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Charla «El esperma humano frente al cachalote – Aatish Bhatia» de TED-Ed en español.
Ver la lección completa en: http://ed.ted.com/lessons/human-sperm-vs-the-sperm-whale-aatish-bhatia
Viajar es muy difícil para los microscópicos espermatozoides… es como pensar en un ser humano que trata de nadar en una piscina llena de… otros humanos. Podemos comparar el viaje de un espermatozoide con el de un cachalote, calculando el número de Reynolds, una predicción de cómo se comportará el fluido, a menudo fluctuante debido al tamaño del nadador. Aatish Bhatia explora el gran, y a la vez pequeño, viaje de los espermatozoides.
Lección de Aatish Bhatia, animación de Brad Purnell.
- Autor/a de la charla: Aatish Bhatia
- Fecha de grabación: 2013-09-23
- Fecha de publicación: 2019-02-12
- Duración de «El esperma humano frente al cachalote – Aatish Bhatia»: 242 segundos
Traducción de «El esperma humano frente al cachalote – Aatish Bhatia» en español.
En 1977 el físico Edward Purcell calculó que si uno empuja una bacteria y luego la suelta, se detendrá en una millonésima de segundo.
En ese tiempo habrá viajado menos que el ancho de un átomo.
Lo mismo se cumple para el espermatozoide y muchos otros microbios.
Está vinculado a ser muy diminuto.
Las criaturas microscópicas habitan un mundo extraño, en el que atravesar dos centímetros de agua es un esfuerzo increíble.
Pero, ¿por qué importa tanto el tamaño para un nadador? ¿Qué hace al mundo del espermatozoide tan radicalmente distinto del mundo del cachalote? Para averiguarlo debemos sumergirnos en la física de fluidos.
Esta es una manera de pensarlo.
Imagina que estás nadando en una piscina.
Estás tú y muchas moléculas de agua.
Las moléculas de agua te superan en cantidad mil billones de billones a uno.
Sobrepasarlas con tu cuerpo gigante es fácil, pero si fueras muy pequeńo, digamos del tamaño de una molécula de agua, de repente, es como si nadaras en una piscina de personas.
En vez de simplemente moverte por las diminutas moléculas, ahora cada molécula de agua es como otra persona que tienes que sobrepasar para llegar a algún lado.
En 1883, el físico Osborne Reynolds se descubrió que hay un número que puede predecir el comportamiento de un fluido.
Es el número de Reynolds, y depende de propiedades simples como el tamańo del nadador, su velocidad, la densidad del fluido, cuan pegajoso, o viscoso, es el fluido.
Esto significa que criaturas de tamaños muy diferentes habitan mundos enormemente diferentes.
Por ejemplo, debido a su enorme tamaño, el cachalote habita el mundo del número de Reynolds grande.
Con un aleteo de su cola, puede desplazarse una distancia increíble.
Entretanto, el espermatozoide vive en el mundo del número de Reynolds pequeño, Si un espermatozoide dejara de mover su cola, ni siquiera se desplazaría un átomo.
Para imaginar cómo sería ser un espermatozoide, tendrías que encogerte hasta su número de Reynolds.
Imagina que estás en un envase de melaza moviendo los brazos al compás del minutero de un reloj, y te harás una idea bastante clara de a qué se enfrenta un espermatozoide.
Entonces, ¿cómo hacen los microbios para llegar a un sitio? Bueno, muchos ni se preocupan por nadar.
Dejan que los alimentos vayan a ellos.
Son como una vaca perezosa que espera que vuelva a crecer la hierba debajo de su boca.
Pero muchos microbios sí nadan, y ahí es donde aparecen esas adaptaciones increíbles.
Uno de los trucos que pueden usar es deformar sus remos.
Flexionado inteligentemente sus remos para crear más arrastre en su palada que en la recuperación, organismos unicelulares como los paramecios se las ingenian para abrirse camino en la multitud de moléculas de agua.
Pero hay incluso una solución más ingeniosa a la que llegan las bacterias y los espermatozoides.
En vez de menear sus remos de un lado al otro, los hacen girar como sacacorchos.
Al igual que un sacacorchos en una botella del vino convierte el giro en movimiento de avance, estas diminutas criaturas giran sus colas helicoidales para propulsarse hacia adelante en un mundo en el que el agua parece corcho.
Otras estrategias son aún más extrañas.
Algunas bacterias usan el enfoque de Batman.
Usan garfios para abrirse camino.
Pueden usarlos incluso como una honda para propulsarse.
Otros usan ingeniería química.
El H.
pylori vive solo en la mucosa ácida viscosa de nuestro estómago.
Libera un químico que disminuye la mucosa circundante, permitiéndole deslizarse por la viscosidad.
Quizá no sorprenda que estos tipos sean responsables también de las úlceras del estómago.
Así, al mirar muy, muy de cerca a nuestros cuerpos y al mundo que nos rodea, podemos ver todo tipo de criaturas que encuentras maneras inteligentes de sortear situaciones difíciles.
Sin estas adaptaciones, las bacterias nunca encontrarían sus huéspedes, y los espermatozoides nunca llegarían a sus óvulos, lo que significa que nunca tendrías úlceras, pero tampoco habrías nacido, en primer lugar.
https://www.ted.com/talks/aatish_bhatia_the_physics_of_human_sperm_vs_the_physics_of_the_sperm_whale/