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¿Es China el nuevo ídolo de las economías emergentes? – Charla TEDGlobal 2013

Charla «¿Es China el nuevo ídolo de las economías emergentes?» de TEDGlobal 2013 en español.

El mundo desarrollado sostiene los ideales del capitalismo, la democracia y los derechos políticos para todos. En los mercados emergentes, a veces no pueden darse ese lujo. En esta potente charla, la economista Dambisa Moyo defiende la idea de que Occidente no puede dormirse en los laureles y pensar que los otros lo seguirán ciegamente. Mientras tanto, un modelo distinto, encarnado por China, gana cada vez más adeptos. Hace un llamamiento a la cooperación con amplitud mental política y económica en nombre de la transformación del mundo.

  • Autor/a de la charla: Dambisa Moyo
  • Fecha de grabación: 2013-06-13
  • Fecha de publicación: 2013-11-11
  • Duración de «¿Es China el nuevo ídolo de las economías emergentes?»: 983 segundos

 

Traducción de «¿Es China el nuevo ídolo de las economías emergentes?» en español.

«Denme la libertad o la muerte».

Cuando Patrick Henry, gobernador de Virginia, dijo estas palabras en 1775, nunca se hubiese imaginado cuánto resonarían en las futuras generaciones de EE.UU.

En aquel entonces, estas palabras apuntaban contra los británicos, estaban dirigidas a ellos, pero durante los últimos 200 años han ido encarnando lo que creen muchos occidentales: que la libertad es el valor más preciado, y que los mejores sistemas políticos y económicos tienen a la libertad como raíz.

¿Quién los puede culpar?

En los últimos 100 años, la combinación de democracia y capitalismo privado ha ayudado a catapultar a Estados Unidos y a los países occidentales a nuevos niveles de desarrollo económico.

En los últimos 100 años, en EE.UU., los ingresos aumentaron 30 veces y cientos de miles de personas salieron de la pobreza.

Mientras tanto, el ingenio y la innovación de los estadounidenses contribuyó a estimular la industrialización y también a la invención y fabricación de electrodomésticos, de vehículos a motor e incluso de teléfonos móviles que tienen en el bolsillo.

Entonces, no sorprende que aún en la más honda crisis del capitalismo privado, el presidente Obama haya dicho: «La pregunta que se nos plantea no es si el mercado es una fuerza para el bien o el mal.

Su poder para generar riqueza y extender la libertad es inigualable».

Por lo tanto, es comprensible que exista el supuesto profundamente arraigado en los occidentales de que todo el mundo decidirá adoptar el capitalismo privado como modelo para el crecimiento económico, una democracia ‘liberal’, y seguirá priorizando los derechos políticos sobre los económicos.

Sin embargo, para muchos que viven en mercados emergentes esto es una ilusión, y aunque la Declaración Universal de los Derechos Humanos, firmada en 1948, fue adoptada unánimemente, lo que hizo fue enmascarar la brecha que ha surgido entre países desarrollados y países en vías desarrollo, y las creencias ideológicas entre los derechos políticos y los económicos.

Esta brecha no hecho más que crecer.

Hoy en día, mucha gente que vive en los mercados emergentes, donde vive el 90 % de la población mundial, cree que la obsesión occidental por los derechos políticos no es lo más importante, y que lo que realmente importa es la provisión de alimento, vivienda, educación y salud.

«Denme la libertad o la muerte»; está buenísimo si puedes pagarlo.

Pero si estás viviendo con menos de un USD 1 al día, estás demasiado ocupado tratando de sobrevivir y de alimentar a tu familia como para perder el tiempo por ahí tratando de proclamar y defender la democracia.

Sé que muchos en esta sala y en todo el mundo pensarán: «Bueno, esto es realmente difícil de entender».

Porque se tiene al capitalismo privado y a la democracia como algo sacrosanto.

Pero hoy les pregunto:

¿Qué harían si tuvieran que elegir?

