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Charla «Cuando un reportero se convierte en la historia» de TEDxObserver en español.
Giles Duley renunció a una vida de glamour y fama como fotógrafo de moda para viajar por el mundo y documentar las historias de los olvidados y marginados. Mientras estaba asignado en Afganistán pisó una mina terrestre, un acontecimiento horrible que le supuso una triple amputación. En esta conmovedora charla, Duley nos cuenta historias de vidas perdidas y encontradas, incluida la suya.
- Autor/a de la charla: Giles Duley
- Fecha de grabación: 2012-03-10
- Fecha de publicación: 2012-07-29
- Duración de «Cuando un reportero se convierte en la historia»: 711 segundos
Traducción de «Cuando un reportero se convierte en la historia» en español.
Buenos días a todos.
Cuando me pidieron por primera vez hacer una charla TED, busqué en Google para saber un poco más, ya saben, para saber cómo se sentía uno dando una de estas.
Y una de las primeras cosas que leí fue de un orador en EE.UU.
que decía sentirse bien hasta que subió al escenario, y ver la marca del cronómetro,
(Risas)
le parecía una bomba.
Yo pensé: «Eso es lo último que necesito».
(Risas)
(Aplausos)
De todos modos, estar aquí es un gran privilegio.
Creo que es una broma que un editor de un periódico elija a un fotógrafo para abrir un evento de conversación.
(Risas)
No se nos reconoce por nuestras palabras, y pasé los últimos 40 años escondiéndome detrás de una cámara donde no tenía que hablar Pero hoy estoy aquí, y quiero hablar de historias y de la importancia de las historias para mí y, creo, de la importancia de las historias para todos.
Estoy seguro de que hoy escucharán muchas historias y, al escuchar las historias de otras personas, creo que podemos aprender sobre el mundo, sobre otras personas y comprender mejor.
Y quiero hablar sobre tres historias que recogí como fotógrafo, y cómo me han inspirado, y cómo, en mi vida, me he convertido en parte de las historias que documenté.
Como dijo John, yo fui fotógrafo de moda y fotógrafo de música durante 10 años.
Lo disfruté, me divertí mucho, pero siempre quise hacer algo más con mi trabajo.
Y contar historias fue algo que siempre quise hacer.
Y hace 10 años, me propuse viajar por el mundo, fotografiar a otras personas en sus situaciones y registrar sus historias, traerlas conmigo para que otras personas pudieran entenderlas.
Pero esto no sucedió de la noche a la mañana.
Cuando trabajaba como fotógrafo de música y de moda, siempre tuve la sensación de que faltaba algo, de que no estaba usando mis habilidades productivamente.
Y ahora puede parecer muy obvia esa relación pero en ese momento no podía concretar cómo podría usar mi fotografía para hacer algo útil.
Así que abandoné la fotografía.
Me alejé por completo y decidí hacer un trabajo de cuidador.
Como cuidador, me hice cargo de un chico llamado Nick.
Nick tiene autismo, autismo muy severo.
Pero a lo largo de los años de cuidarlo, nos hicimos muy amigos.
Le cuidaba las 24 horas, salíamos y hacíamos cosas como nadar, pasear…
todo.
Poco a poco, sin embargo, mientras lo conocía mejor, me di cuenta de que su historia no había sido contada.
Se autolesionaba, se golpeaba mucho en la cara.
Y nadie realmente lo podía ver.
Este es Nick.
Solía describir su vida como viviendo debajo de una fiesta.
Decía que podía escuchar la fiesta en la cocina, pero se sentía como si estuviera atrapado en el sótano, en su pequeño mundo, queriendo ser parte de la fiesta pero no pudiendo subir las escaleras.
Y documenté su vida.
Empecé a fotografiarlo, no realmente con la intención de hacer algo con las fotos, sino como forma de documentarlo.
Y al hacerlo, me di cuenta de que podía contar la historia de alguien a través de mis fotografías.
Como dije, Nick se autolesionaba.
Se golpeaba en la cara.
Y nadie podía ver eso.
