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El poder de la diversidad dentro de uno mismo. – Charla TED2018

Charla «El poder de la diversidad dentro de uno mismo.» de TED2018 en español.

Rebeca Hwang ha pasado su vida intercambiando identidades –con herencia coreana, crianza argentina, y educación estadounidense– y por mucho tiempo tuvo dificultad en encontrar un lugar en el mundo al cual llamar hogar. Pero junto con estos retos vino una toma de conciencia trascendental: que un historial diverso es una ventaja distintiva en el mundo globalizado de hoy en día. En esta plática personal, Hwang revela los beneficios infinitos de aceptar nuestras identidades complejas, y comparte sus esperanzas de crear un mundo en el que las identidades no sean usadas para separar, sino para acercar a las personas.

  • Autor/a de la charla: Rebeca Hwang
  • Fecha de grabación: 2018-04-10
  • Fecha de publicación: 2018-07-17
  • Duración de «El poder de la diversidad dentro de uno mismo.»: 584 segundos

 

Traducción de «El poder de la diversidad dentro de uno mismo.» en español.

Estamos tomados de la mano, mirando hacia la puerta.

Mis hermanos y yo estamos esperando a que mamá vuelva del hospital.

Ella estaba allá porque mi abuela tuvo una cirugía por cáncer ese día.

Finalmente, las puertas se abrieron y ella dijo: «Se ha ido.

Se ha ido».

Comenzó a sollozar y dijo inmediatamente: «Debemos hacer los preparativos.

El deseo de su abuela en su lecho de muerte era ser enterrada de vuelta en casa, en Corea».

Yo tenía escasos 12 años y después del sobresalto, las palabras de mi madre resonaban en mis oídos.

Mi abuela quería ser enterrada ¡de vuelta en casa! Nos habíamos mudado de Corea a Argentina hacía seis años, sin saber nada de español, ni de qué íbamos a vivir.

Y a nuestra llegada, éramos inmigrantes que lo habían perdido todo, así que tuvimos que trabajar realmente duro para reconstruir nuestras vidas.

De tal forma que nunca hubiera yo pensado que después de todos estos años volver a casa era aún Corea.

Me hizo reflexionar dónde me gustaría a mí ser enterrada algún día, dónde era lo que yo consideraba mi hogar y la respuesta no era obvia.

Y esto realmente me incomodó.

Así que este episodio disparó una búsqueda de identidad interminable.

Yo nací en Corea, la tierra del kimchi, fui criada en Argentina, en donde comí tanto bife que probablemente ya soy 80 % vaca al día de hoy y fui educada en EE.

UU.

donde me volví adicta a la mantequilla de maní.


(Risas)
Durante mi infancia, me sentía muy argentina, pero mi apariencia me delataba a veces.

Recuerdo el primer día de clases en la secundaria, mi maestra de literatura española entró al salón.

Miró a todos mis compañeros de clase y dijo: «Tú…

tú tienes que tener un tutor, de otra manera, no aprobarás esta clase».

Pero para entonces ya hablaba el español con fluidez, así que se sintió como si solo pudiera ser coreana o argentina, pero no ambas.

Parecía un juego de todo o nada, en el que debía renunciar a mi antigua identidad para poder ganar o merecer la nueva.

Entonces, cuando tenía 18 años, decidí ir a Corea, con la esperanza de encontrar finalmente un lugar al cual llamar hogar.

Pero allá, la gente me preguntaba: «

¿Por qué hablas coreano con acento español?

«.


(Risas)
Y: «Debes ser japonesa porque tienes ojos grandes y un lenguaje corporal raro».

Y entonces resulta que yo era demasiado coreana para ser argentina, pero demasiado argentina para ser coreana.

Y darme cuenta de esto fue esencial para mí.

Había fracasado en la búsqueda de un lugar en el mundo para llamarlo hogar.

Pero

¿cuántos coreanos con tipo de japoneses que hablan con acento español, o argentino para ser exactos, creen que existen ahí afuera?

Tal vez esto podría significar una ventaja.

Era fácil para mí resaltar, lo cual no estaba de más en un mundo que cambiaba rápidamente, en donde las habilidades adquiridas podrían volverse obsoletas de pronto.

Así que dejé de buscar la coincidencia perfecta con la gente que conocía.

En su lugar, me di cuenta de que a menudo yo era la única coincidencia entre grupos de personas que estaban usualmente en conflicto entre ellos.

