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Cuatro hermanas en la antigua Roma – Ray Laurence – Charla TED-Ed

Charla «Cuatro hermanas en la antigua Roma – Ray Laurence» de TED-Ed en español.

Vea la lección completa en: http://ed.ted.com/lessons/four-sisters-in-ancient-rome-ray-laurence

¿Cómo pasaban sus días las jóvenes ricas de la antigua Roma? Conoce a Domitia, a su hermana Domitia, a su hermana Domitia y a su hermana Domitia. Ray Laurence esboza la vida doméstica de ocio que vivían estas jóvenes, a pesar de la poca información registrada sobre las mujeres de esta época, por lo demás, bien documentada.

Lección de Ray Laurence, animación de Cognitive Media.

  • Autor/a de la charla: Ray Laurence
  • Fecha de grabación: 2013-05-14
  • Fecha de publicación: 2019-04-05
  • Duración de «Cuatro hermanas en la antigua Roma – Ray Laurence»: 503 segundos

 

Traducción de «Cuatro hermanas en la antigua Roma – Ray Laurence» en español.

Hoy, vamos a mirar el mundo de Roma a través de los ojos de una niña.

Aquí está, dibujándose a sí misma en el atrio de la enorme casa de su padre.

Su nombre es Domitia, y tiene solo 5 años.

Tiene un hermano mayor de 14 años, Lucius Domitius Ahenobarbus, que lleva el nombre de su padre.

Las niñas no tienen esos nombres largos como los niños.

Lo peor es que papá insiste en llamar Domitia a todas sus hijas.

«¡Domitia!» Pide a Domitia que dibuje en la columna, Domitia III.

Ella tiene una hermana mayor, Domitia II de 7 años.

Y luego está Domitia I de 10 años.

Debería haber habido una Domitia IV, pero mamá murió tratando de darla a luz hace 3 años.

¿Confundidos? Los romanos también lo estaban.

Podían trabajar la ascendencia por parte de padre usando esos lindos nombres tripartitos como Lucius Domitius Ahenobarbus.

Pero era un verdadero desastre en el que Domitia se casó con un fulano y era a su vez tía abuela de la abuelastra de mengano, etc.

a la hora de volcar eso por escrito.

Domitia III no solo está dibujando en la columna, también está mirando la acción.

Como ven, es temprano, en el momento del día en que todos los clientes y amigos de su padre vienen a verlo a casa para tributarle respeto.

Lucius Popidius Secundus de 17 años, que quiere casarse con Domitia II en los próximos 5 a 7 años, ha venido también.

Parece no cortejar a su futura esposa, sino a su padre.

Pobre Lucius, no sabe que el papá de Domitia piensa que su familia es adinerada pero aun así canallas de Subura.

Después de todo, es la parte de Roma llena de barberos y prostitutas.

De repente, todos los hombres se van con papá.

Son las dos, momento de estar en la corte con una amplia audiencia de clientes para aplaudir su retórica y silbar a su oponente.

La casa ahora está más silenciosa.

Los hombres volverán en 7 horas, no hasta la cena.

Pero, ¿qué pasa en la casa en esas 7 horas? ¿Qué hacen Domitia, Domitia y Domitia todo el día? ¡No es una pregunta fácil! Todo los escritos romanos que tenemos hoy fueron obra de hombres.

Esto dificulta la reconstrucción de la vida de las mujeres.

Sin embargo, no podemos tener una historia sólo de hombres romanos por eso allá vamos.

Podemos empezar en el atrio.

Hay un enorme telar, en el que la última esposa de papá está trabajando en una nueva toga.

Domitia, Domitia y Domitia están atareadas hilando la lana que se usará para tejer este poderoso manto, 9 metros o más de largo, de forma elíptica.

A los romanos les encantaba la idea de que sus esposas trabajaran la lana.

Lo sabemos porque lo escribieron en las lápidas de muchas mujeres romanas.

A diferencia de las mujeres griegas, las mujeres romanas salían de casa y se movían por la ciudad.

Iban a los baños por la mañana para evitar a los hombres o a baños separados, solo para mujeres.

Algunas lo hacían para estar a la moda del 70 aC: bañarse desnudas con los hombres presentes.

Donde no tenían cabida era cuando los hombres estaban: en el Foro, el Palacio de Justicia, o en el Senado.

Su lugar en público son los pórticos con jardines, con esculturas y con senderos para caminar.

