Contenidos
Charla «El punto de vista futurista del amor de un holograma de 318 años» de TED2016 en español.
La escritora de ciencia ficción Mónica Byrne imagina mundos ricos y poblados con personajes que desafían nuestros estereotipos raciales, sociales y de género. En esta charla, Byrne aparece como un holograma llamado Pilar que transmite una historia de amor y desamor desde un futuro próximo donde el hombre ya ha colonizado el universo. Nos comenta que: «Siempre es divertido ver la diferencia entre lo que uno piensa que traerá el futuro y lo que realmente resulta traer».
- Autor/a de la charla: Monica Byrne
- Fecha de grabación: 2016-02-18
- Fecha de publicación: 2016-05-05
- Duración de «El punto de vista futurista del amor de un holograma de 318 años»: 758 segundos
Traducción de «El punto de vista futurista del amor de un holograma de 318 años» en español.
¿Les parezco real? Espero que sí.
No tengo ni idea de si me ven, pero miraré hacia adelante y confiaré que están allí.
He dibujado un semicírculo en la arena delante de mí para no salirme y parecer que estoy flotando en el aire.
Ahora estoy de pie al aire libre, en una playa bajo una palmera, justo donde se supone que está el escenario.
Tengo 12 minutos con Uds.
Me he puesto un límite.
Mi esposa Navid dijo una vez que un sinfín de posibilidades es el peor enemigo del creativo.
Por ejemplo, este vestido: le pedí que diseñara algo que llevaría un sacerdote en el Cairo del siglo XXIII.
Pero solo teníamos tres días para hacerlo, y el único tejido que tuvimos fue una vieja funda de edredón que dejó atrás otro residente.
Pero lo hizo y es perfecto.
Y lo miró y dijo: «Aquí la prueba de concepto: la creación necesita límites».
Así que durante estos 12 minutos hablaré de mi descubrimiento más grande.
Mi obsesión, toda mi vida, ha sido la vida eterna, y sé que también la de muchos de Uds.
Se alegrarán al saber que su investigación dará sus frutos.
Tengo 318 años.
El promedio de esperanza de vida humana es hoy en día 432 años y mi trabajo ha sido alargarlo indefinidamente.
Y nunca me he preguntado si algún día, llegaremos a un punto donde diremos basta.
Más bien ocurre lo contrario: cuanto más tiempo vivimos, más queremos vivir, y menos queremos morir.
¿Quién puede culparnos? El universo es tan grande.
Siempre quedará algo más para ver.
Ayer mismo, leí que puedes navegar en barco de isla en isla por todo el planeta Europa y algunas de las islas tienen aldeas que se pueden visitar y donde uno puede alojarse y dormir bajo la sombra de Júpiter.
Y luego tienen esta otra isla donde vive un compositor solitario que se sienta y toca la mandolina de cara al océano.
Y luego hay otras donde no hay nadie y no lo ha habido nunca, y donde puedes ir solo por el placer de pisar la arena que ningún otro pie ha tocado jamás.
Se puede pasar 400 años haciendo precisamente solo eso.
Justo ahora sale la luna por el noreste.
Puedo ver sus ciudades a simple vista y como están conectadas como agregados neuronales: Mariápolis en el Polo Sur y Ramachandran en el ecuador.
Y Nueva Teherán en el Mar de la Tranquilidad.
Ahí es donde conocí a Navid.
Las dos éramos artistas debutantes.
El día que nos conocimos, las dos pasábamos por la plaza Azadi y nos tocamos al tropezar.
Y me volví para disculparme, y ella, sin saludar, o presentarse o algo, me dijo: «Bueno.
¿Por qué crees que no hemos pasado una a través de la otra?» Y al principio pensé, «¿Quién eres?» Pero la pregunta también me molestó, porque la respuesta era muy simple.
Dije: «No lo hicimos porque las partículas elementales tienen masa y el espacio entre ellas lo ocupa la energía de enlace que tiene las mismas propiedades y sabemos esto desde hace 800 años».
A lo mejor estaba en este estado de ánimo dónde le gustaba meterse con los extraños o tal vez solo estaba coqueteando conmigo, porque me miró y dijo: «Sabía que dirías eso.
Piensa más».
Y luego se quitó el cinturón, este mismo que llevo puesto, y dijo: «Nuestro universo está hecho de modo que las partículas tengan masa.
Sin esa ley básica, habríamos de pasar una a través de la otra a la velocidad de la luz y ni siquiera nos habríamos dado cuenta».
Y así comenzó nuestro romance.
Navid y yo…
nunca nos hemos quedado sin cosas de las que hablar.
Nunca.
Fue increíble.
Ambas éramos heroínas escalando cordilleras juntas para seguir llegando a nuevos horizontes, y estas nuevas y perfectas constelaciones de palabras salían de nuestro interior para describirlos.
Y tan pronto las pronunciábamos las olvidábamos y dejábamos atrás para pasar a la siguiente cosa, siempre la siguiente y más arriba.
