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Cuatro poemas poderosos sobre el Parkinson y el envejecimiento – Charla TEDWomen 2015

Charla «Cuatro poemas poderosos sobre el Parkinson y el envejecimiento» de TEDWomen 2015 en español.

Cuando la poetisa Robin Morgan enfrentaba la enfermedad de Parkinson, ella destiló sus experiencias en estos cuatro poderosos tranquilos poemas, meditaciones sobre la edad, la pérdida y el simple poder de darse cuenta.

  • Autor/a de la charla: Robin Morgan
  • Fecha de grabación: 2015-05-29
  • Fecha de publicación: 2015-09-25
  • Duración de «Cuatro poemas poderosos sobre el Parkinson y el envejecimiento»: 717 segundos

 

Traducción de «Cuatro poemas poderosos sobre el Parkinson y el envejecimiento» en español.

Cuando tenía solo 3 o 4 años, me enamoré de la poesía, con los ritmos y la música de la lengua; con el poder de la metáfora y del imaginario poesía en su esencia para la comunicación – la disciplina, la destilación.

Y después de tantos años, los poemas que voy a leer hoy son de mi recién terminado séptimo libro de poesía.

Hace cinco años, me diagnosticaron la enfermedad de Parkinson.

Aunque no hay cura todavía, los avances en el tratamiento son realmente impresionantes.

Pero se pueden imaginar que me sorprendió saber que las mujeres no son incluidas, en general, en los ensayos de investigación, a pesar de que los hallazgos médicos específicos de género han demostrado que en realidad no somos solo pequeños hombres —
(Risas)
con diferentes sistemas reproductivos.

La medicina específica de género es también buena para hombres.

Pero esto conlleva una crisis sobre que eres como persona incluyendo el momento que has aprendido a invocar a través del cuidado apasionado y a través de la acción, los cuales requieren energía, pero también la crean.

Empecé como activistaen la Fundación Enfermedad de Parkinson que es pdf.org — para crear una importante iniciativa para colocar a las mujeres en el mapa de la enfermedad de Parkinson Y como poetisa, comencé a trabajar con este tema, buscando lo trágico, lo hilarante, y a veces incluso lo alegre.

No me siento disminuida por el Parkinson.

Me siento filtrada por él, y, en realidad, muy parecida a la mujer en la que estoy derivando.

«No hay señales de lucha» Crecer pequeña requiere mucha voluntad: aún sentada en la sala de espera del médico viendo el futuro al azar dentro y fuera viéndolo inclinarse; mirándote mientras intentas no mirar.

Lo raro es un cambio: una ligera sonrisa, irónico reconocimiento.

Tú eres la nueva chica en el bloque.

Aquí todo el mundo fue tú una vez.

Estás aún aprendiendo que crecer pequeña requiere de grandeza de espíritu no se puede encajar todavía: aceptación de ayuda irritante de los que te aman; regalando, haciendo esfuerzos y no se dan por vencidos Tú has tragado con fuerza los contenidos de la botella «bébame», y te sentiste encogido.

Ahora, muebles familiares, suelos inclinados, y pomos de las puertas ceden solamente cuando luchas con las dos manos.

Exige paciencia colosal, todo eso creciendo pequeño: tu sueño disminuido por la noche, tu escritura, tu voz, tu estatura.

Tú eres más la increíble mujer encogiendo que el místico budista, sereno, conformándose con menos.

Menos no siempre es más.

Sin embargo, en este espacio vacío, espacio brillante, haciéndose visible.

Aquí es un lugar detrás de los ojos de los que están acostumbrados con lo que algunos llamarían disminución.

Es un lugar de la poesía sin piedad, un regalo de la presencia ignorada anteriormente, ahogado en el desorden diario.

Aquí cada gesto necesita de la intención, está vivo con la conciencia.

Nada es automático.

Tú puedes detectarlo en la activación de un botón, un brazo que empuja a una manga, un acto de equilibrio en un bordillo de noche mientras negociaba la oscuridad.

Hazañas de tal modesto valor, quien sospecharía que serían ejercicios en una íntima, feroz disciplina, una metafísica de ser implacablemente consciente? Tal poder subestimado aquí, en estos bailadores tambaleantes que hacen un esfuerzo estupendo en tareas más vistas como insignificantes.

Tal belleza tranquila aquí, en estos, mi voz suave, personas rígidas; tal determinación enmascarada por cada rostro plácido.

Se requiere inmensidad en crecer pequeño, tan empeñado en tal gracia inflexible.


(Aplausos)
Gracias.

Este se llama «La donación de mi cerebro a la ciencia.»
(Risas)
No es un problema.

Salten todas las páginas que reafirman a la gente religiosa.

Ya es donante universal: riñones, córneas, hígado, pulmones, tejido, corazón, venas, lo que sea.

Es extraño que el cerebro modesto nunca imaginó su valor único en la investigación tal vez salvar a alguien más de lo que es, no están muy seguros de lo que tengo.

Favorecedor, eso.

