgen cosas como: gran riqueza, la pareja de los sueños, buena salud, muchos viajes, tiempo, etc.
Ahora mismo, si lo pensaran, quizá armarían una lista de «Cosas que necesito para ser feliz».
Me gustaría que consideren esto: cualquier cosa que tengan…
cualquier cosa que tengan, pueden dejar de tenerla.
¿Es correcto? Una vasta riqueza puede hacerlos felices.
Y puede desaparecer mañana.
Muchas personas del sector financiero ya lo han descubierto.
Por eso, la cosa que consigan que puede hacerlos felices, puede desaparecer.
¿Adónde nos lleva eso? A algo no muy agradable, ¿no? Yo quiero sugerirles una propuesta diferente.
Quiero sugerirles que no existe nada que puedan conseguir, hacer o ser, para ser felices.
Lo voy a repetir: no existe nada que puedan conseguir, hacer o ser, para ser felices.
De hecho, la felicidad es innata.
La llevamos codificada dentro.
Es parte del ADN.
Uno no puede no ser feliz.
Pero Uds.
son muy educados; en algunos otros foros en los que hablo, como importantes escuelas de negocios, no son tan educados.
E invariablemente, alguien articula lo que muchos de Uds.
están pensando: «Si la felicidad es innata, ¿por qué no la siento? ¿Por qué siento que mi vida apesta?»
(Risas)
Y la respuesta es muy simple.
Han pasado toda la vida aprendiendo a ser infelices.
Repito: Han pasado toda la vida aprendiendo a ser infelices.
Y aprendemos a ser infelices aceptando modelos mentales particulares.
El modelo mental es una noción que tenemos de cómo funciona el mundo.
Todos tenemos modelos mentales, decenas de modelos mentales.
Tenemos modelos mentales sobre cómo buscar empleo, cómo salir adelante en el trabajo, cómo elegir un restaurante, cómo elegir una película…
decenas de modelos.
El problema no es tener modelos mentales.
El problema es no saber que tenemos modelos mentales.
Pensamos que así funciona el mundo.
Y cuanto más adoptamos un modelo mental, más nos parece, de hecho, que así funciona el mundo.
Pero no es así: es solo un modelo mental, y el modelo mental que ha calado tan hondo en nosotros dice que si tenemos algo entonces hacemos algo, y, de ese modo, somos alguien.
Por ejemplo: si tenemos mucho dinero entonces viajamos a lugares exóticos, entonces podemos ser felices.
Si estamos en una relación entonces podemos tener buen sexo, entonces podemos ser felices.
Estas son variantes del modelo «si-entonces».
El modelo «si-entonces» dice: Si sucede esto, entonces seremos felices.
Si consiguiera un mejor empleo, si tuviera más dinero, si mi jefe sufriera un ataque cardíaco, si tan solo me casara, si tan solo me dejara mi mujer…
(Risas)
si tan solo tuviera hijos, si mis hijos crecieran y fueran a la universidad…
No importa qué sea.
La idea es que si sucede esto, entonces seré feliz.
Y en este momento, la única diferencia entre las personas del público es el «si» particular de cada uno.
Y la única diferencia entre Uds.
ahora y Uds.
hace 10 años es el «si» particular en el que hicieron hincapié.
Piensen en sus vidas hace 10 años.
Piénsenlo un minuto.
Hace 10 años, si lo recuerdan claramente, había ciertas cosas que querían.
¿Es correcto? Es bastante probable que muchas de las cosas que querían hace 10 años, ahora las tengan.
¿Correcto? ¿A dónde llegaron con eso? Exactamente al mismo lugar, ¿no? No nos damos cuenta de que el modelo en sí es defectuoso.
El modelo «si-entonces», «si pasa esto, entonces seré feliz», el modelo en sí es defectuoso.
Pero en lugar de reconocer que el modelo tiene defectos, pasamos muchísimo tiempo cambiando el «si».
«Bueno, pensé que ser director general ayudaría, pero ahora me doy cuenta de que no quiero ser director general, quiero ser director general multimillonario, y entonces seré feliz».
Uds.
tienen su propia variante.
Pero el modelo en sí es defectuoso, y no lo que ponen del lado del «si» de la ecuación.
Se los puedo demostrar.
¿Alguno recuerda algún momento en el que frente a una escena de una belleza espectacular se sintió transportado fuera de sí a un lugar de gran serenidad? Quizá fue un arcoíris, una cadena montañosa, un valle, el mar.
Levante la mano quien recuerde qué pasó.
Prácticamente les pasó a todos, ¿no? ¿Se preguntaron alguna vez por qué ocurrió eso? Eso pasó porque de algún modo, por alguna razón, en ese instante, aceptaron el universo tal cual era.
Y no dijeron: «Es un hermoso arcoíris, pero está un poco torcido a la izquierda, si pudiera moverlo 180 metros a la derecha, sería mucho más hermoso».
