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El lado positivo de la ira – Charla TEDxFondduLac

Charla «El lado positivo de la ira» de TEDxFondduLac en español.

El Dr. Ryan Martin es el presidente del Departamento de Psicología de la Universidad de Wisconsin-Green Bay y es un investigador de la ira conocido a nivel nacional. Su trabajo se centra en expresiones sanas y nocivas de la ira, incluyendo cómo expresamos la ira en línea.

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

  • Autor/a de la charla: Ryan Martin
  • Fecha de grabación: 2018-08-25
  • Fecha de publicación: 2018-09-11
  • Duración de «El lado positivo de la ira»: 789 segundos

 

Traducción de «El lado positivo de la ira» en español.

Imaginen que reciben un mensaje de texto de un amigo, que dice: «No vas a creer lo que me acaba de suceder.

Estoy muy enojado ahora mismo».

Entonces, haces lo que cualquier amigo y preguntas los detalles, y te cuentan la historia de lo que le sucedió en el gimnasio, en el trabajo, o en la cita de anoche.

Escuchas e intentas entender por qué está tan enojado.

Quizá incluso juzgas en secreto si tiene razón en estar tan enojado.


(Risas)
Puede que hasta le ofrezcas algún consejo.

En ese momento, estarías haciendo lo que yo hago cada día, ya que soy un investigador de la ira.

Y, como tal, paso gran parte de mi vida profesional…

¿A quién engaño?

También parte de mi vida personal estudiando por qué la gente se enoja.

Estudio los pensamientos que tienen cuando se enojan, e incluso qué hacen en esos casos, ya sea pelearse, romper cosas, o incluso gritarle a la gente en Internet con mayúsculas.


(Risas)
Como podrán imaginar, cuando la gente se entera de mi profesión, quiere hablarme de sus problemas de ira y contarme sus historias.

No es porque necesiten un terapeuta, aunque a menudo ése es el caso, sino porque la ira es universal.

Es algo que todos sentimos y con lo que podemos identificarnos.

Sentimos ira desde los primeros meses de vida, cuando llorábamos al no conseguir lo que queríamos: «

¿Cómo que no vas a levantar el sonajero, papá?

¡Lo quiero!»
(Risas)
Sentimos ira en la adolescencia, como mi mamá puede atestiguar.

Lo siento, mamá.

Sentimos ira hasta el final.

La ira ha estado presente en los peores momentos de nuestra vidas.

Es parte natural e inevitable de nuestro dolor.

Pero también ha estado presente en algunos momentos buenos, en ocasiones especiales como una boda o las vacaciones, a menudo estropeadas por estas frustraciones diarias: mal tiempo, demoras en los viajes, que se sienten horrible en ese momento pero que luego olvidamos por completo cuando se solucionan.

Así que frecuentemente hablo con la gente acerca de su ira, y de esas pláticas he aprendido y apuesto que muchos aquí mismo, considera que la ira es un problema.

Ven cómo interfiere en su vida diaria, cómo daña sus relaciones en una manera que asusta.

Y, si bien comprendo eso, veo a la ira de manera diferente.

Y hoy quiero contarles algo importante sobre la ira: la ira es una fuerza poderosa y saludable en la vida.

Es bueno que la sientan.

Necesitan sentirla.

Pero para entender esto, tenemos que retroceder y analizar primero por qué nos enojamos.

Mucho de esto se vincula al trabajo del investigador de la ira, Dr.

Jerry Deffenbacher, que escribió sobre este tema en 1996, un capítulo de libro sobre cómo lidiar con problemas de ira.

Para casi todos nosotros es bastante simple: me enojo cuando me provocan.

Lo escuchamos en la forma de hablar de las personas: «Me enfurece que la gente conduzca tan lento».

O «Me enoja que siempre deje la leche afuera».

O mi favorito: «No tengo problemas de ira, el problema es la gente que me se mete conmigo».


(Risas)
Con el objetivo de entender mejor este tipo de provocaciones, pregunto a muchos, a mis amigos, mis colegas, e incluso a mis parientes: «

¿Cuáles son las cosas que verdaderamente te enfurecen?

«.

Por cierto, una de las ventajas de ser un investigador de la ira es que he dedicado más de una década a elaborar una lista completa de todas las cosas que irritan a mis colegas.

En caso que la necesite.


(Risas)
Sus respuestas son fascinantes porque me cuentan cosas como «Cuando mi equipo pierde», «La gente que hace ruido al masticar».

Algo que es muy común, por cierto.

«Gente que camina muy lento», ése es mío.

