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Charla «El oscuro y retorcido pasado de la cinta de correr – Conor Heffernan» de TED-Ed en español.
Ver la lección completa en: http://ed.ted.com/lessons/the-treadmill-s-dark-and-twisted-past-conor-heffernan
El ruido constante bajo tus pies. El espacio limitado. La monotonía de ir a ninguna parte. Correr en una cinta sin duda puede parecer una tortura, pero ¿sabías que fue utilizado originalmente para ese propósito? Conor Heffernan detalla la historia oscura y retorcida de la cinta de correr.
Lección de Conor Heffernan, animación de Yukai Du.
- Autor/a de la charla: Conor Heffernan
- Fecha de grabación: 2015-09-22
- Fecha de publicación: 2017-09-07
- Duración de «El oscuro y retorcido pasado de la cinta de correr – Conor Heffernan»: 235 segundos
Traducción de «El oscuro y retorcido pasado de la cinta de correr – Conor Heffernan» en español.
El ruido constante por debajo de tus pies, el espacio limitado, y la monotonía de ir a ninguna parte.
Parece que han pasado horas, pero solo han transcurrido 11 minutos, y te preguntas: «¿Por qué me estoy torturando? Esta cosa debe considerarse un castigo cruel e inusual».
En realidad, eso es exactamente lo que es o era.
En el 1800 las cintas se crearon para castigar a los prisioneros ingleses.
Por aquel entonces, el sistema inglés penitenciario era extremadamente malo.
La ejecución y la deportación eran a menudo los castigos empleados y los prisioneros enfrentaban horas de soledad en celdas inmundas.
Movimientos sociales liderados por grupos religiosos, organizaciones filantrópicas, y celebridades, como Charles Dickens, intentaron cambiar esas condiciones calamitosas para así ayudar a reformar a los presos.
Cuando su movimiento tuvo éxito, cárceles enteras fueron remodeladas y nuevas formas de rehabilitación, tales como la cinta de correr, se introdujeron.
Así es cómo funcionaba la versión original inventada en 1818 por el ing.
inglés Sir William Cubitt.
Los prisioneros entraban en 24 radios de una gran rueda de paletas.
Mientras la rueda giraba, el prisionero estaba obligado a mantener la intensidad por el riesgo de caerse, similar a las máquinas caminadoras modernas.
Mientras tanto, la rotación hacía mover el engranaje para bombear agua, moler grano.
o mover molinos, lo que originó el nombre en inglés de «treadmill» [molino de pasos].
Esos dispositivos se veían como una forma fantástica de azotar a los prisioneros cuyo beneficio de accionar molinos ayudaba a reconstruir una economía británica diezmada por las guerras napoleónicas.
una victoria para todos los interesados, a excepción de los prisioneros.
Se estima que, en promedio, los prisioneros pasaban seis o más horas al día en cintas de correr, el equivalente a subir entre 1500 y 4000 metros.
4000 m es más o menos la mitad del camino al Monte Everest.
Imagínate haciendo eso los cinco días de la semana comiendo poco.
La idea de Cubitt se extendió rápidamente por todo el Imperio Británico y EE.UU.
En una década de su creación, más de 50 prisiones inglesas usaba una cinta de correr, y en EE.UU.
una cantidad similar.
Como era de esperar, el ejercicio combinado con la mala nutrición supuso que muchos reclusos sufrían colapsos y lesiones, lo que a los guardias de la prisión no parecía importar.
En 1824 el guardián de la prisión de Nueva York, James Hardie, decía del dispositivo con el que domesticaba a sus presos más bulliciosos que la «firmeza monótona y no su gravedad es lo que conforma el terror».
una cita con la que muchos todavía están de acuerdo.
Y las cintas caminadoras perduraron en Inglaterra hasta el siglo XIX, hasta que fueron prohibidos por ser excesivamente crueles bajo la Ley de 1898 de la prisión.
Pero, el dispositivo de tortura volvió como una venganza, esta vez dirigido al público desprevenido.
En 1911 fue registrada una patente para una cinta de correr en los EE.UU., y en 1952 se creó el precursor para la cinta de correr moderna de hoy.
Cuando la locura de correr golpeó a los EE.UU.
en la década de 1970, la cinta volvió de nuevo a ser protagonista como una manera fácil y conveniente para mejorar la capacidad aeróbica, y perder kilos no deseados, que, para ser justos, es muy bueno hacerlo.
Y la máquina ha mantenido su popularidad desde entonces.
Así que la próxima vez que voluntariamente te sometas a lo que fuera una vez un castigo cruel e inusual, alégrate de que puedas controlar subir y bajar de ella.
https://www.ted.com/talks/conor_heffernan_the_treadmill_s_dark_and_twisted_past/