Saltar al contenido
Deberes escolares » Charlas educativas » El misterio oloroso de la feromona humana – Charla TEDxLeuvenSalon

El misterio oloroso de la feromona humana – Charla TEDxLeuvenSalon

Charla «El misterio oloroso de la feromona humana» de TEDxLeuvenSalon en español.

¿Nuestros olores nos hacen atractivos? La ciencia popular sugiere que sí, que las feromonas envían señales químicas sobre el sexo y la atracción desde nuestras axilas a parejas potenciales. Pero, a pesar de lo que hayas escuchado, no hay ninguna investigación concluyente confirmando que los seres humanos tienen estas moléculas de olor. En esta esclarecedora charla, el zoólogo Tristram Wyatt explica las fallas fundamentales en la investigación actual de la feromona y comparte su esperanza de un futuro que haga accesible el conocimiento fascinante encaminado a salvar vidas, atado a nuestro aroma.

  • Autor/a de la charla: Tristram Wyatt
  • Fecha de grabación: 2013-09-17
  • Fecha de publicación: 2014-05-15
  • Duración de «El misterio oloroso de la feromona humana»: 893 segundos

 

Traducción de «El misterio oloroso de la feromona humana» en español.

«Feromona» es una palabra muy poderosa.

Evoca el sexo, abandono, pérdida de control, y pueden ver, que es muy importante como palabra.

Pero solo tiene 50 años.

Fue inventada en 1959.

Si ponen esa palabra en la web, como tal vez lo habrán hecho, surgirán millones de páginas, y casi todos esos sitios tratan de venderles algo que los hará irresistibles por 10 dólares o más.

Es una idea muy atractiva, y las moléculas que mencionan suenan muy científicas.

Tienen muchas sílabas.

Son cosas como androstenol, androstenona o androstenediona.

Se pone cada vez mejor, cuando lo combinan con batas blancas de laboratorio, seguro imaginan que hay ciencia fantástica detrás de esto.

Pero, lamentablemente, son afirmaciones fraudulentas apoyadas por ciencia poco fiable.

El problema es que, aunque hay muchos buenos científicos trabajando en lo que piensan son las feromonas humanas, y publican sus artículos en diarios respetables, con base en esto, a pesar de experimentos muy sofisticados, no hay evidencia científica seria, porque se soportan en un problema, que es, que nadie ha estudiado sistemáticamente todos los olores que los humanos producen, y hay miles de moléculas que producimos.

Somos mamíferos.

Producimos una gran cantidad de olor.

Nadie ha estudiado sistemáticamente para saber qué moléculas son verdaderamente feromonas.

Solo han investigado algunas, y todos estos experimentos se basan en ellas, pero no hay ninguna evidencia confiable en absoluto.

Eso no quiere decir que el olor no sea importante para la gente.

Lo es, y algunas personas son verdaderos entusiastas, y uno de ellos fue Napoleón.

Tal vez recordarán, que estando fuera preparándose para la guerra, le escribió a su amante, la emperatriz Josefina, diciendo: «No te bañes.

Regreso a casa».


(Risas)
No quería que ella perdiera su fragancia mientras él regresaba.

Al día de hoy, encontrarán sitios web que ofrecen esto como gran excentricidad.

Aunque, al mismo tiempo, gastamos casi la misma cantidad de dinero para quitarnos los olores y para ponérnoslos otra vez en perfumes, y los perfumes son un negocio de miles de millones de dólares.

Así que lo que haré en el resto de esta charla es decirles qué son realmente las feromonas, decirles por qué suponemos que los humanos tienen feromonas, contarles algunas de las confusiones entorno a las feromonas, y, finalmente, quisiera terminar con una vía prometedora que nos muestra el camino que deberíamos de seguir.

Los antiguos griegos sabían que los perros se enviaban señales invisibles unos a otros.

Una hembra en celo enviaba una señal invisible a los perros en kilómetros a la redonda, y no era un sonido, era un olor.

Podían tomar el olor de la hembra, y los perros perseguían el trapo.

Pero el problema para todos quienes podían ver este efecto era que no podían identificar las moléculas.

No podían demostrar que era químico.

La razón de eso, por supuesto, es que cada uno de estos animales produce cantidades pequeñas, y en el caso del perro, los perros machos pueden olerlo, pero nosotros no.

Y fue hasta 1959 que un equipo alemán, después de pasar 20 años en la búsqueda de estas moléculas, descubrió e identificó a la primera feromona, la feromona sexual de la polilla de la seda.

Fue una elección increíble de Adolf Butenandt y su equipo, porque necesitó medio millón de polillas para conseguir suficiente material para el análisis químico.

Pero él creó el modelo de cómo llevar a cabo el análisis de las feromonas.

Básicamente lo hizo de forma sistemática, demostrando que solo la molécula en cuestión era la que estimulaba a los machos, no todas las demás.