A medida que forjamos una amistad más cercana, finalmente me permitió verlo cuando hacía esto para documentarlo.
Fue un momento de confianza.
Los servicios sociales no fueron particularmente buenos ayudando a Nick, y dijeron que la autolesión no era tan grave como decíamos.
Y, un día, tomé una foto de cuando se había autolesionado.
La llevamos a los servicios sociales, y su reacción fue increíblemente diferente, y lograron mucha ayuda.
Y me alegra decirlo ahora, ocho años después.
De hecho, hablé con Nick anoche, y quería decirme que se sentía mucho mejor, y ya no se autolesiona.
Y de alguna manera, espero que las fotografías fueran parte de ese proceso.
Lo principal que hizo en mí, fue inspirarme a salir con mi cámara y contar las historias de otras personas.
Una de las historias que hice fue en Kutupalong, en la frontera de Birmania y Bangladesh.
Aquí, los refugiados rohingyas han sido abandonandos hasta pudrirse durante más de 20 años.
Esta es una imagen del campamento no oficial.
En la parte superior, se puede ver el campamento oficial de la ONU.
Todas estas chozas son los campamentos no oficiales.
Literalmente, las aguas residuales recorren el campamento.
La gente allí ha sido olvidada, así que pensé que era importante ir y documentar sus historias.
Así que acordé con el anciano del pueblo que la gente vendría al día siguiente, y que yo haría retratos de todas estas personas y grabaría sus historias.
Aparecí por la mañana, puse una gran sábana blanca, y empecé a fotografiar a estas personas.
De repente, sin embargo, todo se descontroló un poco y, aunque aún era de madrugada, estábamos a tope en este pequeño recinto que habíamos hecho con literalmente cientos de personas que venían con dolencias y enfermedades y una situación de desesperanza.
Y esa es exactamente su situación: la desesperanza.
Un niño con un tumor a quien nadie ayudaba y que se asfixiaba.
Me entró un poco de pánico, porque esta gente venía a mí, desesperada, y yo intentaba explicarle al anciano del pueblo que yo no era médico y que no podía ayudar a esta gente.
Y el anciano del pueblo se volvió hacia mí y dijo: «No, estas personas saben que no eres médico, pero al menos alguien ahora está contando su historia, y alguien está documentando lo que les está sucediendo».
Y fue un buen momento para mí.
Fue una constatación de que tal vez valió la pena ir y hacer estas cosas.
Otra historia que me inspiró fue en Odessa, en Ucrania.
Estaba documentando a un grupo de niños de la calle.
Terminé viviendo con ellos en una pesadilla, lo que fue una experiencia.
Muchas noches de violencia con vodka yo sentado en la esquina con mi bolso, y pensando: «
¿Cuándo fue esta una buena idea?
»
(Risas)
Diría que son momentos así cuando pienso: «
¿Por qué dejé el mundo de la moda?
» Pero eran niños geniales, y el último día me llevaron al mar para una especie de viaje, una especie de despedida.
Ahí están, bebiendo vodka.
Y luego Serge, que era el más mayor y el más violento…
Acababa de salir de la prisión por apuñalar a alguien…
viene, me rodea con su brazo y dice: «Vamos a nadar».
He de decir que tenía una guía de «Lonely Planet» para Ucrania donde se daban algunos consejos.
Y un consejo era: «No hable con los niños de la calle, en ningún momento deje su equipaje desatendido y en ninguna circunstancia vaya a nadar».
(Risas)
Y dije: «No sé si es una buena idea».
Serge me rodeó con su brazo.
Y yo: «Bueno».
Entonces ahí estoy.
(Risas)
Literalmente entregué todas mis cámaras, y mis equipos a estos niños de la calle.
Y las tomaron.
Es divertido saber, si se mira en segundo plano, se puede ver a los otros niños de la calle que no se metieron en el agua: «
¿Por qué deberían meterse en el agua?
» Pero uno de los niños pequeños, Lilic, él fue quien tomó mi cámara, y comenzó a tomar fotografías.
Él estaba realmente emocionado con la cámara.
Y hablamos mucho sobre cómo iba a conseguirle una cámara y regresaría y comenzaría a enseñarle fotografía.
