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Charla «David Blaine: Como aguanté la respiración durante 17 minutos» de TEDMED 2009 en español.
En esta presentación muy personal de TEDMED, el mago y especialista David Blaine describe lo que hizo para conseguir mantener la respiración bajo el agua durante 17 minutos, un récord mundial (¡poco menos que la charla entera!), y lo que para él significa un trabajo que a menudo desafía a la muerte. Aviso: NO intentar esto en casa.
- Autor/a de la charla: David Blaine
- Fecha de grabación: 2009-10-27
- Fecha de publicación: 2010-01-19
- Duración de «David Blaine: Como aguanté la respiración durante 17 minutos»: 1219 segundos
Traducción de «David Blaine: Como aguanté la respiración durante 17 minutos» en español.
Como mago intento crear imágenes que hagan a la gente pararse a pensar.
También intento desafiarme a mi mismo a hacer cosas que los médicos clasifican como imposible.
Fui enterrado vivo dentro de un ataúd en Nueva York, enterrado vivo dentro de un ataúd en abril de 1999, durante una semana.
Vivía allí dentro sin nada más que agua.
Y me resultó tan divertido que decidí que podría intentar hacer otras cosas parecidas.
La siguiente fue congelarme dentro de un bloque de hielo durante tres días y tres noches en Nueva York.
Eso fue mucho más difícil de lo que esperaba.
Después de eso, me mantuve de pie en lo alto de un pilar de 30 metros durante 36 horas.
Llegué a alucinar tanto que los edificios a mi alrededor empezaban a verse como grandes cabezas de animales.
Así que, después, fui a Londres.
En Londres viví dentro de una caja de cristal durante 44 días con nada más que agua.
Para mí fue una de las cosas más difíciles que he hecho, pero también una de las más bellas.
Había tanto escepticismo, sobre todo por parte de la prensa en Londres, que empezaron a circular hamburguesas con helicópteros a mi alrededor para tentarme.
(Risas)
Así que sentí mi hazaña muy validada cuando el New England Journal of Medicine la utilizó para sus investigaciones científicas.
Mi siguiente objetivo era ver cuánto tiempo podía aguantar sin respirar, básicamente cuánto podría sobrevivir sin nada, sin aire siquiera.
Lo que no sabía era que se convertiría en el viaje más apasionante de mi vida.
Cuando era un joven mago estaba obsesionado con Houdini y sus desafíos bajo el agua.
Así que empecé muy temprano a competir con otros niños, a ver cuánto aguantaba debajo del agua mientras ellos subían y bajaban para respirar, como cinco veces, mientras yo seguía bajo el agua con una sola respiración.
Para cuando llegué a la adolescencia ya era capaz de aguantar la respiración durante 3 minutos y medio.
Un tiempo después descubriría que ese era el récord personal de Houdini.
En 1987 escuché una historia sobre un niño que calló dentro del hielo y estuvo atrapado bajo el agua de un río.
Estuvo sumergido, sin respirar durante 45 minutos.
Cuando llegó el equipo de rescate lo resucitaron y no había sufrido daños cerebrales.
Su temperatura corporal había bajado a 25ºC.
Como mago creo que todo es posible.
Y creo que si una persona puede hacer algo otros pueden hacer lo mismo.
Empecé a pensar que si ese niño pudo sobrevivir sin respirar tanto tiempo, tenía que haber una forma de que yo también pudiera.
Así que me reuní con un renombrado neurocirujano y le pregunté:
¿Cuánto tiempo puede uno estar sin respirar, cuanto tiempo podría estar sin aire?
Y me dijo que cualquier tiempo superior a 6 minutos conlleva un serio riesgo de daño cerebral por hipoxia.
Así que me lo tomé como un desafío, básicamente.
(Risas)
En mi primer intento, pensé que podía hacer algo parecido y construí un tanque de agua y lo rellené de agua helada y hielo.
Y me metí en el tanque de agua esperando a que mi temperatura corporal empezara a bajar.
Y estaba temblando.
En mi primer intento de aguantar la respiración no duré ni un minuto.
Así que descubrí que esto no iba a funcionar.
Entonces, fui a ver a un amigo médico, y le pregunté cómo podría hacerlo.
«Quiero aguantar la respiración durante mucho tiempo.
¿Cómo se puede lograr?
Y me dijo: «David, eres mago, crea la ilusión de no respirar, es mucho más fácil».
(Risas)
Entonces, se le ocurrió la idea de crear un reciclador de aire, con un depurador de CO2, que básicamente era un tubo de ferretería, con un globo atado con cinta adhesiva, que pensó que me podían meter en el cuerpo, y hacer circular el aire y hacerme «re-respirar» de algún modo con esto dentro de mi.
Esto es algo desagradable de ver, pero esto es ese intento.
Bueno, claramente, eso no iba a funcionar.