La analizó cuidadosamente.

Sintetizó la molécula, y luego probó la molécula sintetizada en los machos y consiguió que estos respondieran demostrando que era, en efecto, esa molécula.

Eso cierra el círculo.

Es algo que nunca se ha hecho con humanos, nada sistemático, ninguna demostración real.

Con ese nuevo concepto, necesitábamos una nueva palabra, que fue la palabra «feromona», y básicamente, es «emoción transmitida», transmitida entre individuos, y desde 1959, se han encontrado feromonas en todo el reino animal, tanto en machos como en hembras.

Igualmente aplica bajo el agua para peces y langostas.

Y en casi todos los mamíferos, se ha identificado una feromona, al igual que en un enorme número de insectos.

Así que, sabemos que las feromonas existen en todo el reino animal.

Pero

¿qué pasa con los seres humanos?

Bueno, lo primero, es que somos mamíferos, y los mamíferos son olorosos.

Cualquier dueño de un perro puede decir que tanto nosotros como ellos olemos.

Pero la verdadera razón por la que podríamos pensar que los seres humanos tienen feromonas es debido al cambio que ocurre a medida que crecemos.

El olor en la habitación de un adolescente es muy diferente al olor en la habitación de un niño pequeño.

¿Qué ha cambiado?

Por supuesto, es la pubertad.

Junto con el vello púbico y el vello en las axilas, nuevas glándulas comienzan a secretar en esos lugares, y eso es lo que ocasiona el cambio en el olor.

Si fuéramos otro tipo de mamífero, u otro tipo de animal, diríamos, «Debe tener algo que ver con las feromonas» y empezaríamos a buscar adecuadamente.

Pero hay algunos problemas, y es por eso, que pienso que, la gente no ha buscado las feromonas de manera eficaz en los humanos.

Efectivamente, hay problemas.

Y el primero de ellos quizás es sorprendente.

Es cuestión de cultura.

Las polillas no entienden mucho sobre lo que es bueno para oler, pero los humanos sí lo hacen, y hasta la edad de casi 4 años, cualquier olor, no importa cuán rancio sea, es simplemente interesante.

Y entiendo que el principal papel de los padres es evitar que los niños metan los dedos en el popó, ya que siempre es algo bueno de oler.

Pero gradualmente aprendemos lo que no es bueno, y una de las cosas que aprendemos al mismo tiempo es lo que es bueno.

El queso detrás de mí es británico, una delicadeza inglesa.

Es un Stilton azul maduro.

Este gusto es incomprensible para personas de otros países.

Cada cultura tiene su propia comida especial y su especialidad nacional.

Si vinieran de Islandia, su platillo nacional sería tiburón podrido.

Todos estos son gustos adquiridos, pero forman casi un signo de identidad.

Eres parte del grupo.

En segundo lugar esta el sentido del olfato.

Cada uno de nosotros tiene un mundo de olores único, en el sentido de que cuando olemos, cada uno huele un mundo completamente diferente.

El olfato fue el más difícil de los sentidos de descifrar, y el Premio Nobel otorgado a Richard Axel y Linda Buck en 2004, fue por descubrir cómo funciona el sentido del olfato.

Es verdaderamente difícil, pero en esencia, los nervios del cerebro se dirigen a la nariz y sobre estos nervios expuestos al aire exterior se encuentran los receptores, y las moléculas de olor que entran con la inhalación interactúan con estos receptores, y si se unen, envían una señal al nervio que regresa hacia el cerebro.

No solo tenemos un tipo de receptor.

Si eres un ser humano, tienes cerca de 400 diferentes tipos de receptores, y el cerebro sabe lo que estás oliendo debido a la combinación de receptores y a las células nerviosas que estos activan, mandando mensajes hacia el cerebro de forma combinatoria.

Pero es un poco más complicado, porque cada uno de esos 400 viene en diversas variantes, y dependiendo de la variante que tengan, pueden oler el cilantro, esa hierba, ya sea como algo delicioso y sabroso o les puede oler a jabón.

Así cada uno de nosotros tiene un mundo individual de olores, y eso lo complica todo al estudiar el olfato.

Realmente deberíamos hablar de las axilas, y debo decir que tengo particularmente unas muy buenas.

No voy a mostrárselas, pero este es el lugar en el que la mayoría de las personas ha buscado las feromonas.

Hay una buena razón, que es, que los grandes simios tienen las axilas como su característica única.

Los otros primates tienen glándulas de olor en otras partes del cuerpo.

Los grandes simios tienen estas axilas llenas de glándulas secretoras produciendo olores todo el tiempo, un enorme número de moléculas.

Cuando son secretadas desde las glándulas, las moléculas son inodoras.

