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Charla «El lenguaje secreto del diseño de letras» de TEDxRiodelaPlata en español.
Mira las letras a tu alrededor: en carteles, tiendas, cartas de restaurante, tapas de libros. Las letras te hablan; te dicen cosas que van más allá del texto literal — que lo que representan es moderno, artesanal, fantástico o loco. Aprende a descifrar este lenguaje secreto con Martina Flor, letrista profesional, que explica cómo las formas, los colores y las texturas de las letras cambian la forma en que las percibimos.
- Autor/a de la charla: Martina Flor
- Fecha de grabación: 2016-10-22
- Fecha de publicación: 2017-12-05
- Duración de «El lenguaje secreto del diseño de letras»: 735 segundos
Traducción de «El lenguaje secreto del diseño de letras» en español.
¿Se imaginan cómo se vería la palabra «TED» si hubiera existido en el Imperio romano?
Yo pienso que podría ser algo así.
Un artesano lo habría grabado con cincel, en piedra, durante días, a pleno rayo del sol.
¿Y en la Edad Media?
Ahí un monje encerrado en su habitación escribiría T-E-D con su pluma.
Y sin ir tan lejos en el tiempo,
¿cómo se verían estas letras en los 80?
Tendrían colores eléctricos, raros, como nuestros peinados.
(Risas)
Si este evento fuera sobre niños, yo haría las formas de las letras así, como si fueran bloques que se encastran, y con colores vivos.
Y si en cambio fueran sobre superhéroes yo las haría así, inspirada en, a mi criterio, el más grande de todos: Superman.
(Risas)
Las formas de estas letras hablan.
Y nos cuentan cosas más allá de lo que escriben.
Nos remiten a épocas, nos transmiten valores, nos cuentan historias.
Si nos ponemos a pensar, un día nuestro está lleno de letras.
Las vemos en el frente del colectivo, en la fachada de la panadería, en el teclado en el que escribimos, en nuestro teléfono celular, en todas partes.
Desde el principio de la historia, la gente ha sentido la necesidad de darle una imagen al lenguaje.
Y con razón, porque la lengua es la herramienta más importante que tenemos para comunicarnos.
Sin entender lo que una palabra escribe, podemos ver ciertas cosas que transmite.
Hay letras que nos cuentan que algo es moderno, al menos allá por los 70.
Hay letras que vienen a confirmar la magnitud y monumentalidad de un lugar.
Y lo cuentan en mayúscula.
Hay letras que no están hechas para durar tanto tiempo, así como tampoco la oportunidad que comunican.
Y hay letras hechas por manos inexpertas que, queriendo o no, nos hacen imaginar cómo ese lugar se ve por dentro.
Cuando me mudé a Berlín sentí en carne propia todo el impacto que la letra dibujada puede tener en nuestro día a día.
Llegué a una ciudad nueva y eso fue para mí emocionante, novedoso.
Ahora, lidiar con una lengua desconocida fue por momentos muy frustrante e incómodo.
Varias veces me he encontrado en una fiesta agarrada a mi copa de vino, sin entender ni una palabra de lo que se hablaba a mi alrededor.
Y por supuesto con una sonrisa como si lo entendiera todo.
Me sentía limitada en mi capacidad de decir lo que pensaba, sentía, creía.
No solo no entendía las conversaciones, la calle estaba llena de carteles y de textos que no podía leer.
Sin embargo el dibujo de las letras me daba pistas, me abría una ventanita para entender las pequeñas historias que están encerradas en la forma.
Reconocía en qué lugares la tradición era importante.
[Panadería Pastelería Café Restaurante] O entendía cuando alguien quería darme una indicación e intuía que aquí era mejor no pasar.
[Prohibido entrar.
Los padres son responsables de sus hijos] Y podía ver cuándo algo estaba hecho para siempre.
Las formas de las letras me ayudaban a entender mejor mi entorno y a navegar la ciudad.
Hace poco estuve en París y algo similar me ocurrió.
Después de pasar algunos días en la ciudad estaba en busca de algo rico para llevar de vuelta a casa.
Caminé y caminé y caminé hasta que encontré la panadería perfecta.
Su cartel lo decía todo.
[Panadería] Lo veo, y aún hoy, me imagino al maestro panadero dedicándole a cada pan el mismo tiempo que el artesano le dedicó a cada letra de esta palabra.
Puedo ver el pan con los ingredientes justos siendo amasado con suavidad y cuidado de la misma forma en que el artesano dibujó las terminales de estas letras con curvas suaves y precisas.
Veo al maestro panadero colocando los bollos sobre una fina capa de harina para que no se queme la base.
Pienso en el artesano metiendo los mosaicos uno a uno en el horno con cuidado de no correr la tinta.
El amor por los detalles del maestro panadero está reflejado en la atención puesta al crear este cartel.