Cuando Domitia, Domitia y Domitia quieren dejar la casa para ir a algún lugar, como el Pórtico de Livia, deben prepararse.

Domitia II y Domitia III están listas, pero Domitia I, que tiene compromiso de matrimonio en dos años con el querido Filato, no está lista.

No es que sea lenta, sino que tienen más por hacer.

Estar comprometida implica llevar la insignia matrimonial: anillos de compromiso y todos los obsequios que le dio Filato: joyas, pendientes, collares y colgantes.

Incluso puede llevar su corona de mirto.

Todo lo que diga a gritos: «¡Me casaré con ese joven de 19 años que me dio todo esto para que luzca!» Mientras esperan, Domitia II y Domitia III juegan con sus muñecos que emulan la imagen de su hermana engalanada para casarse.

Un día, estos muñecos serán ofrendadas a los dioses del hogar en el día de su boda.

Bueno, ya estamos listos.

Las chicas suben a literas llevadas por esclavos fornidos.

Junto a ellas también va una chaperona e irán al encuentro de una tía en el Pórtico de Livia.

Llevadas en alto, en las espaldas de estos esclavos, las chicas miran a través de las cortinas para ver las calles atestadas de gente allí abajo.

Atraviesan la ciudad, pasan el Coliseo, pero luego doblan para subir la colina hacia el Pórtico de Livia.

Fue construido por Livia, la esposa del primer emperador Augusto, en el sitio de la casa de Vedio Polión.

No era un gran tipo.

Una vez trató de alimentar con un esclavo a las anguilas de su estanque de peces simplemente porque dejó caer un plato.

Por suerte, el emperador estaba en la cena y apaciguó su temperamento.

Las literas se colocan en el suelo, las chicas salen, y tomadas del brazo, de dos en dos, suben los escalones hacia el jardín cerrado por muchas columnas.

Domitia III salió disparada y dibuja en una columna.

Domitia II la acompaña pero trata de leer el graffiti que está arriba en la columna.

Distingue un dibujo de gladiadores y trata de imaginar que están luchando; algo que a ella nunca se le permitirá ver, salvo en la parte trasera del Coliseo.

Desde allí, tendrá una buena vista de los 50 000 espectadores pero verá muy poco de sangre y vísceras.

Si quisiera ver como corresponde, podría convertirse en una virgen vestal y se sentaría bien en el frente.

Pero una carrera al cuidado del fuego sagrado de Vesta no le agrada a todo el mundo.

Domitia I ha conocido a otra niña de 10 años también ataviada con las insignias esponsales.

Hora de regresar a casa.

Cuando llegan después de las ocho, algo está pasando.

Hay un plato roto en el suelo.

Todos los esclavos están reunidos en el atrio y esperan la llegada de su amo.

Papá se pondrá loco.

No golpeará a sus hijos, pero como muchos otros romanos, cree que los esclavos deben ser castigados.

El látigo se encuentra listo para su llegada.

Nadie sabe quién rompió el plato, pero papá llamará a alguien que los torture, si debe hacerlo.

El portero abre la puerta de entrada a la casa.

Un silencio se apodera de los esclavos ansiosos.

No entra su amo; en vez de eso, una adolescente embarazada.

Es la hija mayor del amo, de 15 años, que ya es veterana del matrimonio y del parto.

Adivinen su nombre.

Hay una probabilidad de 5 en 10 de que no sobreviva al nacimiento del bebé, pero por ahora viene a cenar con su familia.

Como madre adolescente ha demostrado ser una esposa exitosa al darle hijos y descendientes a su marido que perpetrará su nombre en el futuro.

La familia va al comedor y se sirve la cena.

Al parecer, papá ha tenido una invitación a cenar en otro lugar.

Al terminar la cena las chicas cruzan el atrio para despedirse de su hermana mayor que volverá a casa en una litera, escoltada por algunos guardaespaldas de papá.

Volviendo a la casa, las chicas atraviesan el atrio.

Los esclavos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, esperan el regreso de su amo.

Cuando regresa, él puede vengarse, asegurando que su poder sobre los esclavos se mantenga a fuerza de violencia y terror, a la cual cualquier esclavo puede ser sometido.

No obstante, las chicas, van hacia arriba a pasar la noche, se disponen a dormir.

https://www.ted.com/talks/ray_laurence_four_sisters_in_ancient_rome/

 

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