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El enfoque ‘Vivienda primero’ para los ‘sin techo’ – Charla TEDMED 2016

Charla «El enfoque ‘Vivienda primero’ para los ‘sin techo’» de TEDMED 2016 en español.

¿Qué crees que pasaría si propusieras a una persona con problemas de salud mental que ha estado siendo ‘sin techo’ muchos años a que se trasladara directamente de la calle a una vivienda? Loyd Pendleton comparte cómo pasó de escéptico a creyente en el programa ‘Vivienda primero’. Este programa tiene un enfoque a la falta de vivienda donde se proporciona a los sin techo asistencia a corto plazo para buscar una vivienda permanente rápidamente y sin condiciones. La aplicación de este programa condujo a una reducción de un 91 % en la carencia crónica de vivienda durante un período de diez años en Utah.

  • Autor/a de la charla: Lloyd Pendleton
  • Fecha de grabación: 2016-11-30
  • Fecha de publicación: 2017-11-14
  • Duración de «El enfoque ‘Vivienda primero’ para los ‘sin techo'»: 825 segundos

 

Traducción de «El enfoque ‘Vivienda primero’ para los ‘sin techo'» en español.

¿Qué creen que pasaría si proponen a una persona que ha estado viviendo en la calle durante muchos años, con problemas de salud mental y alcohólica, a que se traslade de la calle directamente a una vivienda?

Supimos que eso se hacía en Nueva York, y era del programa llamado Housing First (Vivienda primero) Nos preguntamos si funcionaría en Utah.

Y para tomar esa determinación, decidimos crear un piloto, y Keta fue una de las 17 personas crónicamente sin techo que incluimos en este piloto.

Había estado en la calle por más de 20 años, con problemas de salud mental y alcoholismo severo.

La primera noche en su apartamento, puso sus pertenencias en la cama y durmió en el piso.

Las siguientes tres noches, durmió en el contenedor de basura cerca del edificio de apartamentos.

Con la ayuda de su trabajador social, ella regresó a su apartamento, pero continuó durmiendo en el piso por varias noches.

Le llevó más de dos semanas desarrollar suficiente confianza y seguridad en que este apartamento era de ella y no se lo iban a quitar para comenzar a dormir en la cama.

La falta de vivienda es un desafío continuo para muchas ciudades en todo nuestro país.

Nuestra población sin hogar se divide en tres categorías principales: aquellos que están temporalmente sin hogar, alrededor del 75 %; aquellos que están episódicamente sin hogar, alrededor del 10 %; y aquellos que están crónicamente sin hogar, alrededor del 15 %.

La falta de vivienda crónica se define como un adulto no acompañado que ha estado continuamente sin hogar por un año o más, o más de cuatro veces sin hogar en tres años en total 365 días.

Este pequeño 15 % de la población sin hogar puede consumir del 50 al 60 % de los recursos para personas sin hogar disponibles en una comunidad.

Además, puede costarle a la comunidad de USD 20 000 a USD 45 000 por año por persona en costos de servicios de emergencia, como ambulancias, visitas a la sala de emergencias, como muchos de Uds.

sabrán, adicciones, interacciones con la policía, tiempo en prisión.

En pocas palabras, esta pequeña población cuesta mucho.

Con base en esta realidad, el gobierno de EE.

UU.

comenzó una iniciativa en 2003 invitando a estados y ciudades y condados a desarrollar un plan para terminar con la carencia de hogar crónica en un período de 10 años.

El estado de Utah aceptó esta invitación, y me pidieron que dirigiera este esfuerzo.

En 2005 aprobamos un plan de 10 años, y 10 años después, en 2015, informamos de una reducción en nuestra población crónica sin hogar del 91 % en todo el estado.


(Aplausos)
Eso es increíble.

Cuando comencé este proceso, y comenzamos este proceso, me di cuenta de que tenía una limitada comprensión de la falta de vivienda y los factores que la afectaban, y que necesitaba cambiar de forma importante mi creencia, mi pensamiento, porque me criaron con la teoría del individualismo rudo y del «trabajar duro».

Esa filosofía vino de criarme en el rancho de ganado de la familia en una pequeña ciudad en el desierto occidental de Utah.

En el rancho, se aprende que nada tiene prioridad sobre cuidar el ganado, siempre hay algo para arreglar y más importante, el trabajo duro hace que el mundo esté correcto.

