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Charla «Del corredor de la muerte a licenciado en Leyes.» de TEDGlobal 2017 en español.
Peter Ouko pasó 18 años en la Prisión Kamiti de Kenia, a veces encerrado en una celda con otros 13 hombre hasta por 23 horas y media al día. En esta conmovedora charla, Peter nos cuenta cómo fue liberado y su misión actual con el Proyecto Prisiones de África: establecer la primera escuela de leyes tras las rejas y empoderar a la gente en prisión para lograr un cambio positivo.
- Autor/a de la charla: Peter Ouko
- Fecha de grabación: 2017-08-27
- Fecha de publicación: 2018-02-02
- Duración de «Del corredor de la muerte a licenciado en Leyes.»: 530 segundos
Traducción de «Del corredor de la muerte a licenciado en Leyes.» en español.
Les quiero contar la historia de Manson.
Manson era un diseñador de interiores de 28 años de edad, padre de una hija amorosa y un hijo, que se encontró tras las rejas debido a un sistema judicial descompuesto.
Fue incriminado por un asesinato que no cometió y fue condenado a la horca.
Hubo dos víctimas en este asesinato: la que murió en el asesinato y Manson, que fue sentenciado a prisión por un delito que él no cometió.
Estaba encerrado en una celda de dos por dos y medio, con otros 13 hombres adultos 23 horas y media al día.
Recibir comida no era una garantía.
Y recuerdo que ayer al entrar en una habitación, me imaginé el tipo de celda en la que Manson había vivido.
Porque el inodoro…
la fila de cuartitos era un poco más grande que la celda de ocho por siete.
En esa celda, esperando a su verdugo —en prisión él no tenía nombre—.
Manson era identificado mediante un número, solamente era una estadística.
No sabía cuánto tiempo tendría que esperar.
La espera podría haber sido breve, el verdugo podría haber llegado al minuto o al día siguiente, o podría haber tardado 30 años.
La espera no tenía fin.
Y en medio del dolor insoportable, de la tortura mental y las tantas preguntas sin respuesta que enfrentaba Manson, él sabía que no iba a hacer de víctima.
Se negaba a jugar el papel de víctima.
Estaba enojado con el sistema judicial que lo había puesto tras las rejas.
Pero sabía que el único modo de poder cambiar ese sistema, o de ayudar a otros a recibir justicia, era no jugando el papel de víctima.
Todo cambió para Manson cuando decidió perdonar a quienes lo habían puesto en prisión.
Lo digo como un hecho.
Porque yo sé quién es Manson.
Yo soy Manson.
Mi nombre verdadero es Peter Manson Ouko.
Y tras mi condena, tras ese despertar hacia el perdón, tuve el impulso de ayudar a cambiar el sistema.
Había decidido que no sería la víctima nunca más Pero ¿cómo iba a ayudar a cambiar un sistema que encarcelaba reclusos cada día más jóvenes, que merecerían estar con sus familias? Así que movilicé a mis colegas de prisión, mis compañeros reclusos, para escribir cartas y memorandos al sistema judicial, a la Comisión de Servicios Jurídicos, a la gran cantidad de equipos especiales que habían sido creados en nuestro país, Kenia, para ayudar a cambiar la constitución.
Y decidimos aferrarnos a ellos, —a ese clavo ardiendo, por así decirlo— con tal de que el sistema judicial funcionara, y que funcionara para todos.
Por ese entonces, conocí a un joven de Reino Unido, recién graduado de la universidad, llamado Alexander McLean.
Alexander había venido con tres o cuatro colegas de la universidad en su año sabático, y querían ayudar a crear una biblioteca en la Prisión de Máxima Seguridad de Kamiti, que, si buscan en Google, verán que es una de las 15 peores prisiones del mundo.
Así era en ese entonces.
Pero cuando Alexander llegó, él era un muchacho de 20 años y yo estaba condenado a muerte en ese entonces.
Y lo tomamos bajo nuestra ala.
Era una cuestión de confianza.
