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El arte público como manera de transformar las ciudades en espacios para la imaginación – Charla TEDWomen 2018

Charla «El arte público como manera de transformar las ciudades en espacios para la imaginación» de TEDWomen 2018 en español.

La artista visual Helen Marriage monta increíbles espectáculos públicos, exhibiciones artísticas a gran escala, con el objeto de ampliar las fronteras de lo posible. En este recorrido visual de su trabajo, Helen nos cuenta cómo logró transformar tres ciudades en espacios lúdicos para la imaginación. Uno de ellos fue Londres, donde montó un elefante gigante que recorrió las calles de la ciudad. También nos habla de lo que ocurre cuando las personas se reúnen y experimentan la maravilla de un momento compartido.

  • Autor/a de la charla: Helen Marriage
  • Fecha de grabación: 2018-11-28
  • Fecha de publicación: 2019-04-03
  • Duración de «El arte público como manera de transformar las ciudades en espacios para la imaginación»: 728 segundos

 

Traducción de «El arte público como manera de transformar las ciudades en espacios para la imaginación» en español.

Vivimos en un mundo cada vez más tiranizado por la pantalla, por teléfonos, tabletas, televisores y computadoras.

Podemos experimentar lo que sea, pero sin sentir nada.

Podemos tener muchos amigos, pero nadie a quien estrechar la mano.

Quiero llevarlos a un mundo diferente, al mundo de la imaginación.

Allí, con esta herramienta tan poderosa, podemos transformar nuestro entorno físico y, al mismo tiempo, cambiar para siempre lo que sentimos y la forma en que percibimos a las personas con quienes vivimos.

En 2006 cofundé «Artichoke», una empresa cuya misión fue crear momentos.

Todos vivimos momentos en la vida pero, en el lecho de muerte, lo que recordaremos no serán los viajes diarios al trabajo en el autobús número 38, ni la lucha por encontrar un sitio donde estacionar cuando vamos de compras.

Los momentos que recordaremos serán los primeros pasos de nuestros hijos, o cuando nos seleccionaron para integrar el equipo de fútbol, o cuando nos enamoramos.

Artichoke se dedica a crear momentos conmovedores y efímeros que transforman el mundo físico a través de la imaginación del artista para mostrarnos lo posible.

Creamos belleza entre las ruinas.

Resignificamos nuestra historia.

Creamos momentos a los que todos están invitados, sea como espectadores o participantes.

Todo empezó en la década de 1990, cuando me designaron directora artística en la pequeña ciudad de Salisbury, Inglaterra, de la que seguramente han oído hablar.

Aquí vemos la catedral de Salisbury, y aquí el monumento de Stonehenge, mundialmente conocido.

Durante cientos de años, Salisbury ha estado bajo el dominio de la Iglesia, el partido conservador y el ejército.

Los ciudadanos del lugar son muy afectos a obedecer las reglas, así que imaginen la situación, cuando, en mi primer año allí, fui en bici a contramano porque se me hacía tarde.

Yo llego tarde a todos lados.

De hecho, es un milagro que haya venido.


(Risas)
Una viejecita con buenas intenciones me gritó desde la acera: «¡Querida, vas en el sentido equivocado!».

«Qué amable», pensé, y le dije: «Sí, ya lo sé».

«¡Ojalá te mueras!», me gritó.


(Risas)
Y entonces caí en la cuenta de que no me sería fácil vivir allí.

Sin embargo, un año después, usando la persuasión, la negociación y todo lo que tenía a mi alcance, logré presentar mi espectáculo.

No se trataba de un concierto clásico en una iglesia, ni la lectura de poemas, sino la obra de una compañía francesa de teatro callejero que contaba la historia de Fausto, «Mefistomanía», con actores sobre zancos y hasta efectos de pirotecnia.

Al día siguiente, la misma viejecita me abordó en la calle y me dijo: «

¿Fuiste tú la responsable de lo que pasó anoche?

«.

Retrocedí un paso.


(Risas)
«Sí».

«Cuando me enteré de la obra», dijo, «sabía que no era para mí.

Pero, Helen, mi querida, sí que lo fue».

¿Qué había sucedido?