Así que a rellenar los formularios, a explorar en las respuestas, a perforar un espíritu alegre.

Y córtenme, rebánenme, compártanme en sus dispositivas.

Encuentren lo que intento decirles.

Percíbanme, apréndanme, escanéenme, entrecierren los ojos con su lente.

Descubran lo que me gustaría insinuar si pudiera.

Sean mi invitado, esfuércense al máximo, recójanme, localicen las pistas.

Este fue un buen cerebro en vida.

Este fue un cerebro que pagó sus penas.

Córtenme, rebánenme, calúmnienme en sus diapositivas, mánchenme, explíquenme escúrranme como una taza.

Compártanme, escúchenme: Quiero ser usada Quiero ser usada Quiero ser utilizada.


(Aplausos)
(Fin de los aplausos) Y éste se llama «La Luz fantasma.» Iluminado por dentro es la única manera segura para atravesar la materia oscura.

Algunas formas de vida, ciertas setas, caracoles, medusas, gusanos…

brillan bioluminiscente, y las personas también emitimos luz infrarroja de nuestro ser más lúcido.

Nuestra tragedia es que no podemos verlo.

Vemos todo reflejado.

Necesitamos biofluorescencia para mostrar nuestros verdaderos colores.

La iluminación externa puede, sin embargo, distorsionar.

Cuando la gravedad dobla la luz, enormes cúmulos de galaxias pueden actuar como telescopios, alargando las imágenes de fondo de sistemas estelares a desmayar arcos un efecto de lente como ver faroles de la calle distantes a través de una copa de vino.

Una copa de vino o dos ahora me hace entrelazar como si actuara la parte borracha; como si, enamorada con amor no correspondido por los lienzos dinámicos de Turner espiados por el telescopio Hubble, pudiera tambalear en algunas calles de la ciudad, sin provocar la mirada de cada peatón.

Mire fijamente el tiempo que necesite.

Si lo piensas bien, caminar, incluso de pie, es ilógico — esas pequeñas cosas, ¡los pies!
(Risas)
especialmente cuando el propio cuerpo ya no está al dente.


(Risas)
Además, criatura de extremos y excesos, Siempre he pensado en Apolo hermoso pero aburrido, y un poco en una rubia tonta.

Dionisíacos no equilibran.

El equilibrio, en otras palabras, nunca ha sido mi punto fuerte.

Pero estoy divagando.

Más y más en estos días, la divagación parece la ruta más directa de donde me perdí o me encontré fuera de lugar, mente, giro, tiempo.

Coloque el pie así, importa cómo lo giras: muy rápido un giro puede tirarte.

Tómate tu tiempo anunciando a la audiencia, diciendo adiós a los actores.

La luz fantasma es lo que llaman la única bombilla colgada sobre el escenario descubierto en un teatro vacío.

En el teatro vacío de una noche, buscando no realizar ningún esplendor externo, esta es la lucha final dejada para ganar, éste, el único faro que ilumina la oscuridad y dejar que el resto comience, ésta es la lente a través de la cual, por fin, se ven tanto Yo como el Otro vestida con la mancha brillante del pecado original: iluminada desde dentro.


(Aplausos)
Y ésta es la última «Esta hora oscura» El final del verano, 4 a.m.

La lluvia disminuye a una parada, goteando aún de las hojas anchas de huestes azules invisibles en la oscuridad del jardín.

Descalza, con cuidado en las losas de pizarras lisas, No necesito luz, conozco el camino, agáchate junto a la cama de menta, recoge un puñado de tierra húmeda, luego busca a tientas una silla, extiende un chal y siéntate, respirando el húmedo aire verde de agosto.

Esta es la pequeña, aún hora antes de que el periódico aterrice en el vestíbulo como una granada, suena el teléfono, la pantalla del computador parpadea y deslumbra despierta.

Hay esta hora: poema en mi cabeza, el suelo en mi mano: plenitud innominable.

Esta hora, cuando la sangre de mi sangre hueso de los huesos, niña crecida a la madurez ahora, extraño, íntimo, no distante, pero aparte; miente con seguridad, soñando melodías mientras el amor duerme, seguro, en sus brazos.

Haber llegado a este lugar, vivido hasta este momento: levedad inconmensurable.

La densidad de negro comienza a desdibujar el ocre.

Tentativa, coloratura de un cardenal, entonces la elegía de la paloma de luto.

rayos de marta en dirección gris; objetos emergen, detrás de las sombras; las edades de la noche en dirección al día.

La ciudad despierta.

Habrá otros amaneceres, noches, mediodías llamativos.

Probablemente, voy a perder mi camino.

Habrá tropiezos, caídas.

maldiciendo la oscuridad.

Lo que viene, había esta hora cuando nada importaba, todo era insoportablemente querido.

Y cuando he terminado con luces del día, deberían los que me amaron, lamentar tanto tiempo, hacerles recordar que yo tuve esta hora, esta perfecta hora oscura, y sonrío.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/robin_morgan_4_powerful_poems_about_parkinson_s_and_growing_older/

 

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