Fue a través de esa lente que veía a las personas sin hogar.

Cuando era adolescente, nuestra familia iba a Salt Lake City, y yo veía a estas personas sin hogar, «vagabundos» los llamamos entonces, sentados en la calle, y pensaba, «Vagabundos vagos, consigan un trabajo.

Trabajen duro».

Después de la secundaria, dejé el rancho, me gradué de la universidad, trabajé para Ford Motor Company durante varios años, luego trabajé en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y regresé a Salt Lake City.

En ese empleo tuve la oportunidad de que me asignaran al refugio más grande para personas sin hogar del estado para ayudarlos a desarrollar y mejorar sus capacidades financieras y de gestión.

Mientras estaba allí, vi un nuevo enfoque para tratar con personas sin hogar y drogadictos.

Se llamaba el modelo de reducción de daños, y consistía en repartir agujas limpias y condones.

Y pensé: «Sí que es una idea estúpida».


(Risas)
«Eso los va a alentar a continuar con ese comportamiento.

Solo díganles que paren».

Varios años después, leí algunos de los primeros planes a 10 años para terminar con la carencia de hogar promovido por el gobierno federal.

Mientras leía esos planes, pensé, «¡Pfft! Esto no es realista.

No puedes acabar con la falta de vivienda.

Hay demasiadas decisiones personales y factores fuera de nuestro control».

Mi perspectiva cambió, sin embargo, cuando asistí a una conferencia en 2003, donde aprendí la razón detrás del plan a 10 años.

Primero fue esta pequeña población del grupo de personas sin hogar que era un 15 % y era muy costosa.

Eso tenía sentido para un estado conservador como Utah.

La segunda idea fue conocer de este programa Housing First, o vivienda muy asequible.

Había una agencia en la ciudad de Nueva York que había estado invitando a personas sin hogar con enfermedades mentales a pasar directamente de la calle a la vivienda.

Y también se les permitió continuar usando drogas y bebiendo, como nosotros en nuestros hogares.

Además, se les ofrecieron servicios, —no era obligatorio usarlos—, de trabajadores sociales para ayudarlos a adaptarse a su nueva forma de vivir y a estabilizar sus vidas.

Estaban usando el modelo de reducción de daños.

Y a pesar de mis bajas expectativas iniciales al escuchar sobre este modelo, estaban teniendo una tasa de éxito sorprendente: el 85 % todavía estaban alojados después de 12 meses.

La tercera idea era la importancia de desarrollar una relación de confianza.

Debido al abuso que estas personas han tenido durante la mayor parte de sus vidas, casi no confían en nadie, y las agujas limpias y los condones y la vivienda asequible era un medio para comenzar a desarrollar una relación de confianza.

Vital.

Mientras volvía a casa de esta conferencia, sentado en el avión mirando por la ventanilla, me di cuenta de que mi comprensión y perspectiva sobre la falta de vivienda estaba cambiando.

Y mientras miraba por la ventanilla, este sentimiento y pensamiento muy fuertes vinieron a mí que si hay algún estado en la unión que podría terminar con la carencia crónica de hogar, era el estado de Utah, porque hay un sentimiento subyacente y el deseo y la voluntad de colaborar para servir a nuestros vecinos, incluidos aquellos sin hogar.

Una nueva visión me fue aclarando sobre cómo se podría hacer esto.

Quienes asistieron a la conferencia dijeron: «Sí, estos modelos funcionarán en Utah».

Pero cuando volvimos a casa, hubo muchos que dijeron: «Nah, eso no va a funcionar.

No tendrán éxito aquí».

Pero hubo, sin embargo, una organización de vivienda asequible que estuvo dispuesta a construir nuestras primeras 100 unidades.

Pero les preocupaba tener a 100 personas crónicamente sin hogar en un solo lugar.

Para afrontar esa preocupación, decidimos crear un piloto para probar esa idea mientras construíamos las primeras 100 unidades.

Utilizaríamos las unidades existentes diseminadas por Salt Lake City.

Luego debatimos:

¿Deberíamos seleccionar personas sin hogar que funcionaran bastante bien o los más desafiantes que pudiéramos encontrar?

Y aquí es donde entraron en juego mis antecedentes en el rancho.