Pues que la curiosidad había triunfado sobre la sospecha, y que el gozo había eliminado la ansiedad.

Me pregunté entonces cómo se podían llevar estas ideas a un escenario mayor y empecé a gestar el proyecto de hacer lo mismo en Londres.

Imagínense, una ciudad del mundo que, como toda gran ciudad, gira en torno al trabajo, la vida comercial y el tráfico.

Es una máquina que nos lleva, puntual, de casa al trabajo y viceversa.

Y todos somos cómplices de querer establecer una rutina para poder saber qué va a ocurrir luego.

Pero

¿qué pasaría si esta maravillosa ciudad se transformara en un escenario, en una plataforma para exhibir algo tan inimaginable que de algún modo transformara la vida de sus habitantes?

Lo hacemos a menudo en Gran Bretaña.

Seguro lo hacen Uds.

en su ciudad de origen.

Aquí vemos el cambio de la Guardia Montada.

Y aquí algo que hacemos a menudo, que es celebrar una victoria.

Puede ser una maratón, o un triunfo bélico, o un equipo de críquet que regresa ganador.

Cerramos las calles, y todos aplauden.

Pero en el caso del teatro, esto no es posible.

A menos que la historia fuera relatada por una compañía francesa: una saga sobre una niña y un elefante gigante que nos visitaron durante cuatro días.

Y lo único que tuve que hacer fue convencer a las autoridades de que cerrar la ciudad durante cuatro días era algo totalmente normal.


(Risas)
No había tráfico, tan solo gente disfrutando del momento, que había ido a presenciar y admirar esta extraordinaria iniciativa artística presentada por la compañía de teatro francesa ‘Royal de Luxe’.

Las negociaciones me llevaron siete años, y debí enfrentar a un grupo, casi siempre de hombres, reunidos en una sala, que me decían: «Bueno, es como un cuento de hadas con una niña y un gran elefante, que se quedan en la ciudad por cuatro días y el público viene, mira y juega».

Y luego agregaban: «

¿Por qué habríamos de hacer algo así?

¿Tiene algún objetivo específico?

¿Es para celebrar la visita de algún presidente?

¿Es acaso la ‘Entente Cordiale’ entre Francia e Inglaterra?

¿Es para una causa benéfica?

¿Es para recaudar fondos?

«.

Y yo les contestaba: «No, nada de eso».

Y ellos insistían: «

¿Por qué habríamos de hacer algo así?

«.

Pero luego de cuatro años, sucedió algo mágico, extraordinario.

Estaba en la misma reunión que hacía cuatro años mantenía, y donde decía: «

¿Me dan el permiso?

«.

Pero esta vez, en lugar de pedir permiso, les dije: «Esto que venimos debatiendo desde hace tanto tiempo está sucediendo actualmente, y en verdad necesito que me ayuden».

Y entonces sucedió esa cosa mágica: todos los allí presentes dieron por hecho que otros habían dicho que sí.


(Risas)

(Aplausos)
Dieron por sentado que nadie les pedía asumir responsabilidades.

Quizá se le pedía al encargado del planeamiento de los autobuses que organizara el desvío del recorrido, al funcionario municipal que bloqueara el acceso a las calles, y a la gente del área de transporte que organizara el metro de Londres.

Todas estas personas debían hacer lo que se les pedía para poder ayudarnos, pero a nadie se le pedía que se hiciera responsable.

Y yo, en mi inocencia, pensé: «Bien, asumiremos la responsabilidad», en un evento que terminó convocando a un millón de personas en las calles.

Fue nuestra primera exhibición.


(Aplausos)
Fue la primera, y cambió nuestra manera de percibir la cultura, ya no expuesta en una galería, ni en un teatro, ni en una ópera, sino como arte viviente, en las calles, capaz de transformar los espacios comunes para un público masivo, para gente que nunca compraría una entrada para ver un espectáculo.

Y lo hicimos.

Después de esto, seguimos produciendo espectáculos de este tipo.

Como ven en la imagen, el trabajo de la compañía es increíble, tanto como el permiso que nos concedieron para la obra.

Como ven, no hay vigilancia.