(Risas)
Luego empecé a pensar seriamente en la ventilación líquida.
Existe un compuesto químico llamado perfluorocarbono.
Y tiene unos niveles tan altos de oxígeno que, en teoría, podría respirarse.
Así que, conseguí un poco de este compuesto, llené el lavabo con él y metí la cabeza adentro, intentando inhalarlo, lo cual me resultó imposible.
Básicamente, es como intentar respirar, como decía un médico, con un elefante sentado en el pecho.
Así que, deseché esa idea.
Luego empecé a pensar:
¿Sería posible conectar una máquina de bypass cardiorespiratorio e implantarme un tubo en una arteria, para que pareciese que no respiraba mientras me oxigenaban la sangre?
Lo que era otra idea absurda, obviamente…
Después se me ocurrió la idea más descabellada de todas: Hacerlo de verdad.
(Risas)
Aguantar la respiración de verdad, más allá del punto en el que los médicos declararían muerte cerebral.
Así que empecé a investigar sobre los buceadores de perlas.
Porque se sumergen durante cuatro minutos con una sola respiración.
Y estaba investigándolos cuando me topé con el mundo del buceo libre.
Era prácticamente lo más increíble que había descubierto jamás.
El buceo libre tiene varias modalidades.
Existen récords de profundidad, donde se baja a la máxima profundidad posible.
Y luego está la apnea estática.
Eso es aguantar la respiración tanto tiempo como puedas en un punto sin moverse.
Eso fue lo que estudié.
Lo primero que aprendí es que cuando aguantas la respiración no deberías moverte en absoluto; eso gasta energía.
Y consume oxígeno, generando más y más CO2 en sangre.
Así que aprendí a no moverme nunca.
Y aprendí a disminuir mis pulsaciones por minuto.
Tenía que mantenerme totalmente quieto y relajarme y pensar que no estaba dentro de mi cuerpo, y controlarme.
Y luego aprendí a purgar.
Purgarse, es básicamente hiperventilar.
Respirar adentro y afuera…
Sigues así, empiezas a marearte un poco y sientes un hormigueo.
Y es que en realidad estás eliminado CO2 de tu cuerpo.
Entonces, al aguantar la respiración es infinitamente más fácil.
Después aprendí que tienes que tomar una gran bocanada de aire, aguantarla y relajarte y no dejar salir nada de aire, y solo relajarte y aguantar el dolor.
Cada mañana, durante meses, me levantaba y lo primero que hacía era aguantar la respiración.
En 52 minutos aguantaba la respiración durante 44 minutos.
Así que básicamente esto significa que me purgaba, respirando muy fuerte durante un minuto, y tomaba aire inmediatamente después, aguantándolo durante 5 minutos y medio.
Luego, respiraba de nuevo durante un minuto, purgándome cuanto podía, e inmediatamente después aguantaba otros 5 minutos y medio.
Repetía este proceso ocho veces seguidas.
En 52 minutos, sólo respiras durante ocho.
Al acabar estás totalmente frito, tu cerebro y tal.
Te sientes como si estuvieras medio aturdido.
Y empiezas a tener unos dolores de cabeza horribles.
En resumen, no soy el más indicado a quien dirigirse mientas hago esto.
Empecé a aprender más sobre la persona que tenía el récord mundial.
Se llama Tom Sietas.
Y este tipo está diseñado para aguantar la respiración.
Mide 1,93 y pesa 72 kilos y medio.
Y su capacidad pulmonar total es el doble que la de una persona normal.
Yo mido 1,85 y estoy gordo.
Bueno, digamos que soy de huesos anchos.
(Risas)
Tuve que adelgazar 23 kilos en tres meses.
Así que todo lo que metía en mi organismo lo consideraba un medicamento.
Cada ración de comida era exactamente lo que era su valor nutricional.
Comía cantidades controladas muy pequeñas a lo largo del día.
Y mi cuerpo empezó a adaptarse.
(Risas)
Cuanto más adelgazaba, más tiempo conseguía aguantar la respiración.
Y al comer tan sano y entrenar tanto, mi ritmo cardíaco en reposo bajó hasta 38 pulsaciones por minuto.
Lo cual es menos que muchos atletas olímpicos.
Tras cuatro meses de entrenamiento, conseguí aguantar hasta más de siete minutos.
Probaba a aguantar la respiración en cualquier situación.
Quería probar bajo las circunstancias más extremas para ver si podía disminuir mis pulsaciones bajo el estrés.
(Risas)
Decidí que iba batir el récord del mundo en vivo por televisión en hora de máxima audiencia.
El récord del mundo estaba en 8 minutos y 58 segundos, establecido por Tom Sietas, el tipo este de los pulmones de ballena del que hablaba.
(Risas)
Di por hecho que podría colocar un tanque de agua en el Lincoln Center y si estaba allí durante una semana sin comer, me acostumbraría a esa situación y podría retardar mi metabolismo, lo cual estaba seguro de que me ayudaría a aguantar la respiración más tiempo de lo que podía entonces.
Estaba completamente equivocado.
Me metí en la esfera una semana antes de la fecha de emisión establecida y parecía que todo iba sobre ruedas.
Dos días antes de mi gran intento de superar el récord, los productores de mi especial televisivo pensaron que ver a alguien que sólo aguanta la respiración hasta casi ahogarse, es demasiado aburrido para salir en la televisión.
(Risas)
Así que, tuve que añadir esposas de las que zafarme mientras aguantaba la respiración.
Y ese fue un grave error.
Debido al movimiento, estaba gastando oxígeno.
Y para cuando llegué a los siete minutos empecé a tener unas convulsiones horribles.
A los 7:08 empecé a desmayarme y a los siete y medio tuvieron que sacarme y reanimarme.
Había fracasado en todos los niveles.
(Risas)
Así que, naturalmente, la única forma de salir del bache que se me ocurrió fue llamar a Oprah.
(Risas)
Le dije que quería aumentar el reto y aguantar la respiración más tiempo de lo que ningún ser humano lo había hecho.
Este récord era distinto.
Esto era un récord de apnea estática con O2 puro que Guinness había establecido en 13 minutos.
Básicamente, primero respiras puro O2, oxigenando tu cuerpo y eliminado el CO2, y así eres capaz de aguantar mucho más.
Y descubrí que mi verdadero rival era el castor.
(Risas)
En enero de 2008 Oprah me dio cuatro meses para prepararme y entrenar.
Así que, dormía en una cámara hipóxica cada noche.
Una cámara hipóxica es un espacio cerrado que simula estar a una altura de 4.500 metros.
Vamos, como estar en el campamento base en el Everest.
Esto lo que hace, es que eleva la cantidad de glóbulos rojos en la sangre, lo que te ayuda a circular mejor el oxígeno.
Por la mañana cuando sales de la cámara tienes el cerebro completamente embotado.
En mi primer intento con O2 puro conseguí llegar a los 15 minutos.
Lo que que fue un gran triunfo.
El neurocirujano me sacó del agua porque para él, a los 15 minutos tu cerebro está frito, muerte cerebral.
Así que me saco, pero estaba bien.
Si que hubo una persona a la que no impresioné en absoluto.
Esa era mi ex-novia.
Mientras batía el récord bajo el agua por primera vez, ella navegaba por mi Blackberry, viendo todos mis mensajes.
(Risas)
Mi hermano sacó una foto.
Es realmente …
(Risas)
Entonces anuncié que intentaría batir el récord de Sietas públicamente.
Y lo que hizo él en respuesta fue salir en el programa «Regis and Kelly» y batir su antiguo récord.
Y luego su principal competidor aparece y bate ese récord.
Así que, de pronto subió el récord hasta los 16 minutos y 32 segundos.
Que son tres minutos más de lo que yo me había estado preparando.
Saben, esto era más tiempo que el primer récord.
Ahora bien, yo quería que el Science Times documentara todo esto.
Quería que hicieran un publicación sobre ello.
Así que hice lo que cualquiera que estuviera persiguiendo un avance científico hubiera hecho.
Entre un día en las oficinas del New York Times y me puse a hacer trucos de cartas delante de todos.
(Risas)
Así que, no sé si por los trucos o por la tradición del buceo en las Islas Caimán, pero el periodista John Tierney fue para allá y escribió una articulo sobre la seriedad de la apnea.
Mientras estaba allí, intenté impresionarlo, por supuesto.
Y me sumergí a 50 metros, que es prácticamente la altura de un edificio de 16 plantas y mientras volvía a la superficie, me desmayé bajo el agua, lo que es muy peligroso; así es como te ahogas.
Por suerte Kirk se dio cuenta y se lanzó a sacarme.
Entonces empecé a concentrarme totalmente.
Entrené a tope para aumentar mi tiempo máximo para lo que tenía que hacer.
Pero no tenía forma de prepararme para el aspecto televisivo de la hazaña, al salir en «Oprah».
En la práctica lo hacia boca abajo, flotando en el agua.
Pero para la televisión quería que estuviera de pie para que se me pudiera ver la cara, básicamente.
El otro problema era que el traje era tan boyante que tuvieron que atarme los pies para evitar que saliera a flote.
Pero tenía que hacer fuerza para mantener los pies en las correas medio sueltas, lo cuál fue un gran problema para mi.
Eso me ponía extremadamente nervioso, acelerando mi pulso.
Luego, además de eso, me conectaron un monitor de pulsaciones, algo que nunca habíamos hecho.
Y lo colocaron justo a lado de la esfera.
Por lo tanto, cada vez que el corazón daba un latido, yo escuchaba un bip-bip-bip, ya sabes…
ese tic-tac, muy fuerte, lo que me ponía más nervioso.
Y no había forma de disminuir el pulso.
Entonces, normalmente empezaría con 38 pulsaciones por minuto y mientras aguantaba la respiración, bajaría a 12 pulsaciones por minuto, lo que es muy raro.
(Risas)
Esta vez, empecé a 120 pulsaciones, y de ahí no bajaba…
Me pasé los primeros cinco minutos bajo el agua intentando desesperadamente disminuir el pulso.
Estaba ahí quieto pensando «Tengo que relajarme.
Voy a fracasar, voy a fracasar».
Y me iba poniendo más y más nervioso y mi pulso seguía subiendo y subiendo, hasta las 150 pulsaciones.
Estaba pasando lo mismo que me ocasiono mi fracaso en el Lincoln Center.
Era el gasto de oxígeno.
Cuando llegué a la marca intermedia, a los ocho minutos, estaba cien por cien convencido de que no iba a conseguirlo.
No había forma posible de que lo fuera a conseguir.
Así que pensé que si Oprah había dedicado una hora a esto de aguantar la respiración, si me hubiera rendido tan pronto acabaría siendo un programa sobre lo deprimido que estaba.
(Risas)
Así que, me convencí de que era mejor luchar y quedarme ahí hasta desmayarme, y así al menos tendrían que sacarme y atenderme y todo eso.
(Risas)
Seguí aguantando hasta los 10 minutos.
A los 10 minutos empiezas a sentir un hormigueo muy intenso en los dedos de pies y manos.
Y sabía que eso era «shunting» que es cuando la sangre escapa de las extremidades para proporcionar oxígeno a los órganos vitales.
A los 11 minutos empecé a sentir punzadas en las piernas, y empecé a tener sensaciones raras en los labios.
En el minuto 12 empecé a escuchar un pitido en los oídos, y empecé a sentir que se me dormía el brazo.
Y como soy un hipocondríaco, recuerdo que no sentir el brazo significa infarto.
Así que me empecé a ponerme paranoico.
Luego a los 13 minutos, quizá por la hipocondría, empecé a sentir dolores por todo el pecho.
Era horroroso.
A los 14 minutos, empecé a tener unas contracciones horribles, como una necesidad imperiosa de respirar.
(Risas)
A los 15 minutos empecé a sufrir de falta de O2 en el corazón.
Y empecé a sufrir isquemia.
El pulso me iba de 120 a 50, luego a 150, a 40, a 20, de nuevo a 150, se saltaba un latido, se paraba, volvía a arrancar…
y yo sentía todo esto.
Y estaba seguro de que iba a sufrir un ataque al corazón.
Así que a los 16 minutos lo que hice fue soltarme de pies porque sabía que si me pasaba algo, si sufría un infarto, tendrían que ocuparse de las ataduras de los pies primero para poder sacarme.
Así que estaba muy nervioso.
Entonces, saqué los pies y empecé a salir a flote.
Pero no saqué la cabeza.
Y estaba ahí esperando a que se me parara el corazón, esperando sin más.
Tenían médicos con el «Bzz!», ya saben, y yo ahí esperando…
Y de pronto escuché gritos.
Y pensé que algo raro estaba pasando, que me había muerto o algo había pasado.
Y me dí cuenta de que había llegado a los 16:32.
Así que con la energía de la gente que estaba allí decidí seguir aguantando.
Y llegué a los 17 minutos y 4 segundos.
(Aplausos)
Por si esto fuera poco, lo que hice inmediatamente después fue ir a Quest Labs e hice que me tomaran todas las muestras de sangre posibles para hacer pruebas para todo y ver mis niveles para que los médicos pudieran utilizarlo, una vez más.
También quería que nadie fuera a cuestionar mi hazaña.
Tenía el récord del mundo y quería asegurarme de que era legítimo.
Así que, me voy a Nueva York al día siguiente, y un niño se me acerca — estoy saliendo del Apple Store — se me acerca el niño este y empieza: «¡Hey, D!» Y yo digo: «
¿Qué pasa?
» Y dice: «Si de verdad aguantaste tanto tiempo sin respirar,
¿cómo es que saliste seco del agua?
» Y me quedo como…
«
¿Qué…?
»
(Risas)
Y así es mi vida, así que…
(Risas)
Como mago, intento mostrar a la gente cosas que parecen imposibles.
Y creo que la magia, tanto si aguanto la respiración como si barajo un mazo de cartas, es muy simple: Es practicar, es entrenar, y es…
Es practicar, es entrenar y experimentar mientras aguanto el dolor para sacar lo mejor de mí mismo.
Y eso es la magia para mí, así que, gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/david_blaine_how_i_held_my_breath_for_17_minutes/