¿Qué harían si tuvieran que elegir entre un techo y el derecho al voto?

En los últimos 10 años, tuve el privilegio de viajar a más de 60 países, muchos de ellos, en los mercados emergentes, en América Latina, Asia, y en mi propio continente, África.

Me he encontrado con presidentes, disidentes, legisladores, abogados, maestros, médicos y gente de la calle.

Y gracias a estas conversaciones, me quedó claro que muchos habitantes de los mercados emergentes creen en verdad que existe una división entre lo que la gente cree, su ideología, sobre la política y la economía en Occidente y lo que la gente cree en el resto del mundo.

No me interpreten mal.

No estoy diciendo que en los mercados emergentes la gente no entiende la democracia, ni que, idealmente, no les gustaría elegir a sus presidentes o líderes.

Claro que les gustaría.

Sin embargo, lo que quiero decir es que, teniendo todo en cuenta, les preocupa más cómo conseguir un mejor nivel de vida y cómo los ayudarán sus gobiernos a obtenerlo, que si el gobierno fue elegido democráticamente.

Pero la cuestión es que se ha convertido en un asunto inquietante.

Porque por primera vez en mucho tiempo se está desafiando concretamente a los sistemas ideológicos de la política y de la economía occidentales.

Y este sistema está representado por China.

En vez de capitalismo privado, tienen capitalismo de estado.

En vez de democracia, no le dan prioridad al sistema democrático.

Y también han decidido priorizar los derechos económicos por sobre los derechos políticos.

Y debo decirles que este sistema representado por China se está erigiendo entre los habitantes de los mercados emergentes como el sistema a seguir.

Porque están convencidos de que ese es el sistema que les traerá los mejores y más rápidos avances en los niveles de vida en el período más corto.

Si me lo permiten, dedicaré unos minutos a explicarles primero por qué llegaron a pensar así la economía.

Ante todo, es por el rendimiento económico de China de los últimos 30 años.

China tuvo un crecimiento económico récord y, lo que es más, ha sacado a mucha gente de la pobreza, en concreto, ha reducido la pobreza significativamente al sacar de la indigencia a más de 300 millones de personas.

Y no es solo la economía: se trata también del nivel de vida.

Vemos en China que un 28 % de la población accedía a la secundaria.

Hoy, es cerca del 82 %.

Así que, de manera global, la mejora económica ha sido muy importante.

En segundo lugar, China consiguió mejorar significativamente la desigualdad en los ingresos sin cambiar sus conceptos políticos.

Hoy EE.UU.

y China son las 2 economías líderes del mundo.

Tienen sistemas políticos enormemente diferentes, y sistemas económicos diferentes: uno con capitalismo privado; otro, en términos generales, con capitalismo estatal.

Sin embargo, estos 2 países tienen un coeficiente idéntico de Gini, que es una medida de la igualdad de los ingresos.

Quizá lo que más preocupa es que la igualdad de los ingresos de China ha mejorado en el último tiempo, mientras que la de EE.UU.

ha empeorado.

Tercero, en los mercados emergentes, la gente se fija en el asombroso y ya legendario desarrollo de infraestructura de China.

No es solo la construcción de carreteras, puertos y ferrocarriles en su propio país —donde pudo construir 85 000 km de su red vial y superar a la de EE.UU.— Lo hizo también en lugares como África, donde China ayudó a pavimentar el trayecto que va de Ciudad del Cabo a El Cairo, unos 14 500 km, o 3 veces la distancia de Nueva York a California.

Esto es algo que la gente puede ver y señalar.

Quizá no sorprenda que en una encuesta de Pew de 2007, los africanos de 10 países dijeron que pensaban que los chinos estaban haciendo cosas sorprendentes para mejorar su subsistencia por márgenes tan amplios como del 98 %.

Finalmente, China también está brindando soluciones innovadoras a viejos problemas sociales que enfrenta el mundo.

