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Decir las propias verdades y buscarlas en los demás – Charla TEDWomen 2016

Charla «Decir las propias verdades y buscarlas en los demás» de TEDWomen 2016 en español.

En una charla lírica, inesperadamente divertida sobre temas pesados como las relaciones dañadas y la muerte de un ser querido, Elizabeth Lesser describe el proceso de curación de dejar a un lado el orgullo y la actitud defensiva para dar paso a la revelación del alma y la verdad. «No tienes que esperar una situación de vida o muerte para limpiar las relaciones que te importan», dice. «Podemos ser como una nueva clase de primer nivel de respuesta, como la de dar el primer paso valiente hacia el otro».

  • Autor/a de la charla: Elizabeth Lesser
  • Fecha de grabación: 2016-10-27
  • Fecha de publicación: 2016-12-08
  • Duración de «Decir las propias verdades y buscarlas en los demás»: 944 segundos

 

Traducción de «Decir las propias verdades y buscarlas en los demás» en español.

Como muchos de nosotros, he tenido varias carreras en mi vida, y aunque han sido variadas, mi primer trabajo sentó las bases para el resto.

Era partera en casa durante la década de mis 20 años.

Ayudar a nacer bebés me enseñó cosas valientes y, a veces, sorprendentes como arrancar un auto a las 2 am.

a una temperatura de -10 ºC.


(Risas)
O a revivir a un padre desmayado al ver sangre.


(Risas)
O a cortar el cordón umbilical para hacer un ombligo hermoso.

Pero esas no son las cosas que me impactaron o me guiaron al dejar de ser partera y emprender otros caminos laborales.

Lo que me quedó fue esta firme creencia de que cada uno de nosotros viene a este mundo con un valor único.

Cuando miraba la cara de un recién nacido, lograba ver que valía, ese sentido de la individualidad sin complejos, esa chispa única.

Uso la palabra «alma» para describir esa chispa, porque es la única palabra en inglés que se aproxima a la denominación de lo que cada bebé aporta a la sala.

Cada recién nacido era tan singular como un copo de nieve, un inigualable complejo de biología genealogía y misterio.

Y entonces el bebé crece, y para encajar en la familia, para ajustarse a la cultura, a la comunidad, al género, el pequeño empieza a cubrir su alma, capa por capa.

Nacemos de esta manera, pero…


(Risas)
Pero a medida que crecemos, muchas cosas que nos pasan que nos constituyen…

ocultan nuestras excentricidades sentimentales y autenticidades.

Todos hemos hecho esto.

Todo el mundo en esta sala es un antiguo bebé,
(Risas)
con un derecho de nacimiento distintivo.

Pero de adultos pasamos gran parte del tiempo incómodos en nuestra propia piel, como si tuviéramos trastorno por déficit de autenticidad.

Pero no esos bebés, aún no.

Su mensaje para mí fue: descubrir su alma y buscar esa chispa del alma en todos los demás.

Todavía está allí.

Y esto es lo que he aprendido de las parturientas.

Su mensaje era sobre permanecer abierta, incluso cuando las cosas son dolorosas.

El cuello uterino de una mujer normalmente se parece a esto.

Es un pequeño músculo apretado en la base del útero.

Y durante el parto, tiene que estirarse a esto.

¡Ay! Si luchas contra el dolor, acabas creando más dolor, y bloqueas al que quiere nacer.

Nunca olvidaré la magia que sucedió cuando una mujer dejó de resistirse al dolor y se abrió.

Era como si las fuerzas del universo se dieran cuenta y enviaran una ola de ayuda.

Nunca he olvidado ese mensaje, y ahora, cuando me pasan cosas difíciles o dolorosas en mi vida o en mi trabajo, por supuesto, en un primer momento pienso en resistir, pero luego recuerdo lo que aprendí de las madres: Permanece abierta.

Permanece curiosa.

Pregunta al dolor qué ha venido a entregar.

Algo nuevo quiere nacer.

Y había otra gran lección aún más conmovedora, y es que uno que aprendí de Albert Einstein.

No estuvo en ninguno de los nacimientos, pero…


(Risas)
Fue una lección sobre el tiempo.

Al final de su vida, Albert Einstein llegó a la conclusión de que nuestra experiencia de vida normal como de rueda de hámster es una ilusión.

Damos vueltas y vueltas, cada vez más rápido, tratando de llegar a alguna parte.

Y, mientras tanto, bajo esa superficie está toda esta otra dimensión donde el pasado y el presente y el futuro se funden y convergen en el tiempo profundo.