Y, claramente, las glorietas
(Risas)
Puedo decir francamente que la peor ira es la debida a glorietas.


(Risas)
A veces no son cosas tan pequeñas.

A veces es por racismo, sexismo, bullying, daño ambiental, grandes problemas globales que todos enfrentamos.

Pero a veces sus respuestas son muy específicas, quizá hasta extrañamente específicas.

«Cuando te mojas la camisa al apoyarte accidentalmente en el lavabo en un baño público».


(Risas)
Desagradable,

¿no?

O las memorias flash, que sólo hay dos posibilidades al conectarlas, entonces

¿por qué siempre me lleva tres intentos conseguirlo?


(Risas)
Ya sea sencillo o complejo, general o específico, podemos analizar estos ejemplos y extraer de ellos algunos patrones.

Nos enfadamos en situaciones incómodas, que sentimos injustas, que frustran nuestros objetivos, situaciones que podrían evitarse, y que nos hacen sentir impotentes.

Tales son los ingredientes de la ira, pero también es posible afirmar que la ira no es lo único que sentimos en esas situaciones.

La ira no se da de forma aislada.

Puede que sintamos ira a la vez que sentimos miedo o tristeza, o muchas otras emociones.

Pero esto es lo importante.

Estas provocaciones no son lo que nos enfurece.

Al menos no por sí solas y lo sabemos porque si fuera así todos nos enfadaríamos por la mismas cosas y no es así.

Los motivos por los que yo me enfado son diferentes a los tuyos, así que debe haber otro factor a considerar.

¿Cuál es ese otro factor?

Importa lo que estemos haciendo y sintiendo al momento de enojarnos.

Esto se llama estado de pre-ira,

¿estás cansado o con hambre?

¿Estás ansioso por alguna razón?

¿Estás llegando tarde a algún lugar?

Cuando estos factores están presentes las provocaciones se sienten peor.

Pero lo más importante no es la provocación, no es el estado pre-ira, sino esto: cómo interpretamos esa provocación, cómo la relacionamos con nuestra vida.

Cuando nos sucede algo, decidimos: es bueno o malo, justo o injusto.

¿Es culpa de alguien?

¿Debería castigarse?

La evaluación primaria es cuando se evalúa el evento en sí.

Decidimos qué significa en nuestro contexto particular.

Luego, decidimos qué tan malo es.

Esa es la evaluación secundaria.

Nos preguntamos: «

¿Esto es lo peor que me ha pasado o puedo afrontarlo?

«.

Para ilustrar esto quiero que imaginen que están conduciendo.

Antes de continuar, quiero aclararles que si yo fuera un genio malvado y quisiera crear una situación en la que se enfurecerían, esa situación sería algo bastante cercano a conducir.


(Risas)
Es así.

Estás yendo a un lugar, y todo lo que sucede, el tráfico, otros conductores, obreros en la calle; sientes que bloquean tus objetivos.

Existen todas estas reglas implícitas y explícitas de tránsito, y todas esas reglas se violan día a día, usualmente sin consecuencias.

¿Y quién viola esas reglas?

Gente anónima que nunca volverás a ver, y esto los vuelve un blanco muy fácil hacia el cual dirigir tu ira.


(Risas)
Entonces vas conduciendo, predispuesto a enfadarte, y la persona delante va conduciendo muy por debajo del límite de velocidad.

Y es frustrante porque no puedes entender por qué conduce tan lento.

Esa es la evaluación primaria.

Lo has analizado y has decidido: «Es malo y es culpa de alguien».

Pero también puede que decidas que no es la gran cosa.

No tienes prisa, no importa.

Esa es la evaluación secundaria.

No te enfadas.

Pero imagina ahora que vas camino a una entrevista laboral.

Lo que esta persona hace no ha cambiado.

La evaluación primaria no cambia: todavía es malo y culpa de alguien.

Tu habilidad para afrontar esto sí ha cambiado.

Porque ahora vas a llegar tarde a esa entrevista laboral.

De repente, ya no vas a conseguir tu trabajo soñado, con el que ganarías toneladas de dinero.


(Risas)
Otra persona va a conseguir tu trabajo soñado, y tú te quedarás sin dinero.

Vas a quedar desamparado.

Podrías ahorrar tiempo y volver a casa de tus padres.


(Risas)

¿Por qué?

Porque esa de adelante no es una persona, es un monstruo.


(Risas)
Y este monstruo está aquí sólo para arruinarte la vida.

Esta manera de pensar se llama reacción catastrófica, cuando imaginamos lo peor.