Si vamos a Mogadiscio, Ciudad de México o Bombay, nos damos cuenta de que la logística y la infraestructura deteriorada siguen siendo un obstáculo para el suministro de medicamentos y la asistencia sanitaria en las zonas rurales.

Sin embargo, a través de una red de empresas estatales, los chinos han podido entrar a estas zonas rurales, por medio de sus compañías para ayudar a proveer esa asistencia médica.

Señoras y señores, no sorprende que en todo el mundo se señale lo que China está haciendo y diciendo, «Me gusta eso.

Quiero eso.

Quiero poder hacer lo que está haciendo China.

Ese parece ser el sistema que funciona».

Estoy aquí también para decirles que hay muchos cambios que están ocurriendo en torno a lo que está haciendo China en su postura democrática.

Particularmente, la duda creciente de los habitantes de los mercados emergentes, donde ahora creen que la democracia ya no debe verse como un requisito esencial para el crecimiento económico.

De hecho, países como Taiwán, Singapur, Chile, no solo China, han mostrado que en realidad, el crecimiento económico es el requisito esencial para la democracia.

En un estudio reciente, las pruebas han mostrado que el ingreso económico es el factor determinante más importante para el tiempo que puede durar una democracia.

El estudio indica que si el ingreso per cápita es de alrededor de USD 1000 por año, la democracia durará cerca de 8 años y medio.

Si el ingreso per cápita está entre los USD 2000 y USD 4000 por año, entonces probablemente habrá 33 años de democracia.

Y solo si el ingreso per cápita está arriba de los USD 6000 al año habrá democracia a como dé lugar.

Esto nos dice que primero necesitamos crear una clase media que pueda controlar al gobierno y hacerlo rendir cuentas.

Pero quizá también nos está diciendo que debería preocuparnos andar por el mundo forzando la democracia, porque finalmente corremos el riesgo de terminar en democracias intolerantes, democracias que en algún sentido podrían ser peores que los gobiernos autoritarios que buscan reemplazar.

Las pruebas de las democracias intolerantes son bastante deprimentes.

Freedom House descubre que aunque el 50 % de los países del mundo hoy en día son democráticos, el 70 % de esos países tienen una democracia parcial en el sentido de que la gente no tiene libertad de expresión o de circulación.

Sin embargo, en un estudio que Freedom House publicó el año pasado, encontramos que la libertad viene decayendo todos los años durante los últimos 7 años.

Esto significa que para la gente como yo, que nos importa la democracia, tenemos que encontrar una manera más sostenible de asegurarnos de que tenemos una manera sostenible de democracia en el sentido ‘liberal’, y eso viene de la economía.

Pero también dice que mientra China avanza y se convierte en la economía más grande del mundo —algo que los expertos esperan que suceda en 2016— esta brecha entre las ideologías políticas y económicas de Occidente y las otras probablemente se agrandará.

¿Cómo sería ese mundo?

Bueno, el mundo podría ser de más participación del estado y de capitalismo estatal; mayor proteccionismo de las naciones-estados; pero también, como mencioné hace un momento, un constante deterioro de los derechos políticos e individuales.

La pregunta que nos queda en general es: Entonces,

¿qué debería estar haciendo Occidente?

Y sugiero que tienen 2 opciones.

Occidente puede ya sea competir o cooperar.

Si decide competir con el modelo chino, y, en efecto, ir por el mundo tratando de imponer su agenda de capitalismo privado y democracia ‘liberal’, sería ir, básicamente, en contra de la corriente, pero también sería natural que Occidente adopte esa postura, porque en muchas maneras es la antítesis del modelo chino de quitar prioridad a la democracia en pos de un capitalismo de estado.

El hecho es que si Occidente decide competir, agrandará la brecha.

La otra alternativa es que Occidente coopere y por cooperación quiero decir otorgar a los países de los mercados emergentes la flexibilidad para decidir de manera integrada qué sistema político y económico funciona mejor para ellos.