O una vez, Navid dijo que nuestras conversaciones eran como hacer pan, y que siempre estábamos añadiendo un poco más de harina y de agua, amasándolo y dándole la vuelta para nunca llegar a hornearlo.
Si mi obsesión era la vida eterna, la de Navid era el tacto.
Tenía un don para ello.
Toda su obra giraba en torno a esto.
Mi cuerpo era como un lienzo para ella, y podía pasar la punta de su dedo por mi cara tan lentamente que no podía sentirlo pasar.
Y estaba obsesionada con saber exactamente cuándo dejaría de poder sentir la diferencia entre su cuerpo y el mío.
O solo se echaba encima de mí clavando su hombro en mi cuerpo mientras me decía: «Pilar, ¿por qué es esto tan bueno?» Y yo le decía: «¡No lo sé!» Y siempre tenía una respuesta graciosa para su pregunta chistosa pero la respuesta que recuerdo hoy es: «Se siente bien porque el universo puso sus límites y nosotras somos su arte».
Siempre es divertido ver la diferencia entre lo que uno piensa que traerá el futuro y lo que realmente resulta traer».
En sus tiempos, los científicos pensaban que el ser humano podría criogenizarse y despertarse en el futuro.
Y lo hicieron…
pero luego murieron.
O que el ser humano podría renovar su órganos y prolongar su vida por cientos de años.
Y lo hicieron, pero al final murieron de todos modos.
Para Uds., la Tierra es el único lugar donde la gente puede vivir.
En mi era, la Tierra es el lugar donde la gente viene para morir.
Así que cuando Navid estuvo por morir, los amigos supusieron que yo iba a hacer lo que hace todo el mundo, decir adiós y enviarla a la Tierra, para que ninguno tenga que mirarla o estar cerca de ella o pensar en ella y su…
fracaso y la imposibilidad de seguir viviendo.
Más que nada, no quisieron estar realmente cerca de su cuerpo físico.
Siguieron refiriéndose a ella como «en declive» aunque ella misma estaba fascinada por ello y por los cambios que sufría, según las reglas de la naturaleza, día a día, independiente de su voluntad.
Envié Navid a la Tierra.
Pero la acompañé.
Recuerdo que un amigo nuestro, justo antes de salir, dijo: «Creo que es arrogante, crees que las reglas no se aplican a ti, como si tu amor fuese algo especial».
Pero lo hice.
Por lo tanto, incluso aquí en la Tierra, seguí trabajando en mi plan por prolongar la vida.
No se me ocurrió que podría haber otra respuesta.
No hacía más que volver a lo que me dijo Navid aquel día en la plaza Azadi, que sin esa restricción básica — de un universo que otorga masa a la materia — no existiríamos.
Esa es una regla.
Otra es que toda masa está sujeta a la entropía.
Y no hay manera de que existas en este universo sin masa.
Lo sé.
Lo he intentado todo.
He intentado crear una caja de fotones con el campo de Higgs alterado.
He intentado grabar todos los movimientos subatómicos de mi cuerpo y repetirlos en circuito cerrado.
Nada funcionó.
Pero mi última innovación fue crear una dimensión espiral cuyo límite es un cuerpo donde el tiempo pasa infinitamente más lentamente, pero cuya proyección parecería que se mueve en tiempo real.
Ese cuerpo aparecería entonces en nuestro universo como un holograma; que está aquí pero no lo está.
Cuando me di cuenta de que lo hice, corrí a su habitación, emocionada para decirle que lo logré, moviéndome por el espacio con normalidad para todos los presentes, incluso para mí.
Al acostarme a su lado me olvidé y caí a través de ella.
Encontré una forma de vida eterna, a expensas de la única cosa que Navid más quería, que era tocar y ser tocada.
Y ella me rechazó.
Aún me queda la posibilidad de mirarla.
Los humanos vivimos hasta 400 años, y seguimos muriendo.
Y cuando llega la muerte, los moribundos todavía se agarran a sus sábanas, y sus brazos se transforman en flores azules y violetas en su interior, y su aliento disminuye más y más, como si fuera que quedan dormidos.
Siempre he pensado que la aventura da un sentido a la vida.
Y la muerte es solo un problema para el que no tenemos solución todavía.
Pero tal vez una vida tiene sentido solo porque se termina.
f 188 00:11:28,221 —> 00:11:29,544 Tal vez esa es la paradoja: Las limitaciones no impiden, sino que permiten la libertad total.
(Suspira) Había una tormenta por la mañana.
Y se pronostica otra para esta noche, pero por ahora el cielo está despejado.
No puedo sentir el viento aquí, pero pregunté a una de las cuidadoras que pasaban por aquí qué se siente y me dijo que se sentía caliente como la mantequilla derretida.
Una respuesta digna de mi esposa.
Tengo que encontrar mi camino de vuelta a mi cuerpo.
Hasta entonces, no ocupo nada más que el espacio que Uds.
me regalan.
https://www.ted.com/talks/monica_byrne_a_sci_fi_vision_of_love_from_a_318_year_old_hologram/