Y no hay ningún lugar al que llegar.

Albert Einstein llamó a este estado, esta dimensión, «Solo ser».

Y dijo cuando lo experimentó, que conoció el temor reverencial sagrado.

Cuando yo estaba en partos, me vi forzada a estar fuera de la rueda de hámster.

A veces tenía que sentarme por días, horas y horas, simplemente a respirar con los padres; solo estando.

Y tengo una gran dosis de temor sagrado.

Así que esas son las tres lecciones que me llevé conmigo de la obstetricia.

Uno: descubrir el alma.

Dos: cuando las cosas se ponen difíciles o dolorosos, intentar permanecer abierta.

Y tres: de vez en cuando, saltar de la rueda de hámster al tiempo profundo.

Esas lecciones me han servido a lo largo de mi vida, pero especialmente me sirvieron recientemente, al asumir el trabajo más importante de mi vida hasta ahora.

Hace dos años, mi hermana menor salió de la remisión de un cáncer raro de sangre, y el único tratamiento que le dieron fue un trasplante de médula ósea.

Y contra todo pronóstico, encontramos donante para ella, que resultó ser yo misma.

Vengo de una familia de cuatro hijas y al enterarse mis hermanas de mi coincidencia genética perfecta con mi hermana, su reacción fue: «

¿De verdad?

¿Tú?

»
(Risas)
«

¿Una coincidencia perfecta para ella?

» Lo cual es bastante típico entre hermanos.

En una sociedad de hermanos hay un montón de cosas.

Hay amor, hay amistad y hay protección.

Pero también hay celos y competencia y rechazo y ataque.

En las relaciones fraternales es donde empezamos a montar muchas de esas primeras capas que cubren nuestra alma.

Cuando descubrí que era la coincidencia genética con mi hermana, entré en modo de investigación.

Y descubrí que la premisa de los trasplantes es bastante sencilla.

Hay que destruir toda la médula ósea en el paciente con cáncer con dosis masivas de quimioterapia, y luego hay que reemplazar la médula ósea por varios millones de células de la médula de un donante sano.

Y luego hay que hacer todo lo posible para asegurarse de que las nuevas células se adaptan al paciente.

También aprendí que los trasplantes de médula ósea están llenos de riesgos.

Si mi hermana logró superar la quimioterapia casi letal, ella todavía puede enfrentar otros retos.

Mis células podrían haber atacado su cuerpo.

Y su cuerpo podría haber rechazado mis células.

Generando rechazo o ataque y ambas cosas podrían haberla matado.

Rechazo.

Ataque.

Esas palabras tenían un tono familiar en el contexto de ser hermanos.

Mi hermana y yo tuvimos una larga historia de amor, pero también tenía una larga historia de rechazo y ataque, de malentendidos de menor importancia a las traiciones más grandes.

No teníamos el tipo de relación donde hablamos sobre cosas más profundas; pero, al igual que muchos hermanos y la gente en todo tipo de relaciones, éramos reacias a decir nuestras verdades, a revelar nuestras heridas, a admitir nuestros errores.

Pero cuando supe sobre los peligros del rechazo o el ataque, pensé, es hora de cambiar esta situación.

¿Qué pasa si dejamos el trasplante de médula ósea a los médicos, y hacemos algo que llamemos «trasplante de médula del alma?

»

¿Qué pasa si al encontrarnos ante un dolor causado recíprocamente, en vez de rechazo o ataque, escucháramos?

¿Podríamos perdonar?

¿Podríamos fundirnos?

¿Podríamos enseñar a nuestras células a hacer lo mismo?

Para atraer a mi hermana escéptica, di vuelta al texto sagrado de mis padres: la revista The New Yorker.


(Risas)
La envié una caricatura de sus páginas como una forma de explicar por qué debemos visitar a un terapeuta antes de que me extrajeran mi médula ósea para trasplantarla en su cuerpo.

Aquí está.

«Nunca le perdoné por lo que yo creé en mi cabeza».


(Risas)
Le dije a mi hermana es probable que estuviéramos haciendo lo mismo, llevando historias inventadas por nosotras que nos mantenían separadas.

Y le dije que después del trasplante, toda la sangre que fluyera en sus venas sería mi sangre, a partir de mis células de la médula, y que dentro del núcleo de cada una de esas células habría un conjunto completo de mi ADN.

«Voy a nadar en ti para el resto de tu vida» Le dije a mi hermana un tanto horrorizada.