Estoy segura de que algunos aquí en la sala estarán pensando que esto es ceder ante China.

En otras palabras, que de esta manera Occidente tendrá un papel secundario.

Pero les digo que, si EE.UU.

y los países europeos quieren conservar su influencia mundial tendrían que pensar en cooperar en el corto plazo para poder competir.

Y para eso, tendrían que concentrar todas sus energías en los resultados económicos para ayudar a crear la clase media y así controlar al gobierno y hacer que rinda cuentas para crear las democracias que realmente queremos.

El hecho es que en lugar de ir por el mundo acosando a los países por unirse a China, Occidente debería estimular sus propios negocios para comercializar e invertir en estas regiones.

En lugar de criticar a China por su mal comportamiento, Occidente debería mostrarnos que es mejor su propio sistema político y económico.

Y en lugar de meter la democracia a la fuerza en todo el mundo, tal vez Occidente debería seguir el ejemplo de su propia historia y recordar que desarrollar los modelos y sistemas que tenemos hoy requiere de mucha paciencia.

A propósito, Stepehn Breyer de la Corte Suprema de Justicia, nos recuerda que a EE.UU.

le llevó casi 170 años, desde que se redactó la Constitución, llegar a la igualdad de derechos.

Algunos podrán decir que hoy todavía no hay igualdad de derechos.

De hecho, hay grupos que podrían sostener que, ante la ley, todavía no tienen igualdad de derechos.

En el mejor de los casos, el modelo occidental habla por sí mismo.

Es el modelo que pone la comida en la mesa.

Es el modelo de los refrigeradores, el que llevó al hombre a la Luna.

Pero el hecho es que, aunque la gente de esa época señalaba a los países occidentales y decía: «Quiero eso, me gusta eso», ahora hay alguien nuevo en el barrio y tiene forma de país: China.

Hoy en día, las generaciones observan a China y dicen: «China puede producir infraestructura, China puede generar crecimiento económico, y nos gusta eso».

Porque al final, la pregunta que se nos plantea a nosotros y a los 7000 millones de personas del planeta es:

¿Cómo podemos generar prosperidad?

A la gente le importa y se volcará hacia el modelo político y económico, de manera muy racional, a esos modelos que aseguren que pueden tener mejores niveles de vida en el período más corto.

Al irse hoy de aquí, me gustaría que se queden con un mensaje muy personal, de lo que creo que deberíamos hacer como individuos, y es que debemos tener la mente abierta.

Ser abiertos al hecho de que nuestras esperanzas y sueños de generar prosperidad para todos los habitantes del mundo de reducir significativamente la pobreza de cientos de millones de personas, tienen que basarse en tener la mente abierta.

Porque estos sistemas tienen cosas buenas y malas.

Solo para ilustrar, revisé mis recuerdos y archivos personales.

Esa es mi foto.

Ooooh.


(Risas)
Nací en Zambia en 1969 y allí crecí.

En la época en que nací, no emitían partidas de nacimiento para los negros y esa ley recién cambió en 1973.

Esta es un acta juramentada emitida por el gobierno de Zambia.

Les traigo esto para decirles que en 40 años, he pasado de no ser reconocida como un ser humano a estar hoy frente al público ilustre de TED para decirles lo que pienso.

En este sentido, podemos aumentar el desarrollo económico.

Podemos reducir la pobreza significativamente.

Pero, también, requerirá que revisemos nuestros supuestos, supuestos y críticas con los que hemos crecido sobre la democracia, sobre el capitalismo privado, sobre lo que genera desarrollo económico, reduce la pobreza y genera libertades.

Quizá tengamos que romper esos libros y empezar a ver otras opciones y tener la mente abierta para buscar la verdad.

En definitiva, se trata de transformar el mundo y hacerlo un mejor lugar.

Muchas gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/dambisa_moyo_is_china_the_new_idol_for_emerging_economies/

 

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