(Risas)
No dijeron: «Es un valle hermoso, pero el árbol en primer plano tiene demasiadas ramas torcidas.
Si me dan una motosierra y 20 minutos, lo dejaría mucho mejor».
Para nada, el arcoíris descentrado, estuvo muy bien.
El árbol con las ramas torcidas, estuvo muy bien.
En el momento en que aceptaron el universo tal como era, soltaron el yo que siempre quiere algo, afloró la felicidad innata, y sintieron felicidad.
Y sé que fue así porque ahora, incluso ahora, después de tantos años, aún lo recuerdan.
El problema es que sus vidas ahora mismo, con todos los problemas que tienen, más precisamente, con todos los problemas que piensan que tienen, es igualmente perfecta.
Pero Uds.
no la aceptan.
De hecho, se pasan el tiempo luchando con todas sus fuerzas para que sea diferente.
No la aceptan.
Y en la medida en que no la acepten, aceptan el modelo «si-entonces»: si ocurre esto, entonces seré feliz.
Y el modelo en sí es defectuoso.
Entonces les mostraré cómo apartarse de eso, o al menos dar los primeros pasos para alejarse de eso.
Me gustaría compartir con Uds.
esa acción.
Todos queremos lograr algo en nuestras vidas, ¿no? Ya saben, estamos aquí y queremos tener algo.
Alex quiere tener una conferencia exitosa.
Ya saben, muchos de Uds.
quieren grandes programas para sus empresas, que sean muy exitosos.
Quieren progresar, tener mucho dinero, todo eso, ¿correcto? Todos esos son resultados; Uds.
quisieran que ocurra algo.
Pero me gustaría que piensen en lo siguiente: las acciones están bajo su control, no totalmente, pero en gran medida.
El resultado escapa totalmente a su control.
¿Bien? Las acciones están bajo su control.
El resultado escapa totalmente a su control.
¿Le ha pasado a alguno de Uds.
tener un objetivo y que al trabajar en ese sentido, a veces no logran el objetivo, y a veces el resultado es exactamente el contrario al que querían? ¿Le ha pasado esto a alguno? Como a un amigo mío que me dijo: «Oye, sabes, No le he estado prestando mucha atención a mi esposa, y eso debe cambiar».
La siguiente vez que fuimos en viaje de negocios, le compró un vestido muy caro.
Esta era su manera de mostrarle que se preocupaba por ella, y que así ocurriría algo agradable.
Y cuando le dio el regalo a su esposa, su reacción inmediata fue: «Después de 20 años de matrimonio, ¿no conoces mi talle?»
(Risas)
«Además, ¿no sabes que nunca me pongo este tipo de cosas?» Y tuvo una disputa matrimonial en toda regla.
¿Le ha pasado esto a alguien? ¿Emprendieron una acción buscando un resultado y obtuvieron exactamente lo contrario de lo que querían? Sucede todo el tiempo.
Bueno, vivimos en un mundo en el que pensamos, e invertimos, en el resultado.
Definimos nuestra vida así: estoy aquí, quiero ir aquí, estos son los pasos que tengo que dar para pasar de donde estoy a donde quiero ir, y si tengo éxito, la vida es maravillosa.
Y si no lo tengo, entonces fracasé, la vida no es buena, la vida apesta.
¿Verdadero? ¿Falso? Así vivimos.
Invertimos en el resultado y, como acabo de señalar, el resultado siempre difiere de lo que nos gustaría, y a veces es diametralmente opuesto a lo que nos gustaría.
Invertir en el resultado es garantía de una cuota alta de frustración, angustia, y toda esas cosas que hacen que la vida apeste.
Pero hay una alternativa.
Y consiste en no invertir en el resultado, sino invertir en el proceso.
Y la mejor manera de describirlo es con una cita de John Wooden.
No sé a cuántos les resulte familiar John Wooden.
Es muy conocido en EE.UU.
y, sin duda, entre los aficionados al baloncesto.
Es la única persona que llegó al salón de la fama del baloncesto como jugador y como entrenador.
Y le dijo a su equipo entrante…
dirigió la UCLA en un sinfín de finales y victorias en la liga universitaria, y a cada nuevo equipo nunca solía hablarle de ganar.
Siempre decía: «Cuando termine y se miren al espejo, pregúntense: ¿hicieron lo mejor que pudieron? Y si hicieron lo mejor que pudieron, el tanteador no importa.
Pero sospecharía que si hicieron lo mejor que pudieron, encontrarán el tanteador que les guste».
Eso es invertir en un proceso.
Nosotros hacemos todo lo contrario.
Invertimos en el resultado.
Esto es lo que deseo desesperadamente, porque si lo consigo, seré feliz.
Y lo intentan con todas sus fuerzas, hacen todo lo posible, pero siempre se centran en: «Este es el resultado».
Ahora, centrarse en el resultado está bien.
Eso da orientación.