Y esto fue nueve meses después de los espantosos bombardeos terroristas que habían sacudido la ciudad de Londres.

Entonces me empecé a preguntar si sería posible montar este tipo de cosas en circunstancias aún peores.

Y quisimos hacerlo en Irlanda del Norte, o el norte de Irlanda, según sea el punto de vista.

Aquí vemos un mapa de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda, que es la isla de la izquierda.

Durante generaciones, ha sido un lugar de conflicto entre la república mayormente católica del sur y la comunidad unionista mayoritariamente protestante.

Cientos de años de conflicto.

Las tropas británicas tomaron las calles durante 30 años.

Y actualmente, si bien existe un proceso de pacificación, hay una ciudad que hoy se llama Londonderry, para los unionistas, y Derry, para los católicos.

Pero todos sienten que es su patria.

Y empecé a preguntarme si no existiría una manera de abordar el tribalismo de una comunidad mediante el arte y la imaginación.

Aquí vemos lo que hacen los ciudadanos todos los veranos en su comunidad.

Es una torre que llenan con símbolos e insignias de las personas que odian, las que viven al otro lado.

Aquí se ve lo mismo, pero del lado unionista.

Y en el verano, las queman, en medio de la ciudad.

Entonces recurrimos al desierto de Nevada, donde se celebra ‘Burning Man’ y donde también se hacen fogatas, pero bajo una escala de valores totalmente distinta.

Esta es la obra de David Best, con sus maravillosos templos, que se construyen durante el evento de Burning Man y luego se queman el día domingo.

Así que lo invitamos a él y a su comunidad a participar, y convocamos a gente de ambas facciones políticas y religiosas: jóvenes, desempleados, gente que en otras circunstancias nunca se habría conocido ni habría cruzado palabra.

Y de este maravilloso trabajo conjunto surgió un templo que estaba a la altura de las dos catedrales de la ciudad: una católica y la otra protestante.

Pero este templo no estaba dedicado a ninguna religión.

Era para todo el mundo, para ninguna comunidad en particular, para todos en general.

Y lo erigimos en un lugar donde, según me dijeron, nadie iría.

Era muy peligroso, por estar en el límite de ambas comunidades.

Yo decía siempre: «Pero tiene una vista maravillosa».


(Risas)
Y de nuevo surgió aquella pregunta:

¿por qué no habríamos de hacerlo?

En la imagen se ve parte de 426 alumnos de la primaria que subieron la colina con el director de la escuela que no quiso privar a los alumnos de esta gran oportunidad.

Y, tal como ocurre en el desierto de Nevada, aunque con temperaturas levemente distintas,
(Risas)
la gente de esta comunidad, 65 000 personas, empezaron a escribir sus penas, sus dolores, sus esperanzas, sus esperanzas para el futuro, su amor.

Porque, al fin y al cabo, de eso se trata: del amor.

Viven en una sociedad de posconflicto, con muchos casos de estrés postraumático, altas tasas de suicidio.

Pero aun así, por un instante, y no podríamos pretender que haya sido más que eso, un hombre llamado Kevin, católico, que perdió a su padre a los nueve años, cuando fue baleado en su cama, trabajó para nosotros como voluntario.

Y fue el primero en recibir a la anciana protestante que atravesó la puerta el día en que abrimos el templo al público.

El templo permaneció allí durante cinco días.

Luego, entre los miembros del reducido equipo de obreros no sectáreos que habían dado su vida durante esos meses para finalmente lograr esta obra extraordinaria, elegimos a quienes prenderían fuego al templo.

Y aquí vemos el momento presenciado por 15 000 personas que acudieron una fría y oscura noche de marzo, cuando decidieron dejar de lado la enemistad que los separaba para habitar este espacio compartido, donde todos tuvieron la oportunidad de decir abiertamente lo que antes nunca se habían dicho: «Me has herido a mí y a mi familia, pero te perdono».

Y juntos, como miembros de su comunidad, fueron testigos de esto tan bello que se iba diluyendo, pero que era tan difícil de dejar ir, al igual que los sentimientos y las ideas que lo habían creado.

(Música) Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/helen_marriage_public_art_that_turns_cities_into_playgrounds_of_the_imagination/

 

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