Confiaba en nosotros aunque estábamos sentenciados a muerte.
Y con esa confianza lo vimos, a él y a sus colegas de la universidad, renovar la biblioteca con tecnología de punta y montar una enfermería de muy buena calidad para que quienes se enfermaran en prisión no tuvieran que morir sin dignidad.
Gracias a Alexander, tuve la oportunidad y su apoyo para inscribirme en una licenciatura en la Universidad de Londres.
Tal como Mandela estudio desde Sudáfrica, tuve la oportunidad de estudiar desde la Prisión de Kamiti.
Y dos años después, me convertí en el primer graduado del programa de la Universidad de Londres dentro del sistema penitenciario.
Después de graduarme, lo que sucedió…
(Aplausos) Gracias.
(Aplausos) Tras graduarme, me sentía empoderado.
No iba a jugar el papel de la víctima indefensa.
Me sentí con el poder de ayudarme a mí mismo a procesar mi propio caso legal, y también de ayudar a otros presos que sufrían injusticias similares a las mencionadas aquí.
Así que comencé a escribir informes legales para ellos.
Yo y mis colegas en prisión hicimos cuanto pudimos.
Pero no fue suficiente.
Alexander McLean y su equipo en el Proyecto Prisiones de África, decidió apoyar a más presos.
Y mientras les hablo hoy aquí, hay 63 presos y personal en el Servicio Penitenciario de Kenia estudiando Leyes en la Universidad de Londres mediante el programa a distancia.
(Aplausos) Estos agentes de cambio tienen como objetivo no solo asistir a los más indolentes de la sociedad, sino también ayudar a presos y a otros a tener acceso a la justicia.
Ahí en mi celda, algo seguía conmoviéndome.
Las palabras de Martin Luther King seguían haciéndome eco.
Me decía: «Pete, si no puedes volar, puedes correr; y si no puedes correr, puedes caminar.
Pero si no puedes caminar, entonces puedes gatear.
Pero sea lo que sea que haga falta, no dejes de moverte».
Así que tuve el ansia de continuar moviéndome.
Todavía siento el impulso de seguir avanzando en lo que haga, porque siento que la única forma que podemos cambiar la sociedad, el único modo de cambiar el sistema judicial, —que ha mejorado mucho en mi país— es ayudar a corregir el sistema.
Así que el 26 de octubre del año pasado, tras 18 años en prisión, salí de prisión por indulto presidencial.
Ahora me enfoco en ayudar a PPA, el Proyecto Prisiones de África, a lograr su objetivo de asesorar y establecer la primera escuela de leyes y colegio legal tras las rejas, donde vamos a entrenar…
(Aplausos) donde vamos a entrenar a presos y personal, no solo para asistir a los demás presos, sino asistir a la comunidad de gentes sin recursos que carece de acceso a la justicia legal.
Así que mientras les hablo hoy aquí, tengo la plena convicción de que podemos reexaminarnos a nosotros mismos, todos podemos reexaminar nuestra situación, todos podemos reexaminar nuestras circunstancias, y no jugar el papel de víctima.
Jugar el papel de víctima no nos va a llevar a ningún lado.
Estuve tras las rejas, sí.
Pero nunca me sentí —y no fui— prisionero.
Lo esencial que logré aprender fue que, si piensas que puedes, podrás.
Pero si te sientas a pensar que no puedes, no podrás.
Es así de sencillo.
Me motivan los revolucionarios pacifistas que he escuchado en este escenario.
El mundo los necesita ahora, el mundo los necesita hoy.
Para terminar mi charla, quisiera pedirles a todos y cada uno de Uds.
aquí, pensadores maravillosos, agentes de cambio, innovadores, los maravillosos ciudadanos globales que tenemos en TED, que recuerden las palabras de Martin Luther King.
Dejen que continúen resonando en sus corazones y en sus vidas: «Sea lo que sea, donde sea que estén, lo que sea necesario hacer, no dejen de moverse».
Gracias.
(Aplausos) Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/peter_ouko_from_death_row_to_law_graduate/