No tienen ningún olor, y es solo por las maravillosas bacterias que crecen en esta selva de pelo, que se producen los olores que conocemos y amamos.

Y si de paso, quieren reducir la cantidad de olor, depilen sus axilas es una forma muy efectiva de reducir el hábitat de las bacterias, y descubrirán que permanecen sin tanto olor por mucho más tiempo.

Pero, aunque nos hemos enfocado en las axilas, creo que es en parte porque es el lugar menos vergonzoso para pedir muestras de la gente.

En realidad, hay otra razón por la que tal vez no busquemos ahí una feromona sexual universal, y es porque el 20 % de la población mundial no tiene las axilas olorosas como las mías.

Y son las personas procedentes de China, Japón, Corea y otras partes del noreste de Asia.

Simplemente no segregan los precursores inodoros que las bacterias aman usar para producir los olores que de manera etnocéntrica siempre pensamos que es una característica de las axilas.

Por lo tanto, no aplica al 20 % del mundo.

Entonces,

¿qué debemos hacer en nuestra búsqueda de las feromonas humanas?

Estoy convencido de que las tenemos.

Somos mamíferos, y como cualquier otro mamífero, probablemente las tenemos.

Pero lo que creo que debemos hacer es regresar al principio, y, básicamente, buscar en todo el cuerpo.

No importa qué tan vergonzoso sea, tenemos que buscar e ir por primera vez a donde nadie se ha atrevido Va a ser difícil, va a ser vergonzoso, pero tenemos que buscar.

También necesitamos volver a las ideas que usó Butenandt cuando estudió a la polilla de la seda.

Necesitamos regresar y examinar sistemáticamente todas las moléculas que se están produciendo, e identificar las que están realmente involucradas.

No es suficiente simplemente con tomar un par y decir: «Son estas».

Tenemos que demostrar que realmente tienen los efectos que afirmamos.

Hay un equipo que me tiene realmente impresionado.

Están en Francia, y su éxito anterior fue la identificación de la feromona mamaria del conejo.

Tienen su atención ahora en los bebés humanos y en las madres.

Este es un bebé tomando leche del pecho de su madre.

Su pezón está completamente escondido por la cabeza del bebé, pero lo que notarán es una gotita blanca señalada por una flecha, y es la secreción de las glándulas areolares.

Todos las tenemos, hombres y mujeres, son las pequeñas protuberancias alrededor del pezón, y si eres una mujer amamantando, estas comienzan a secretar.

Es una secreción muy interesante.

Lo qué Benoist Schaal y su equipo desarrollaron fue una prueba sencilla para investigar el efecto de esta secreción, una simple prueba biológica.

Este es un bebé durmiendo, y bajo su nariz, pusimos una varilla de vidrio limpio.

El bebé permanece dormido, sin mostrar ningún interés en absoluto.

Pero si vamos con cualquier madre que este secretando de las glándulas areolares, no se trata de reconocer, puede ser de cualquier madre, si tomamos la secreción y la ponemos debajo de la nariz del bebé, obtenemos una reacción muy diferente.

Es la reacción de un conocedor del placer, abre su boca, saca la lengua y comienza a succionar.

Ya que viene de cualquier madre, podría en verdad ser una feromona.

No se trata de reconocimiento individual.

Cualquier madre lo podría hacer.

¿Por qué es importante, aparte de ser muy interesante?

Es porque las mujeres varían en el número de las glándulas areolares que tienen, y hay una correlación entre la facilidad con la que los bebés comienzan a succionar y el número de glándulas areolares que tienen.

Parece que mientras más secreciones tiene, es probable que el bebe comience a succionar más rápidamente.

Si eres un mamífero, el momento más peligroso en la vida son las primeras horas después de nacer.

Es necesario esa primera leche, y si no la consigues, no sobrevivirás.

Morirás.

Debido a que a muchos bebés les resulta difícil tomar esa primera comida, porque no reciben el estímulo adecuado, si pudiéramos identificar cuál era esa molécula, y el equipo francés está siendo muy cuidadoso, pero si pudiéramos identificar la molécula, sintetizarla, entonces significaría que los bebés prematuros tendrían más posibilidades de amamantarse, y cada bebé tendría una mayor oportunidad de sobrevivir.

Lo que quiero decir es que este es un ejemplo de cómo un enfoque sistemático, realmente científico, nos puede mostrar una comprensión real de las feromonas.

Puede haber todo tipo de intervenciones médicas.

Podría haber muchas cosas que los humanos están haciendo con las feromonas que simplemente no sabemos.

Lo que debemos recordar es que las feromonas no solo tienen que ver con el sexo.

Se relacionan con muchas más cosas en la vida de los mamíferos.

Así que adelante y a buscar más.

Hay mucho que encontrar.

Muchas gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/tristram_wyatt_the_smelly_mystery_of_the_human_pheromone/

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *