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El arte olvidado del zoótropo – Charla TEDxCharlottesville

Charla «El arte olvidado del zoótropo» de TEDxCharlottesville en español.

El artista Eric Dyer pasó años en una computadora trabajando para producir imágenes para la pantalla. Deseoso de volver a ponerse manos a la obra, comenzó a explorar el zoótropo, un aparato popular del siglo XIX que se usaba para crear la ilusión de movimiento mucho antes de la llegada del cine. En esta charla vibrante presenta las invenciones artísticas que resultaron de ello: esculturas giratorias que evocan hermosas escenas oníricas. (Advertencia: esta charla contiene imágenes y luces intermitentes. Se recomienda evitar esta charla quienes sean sensibles a la luz o tengan convulsiones provocadas por luces estroboscópicas).

  • Autor/a de la charla: Eric Dyer
  • Fecha de grabación: 2016-11-11
  • Fecha de publicación: 2017-10-10
  • Duración de «El arte olvidado del zoótropo»: 522 segundos

 

Traducción de «El arte olvidado del zoótropo» en español.

Hace mucho tiempo, era animador profesional.

(Música) [Eric Dyer] [Animador] [Compositor] Y de noche hacía mis propias películas experimentales.

(Música) Y pasaba mucho tiempo, demasiado, frente a una pantalla para trabajos que se presentarían en pantalla, y tenía una gran necesidad de poner manos a la obra otra vez.

Bien, antes de «Los Simpsons», antes de «Gumby», antes de «Betty Boop», antes de que hubiese cine o televisión, la animación tenía gran popularidad en esta forma.

Esto es un zoótropo.

Giras el cilindro, miras el interior a través de las ranuras y ves la animación cobrar vida.

Esto es animación en forma física, y es animación a la que podría volver.

Llevé estas ideas a Dinamarca.

Fui allí con mi familia por una beca de investigación.

Esa es mi hija, Mia.

Iba por la ciudad en bicicleta y filmaba todos los interesantes elementos en movimiento de Copenhague: los botes en los canales, los colores que explotan en primavera, las bicis de uso libre de la ciudad, el amor, las texturas, la cocina saludable…


(Risas)
Y traje todo ese video al mundo físico imprimiéndolo en estas largas tiras de papel de impresión y cortando las formas.

Inventé mi propia versión del zoótropo, que saca el cilindro y reemplaza las ranuras por una cámara de video.

Fue muy emocionante para mí porque significó que podía hacer esos objetos físicos y hacer películas a partir de ellos.

Ese soy yo andando en bicicleta.


(Risas)
Hice unas 25 esculturas de papel, todas del tamaño de una rueda de bicicleta.

Las llevé al estudio, las giré, y las filmé para hacer la película «Copenhagen Cycles».

(Música) Este proyecto no solo me permitió poner manos a la obra otra vez, sino que me ayudó a recuperar mi vida.

En vez de pasar 12 o 15 horas al día con la cara pegada a una pantalla, tenía estas pequeñas aventuras con nuestra nueva familia y filmaba a mi paso.

Era como una simbiosis de arte y vida.

Y creo que no es casual que el zoótropo se traduce como «rueda de la vida».

(Música) Pero la película y el video aplanan la escultura, así que traté de imaginar un modo en que la escultura animada pudiese experimentarse como tal, y también como una escultura animada de sumersión completa.

Ahí fue cuando se me ocurrió la idea del túnel zoótropo.

Lo atraviesas con una luz estroboscópica y adonde apuntas la luz, la animación cobra vida.

Planeo terminar este proyecto en los próximos 30 o 40 años.


(Risas)
Pero sí construí un prototipo de media escala.

Está cubierto de velcro, y puedo recostarme dentro, sobre este puente, pegar secuencias animadas en las paredes, y probar cómo funciona.

La gente decía que les recordaba a una resonancia magnética.

Y esa conexión médica me resonaba porque a los 14 años me diagnosticaron una enfermedad retinal degenerativa que, de a poco, me quitaba la visión, y nunca antes había respondido a ello en mi trabajo.

Así que lo hice en esta pieza denominada «Implant».

Es un aparato médico imaginario, súper amplificado que se coloca alrededor del nervio óptico.

Y el público, de algún modo, se hace miniatura para experimentarlo.

Luz estroboscópica en mano, pueden explorar la escultura y descubrir miles de robots de tamaño de células trabajando arduamente, que saltan dentro y fuera del nervio óptico, que envían a la retina para repararla.

Es mi cura de fantasía de ciencia ficción a mi propia enfermedad incurable.

(Zumbidos de máquinas) En el mundo real de la terapia de genes y su investigación, se administran genes sanos a células enfermas usando virus.

Hay mucha esperanza de colores y peluche en esto, y también hay una idea amenazante y terrorífica de que los virus pueden convertirse en especies invasivas en el cuerpo.

La pérdida de la visión me ayudó a alejarme de las cosas que me desconectan del mundo.

En vez de estar encerrado en un automóvil, ando en bicicleta, tomo autobuses y trenes y camino mucho.

En vez de priorizar el proceso visual intensivo en el estudio también estoy afuera mucho más y uso más mis sentidos.

Este paisaje está a unas horas al este de San Diego, California.

Mi hermano vive por allí.

Juntos fuimos a acampar allí durante cuatro días.

Tomé mi cámara y caminé entre los cañones.

E intenté imaginar y descubrir qué tipo de movimiento podría haber en este lugar tan quieto y privado de movimiento.

Creo que es el lugar más quieto al que he ido.

Me di cuenta de que era mi propio movimiento en el paisaje el que creaba la animación.

Era el movimiento del cambio de perspectiva.

Así que creé esta pieza, «Mud Caves» con esas fotografías.

Es una pieza de impresiones en muchas capas y pueden pensarla como un zoótropo en el llano.

Es mi panorama del paisaje del oeste.

Junto a la pieza impresa hay un monitor de video que muestra la animación escondida en la obra de arte.

Creo que una de las mejores partes de este proyecto para mí fue que pude pasar mucho tiempo con mi hermano, que vive a 4000 km de mí.

Nos sentamos en este paisaje que parece eterno, esculpido por el agua durante millones de años, y hablamos.

Hablamos de cómo crecen nuestros hijos y del ritmo lento de nuestros padres, y de papá que sufre de leucemia, pérdida de memoria e infección.

Y se me ocurrió que, como individuos, somos finitos, pero como familia, somos un ciclo en movimiento…

una especie de rueda de la vida.

Quiero dejarlos con un tributo a uno de mis mentores.

Ella me recuerda que la presencia física es importante y que el juego no es un lujo, sino una necesidad.

Ella es Pixie, la perra de nuestra familia.

Le encanta saltar.

(Perro ladrando) (Perro ladrando y ruido de resorte) Y este es un nuevo tipo de zoótropo que desarrollé en el Imaging Research Center en UMBC, en Baltimore.

Lo llamo «zoótropo de tiempo real».

(Perro ladrando) (Perro ladrando y ruido de resorte) Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/eric_dyer_the_forgotten_art_of_the_zoetrope/

 

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