Y es una de las principales maneras de pensar que sabemos se asocia con al ira crónica.

Pero existen otras.

Atribución errónea.

La gente enojada tiende a culpar a quienes no tienen la culpa, no sólo personas, sino también a objetivos inanimados.

Y si piensas que eso es ridículo, recuerda la última vez que perdiste las llaves del auto, y dijiste: «

¿Dónde están las llaves?

» Porque claramente se perdieron por su cuenta.


(Risas)
Tienden a generalizar y usar palabras como ‘siempre’, ‘nunca’, ‘todo’.

«Siempre me pasa lo mismo», «Nunca consigo lo que quiero», o «Hoy me tocaron todos los semáforos en rojo».

Ser demandante: sus necesidades por encima de las de los demás.

«No me importa por qué esta persona conduce tan lento.

Debería acelerar o hacerse a un lado para que yo llegue a mi entrevista».

Y finalmente el uso de denominaciones agresivas.

Llaman a la gente tontos, idiotas, monstruos, y de muchas otras formas que me prohibieron decir en esta charla.


(Risas)
Por mucho tiempo los psicólogos se han referido a estas reacciones como distorsiones cognitivas o incluso creencias irracionales.

Y sí, a veces son irracionales.

Quizá la mayor parte del tiempo.

Pero a veces estos pensamientos son totalmente racionales.

Hay injusticias en el mundo.

Hay gente cruel y egoísta.

Y no sólo que está bien enfadarse cuando a uno lo tratan mal, sino que esa es la reacción correcta.

Lo importante a recordar de esta charla es lo siguiente: tu ira existe dentro de ti como una emoción porque brindó a tus ancestros, tanto humanos como no humanos, una ventaja evolutiva.

Igual que el miedo te alerta del peligro, la ira te alerta de las injusticias.

Es una de las formas en que tu cerebro te comunica que ya tuviste suficiente.

Aún más, te brinda energía para afrontar esas injusticias.

Recuerda la última vez que te enfadaste.

Tu pulso aumentó, tu respiración aumentó, comenzaste a sudar.

Es tu sistema nervioso simpático o sistema ‘luchar o escapar’, interviniendo para darte la energía que necesitas para actuar.

Y eso es sólo lo que notas.

Al mismo tiempo tu sistema digestivo se ralentiza para conservar energía.

Por eso tu boca se siente seca.

Los vasos sanguíneos se dilatan para enviar sangre a tus extremidades.

Por eso el rostro se pone rojo.

Todo es parte de este complejo proceso de experiencias fisiológicas que existen hoy porque ayudaron a tus ancestros a lidiar con las fuerzas crueles e implacables de la naturaleza.

El problema es que lo que tus ancestros hacían para manejar su ira, su respuesta física, hoy no sería razonable o apropiado.

No puedes y no deberías agitar un palo cada vez que te provocan.


(Risas)
Esta es la buena noticia.

Puedes hacer algo que tus ancestros no humanos no podían, que es regular tus emociones.

Incluso cuando quieres estallar de ira, puedes detenerte y encauzar esa ira hacia algo más productivo.

Usualmente, al hablar de ira, se discute cómo evitar enojarse.

Le aconsejamos a la gente que se calme, se relaje, que lo olvide.

Porque eso supone que la ira es mala y que está mal sentir ira.

Por el contrario, a mí me gusta considerar la ira como un motivador.

Así como la sed te motiva a beber agua, así como el hambre te motiva a comer, la ira puede motivarte a responder a las injusticias.

Porque no hay que esforzarse mucho para encontrar razones para enojarnos.

Si retomamos los ejemplos del inicio, sí, algunas de esas razones son tontas y no vale la pena enojarse por ellas.

Pero el racismo, el sexismo, bullying, la destrucción ambiental son reales y son terribles.

Y la única forma de solucionarlos es enfadarse primero, y luego encauzar esa ira para afrontar estos problemas.

No tienes que responder de forma violenta o agresiva, hay muchas formas de expresar la ira.

Puedes protestar, enviar cartas al editor; puedes donar a ciertas causas y ser voluntario.

Puedes crear arte, puedes crear literatura, puedes crear poesía y música.

Puedes crear una comunidad que se preocupe por el resto y no permita esas atrocidades.

Así que la próxima vez que te sientas enojado, en lugar de intentar calmarte, espero que escuches lo que la ira te está diciendo, y espero que la encauces hacia algo positivo y productivo.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/ryan_martin_why_some_anger_can_be_good_for_you/

 

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