Y con esta idea en mente, decidí aceptar todas las distintas versiones de mí misma, incluso permitirme algunas veces reinventarme a mí misma.

Por ejemplo, en la preparatoria, debo confesar que era una mega-nerd.

No tenía sentido de la moda, lentes gruesos, peinado simplón, ya se imaginan.

Creo que de hecho solamente tenía amigos porque les pasaba las tareas.

Esa es la verdad.

Pero una vez en la universidad, pude encontrar una nueva identidad para mí misma, y la chica nerd se volvió la popular.

Pero era el MIT, así que no sé si pueda tener mucho crédito.

Como dicen allá: «Lo raro es bueno, pero lo bueno es raro».


(Risas)
Cambié de carrera tantas veces, que mis asesores bromeaban diciendo que debería graduarme en «estudios aleatorios».


(Risas)
Les conté esto a mis hijos.

Y luego, con los años, he ganado un montón de identidades distintas.

Comencé como inventora, emprendedora, innovadora social.

Después me volví inversionista, una mujer de tecnología, maestra, y recientemente me convertí en mamá.

O, como mi bebé repite constantemente: «¡Mami!» de día y de noche.

Incluso mi acento estaba tan confundido, sus orígenes eran tan ocultos, que mis amigos lo llamaban «Rebecano»
(Risas)
Pero reinventarse a sí misma puede ser muy complicado.

Puedes enfrentar mucha resistencia por momentos.

Cuando casi había terminado mi doctorado, me picó la mosca del emprendimiento.

Estaba en Sillicon Valley, así que escribir la tesis en el sótano no parecía tan interesante como abrir mi propia compañía.

Entonces hablé con mis muy tradicionales padres coreanos, quienes están hoy aquí, con la misión de hacerles saber que iba a abandonar el doctorado.

Verán, mis hermanos y yo éramos la primera generación en ir a la universidad, de tal forma que para una familia de inmigrantes, esto era un asunto importante.

Se imaginarán cómo iba a ser esa conversación.

Pero afortunadamente, yo tenía mi arma secreta.

Era una gráfica con los salarios promedio de todos los graduados de los programas de doctorado de Stanford y los salarios promedio de todos los que habían abandonado los programas de doctorado de Stanford.

(Risas y aplausos) Debo decirles que esta gráfica había sido definitivamente sesgada por los fundadores de Google.


(Risas)
Pero mi mamá miró la gráfica y dijo: «Ah…

¡a favor! Persigue tu pasión».


(Risas)
Hola mami.

Ahora, al día de hoy, mi búsqueda de identidad ya no es encontrar mi tribu.

Es más un asunto de permitirme aceptar todas las posibles variantes de mí misma y de cultivar la diversidad dentro de mí y no solo en torno mío.

Mis niños ahora tienen tres años uno y cinco meses el otro; y nacieron ya con tres nacionalidades y cuatro idiomas.

Debería mencionar ahora que mi esposo es de Dinamarca de hecho, solo en caso de que no tuviera ya suficientes choques culturales en mi vida.

Decidí casarme con un danés.

De hecho, pienso que mis hijos serán los primeros vikingos que tendrán dificultades para dejarse crecer la barba cuando sean grandes.


(Risas)
Sí, tendremos que hacer algo al respecto.

Pero realmente espero que encontrarán que su multiplicidad les abrirá y les creará muchas puertas en sus vidas, y que puedan usar esto como una forma de encontrar coincidencias en un mundo que está más globalizado cada día.

Espero que en lugar de sentirse ansiosos y preocupados por no encajar en esa única caja, o de que su identidad se vuelva irrelevante un buen día, puedan sentirse libres de experimentar y de tomar el control de su propia narrativa e identidad.

También espero que utilicen su singular combinación de valores e idiomas y culturas y habilidades para ayudar a crear un mundo en donde las identidades ya no sean utilizadas para alejar a quienes se ven diferentes, sino para unir a las personas.

Y lo más importante, realmente espero que encuentren una inmensa alegría atravesando estos territorios desconocidos porque yo sé que la encontré.

Ahora, respecto a mi abuela, su último deseo fue también la última enseñanza que me dejó.

Resulta que nunca fue un asunto de volver a Corea y ser enterrada allá.

Era un asunto de descansar junto a su hijo, quien había muerto mucho antes de que se fuera para Argentina.

Lo que a ella le importaba no era el océano que dividía su mundo anterior del nuevo; era el hecho de encontrar puntos de coincidencia.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/rebeca_hwang_the_power_of_diversity_within_yourself/

 

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