Invertir en el resultado significa atar el logro de un resultado particular al bienestar personal.
Y esa es una receta que asegura el fracaso.
Uds.
pueden hacer otra cosa.
Pueden invertir en el proceso.
Es decir, una vez que determinaron que están aquí, aquí quiero estar, y está bien, se centran en el resultado solo en la medida en que les dé orientación, y luego se sumergen en el proceso.
Dicen, estos son los pasos que quiero dar, y pongo todo lo posible en eso.
Si tienen éxito, maravilloso.
Y si no tienen éxito, maravilloso igualmente, ahora tienen un nuevo punto de partida, y a partir de ese nuevo punto de partida, eligen otro resultado para seguir andando.
Y al hacerlo encontrarán que cada día es una maravilla.
Les daré un ejemplo.
Y si tienen hijos, levanten la mano.
¿Vieron alguna vez cómo aprenden a caminar? Entre los 11 y los 13 meses, los niños se levantan y ven a todos caminando, quieren caminar, se levantan, se caen, empiezan a llorar; mamá se acerca y da consuelo, besa donde duele, eso reconforta.
El niño intenta de nuevo, se cae, mamá vuelve.
Luego de un tiempo, mamá se cansa y ya no viene y el niño deja de llorar, y se levanta, da un paso, y no se cae, y luego da otro paso, y esboza una hermosa sonrisa.
Y muy pronto, por lo general en 24 horas, está caminando por todo el lugar, alterando los arreglos de la sala de estar.
Y saben que alcanzaron una nueva etapa de la crianza.
¿Cierto? Ahora, imaginen lo que pasaría si cada vez que el niño se cae, dijese: «Dios mío, fallé otra vez.
Nunca aprenderé a caminar».
Y uno tuviese que darle consejos para ayudarle a lidiar con el sentimiento de inadecuación de no poder hacerlo y fallar otra vez.
¿Cuánto les parece que llevaría aprender a caminar si hicieran eso, si cada tres veces que cayeran al suelo, tuviesen que recurrir a alguien que les aconseje, etc.? Suena gracioso, ¿no? Pero eso es exactamente lo que hacemos.
El niño se centra en el proceso.
Invierte en el proceso, no en el resultado.
Nosotros hacemos lo contrario.
Crecemos, perdemos la capacidad de invertir en el proceso, empezamos a invertir en el resultado.
Por definición el resultado está fuera de nuestro control, y si gastamos toda nuestra energía emocional en eso, terminaremos agotados como estamos.
Pero si, por otro lado, decimos: «Este es el resultado, voy a invertir en el proceso y poner en eso todo lo que pueda», cada día es una maravilla, y van bien de camino a lograr la visión que les señalé.
Todo el tiempo me dicen: «Profesor Rao, nada me apasiona».
Y les digo: «¿Qué te apasionaría?» E invariablemente vienen con una lista de cosas.
Este es mi trabajo y esto es lo que gano, mi jefe es de este tipo de persona, mis colegas son de este tipo de persona, así son mis clientes, viajo todo esto, mi oficina es de este tamaño, la alfombra tiene esta profundidad, tengo estas ventanas…
muchos parámetros.
Y a ellos les digo lo que quiero compartir con Uds., porque todas esas cosas, en primer lugar, no existen.
Pero en segundo lugar, incluso si existieran y dependieran de eso, no demorarían más de seis meses en ser los mismos desdichados lastimeros que son ahora, porque la pasión está dentro de Uds.
No existe en un empleo.
Y si no encuentran una forma de encenderla dentro suyo, donde sea que estén, no la van a encontrar fuera.
Pero si encuentran la forma de encenderla donde están, entonces encontrarán que el mundo exterior se acomoda a la nueva persona que son ahora.
Y conforme lo hacen, encontrarán que los milagros ocurren con frecuencia.
Aparecen las personas que les encantaría conocer.
Entran nuevas personas a sus vidas.
Es solo una brisa, porque en la vida solo hacen viajes.
Vinieron aquí a esta conferencia; emprendieron un viaje.
Están en el refrigerador de agua, hablando de lo terrible que es su lugar de trabajo; emprendieron un viaje.
Miran «Amas de casa desesperadas», emprenden un viaje.
Emprenden un viaje en el que mujeres de 40 y algo tienen asuntos con jardineros de 19 y tantos, mientras sus maridos tienen sexo con modelos.
Emprenden viajes.
No tiene nada de malo, pero solo pregúntense: «¿Es el viaje que quiero hacer? ¿Me llevará al lugar donde quiero pasar mi tiempo?» Y si empiezan a hacerlo, encontrarán que su vida cambia.
El tipo de personas que conocen, las cosas de las que hablan, las películas a las que van, los libros que leen, todo cambia.
Y todo eso empieza centrándonos en el proceso.
Inviertan en el proceso, no en el resultado.
Gracias.
https://www.ted.com/talks/srikumar_rao_plug_into_your_hard_wired_happiness/