Sin haber probado su pan ya nos imaginamos que sabe bien.
Y doy fe, estaba riquísimo.
Yo soy letrista, y mi trabajo es ese, el de dibujar letras.
Lo mismo que para preparar el pan, requiere cuidado en su elaboración, una medida justa de sus ingredientes y cariño por los detalles.
Nuestro alfabeto es mi materia prima, y a la vez, mi limitación.
La estructura básica de las letras es para mí un campo de juego en donde la única regla es que el lector pueda, al final del camino, leer el mensaje.
Déjenme mostrarles cómo trabajo, cómo yo amaso mi pan.
Hace un tiempo tuve el encargo de hacer la tapa de un libro clásico, «Alicia en el país de las maravillas».
Alicia se caía en una madriguera y comenzaba un viaje absurdo por un mundo de fantasía,
¿se acuerdan?
Este, en esta ocasión, el nombre del cuento, es mi materia prima.
A primera vista hay cosas que no son tan importantes y puedo decidir bajar su tamaño.
Por ejemplo «en el» y «de las» van a tener una escala bien pequeña.
Después probé algunas ideas.
¿Qué pasaría si para comunicar la idea de «maravilla» usara mi escritura en su mejor expresión, con muchos rulos y florituras por aquí, por allá?
O
¿qué pasaría si me basara más en que el libro es un clásico y usara formas de letras más convencionales, haciendo que todo se vea un poco más rígido y serio, como una enciclopedia o como en los libros antiguos?
O
¿cómo se podría ver, si siendo que este libro tiene tanto sinsentido, combinara ambos universos en una misma composición — letras rígidas y blandas conviviendo en una misma estructura?
Esta idea me gusta y voy a trabajarla en detalle.
Voy a tomar otra hoja para trabajar más cómoda.
Marco algunas líneas guías, y así determino la estructura en donde estas palabras van a existir.
Ahí puedo empezar a darle forma a cada letra, y trabajo con cuidado.
Le dedico tiempo a cada una sin perder de vista el todo.
Dibujo las terminales de esas letras con atención.
¿Son cuadradas o redondas?
¿Son puntiagudas o gorditas y suaves?
Siempre hago varios bocetos, en donde voy probando ideas, o cambiando elementos.
Y hay un punto en donde el dibujo se traduce en formas precisas, con colores, volúmenes y elementos decorativos.
Alicia, que es la «celebrity», se ubica al frente con volumen en sus letras.
Mucho puntos y líneas jugueteando en el fondo me ayudan a contar que en esta historia pasan muchísimas cosas y a representar ese sentimiento que genera como si uno estuviera con la cabeza en las nubes.
Y, por supuesto, está Alicia que mira su país de las maravillas.
Dibujando las letras de este título, recreo un poco el clima del texto.
Dejo al lector ver a la historia a través de la mirilla de la puerta.
Para eso le di forma a conceptos e ideas que ya existen en nuestro imaginario: la idea de sueño, de caos, el concepto de maravilla.
La tipografía y la forma de las letras funcionan un poco como los gestos y el tono de voz.
No es lo mismo decir «El público de TEDxRíodelaPlata es enorme», que decir «El público de TEDxRíodelaPlata es enorme».
Los gestos y el tono son parte del mensaje.
Dándole forma a las letras puedo decidir con más precisión lo que quiero decir y cómo, más allá del texto literal.
Puedo decir mi mala palabra favorita de una manera muy florida y ser muy cursi cuando hablo de amor.
Puedo hablar en voz alta e imponente, o en voz suave y poética.
Y puedo contar la diferencia entre Buenos Aires y Berlín, dos ciudades que conozco muy bien.
Y fue justamente en Berlín en donde mi trabajo se volvió más colorido, más expresivo, más preciso contando historias.
Todo lo que no podía decir en esa fiesta parada, sosteniendo mi copa de vino, explotaba en formas y colores sobre el papel.
Sin darme cuenta, esta limitación que sentía en el lenguaje se convirtió en un motor que me impulsó a perfeccionar las herramientas con las que sí podía expresarme.
Si no podía decirlo hablando, esta era mi forma de decir y contar cosas al mundo.
Desde entonces mi gran búsqueda es la de encontrar mi propia voz, y decir las historias con el tono y el gesto exactos que yo quiero.
Ni más ni menos.
Por eso combino colores, texturas, y, por supuesto, letras que son el corazón.
Y por eso siempre quiero que tengan formas verdaderamente bellas, exquisitas.
Contar historias dibujando letras — ese es mi trabajo.
Y con eso busco una reacción en el lector, despertarlo de alguna manera, hacerlo soñar, emocionar.
Creo que si el mensaje es importante, requiere trabajo y artesanía.
Y si el lector es importante, merece también recibir belleza y fantasía.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/martina_flor_the_secret_language_of_letter_design/