Él tenía un ojo real para las cosas.
Ese es él, allí.
Esa se tomó la última noche que estuve allí.
Me había estado quedando allí, pero esa noche, me fui para recoger mis cosas.
Y cuando volví por la mañana, él estaba muerto.
Había tomado muchas pastillas y mucho vodka.
Y se había desmayado en la noche y no se había recuperado.
De nuevo, fue otro recordatorio de por qué debería documentar las historias de estas personas: porque sus vidas son importantes, y es importante para mí documentarlas.
En febrero del año pasado, cuando estaba de patrulla en Afganistán, pisé una bomba improvisada.
Ese soy yo, en alguna parte.
Me convertí en parte de la historia.
Al principio, estaba devastado por lo que había sucedido, obviamente.
Pensé que mi trabajo había terminado.
Pensé que nada tenía sentido para mí.
Y luego me di cuenta: nunca fui al Congo, a Angola, a Bangladesh para tomar fotografías Fui a esos lugares porque quería hacer algún tipo de cambio, y la fotografía pasó a ser mi herramienta.
Y luego me di cuenta de que mi cuerpo era, en muchos sentidos, un ejemplo viviente de lo que la guerra hace a las personas.
Y me di cuenta de que podía usar mi propia experiencia, mi propio cuerpo, para contar esa historia.
Y también mirando a las otras personas que había fotografiado.
Pensé en Nick y en su capacidad de recuperación.
Pensé en los rohingyas y en el hecho de que no tenían esperanza.
Pensé en Lilic y en una vida perdida.
Y, de hecho, fueron las historias que he documentado las que me inspiraron a superar el último año, para sobrevivir, para volver a subir a mis nuevas piernas y venir y contar sus historias, pero también mi propia historia.
Así que hice un autorretrato, porque quería mostrar a todo el mundo lo que una bomba hace a alguien, pero también mostrar que perder tus extremidades no termina con tu vida; que uno puede tener lo que la gente llama discapacidad, pero no estar deshabilitado; que uno puede hacer cualquier cosa, si se lo propone y tiene fe en ello.
Es extraño, pero de muchas maneras miro dónde estaba hace un año, y miro dónde estoy ahora, y me doy cuenta de que tengo muchas cosas que no tenía entonces.
No estaría sentado aquí ahora, si esto no hubiera sucedido.
No habría podido mostrarles esas fotografías y contarles esas historias.
Tuve suerte hace 10 años, cuando me senté y traté de ver qué podría hacer para marcar una diferencia en este mundo.
Me di cuenta de que mi fotografía era una herramienta y una forma de hacerlo.
Creo que eso es realmente clave.
Es que todos podemos ser parte de esa rueda.
Todos podemos ser engranajes en una rueda de cambio.
Todos podemos marcar la diferencia.
Todos aquí tienen la habilidad de usar algo para marcar una diferencia en el mundo.
Todos podemos sentarnos ante la TV y decir: «No sé qué hacer al respecto», y olvidarse de eso.
Pero la realidad es que todos podemos hacer algo.
Podría ser tan solo escribir una carta.
O hablar de pie en un atril improvisado.
Podría documentar la historia de alguien y contársela a otra persona.
Pero cada uno de nosotros aquí, si queremos marcar la diferencia, podemos, y no hay nada que nos detenga.
Todos tenemos nuestras experiencias que podemos usar también.
Y realmente, eso es todo lo que quería contar hoy.
Solo quería decir que la vida sigue en todo el mundo.
La gente está pasando por cosas terribles.
Todos estamos pasando por nuestra propia experiencia terrible.
Pero si las compartimos y hablamos de historias, entonces podemos inspirarnos los unos a los otros para superar nuestras propias malas experiencias.
Sé que las personas a las que he fotografiado me han llevado hasta aquí.
Y espero que de alguna manera, las historias que les he contado les ayuden a superar sus cosas.
Y a su vez, espero que usen sus experiencias para ayudar a otros.
Muchas gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/giles_duley_when_a_reporter_becomes_the_story/