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«El nutricionista», de Andrea Gibson – Charla TED-Ed

Charla ««El nutricionista», de Andrea Gibson» de TED-Ed en español.

Mira el poema completo en https://ed.ted.com/lessons/the-nutritionist-by-andrea-gibson

Esta animación es parte de la serie de TED-Ed: «Hay un poema para eso», en el que se muestra interpretaciones animadas de poemas viejos y nuevos que traducen en palabras los más grandes temores de la vida.

Poema de Andrea Gibson, dirección de Tomás Pichardo-Espaillat.

  • Autor/a de la charla: Andrea Gibson
  • Fecha de grabación: 2019-05-29
  • Fecha de publicación: 2019-05-30
  • Duración de «»El nutricionista», de Andrea Gibson»: 275 segundos

 

Traducción de «»El nutricionista», de Andrea Gibson» en español.

Hola, soy Andrea Gibson y este es mi poema «El nutricionista».

El nutricionista dijo que debería comer tubérculos.

Que si pudiera consumir 13 nabos por día estaría en tierra firme, enraizada.

Dijo que mi cabeza no echaría a volar a donde vive la oscuridad.

La vidente me contó que mi corazón carga mucho peso, que por USD 20 me diría qué hacer.

Le entregué los 20 y me dijo: «Deja de preocuparte, querida, encontrarás a un buen hombre pronto».

El primer psicoterapeuta dijo que debía pasar tres horas diarias sentada en un armario oscuro con los ojos cerrados y las orejas tapadas.

Lo intenté una vez pero no pude dejar de pensar cuán gay era estar sentada en el armario.

El yogui me dijo que estirara todo menos la verdad, dijo que me centrara en las respiraciones, que todos encuentran la felicidad si pueden preocuparse más en lo que pueden dar que lo que reciben.

El farmacéutico dijo klonopin, lamictil, litio, Xanax.

El doctor dijo que un antipsicótico me ayudaría a olvidar lo que el trauma dijo.

El trauma dijo que no escribiera este poema.

Nadie quiere oírte llorar sobre el dolor que hay dentro de tus huesos Pero mis huesos dijeron: «Tyler Clementi se hundió en el río Hudson convencido de que estaba totalmente solo».

Mis huesos dijeron: «Escribe el poema».

A la luz de la lámpara.

Evaluando el cauce del río.

A la araña de tu destino pendiendo de un hilo.

A los días que no podías levantarte de la cama.

Al centro de tu muñeca.

A cualquiera que alguna vez quiso morir.

Me han dicho, a veces, que lo más curativo que podemos hacer es recordarnos una, y otra, y otra vez que otras personas sienten esto también.

El mañana que ha venido y se ha ido y no ha mejorado.

Cuando has medio terminado de escribir esa carta a tu madre que dice: «Juro por Dios que lo intenté».

Pero cuando pensé que había tocado fondo me devolvió el golpe.

No hay moretón como el moretón de la soledad que golpea tu espinazo.

Déjame decirte sé que hay días en los que parece que todo el mundo baila en las calles cuando te derrumbas como las puertas de sus edificios saqueados.

No estás solo y preguntándote quién será sentenciado por el crimen de insistir sigues cargando tu dolor dentro de la cámara de tu vergüenza.

No eres débil solo porque tu corazón se siente tan pesado.

Nunca encontré un corazón así que no fuera una cabina telefónica con una capa roja.

Algunas personas nunca entenderán el tipo de superpoder que se necesita para que ciertas personas solo salgan afuera.

Algunos días sé que mi sonrisa luce como el canalón de una casa que se cae, pero mis manos están siempre aferradas a la cuerda del creer.

Una vida puede ser plena como la tierra.

Hacer comida de la decadencia.

Convertir una herida en una carretera.

Recógeme en un camión con una pegatina en el parachoques que diga: «No es síntoma de buena salud estar bien adaptado a una sociedad enferma».

Nunca confié en nadie que hubiera apretado el arco de mi espina dorsal de la manera en que confié en aquellos que me abrieron la garganta gritando por su pulso para encontrar una batalla por la que luchar.

Cuatro noches antes de que Tyler Clementi saltara desde el puente George Washington, estaba sentada en un habitación de hotel de mi propia ciudad calculando cuántas tenía que tragar para abatir un bote de pastillas para dormir.

Lo que sé sobre vivir es que el dolor nunca es solo nuestro, cada vez que duele sé que la herida es un eco.

Así que sigo escuchando hasta el momento cuando el dolor se convierte en ventana, cuando puedo ver lo que no vi antes.

A través del cristal de mi sueño más maltrecho, vi a un diente de león perder la cabeza en el viento y cuando lo hizo, esparció mil semillas.

Así que la próxima vez que te diga lo fácilmente que escapo de mi piel, no trates de volver a ponérmela solo di que estamos aquí juntos en la ventana, deseando que todo mejore, sabiendo que todo lo que nos duele en el corazón es solo rodillas despellejadas, sabiendo que existe la posibilidad de que el peor día aún esté por llegar.

Déjame decir para la posteridad, sigo estando aquí pidiendo a este mundo que baile, incluso cuando siga pisando mis pies.

Quédate conmigo, ¿de acuerdo? Quédate aquí conmigo.

Incrementa tu mordisco contra la amarga oscuridad.

Tu brillante anhelo.

Tus brillantes puñados de pérdida.

Amigo, si lo único que podemos obtener es estar uno junto al otro, Dios mío, eso es bastante, Dios mío, eso es suficiente, Dios mío, es mucho por la luz que da a cada uno de nosotros, susurrando una, y otra, y otra vez, «Vive» «Vive» «Vive»

https://www.ted.com/talks/andrea_gibson_the_nutritionist/

 

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