(Risas)
«Creo que es mejor que limpiemos nuestra relación».

Una crisis de salud hace que la gente haga todo tipo de cosas arriesgadas, como dejar un trabajo o saltar de un avión y, en el caso de mi hermana, decir «sí» a varias sesiones de terapia, durante las cuales llegamos hasta la médula.

Nos miramos y se liberan años de historias y suposiciones acerca de una y otra la culpa y la vergüenza hasta que todo lo que quedó fue amor.

La gente ha dicho que yo fui valiente por someterme a la extracción de médula ósea, pero yo no lo creo.

Lo que me hizo sentir valiente fue otro tipo de cosecha y trasplante, el trasplante de médula para el alma, presentarme emocionalmente desnuda ante otro ser humano, dejando a un lado el orgullo y la actitud defensiva, allanando las capas y compartiendo con los demás nuestras almas vulnerables.

Llamé en esas lecciones de partera: descubrir su alma.

abrirse a lo aterrador y doloroso.

Buscar el temor sagrado.

Aquí estoy con mis células de médula después de la cosecha.

Eso es lo que llaman «cosecha» como si fuera algún tipo de evento bucólico de la granja a la mesa.


(Risas)
Y puedo asegurar que eso no lo es.

Y aquí está mi hermana valiente, valiente, recibiendo mis células.

Después del trasplante, comenzamos a pasar más y más tiempo juntas.

Era como si fuéramos niñas de nuevo.

El pasado y el presente se fusionaron.

Entramos en el tiempo profundo.

Salí de la rueda del hámster del trabajo y de la vida para unirme a mi hermana en esa isla solitaria de la enfermedad y la curación.

Pasamos meses juntas, en la unidad de aislamiento, en el hospital y en su casa.

Nuestra sociedad de ritmo rápido no apoya ni siquiera el valor de este tipo de trabajo.

Lo vemos como una alteración de la vida real y del trabajo importante.

Nos preocupamos por el desgaste emocional y el costo financiero y, sí, hay un costo financiero.

Pero me pagaron en el tipo de moneda que nuestra cultura parece haber olvidado por completo.

Me pagaron con amor.

Me pagaron con el alma.

Me pagaron con mi hermana.

Mi hermana dijo que el año tras el trasplante fue el mejor año de su vida, lo que resulta sorprendente.

Ella sufrió muchísimo.

Pero dijo que la vida nunca supo tan dulce, y era por haber expuesto nuestras almas y por revelar la verdad que habíamos hecho ambas.

Se volvió menos pesarosa con todos.

Dijo cosas que siempre había necesitado decir.

Hizo cosas que siempre quiso hacer.

Lo mismo me ocurrió a mí.

Me hice más valiente al ser auténtica con las personas en mi vida.

Dije mis verdades, pero más importante que eso, busqué la verdad de los demás.

No fue hasta el capítulo final de esta historia que me di cuenta de lo bien que la obstetricia me había entrenado.

Después del mejor año de la vida de mi hermana, el cáncer volvió con fuerza, y esta vez no había nada más que los médicos pudieran hacer.

Le dieron solo un par de meses de vida.

La noche antes de la muerte de mi hermana, me senté junto a su cama.

Estaba muy pequeña y delgada.

Pude ver el pulso de la sangre en su cuello.

Era mi sangre, su sangre, nuestra sangre.

Cuando ella murió, parte de mí moría, también.

Traté de encontrar sentido en todo, cómo el fundirnos una en la otra nos había hecho más nosotras mismas, nuestras almas, y cómo el afrontar y abrirnos al dolor de nuestro pasado, finalmente nos había entregado recíprocamente y cómo por pisar fuera de tiempo, ahora estábamos conectados para siempre.

Mi hermana me dejó muchas cosas, y les dejaré ahora con solo una de ellas.

Uds.

no tienen que esperar a una situación de vida o muerte para limpiar las relaciones importantes para Uds., para ofrecer la médula de su alma y buscar en otra.

Todos podemos hacer esto.

Podemos ser como una nueva clase de primer nivel de respuesta, como la de dar el primer paso valiente hacia el otro, y hacer algo o tratar de hacer algo que no sea el rechazo o ataque.

Podemos hacer esto con nuestros hermanos y nuestros compañeros y nuestros amigos y nuestros colegas.

Podemos hacer esto con la desconexión y la discordia a nuestro alrededor.

Podemos hacer esto por el alma del mundo.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/elizabeth_lesser_say_your_truths_and_seek_them_in_others/

 

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