Por entonces, mi madre cocinaba nuestras comidas y calentaba el agua para nuestro baño semanal en una estufa de leña y carbón.

Y después de cortar leña para esa estufa por muchos años, había aprendido a cortar primero el extremo más grande del tronco, cuando yo tenía la mayor energía.

Decidimos usar el enfoque «primero el extremo grande», y seleccionamos a los 17 más desafiantes que pudimos encontrar, personas difíciles, crónicamente sin hogar, porque sabíamos que aprenderíamos más de ellos.

Veintidós meses después, los 17 todavía estaban alojados, incluyendo Keta, quien hoy, 11 años después, está durmiendo en su propia cama y está sobria.

Al final de este piloto, uno de los trabajadores sociales dijo: «Solíamos debatir en nuestras clases universitarias qué teoría de trabajo social era la más efectiva.

Ahora nuestra teoría de trabajo social es: cualquier cosa necesaria para mantenerlos alojados».

Nos convertimos en creyentes, y construimos cientos de unidades en los siguientes 10 años, llevando a la reducción de nuestra población crónicamente sin hogar a nivel estatal al 91 %.

Ahora,

¿quiénes son las personas sin hogar?

Muchas personas solo quieren que se vayan, desaparezcan, que no alteren sus vidas A través de este proceso de 10, 11 años, obtuve muchas ideas de por qué las personas se vuelven sin hogar.

Una de esas ideas me vino hace unos años cuando estaba visitando con nuestro equipo médico.

Son nuestros trabajadores de primera línea que visitan en la calle a los sin hogar y a las prostitutas para verificar su salud médica.

Uno del equipo comentó que 8 de las prostitutas habían dado a luz a 31 niños que se habían quedado bajo tutela del estado.

También compartieron que algunos de los proxenetas eran sus maridos, y peor aún, sus padres.

Estas prostitutas, en su adolescencia tardía, 20 años, principios de los 30, se esperaba que ganaran suficiente dinero al día para mantener una adicción a la heroína de cien dólares al día, sus gastos de vida y su chulo.

Y con el sexo sin protección, les pagaban más, y predeciblemente, esto llevaba a embarazos.

Los niños nacidos en estas circunstancias muchas veces terminan sin hogar.

Y no es útil mirar a los nacidos bajo esas circunstancias, o un padre que hace que su hijo sea un drogadicto a los siete años, o una generación de bebés nacidos por adicción a las drogas, y no sentir algo de desesperación.

Yo creo que todas las personas tienen valor, no importa quién eres.

Y no es útil mirar a alguien con este comienzo en la vida y culparlo por donde está.


(Aplausos)
Nadie crece diciendo: «Mi objetivo en la vida es llegar a ser un sin hogar».

Y esa es la belleza de la reducción de daños y el modelo Housing First.

Reconoce las complejidades de los diferentes factores que pueden formar una vida humana.

Estos modelos encuentran a las personas donde están, no donde estamos nosotros o donde creemos que deberían estar.

El piloto que hicimos con nuestros 17 nos enseñó muchas lecciones.

Cuando la gente ha estado viviendo en la calle por muchos años, al volver a la vivienda requiere aprender muchas cosas.

Y Donald nos enseñó algunas de estas lecciones de transición.

Su trabajador social le preguntó por qué no había subido el calor en su frío apartamento.

Donald dijo: «

¿Cómo haces eso?

«.

Le mostró cómo usar un termostato.

El trabajador social también observó que estaba calentando los fríjoles en la lata en la estufa, como lo había hecho en las fogatas por muchos años.

Le mostró cómo usar ollas y sartenes.

También aprendimos que tenía una hermana que no había visto en 25 años, que pensó que estaba muerto.

Ella se puso feliz de saber lo contrario, y pronto se reconectaron.

Cientos de personas como Keta y Donald están alojadas y reconectadas con sus familias.

Además, muchas de nuestras comunidades están incurriendo en menores costos de servicios de emergencia.

He aprendido una y otra vez que cuando escuchas la historia de alguien con el corazón abierto, caminas en sus zapatos con ellos, no puedes evitar amarlos y cuidarlos y querer servirlos.

Es por eso que estoy comprometido en continuar brindando esperanza y apoyo a nuestros ciudadanos sin hogar, a quienes considero mis hermanos y hermanas.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/lloyd_pendleton_the_housing_first_approach_to_homelessness/

 

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