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Charla «El ciclo vital de una zapatilla – Angel Chang» de TED-Ed en español.
Ver la lección completa en: https://ed.ted.com/lessons/the-life-cycle-of-a-sneaker-angel-chang
Los australianos los llaman «runners». Los británicos las conocen como «trainers». Los estadounidenses se refieren a ellas como «sneakers». Como sea que las llames, miles de millones de personas en todo el mundo usan estos zapatos casuales. Hoy en día, se producen aproximadamente 23 000 millones de zapatos cada año. Entonces, ¿cómo podemos equilibrar nuestro amor por las zapatillas con la necesidad de sostenibilidad?. Angel Chang explora cómo la fabricación de zapatillas tiene consecuencias en nuestro planeta.
Lección de Angel Chang, dirigida y animada por Ella Dobson.
- Autor/a de la charla: Angel Chang
- Fecha de grabación: 2020-04-23
- Fecha de publicación: 2020-04-23
- Duración de «El ciclo vital de una zapatilla – Angel Chang»: 303 segundos
Traducción de «El ciclo vital de una zapatilla – Angel Chang» en español.
Los australianos los llaman «runners».
Los británicos los conocen como «trainers».
Los estadounidenses se refieren a ellas como «tennis shoes» o «sneakers».
Como sea, miles de personas en todo el mundo usan estos zapatos casuales de suela de goma.
Originalmente inventados a finales del siglo XIX, estas creaciones simples de tela y caucho han cambiado mucho desde que tocaron el pavimento.
Hoy, el consumo de zapatillas es sin precedentes.
Ningún país compra más zapatillas que EE.UU., donde las personas compran tres pares al año en promedio.
Para satisfacer esta demanda unos 23 000 millones de zapatillas se producen cada año, sobre todo en fábricas de China y el sudeste asiático.
Pero hacer zapatos se ha vuelto más complicado, más laborioso y, de alguna manera, más peligroso para los trabajadores involucrados y para nuestro planeta.
La fabricación de calzado representa aproximadamente un quinto de las emisiones de carbono de la industria de la moda.
Solo las zapatillas generan 313 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono cada año, lo que equivale a las emisiones anuales de 66 millones de coches.
Para comprender mejor la huella de carbono de tus zapatillas, profundicemos en la anatomía de una zapatilla.
Para empezar, el tacón, la plantilla, entresuela y la capa superior normalmente están hechos de materiales sintéticos como poliéster, nylon, látex, y poliuretano.
La minería de combustibles fósiles que componen estos materiales emite toneladas de gases de efecto invernadero.
Y procesar esas materias primas en textiles sintéticos también usa mucha energía, lo que agrava aún más esa contaminación.
Algunas zapatillas están hechas de recursos naturales como cuero, pero el curtido de este material depende del cromo; un químico cancerígeno que puede dañar ecosistemas de agua dulce.
La suela exterior de la mayoría de los zapatos está hecha de goma que ha pasado por un proceso llamado vulcanización.
Está técnica agrega azufre a la goma dura sobrecalentada para crear un material que es a la vez elástico y resistente.
Hasta hace poco, las zapatillas usaban goma natural para este proceso.
Pero hoy, la mayoría de las suelas están hechas con una mezcla sintética de goma natural y subproductos del carbón y el petróleo.
La producción de estos materiales representa el 20 % de la huella de carbono de las zapatillas.
Pero más de dos tercios del impacto del carbono del zapato provienen del siguiente paso: la fabricación.
Una zapatilla típica está compuesta por 65 piezas, cada una producida por maquinaria especializada.
Esto significa que es más barato para las fábricas producir masivamente cada pieza por separado en vez de fabricar cada pieza en un mismo lugar.
Pero el transporte requerido para enviar estas piezas a una planta de ensamblaje emite incluso más CO2.
Una vez que los componentes llegan a la cadena de montaje, se someten a corte, vaciado, fundido, cocción, enfriamiento y pegado, antes de que el producto final se puede coser en una sola pieza.
El ensamblaje de una zapatilla típica requiere más de 360 pasos, y supone el 20 % restante del impacto medioambiental de una zapatilla.
La dispersión de fábricas también provoca otro problema: abuso laboral.
La mayoría de marcas no poseen ni operan sus fábricas, por lo que las plantas con las que trabajan están en países con pocas o ninguna ley de protección de los trabajadores.
Como resultado, muchos trabajadores ganan por debajo del salario mínimo, y están expuestos a productos químicos nocivos como vapores tóxicos de pegamento.
Cuando se finaliza la fabricación, los zapatos se empaquetan y se envían a tiendas de todo el mundo.
Para muchos, estos zapatos podrían durar años.
Pero para alguien que corre 32 km a la semana, un par de zapatillas de deporte se desgastará después de unos 6 meses.
Como los zapatos están hechos de tantos materiales diferentes, es casi imposible descomponerlos en componentes reciclables.
El 20 % de estos zapatos son incinerados, mientras el resto acaban en vertederos donde pueden tardar hasta 1000 años en descomponerse.
Así que, ¿cómo podemos equilibrar nuestro amor por las zapatillas con la necesidad de sostenibilidad? Primero, los diseñadores deberían optimizar los elementos de diseño y centrarse en materiales ecológicos.
Las fábricas necesitan desarrollar procesos de fabricación eficientes que consoliden los pasos y las piezas de las zapatilla.
Y los consumidores deberían apoyar a las empresas que usan energía limpia y procesos de fabricación éticos.
También podemos comprar menos zapatos y usarlos durante más tiempo, y donar los que ya no necesitemos.
Así que no importa cuál sea tu estilo todos podemos dar pasos hacia un futuro sostenible.
https://www.ted.com/talks/angel_chang_the_wildly_complex_anatomy_of_a_sneaker/